Capitulo 1
Di un suspiro de alivio cuando el coche entró en la calle que
conduce a la
casa de la tía Sarah. Como mamá y yo no nos hablábamos cuando
salimos
de Londres, no tenía idea de a dónde me iba a enviar. A juzgar por
su
pobre estado de ánimo, ella sería capaz de comprarme un boleto de
ida
para uno de estos campos en los que pasaría el verano usando un
uniforme verde-oliva diciendo sin parar:
¨ ¡Sí, señor! No, señor¨
—No puedo estar contigo, Miley —Mamá dijo con frialdad, al abrir
el
maletero y poner mis cosas en la acera. —Marcus está inquieto
cuando
tardo en volver.
Suspiré. No estaba dispuesta a romper mi voto de silencio. Era
mamá la
enojada. Ella siempre se preocupaba más por mi hermanito de ocho
años
que por mí. Continué con cara de ironía y en el coche mientras
ella me
llevaba con la tía Sara.
Desde la parte de atrás, mamá podría confundirse con una chica. Me
quedé sorprendida por eso. Su pelo estaba recogido en una cola de
caballo,
y llevaba sandalias de tacón bajo. De frente, sin embargo, las
cosas
cambiaban de figura. Y todo por mi culpa. Ella dijo que mi
comportamiento en los últimos meses la envejeció diez años.
Pero ella había tenido mucha suerte. Cuando la madre de Tara
Crowley
descubrió que su hija había fallado a propósito las pruebas, el
cabello se le
volvió blanco de la noche al día. Lo que había hecho era mucho
peor que ser reprobada, pero el pelo castaño oscuro de mi madre continuaba
intacto.
Antes de dejar de hablarnos, todo lo que mi madre me decía eran
cosas del
tipo:
—Miley, cómo pudiste...— O el clásico: —Cuando yo tenía tu
edad...—
Seguido por la demanda típica de —Los padres modernos: ¿Sabes lo
difícil
que fue conseguir vacante en la escuela Coot`s Hill? ¡Tuve que
comprar
esta casa horrible porque está cerca de la escuela!
Me sentí muy culpable por ello. Es difícil obtener una matrícula
en una
buena escuela en Londres. Mamá luego comenzó a quejarse de que tal
vez
sea necesario buscar una escuela de la red privada...
— ¡Si es que alguno te aceptan!—Cada vez que ella decía, por
millonésima
vez: —Miley, cuando yo tenía tu edad...— Yo…estallaba.
— ¡Mamá, eso era hace muuuucho tiempo, cuando las niñas de quince
años llevaban los pantalones cortos con volantes en las rodillas y
estaban
locos por el hockey de hielo y el culo frío!
Luego hubo una gran pelea y solo dejó de hablarme.
¿Qué otra cosa podía hacer?
Le prometí a Mía que no contaría nada. Mamá no siempre estaba tratando
de meterse en mi cabeza.
¿Qué era indispensable contar con la palabra?
Saliendo de casa, me di cuenta de que Mía me miraba a través de la
calle,
desde la ventana de su cuarto. Estaba lista para ir a la escuela y
me
miraba fijamente.
Yo desvié la mirada.
A través de la ventana del coche, no podía agarrar los ojos de
mamá,
mientras hablaba con tía Sarah. Las dos se volvieron y me miraron.
Las
miré encarándolas. Mamá le frunció el ceño a Sarah y le dio una
sonrisa
irónica. Mamá empezó a hablar con entusiasmo, gesticulando. Por
supuesto, le estaba diciendo, con detalles terribles, la hazaña de
su única
hija que la hizo ser expulsada de una escuela: ¨Tan buena¨
De hecho, yo no había sido expulsada. Para todos los efectos,
estaba
dejando dos semanas antes del final del semestre, para ¨tomar
un
descanso¨
Pero el Director Prof. Kelly, ya había dejado claro que yo nunca
podría ser
aceptada en Cot`s Hill. El recuerdo de aquellas embarazosas
reuniones en
la sala de dirección me dio escalofríos. Luego me hundí en mi
asiento,
porque al menos aquí, en este momento, todo era seguro y cálido.
Me miré en el espejo retrovisor y me imaginé participando en un
drama
policial frente a un oficial leyendo mi descripción:
—Jovencita blanca, 1; 60 m de altura, pelo largo y castaño rojizo
con
mechas rubias, ojos verdes, nariz recta y labios rojos carnosos y
húmedos.
Se niega a hablar. Es una chica mala.
Por supuesto, la historia de la ¨chica mala¨ tenía
otra cara. Una parte de
mí quería ceder y llegar a decirle a mamá. En verdad, ella trató
de hacerme
hablar. Mi estómago se sacudido ante la idea de lo que había
hecho.
Para ser franca, el desacuerdo con mamá era una cortina de humo.
Esto
significaba que yo no necesitaba hablar con ella sobre eso. Ella
incluso
llamo a mi padre y le contó todo a él y a su esposa. Varias veces
estuvo a
punto de perder el control y abrir el juego. Pero Mía estaba en el
centro del
problema.
¡Yo no podía decirle!Mamá seguía preguntando:
— ¿Fue Mía, quien te metió en esto?— Y repitió la misma pregunta,
de mil
maneras diferentes.Odiaba el hecho de que ella imaginara, que otra
chico/a podría ser culpable de un comportamiento tan inesperado.
—No soy más una niña. Sé muy bien tomar mis propias decisiones—
dije
no sé cuántas veces. Tenía el derecho a mantener mis secretos.
Además,
mi madre estaba llegando peligrosamente cerca a la verdad.Perdida
en mis
pensamientos, me sorprendí cuando mi madre abrió la puerta del
coche.
—Vamos, Miley, baja.
Fui lo más despacio que pudecon Sarah, mientras ella y mama, se
despidieron con un abrazo. Sara era la hermana mayor de madre,
pero
parecía más joven.
—No tiene que trabajar, ni tiene hijos a la edad que tiene —oí
decir a
mamá una vez, con un dejo de resentimiento en su voz.
— ¿No quieres quedarte a tomar incluso un té? —preguntó Sarah con
su
dulce caminar. Mamá negó con la cabeza.
—Estoy llena de cosas que hacer. Como algo en el camino. Miley—dijo
mirando a lo alto, sin encararme, —dejó dinero con Sarah para tus
gastos—. Cuando el coche tomó la carretera, lancé un irónico adiós
y
mamá dijo:
— ¡También te amo!
Y así me vi exiliada en casa de tía Sarah. Sólo había dos cosas
por delante:
pasar un verano asqueroso y mostrarme profundamente agradecida
cuando su Majestad me permita volver a otra escuela
en Londres.
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