Aurora me asusto. Solo en las películas de terror,había visto y
oído esa
expresión tan intensa de aversión. Fue impactante encontrar un
niño que
odiara tanto a un muerto.
Talvez Lavinya se había vuelto loca. He escuchado que muchos
aristócratas se vuelven locos y entonces intento dañar a su hijo.
No sería
fácil tocar el asunto con Nick.
Nos sentamos alrededor de una mesa grande en la cocina. Aurora no
parecía perturbada por su exabrupto de hacia un rato,pero hablo
poco
mientras comíamos. Por suerte estaba luchando contra una seta
enorme y
me mantuve ocupada. No hubo señales de Nick.
La puerta se abrió y entro una figura alta y delgada. Llevaba los
pantalones más usados y sucios que jamás hubiera visto. Aurora lo
vio
con desaprobación.
— ¿Ahoradónde has estado, papa? Miley vino a tomar el té con
nosotros—
. El guiño el ojo para mí y la beso:
—Lo siento mucho,pero el carro se descompuso de nuevo.
— ¡Qué diablos!- rezongoAurora.— y para colmo está lloviendo.
—Señorita, modales cuando hables. Tuve un ataque de calambres por
la
mañana. Creo que los dioses pensaron que estaba haciendo la danza
de la
lluvia— y comenzó a reír.Aurora golpeo la mesa,hiso que una de mis
setas
volara.
—Si ese es el caso, ¡ahora trata de hacer la danza del sol para
nosotros!
Sin vacilar un segundo, lord Netherby, recogió un bote amarillo y
comenzó
a bailar alrededor de la cocina. Isobel tomo una linterna y
comenzó a
encenderla y apagarla.
— ¡Que el sol brille!— y todos bailaban alrededor de la cocina.
Era una ¨familia de locos¨ muy divertida. Me acorde
de nuestra música.
¨ ¡tiene chocolate!¨ Ja.
Mama, Marcus y yo inventamos una canción, siempre que nos
sentíamos
hambrientos,cansados o infelices, la cantábamos. Retumbo un
trueno,
seguido por una fuerte tormenta de lluvia, que hiso que se
sintiera un frio
gélido en la cocina.
—Estás haciendo todo mal— se quejóAurora.
—No hay problema— dije. Solo hay que hacer el baile al revés.
— ¡Gran idea!— grito Hugh, girando en dirección contraria y
cantando:
— ¡Que el sol brille!
Por increíble que parezca, la lluvia disminuyo un poco y todos nos
alegramos.Escuchamos el sonido de un carro estacionándose afuera.
¿Sería Nick? No.Era a señora Mac Lean, de la farmacia.
—He venido a traer la medicina— dijo ella. Se puso algo confusa y
dijo:
—Y algunas cosas más que usted ha pedido— coloco la bolsa en el
pasillo
de la entrada y se fue rápidamente. Cuando terminamos de
comer,Hugh se
ofreció a hacer el café, que demoro horas, porque decidió
prepararlo a la
manera etíope.
Algunos granos de café tostado los puso en lo que parecía una
lata vieja
con manijas. Todos aspiramos el olor. Luegodesapareció por un
largo
tiempo hasta que volvió con una extraña garrafa negra y unos
pequeños
tazones en una bandeja. Sirvió a cada uno de nosotros un líquido
grueso,
negroy espeso que teníaregaliz.
—Cardamomo— dijo Isobel. —Es bueno para la digestión.
El café no era malo y tome otra taza. Aurora saco un viejo juego
de damas
para jugar con nosotros. Tuvieron que pasar otros treinta minutos
hasta
que la puerta se abrió y Nick entro.
No me vio de inmediato la cara. Se quitó las botas. Su cabello
estaba
húmedo y chorreando, la
lluvia corría por su rostro. Tomo la bolsa de las
medicinas y apenas medio me vio. Después de que entro en la
cocina,puso
la cafetera y bebió,siempre de costado sin verme.
El chaleco que llevaba estaba empapado. Se podía sentir el olor de
las
fibras de lana y de su cuerpo ya que lo estaba calentando el calor
de la
cocina.
—Llegas tarde— le dijo Isobel en un tono de reproche. —La comida
se ha
enfriado y tenemos una invitada—.Nick se metió en la boca, el
último
trozo de quiche y murmuro algo así como:
—Estaba muy ocupado.
¿Será que se retrasó a propósito, porque sabía
que yo estaba ahí?
Tome el resto de mi café. Se atraparon algunos granos en mi
garganta
como arena. Cuando llego a la puerta, sus ojos buscaron los míos.
—Hola— dijo,en un tono de voz de alguien que no sabe ni siquiera
mi
nombre o de alguien que no está interesado. Perdí las tres
partidas
siguientes. No conseguía entender que estaba pasando. Sabía que el
prefería mantenerlo en secreto,pero su frialdad, fue mucho másallá
de
eso.Aurora interrumpió el juego y pregunto:
— ¿Sarah va a hacer de nuevo su juego de la tómbola con poesía en
el
festival?
—Espero que si— respondí.
—Estoy pensando en armar mi tienda de donas. Puedo ganar un buen
dinero—. Los ojos de Aurora seiluminaron:
—Y Nick va a tocar.
—Negocios de familia— dijo Hugh Netherby frotándose las manos.
—Es probable que en la época del festival, me vuelva a Londres—dije.
Lamentando tener que volver.
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