72. Ocho brazos y un centenar de
Dentro de la tienda
vemos cometas
preguntas
de todas las formas y colores.
—¿Has visto esa película?
—pregunta Nick.
Esta es una fácil.
—¿Cometas en el cielo?
Sí. Deprimente.
Un pulpo de color naranja
nada a través
del techo.
Me imagino el naranja
contra el cielo,
brillante y hermoso,
sus tentáculos fabricados
tocando las puntas
de las nubes.
Señalo y le digo a Nick:
—Quiero uno.
—Perfecto.
A medida que me dirijo a la caja registradora,
un chico y una chica
entran.
Nick los ve
e intenta esconderse
entre los dragones,
diamantes, y los deltas
colgados de bastidores.
Pero es una tienda pequeña,
y no es difícil hacerse notar.
Nick conversa con ellos mientras yo pago.
Cuando he terminado,
Nick me presenta.
—Miley, estos son Parker y Emily.
Mi padre y el padre de Parker son amigos.
Yo sonrío.
—Hola. Encantada de conocerte.
—Igualmente —dice Parker.
Y justo cuando estoy a punto
de hacer un comentario flojo
sobre el clima
para mantener la conversación,
Nick dice: —Lo siento, tenemos que irnos.
Me alegro de verlos chicos.
Él no espera respuesta.
Está caminando tan rápido,
que sale prácticamente
por la puerta para el momento
que mis piernas
empiezan a moverse.
—Llámame —grita Parker—.
Estoy aquí para ti, hombre.
Nick saluda y luego
estamos de vuelta en su coche
con un pulpo de color naranja
que es tan brillante
como mi creciente
curiosidad.
te veo.
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