21. Gustar
Hola —dice, estirando su mano.
—Hola —digo, aceptando su ofrecimiento.
El calor es una sorpresa.
Un temblor resbala
por mi espina dorsal.
—¿En dónde has estado? —pregunta.
—Salem.
Él asiente.
—¿Tú? —pregunto.
—Portland.
Sonríe.
—Entonces. ¿Te gusta la medusa?
Muerdo mi labio
para evitar reír.
¿Él va a ordenarme una
como si fuera una hamburguesa?
—Me encantan.
—A mí también.
¿Qué es él,
un gran tiburón blanco
acechando a su presa?
No creo que me importe.
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