32. Aguantar
Cuando estamos
solos durante unos pocos minutos,
nos paramos uno al lado del otro,
mirando una mantarraya pasar rozando
contra el vidrio como una alfombra voladora.
Me fascina.
Entonces algo
aún más fascinante.
—Tengo hambre —dice Nick—.
¿Quieres agarrar algo para almorzar?
Lo miro.
Realmente lo miro,
mientras sus ojos se mantienen fijos
en los míos.
Sus ojos son de color marrón oscuro.
Profundos como una buena conversación.
Profundos como un agujero.
Profundos, por supuesto, como
el océano.
Me hundo en ellos.
Digo sí.
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