— Sólo si prometes no volver a golpearlo —contestó ella—. Sé que no tenéis la mejor de las relaciones, pero respeta el hecho de que me guste su cara tal y como está, y que no soporte que le des un solo puñetazo más.
— Li-bé-ra-me —volvió a decir nick, recalcando cada sílaba.
— Es mejor que lo hagas, Psique —le dijo Eros—. Está siendo amable contigo, pero puede librarse de ti mucho más fácilmente que yo, gracias a mami. Y si lo hace, acabarás herida.
Psique bajó el brazo.
nick liberó a su hermano.
— No te encuentro para nada gracioso, Cupido. Nada de esto me resulta gracioso. Y ahora, dime dónde está Príapo.
— ¡Maldita sea! No lo sé. Lo último que supe de él es que estaba viviendo en el sur de Francia.
A miley le zumbaban los oídos ante la información que estaba descubriendo. No podía dejar de mirar a Cupido y a Psique. ¿Sería posible? ¿Podrían ser verdaderamente Cupido y Psique?
¿Y serían familia de nick? ¿Sería posible tal cosa?
De nuevo supuso que sería tan lógico como la imagen de dos mujeres borrachas conjurando a un esclavo sexual griego, que estaba encerrado en un viejo libro.
Captó la mirada ávida y encantada de selena.
— ¿Quién es Príapo? —le preguntó a miley.
— Un dios fálico de la fertilidad que siempre se ha representado totalmente empalmado —le susurró.
— ¿Y para qué lo necesita nick?
Su amiga se encogió de hombros.
— ¿Porque quizás fue él quien le maldijo? Pero entonces aquí habría algo muy divertido: Príapo es hermano de Eros, por tanto, si Eros es hermano de nick, hay bastantes posibilidades de que éste y Príapo también lo sean.
¿Condenado a una eternidad como esclavo por su propio hermano?
El simple pensamiento la ponía enferma.
— Llámalo —le dijo nick con tono amenazador a Eros.
— Llámalo tú. Yo estoy fuera de juego para él.
— ¿Fuera de juego?
Cupido le respondió en griego.
Con la mente totalmente embotada por todo lo que estaba sucediendo, miley decidió interrumpirlos y ver si conseguía algunas respuestas.
— Perdóname pero, ¿qué está pasando aquí? —le preguntó a nick—. ¿Por qué le has golpeado?
Él la miró con regocijo.
— Porque me apetecía mucho.
— Muy bonito —le dijo Cupido lentamente a nick, sin ni siquiera mirar a miley—. No me ves desde hace… ¿cuánto?, ¿dos mil años? Y en lugar de darme un abrazo fraternal y amistoso, acabo aporreado. —Cupido sonrió jocoso a Psique—. Y mami se pregunta por qué no me relaciono más con mis hermanos…
— No estoy de humor para aguantar tus sarcasmos, Cupido —le advirtió nick entre dientes.
Cupido resopló.
— ¿Es que no vas a dejar de llamarme por ese nauseabundo nombre? Jamás he podido soportarlo, y no puedo creer que te guste, dado lo mucho que odiabas a los romanos.
nick le dedicó una fría sonrisa.
— Lo utilizo porque sé lo mucho que lo odias, Cupido.
Cupido apretó los dientes y miley notó que se contuvo a duras penas para no abalanzarse sobre nick.
— Dime, ¿me llamaste tan sólo para zurrarme? ¿O hay algún otro motivo, más productivo, que explique mi presencia?
— Para serte sincero, no pensaba que te molestaras en venir, puesto que me has ignorado las últimas tres mil veces que te llamé.
— Porque sabía que ibas a pegarme —dijo Cupido señalándose la mejilla hinchada—; y lo has hecho.
— Y entonces, ¿por qué has acudido esta vez? —inquirió nick.
— Para serte sincero —contestó, repitiendo las palabras de nick—, asumía que estabas muerto y que me llamaba un simple mortal cuya voz era muy similar a la tuya.
miley observó cómo las emociones abandonaban a Zac. Como si las hirientes palabras de Cupido hubiesen matado algo en su interior. A él también parecieron afectarlo, ya que se veía más calmado.
— Mira —le dijo a nick—, sé que me culpas de lo que pasó, pero no tuve nada que ver con lo que le sucedió a Penélope. No tenía forma de saber lo que Príapo iba a hacer al descubrirlo todo.
nick hizo un gesto de dolor, como si Cupido lo hubiese abofeteado. Una agonía arrolladora se reflejó en sus ojos y en su rostro. Miley no tenía ni idea de quién era la tal Penélope, pero parecía bastante obvio que había significado mucho para nick.
— ¿Ah, no? —le preguntó nick con la voz ronca.
— Te lo juro, hermanito —contestó Cupido en voz baja. Lanzó una rápida mirada a Psique y de nuevo se centró en nick—. Nunca tuve la intención de hacerle daño, y jamás quise traicionarte.
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