domingo, 13 de marzo de 2011

perfect lover-cap-1



— Cielo, necesitas que te echen un buen polvo.
Miley cyrus se estremeció al escuchar el grito de selena en mitad del pequeño Café de Nueva Orleáns, donde se encontraban apurando los restos del almuerzo, consistente en judías rojas con arroz. Desafortunadamente para ella, la voz de su amiga poseía un encantador timbre agudo que podía hacerse oír incluso en mitad de un huracán.
Y que en esta ocasión, fue seguido de un repentino silencio en el atestado local.
Al echar un vistazo a las mesas cercanas, miley percibió que los hombres dejaban de hablar, y se giraban para observarlas con mucho más interés del que a ella le gustaría.

¡Jesús! ¿Aprenderá alguna vez selena a hablar en voz baja? O peor aún, ¿qué será lo próximo que haga, quitarse la ropa y bailar desnuda sobre las mesas?

Otra vez.
Por enésima vez desde que se conocieron, miley deseaba que selena pudiese sentirse avergonzada. Pero su vistosa, y a menudo extravagante, amiga no conocía el significado de dicha palabra.
Se tapó la cara con las manos e hizo lo que pudo por ignorar a los curiosos mirones. Un deseo irrefrenable de deslizarse bajo la mesa, acompañado de una urgencia aún mayor de darle una buena patada a selena, la consumían.
— ¿Por qué no hablas un poquito más alto, sely? —murmuró—. Supongo que los hombres de Canadá no habrán podido escucharte.
— Oh, no lo sé —dijo el guapísimo camarero moreno al detenerse junto a su mesa—. Seguramente se dirigen hacia aquí mientras hablamos.
Un calor abrasador tomó por asalto las mejillas de miley ante la diabólica sonrisa que le dedicó el camarero, obviamente en edad de acudir a la universidad.
— ¿Puedo ofrecerles algo más, señoras? —preguntó, y después miró directamente a miley—. O para ser más exactos, ¿hay algo que pueda hacer por usted, señora?

¿Qué tal una bolsa con la que taparme la cabeza y un garrote para golpear a selena?

— Creo que ya hemos acabado —contestó miley con las mejillas ardiendo. Definitivamente, mataría a selena por esto—. Sólo necesitamos la cuenta.
— Muy bien, entonces —dijo sacando la nota, y escribiendo algo en la parte superior del papel. La colocó justo delante de miley—. Puede hacerme una llamadita si necesita cualquier cosa.
Una vez el camarero se marchó, miley se dio cuenta de que había anotado su nombre y su teléfono en la parte superior del papel.
selena le echó un vistazo y soltó una carcajada.
— Espera y verás —le dijo miley, reprimiendo una sonrisa mientras calculaba el importe de la mitad de la cuenta con su Palm Pilot—. Me las pagarás.
selena ignoró la amenaza y se dedicó a buscar el dinero en su bolso adornado con cuentas.
— Sí, sí. Eso lo dices ahora. Si yo estuviese en tu lugar, marcaría ese número. Es monísimo el chico.
— Jovencísimo —corrigió miley—. Y creo que voy a pasar. Lo último que necesito es que me encierren por corrupción de menores.
selena paseó la mirada por el preciso lugar donde el camarero esperaba, con una cadera apoyada en la barra.
— Sí, pero don Soy Igualito a Brad Pitt, que está ahí enfrente, bien lo merece. Me pregunto si tendrá algún hermano mayor…
— Y yo me pregunto cuánto estaría dispuesto a pagar taylor por saber que su mujer se ha pasado todo el almuerzo comiéndose con los ojos a un chaval.

selena resopló mientras dejaba el dinero sobre la mesa.
— No me lo estoy comiendo. Lo estoy evaluando para ti. Después de todo, era de tu vida sexual de lo que hablábamos.
— Bueno, mi vida sexual es sensacional y no le interesa a la gente que nos rodea. —Y tras soltar el dinero en la mesa, cogió el último trozo de queso y se encaminó hacia la puerta.
— No te enfades —le dijo selena mientras salía tras ella a la calle, atestada de turistas y de los clientes habituales de los establecimientos de Jackson Square.
Las notas de jazz de un solitario saxofón se escuchaban por encima de la cacofonía de voces, caballos y motores de automóviles; una oleada de calor típico de Louisiana las recibió al salir a la calle.
Intentado no hacer caso del aire, tan espeso que dificultaba la respiración, miley se abrió camino entre la multitud y los tenderetes ambulantes, dispuestos a lo largo de la valla de hierro que rodeaba Jackson Square.
— Sabes que es cierto —le dijo selena una vez la alcanzó—. Quiero decir, ¡Dios mío, miley!, ¿cuánto hace? ¿Dos años?
— Cuatro —contestó ella con aire ausente—. ¿Pero a quién le interesa llevar la cuenta?
— ¿Cuatro años sin tener relaciones sexuales? —repitió selena incrédula.
Varios mirones se detuvieron, curiosos, para observar alternativamente a selena y a miley.
Ajena —como era habitual en ella— a la atención que despertaban, selena continuó sin detenerse.
— No me digas que tú has olvidado que estamos en plena Era de la Electrónica. O sea, vamos a ver, ¿alguno de tus pacientes sabe que llevas tanto tiempo sin echar un polvo?
miley acabó de tragarse el trozo de queso y le dedicó a su amiga una desagradable y furiosa mirada. ¿Es que la intención de selena era la de gritar a todo pulmón, en plena Vieux Carre, sus asuntos personales a todo humano y caballo que pasara por la zona?
—Baja la voz —le dijo, y añadió con sequedad—, no creo que sea de la incumbencia de mis pacientes si soy o no la reencarnación de la Virgen. Y con respecto a la Era de la Electrónica, no quiero tener una relación con algo que viene acompañado de una etiqueta con advertencias y unas pilas.
selena soltó un bufido.
— Sí, vale, oyéndote hablar se diría que la mayoría de los hombres deberían venir acompañados de una etiqueta con esta advertencia: —alzó las manos para enmarcar la siguiente afirmación— Atención, por favor, Alerta Psíquica. Yo, macho-man, soy propenso a sufrir horribles cambios de humor, y a poner caras largas, y poseo la habilidad de decir la verdad a una mujer sobre su peso, sin previo aviso.
miley soltó una carcajada. Había soltado de carretilla, en innumerables ocasiones, ese discursito sobre las etiquetas que deberían llevar los hombres.
— Ah, ya lo entiendo, Doctora Amor —dijo selena imitando la voz de la doctora Ruth—. Usted se limita a sentarse y escuchar cómo sus pacientes le largan todos los detalles íntimos de sus encuentros sexuales, mientras usted vive como un miembro vitalicio del "Club de las Bragas de Teflón". —bajando la voz, selena añadió:— No puedo creer que después de todo lo que has escuchado en tus sesiones, nada haya conseguido revolucionar tus hormonas.
miley le lanzó una mirada divertida.
— Bueno, a ver, soy una sexóloga. No me beneficiaría mucho que mis pacientes se dedicaran a hacerme experimentar la petit mort mientras echan fuera todos sus problemas. En serio, sel, perdería el título.
— Pues no entiendo cómo puedes aconsejarles, cuando ni siquiera te acercas a un hombre.
Haciendo una mueca, miley comenzó a caminar hacia el lado opuesto de la plaza, justo frente a la Oficina de Información Turística, donde selena había instalado su puestecillo para echar las cartas y leer las líneas de las manos.
Cuando llegó al tenderete —una mesa cubierta con una faldilla de color morado intenso—, suspiró.
— Sabes que no me importaría quedar con un hombre que se mereciera que me depilara las piernas. Pero la mayoría resulta ser una pérdida de tiempo tan evidente que prefiero sentarme en el sofá y ver las reposiciones de Hee Haw.
selena le dedicó una expresión irritada.
— ¿Qué tenía de malo cody?
— Mal aliento.
— ¿Y lucas?
— Le encantaba hurgarse en la nariz. Especialmente durante la cena.
— ¿liam?
miley miró a selena y ésta alzó las manos.
— Vale, quizás tuviera un pequeño problema con lo de las apuestas. Pero es que todos necesitamos distraernos con algo.
miley la miró furiosa.
— Eh, Madam selena, ¿ya has regresado de almorzar? —le preguntó Sunshine desde el puestecillo situado justo al lado del suyo, en el que vendía objetos de loza y dibujos, hechos por ella.
Unos años más joven que ellas, Sunshine tenía una larga melena negra y siempre llevaba ropas que a miley le hacían pensar que estaba delante de un hada. Su vestimenta de hoy consistía en una liviana falda blanca, que hubiese resultado obscena de no ser por los leotardos rosados que llevaba debajo, y una preciosa camisa de estilo medieval.
— Sí, ya he vuelto —le contestó selena mientras se arrodillaba para abrir la tapa del carrito de la compra que todas las mañanas aseguraba a la verja de hierro con una de esas cadenas que se usan para las bicicletas—. ¿Algo interesante durante mi ausencia?
— Un par de chicos cogieron una de tus tarjetas, y dijeron que regresarían después de comer.
— Gracias —dijo selena guardando el monedero en el carro, sacó la caja de puros azul donde guardaba el dinero y las cartas de tarot —siempre envueltas en un pañuelo de seda negra, y un delgado, pero gigantesco, libro con tapas de cuero marrón que miley no había visto
nunca.
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espero que ls guste el primer capii

perdon por no aber subido ayes esque fui

a hacer un trabajo con mi amiga y por eso ya no

subi


3 comentarios:

Niley Obsesiones dijo...

se ve muy interesante el capi!! espero el proximo

Merilk dijo...

aaah ya kiiiero el otrooo!!

Cαrσσ'H ♥ dijo...

Wao ze qe eta interezante!!
Ezpero el proximo Qap!!!
Selena baja la voz hahahaha!!
Bye Besos!!*