99. Insinuaciones de la verdad
Mi teléfono suena.
Es mi hermana.
Me grita,
dice que Helen su mamá y papá
tuvieron un día horrible,
que estoy siendo egoísta
y que debería ir a casa esta noche
y no hacerlos esperar
hasta mañana.
Estoy tan cansada de su griterío.
Es todo lo que hace últimamente,
sobre como
no soy la única
afectada por el veredicto.
Pero ¿qué demonios se supone que haga?
apenas logro mantenerme entera;
¿Cómo se supone que la ayude?
¿Ayude a sus padres?
¿Ayude a mis amigos?
No puedo.
―¡Kelly, no me grites!
Necesitaba hacer esto hoy.
Necesitaba un día para mí.
Diga lo que diga, no vas a
entenderlo, pero…
―Ellos piensan que no vas a regresar.
Su voz tiembla mientras lo dice.
―¿Qué? ¿Por qué…?
―Piensan que no quieres ir,
que te has fugado.
Y se sienten mal, como si no hubieran
luchado lo suficientemente fuerte.
―Volveré.
Pero lo digo como si tuviera arena en la garganta.
―Te llevaste tus palos.
―Sí. ¿Y?
―Los tomaste, sólo por si acaso.
Quizás te fuiste, pensando que volverías.
Pero admítelo, Miley.
Ha cruzado por tu mente.
No regresar.
Suspiro mientras paso
los dedos a través de mí
desordenado, cabello rubio rojizo.
―Solo vuelve a casa. ¿Por favor?
―No ganarás esta, Kel.
Lo siento.
Diles que estoy bien, ¿está bien?
Y te veré mañana.
Ella lloriquea.
―Te quiero, Jelly.
―Yo también, Kelly Belly.
Tengo que irme.
Cuelgo,
mi corazón esta acelerado,
mi cuello transpira.
―Eh, ¿Miley?
Nick toca la puerta.
―¿Estás bien?
―Saldré en un minuto.
Las palabras de Nick hacen eco
en mi cabeza.
Apuesto que otros dirían que se vaya todo a la
mierda,
y simplemente no volverían.
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