— ¿Qué tal? —le preguntó la chica finalmente.
— Está bien —le respondió él—. Gracias.
miley pagó el corte y le dio una propina a la chica. Miró a nick y sonrió.
— Ahora pareces de esta época.
Él volvió la cabeza con un gesto rápido, como si ella le hubiese dado un bofetón.
— ¿Te he ofendido? —le preguntó miley, preocupada por la posibilidad de haberle hecho daño inadvertidamente. Eso era lo último que nick ecesitaba.
— No.
Pero miley lo intuía. Algo relacionado con su comentario le había herido. Profundamente.
— Entonces —dijo selena pensativamente, mientras se unían a la multitud que atestaba el Brewery—, ¿eres hijo de Afrodita?
Él la miró de reojo, furioso.
— No soy hijo de nadie. Mi madre me abandonó, mi padre me repudió y crecí en un campo de batalla espartano, bajo el puño de cualquiera que anduviese cerca.
Sus palabras desgarraron el corazón de miley. No era de extrañar que fuese tan duro. Tan fuerte.
La asaltó una inquietud: ¿lo habría abrazado alguien con cariño alguna vez? Sólo una vez, sin que él tuviese que complacer a ese alguien primero.
nick encabezaba la marcha y miley observaba su andar sinuoso. Parecía un depredador esbelto y letal. Llevaba los pulgares metidos en los bolsillos delanteros de los vaqueros, y caminaba totalmente ajeno a las mujeres que suspiraban y babeaban a su paso.
Intentó imaginarse a nick con la apariencia que habría tenido llevando su armadura de batalla. Dada su arrogancia y su modo de moverse, debía haber sido un fiero luchador.
— selena—llamó a su amiga en voz baja—. ¿No leí en la facultad que los espartanos golpeaban a sus hijos todos los días, para comprobar el grado de dolor que podían soportar?
nick le contestó en su lugar.
— Sí. Y una vez al año, hacían una competición en busca del chico que aguantase la paliza más dura sin llorar.
— Un gran número de ellos moría por la brutalidad de las competiciones —añadió selena—. Bien durante la paliza o por las posteriores heridas.
miley lo recordó todo de repente. Sus palabras acerca de ser entrenado en Esparta y su odio por los griegos.
Selena miró con tristeza a miley antes de dirigirse a nick.
— Siendo el hijo de una diosa, supongo que aguantarías más de una paliza.
— Sí, las soportaba —dijo llanamente, con la voz carente de emociones.
miley nunca tuvo más deseos de abrazar a otro ser humano como en ese momento. Quería sostener a nick entre sus brazos. Pero sabía que a él no le agradaría.
— Bueno —comentó selena, y por su mirada miley supo que intentaba alegrar el ambiente—, tengo un poco de hambre. ¿Por qué no pillamos unas hamburguesas en el Hard Rock?
nick frunció el ceño hasta formar una profunda V.
— ¿Por qué tengo constantemente la impresión de que habláis en otro idioma? ¿Qué es «pillar una hamburguesa en el Hard Rock»?
miley soltó una carcajada.
— El Hard Rock es un restaurante.
nick pareció horrorizado.
— ¿Coméis en un sitio cuyo nombre anuncia que la comida es más dura que una roca?
miley se rió aún más. ¿Por qué nunca se había percatado de eso?
— Es muy bueno, en serio, ya verás.
Salieron del Brewery y atravesaron el estacionamiento en dirección al Hard Rock Café.
Afortunadamente, no tuvieron que esperar demasiado antes de que la camarera les buscase una mesa.
— ¡Oye! —dijo un chico cuando se acercaban a la mujer—. Nosotros llegamos antes.
La camarera le lanzó una mirada glacial.
— Su mesa aún no está preparada —y se volvió hacia nick con ojitos tiernos—. Si es tan amable de seguirme…
La chica abrió la marcha contoneando las caderas, como si no tuviese otra cosa que hacer.
miley miró a selena aguantando la risa, y le indicó con un gesto que mirara a la chica.
— No se lo tengas en cuenta —le contestó su amiga—. Nos ha colado por delante de diez personas.
La camarera les llevó hasta una mesa en la parte trasera.
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