42. No hay un lugar mejor
Comemos nuestro almuerzo
y hablamos de la escuela
y de lo que nos estamos perdiendo.
Al comienzo
son cosas serias.
Yo: Una prueba de química.
Un autoretrato en arte.
Él: Un discurso en lenguaje.
Una reunión con su consejero.
Yo: Miradas de lástima en el pasillo.
Él: Falta de entendimiento.
Cuando aleja su tazón,
sé que es tiempo de alejar
también las cosas serias.
Yo: Nuggets de pollo de goma.
Él: Pizza ahogándose en grasa.
Yo: Profesores estresados.
Él: Profesores a los que no les importa una mierda.
Miro por la ventana
e imagino la calidez del sol en mi rostro,
el sonido de las olas en mis oídos.
—Me alegro de no estar ahí.
Siento sus ojos sobre mí.
—Me alegro de estar aquí —dice él.
Ya no sólo estoy
teniendo cálidos pensamientos.
Los estoy sintiendo.
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