84. Azúcar y espías
Nos metimos en el Kia de Selena,
y antes de que pudiera
decirlo,
ella estaba leyendo mi mente
como debería hacerlo una mejor amiga.
—¿Lo vamos a seguir, verdad? —pregunta.
Metí la mano en mi mochila.
Gomitas para cenar.
—Correcto como frambuesa.
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