Capítulo 13
—Smile, no era nada. Sólo pensaba que podía confiar en ella, y
resultó
que no podía.
—Así que significa que ella te engañó, ¿verdad?
Nick sacude la cabeza.
—No, chica, no significa que me engañara.
—Puedes ser un verdadero dolor en el culo, Nick. Estoy tratando de
tener una conversación aquí. No tienes que actuar como si fuera tu
hermana pequeña. —Sonríe con malicia.
—Mi hermana pequeña sabe por qué nos separamos.
Se inclina y me besa en la mejilla, pero él mantiene sus labios
unos
segundos más de lo casual, se inclina un poco más. Su mano me
aprieta la parte superior del brazo, y la presión es
reconfortante. Se
siente, en realidad, al igual que el tipo de presión que darías a
tu
hermana pequeña, y curiosamente suficiente, desearía poder serlo.
Qué
bueno sería tener un chico como éste mirando por ti, enseñándote
de
quien debes mantenerte alejada, contándote sobre las fiestas de la
secundaria o qué sucede ahí, y tal vez que está bien beber y hacer
algo
con las drogas, sólo asegúrate de que no se te vaya de las manos,
y por
supuesto puedes sentarse en el salón con los alumnos de segundo
ciclo,
nadie me va a molestar.
Bueno, supongo que soy un cliché, un anhelo de una niña sin padre
siendo cuidada por el chico que ella encuentra atractivo. No, para
que
sea un verdadero cliché, él tendría que ser mucho más mayor.
—Nos vemos mañana, Con —dice Nick, liberando mi brazo y
caminando hasta la esquina. Lo veo sacar su mano en busca de un
taxi
y espero hasta que se suba antes de entrar en mi edificio. Como si
necesitara alguna garantía de que va a llegar a su casa o algo
así.
Está lloviendo el lunes. Creo que hemos tenido suerte hasta ahora
de
que cuando Nick viene para un cigarrillo, no haya llovido.
Supongo que sólo es cuestión de tiempo. Nick se sienta conmigo
en el almuerzo. Alexis ni siquiera está allí hoy, así que no hay
excusa
para la forma en que nos sentamos sin hablar.
Pero todo el mundo que nos rodea está hablando.
—Lo juro por Dios, está en el hospital.
—No te creo.
—Dijeron que fue por la anorexia...
—¿Quién lo dijo?
—¿Cómo diablos voy a saberlo? Pero de todos modos, he oído que fue
realmente por la cocaína.
—¿Dónde lo oíste? —interrumpe Nick. Él y yo pensamos que lo
sabemos mejor. Hemos estado observándola. Sabemos que es
anoréxica.
Fue Brent Fisher quien dijo eso, y está obviamente avergonzado.
Emily
Winters viene a su rescate.
—Es cierto. Oí a la señora Downing al teléfono con su madre —Esto
tiene que ser una mentira. ¿Por qué los padres de Alexis contarían
a la
facultad que era por cocaína? Si alguien hubiera oído algo, habría
sido
uno de los amigos de Alexis. Emily trata de enrollarme—. Te lo
digo,
Miley, esta mañana.
Me encojo de hombros.
—No he oído nada. —Emily parece decepcionada, y me siento mal por
no ponerme de su lado. Nick me toca el hombro antes de que se
levante para irse.
***
Kate no está en la escuela hoy tampoco, pero nadie está susurrando
sobre ella, por lo menos no abiertamente. Supongo que una
estudiante
enferma de séptimo grado no es exactamente una fábrica de rumores
como una anoréxica adicta a la cocaína.
En física, las fórmulas nadan sobre mi cabeza y todo lo que puedo
hacer es no suplicarle a Nick que sea mi tutor de nuevo. Las
sillas
del laboratorio de física no son realmente sillas, sino taburetes,
con
escritorios tan altos que llegan hasta mi pecho cuando estoy de
pie.
Balanceo mis piernas desde el alto taburete, lo que me hace sentir
incluso más joven, más negada, como si fuera demasiado pequeña
para
estar en esta clase de adultos donde todo es tan difícil. Después
de la
clase, miro a Nick en busca de ayuda, buscando cierta mirada
tranquilizadora de que lo entiende todo y que está aquí para
ayudar,
pero está rodeado de dos chicos y Nina Zuckerman, la chica más
bella
de nuestra clase y quizás la más bella que he visto en la vida
real. Está
vistiendo casi lo mismo que yo, vaqueros y una camiseta de
tirantes
bajo su cárdigan, pero su conjunto se ve diferente en ella, con un
estilo
tan ligero, que puedes decir que aunque yo me tome mucho esfuerzo
para verme bien, ella ni siquiera tiene que intentarlo. Probablemente
no
deba acercarme a él en estas circunstancias. Sólo puedo aceptar su
ayuda si él la ofrece.
***
Estoy pasando la hora libre en la biblioteca, y se me ocurre que
allí
debe haber documentos sobre la muerte de mi padre. La escuela
tiene
un grupo de viejos periódicos en microfichas; quizás sólo pueda
encontrar su esquela. Es una idea tan simple que me siento
estúpida
por no haberla pensado antes.
Las microfichas están todavía organizadas en un fichero, a
diferencia
del resto de la biblioteca. Imagino que nadie ha tenido motivos
para
mirar el New York Times de hace más de una década.
Estoy a punto de
abrir el fichero cuando me doy cuenta de que no sé exactamente la
fecha de la muerte de mi padre. Murió antes de que yo cumpliera
dos
años; eso es todo lo que sé. Al menos desearía poder recordar el
funeral,
si pudiera recordar lo que vestía (si fui), quizás eso ayudaría a
imaginarme qué momento del año era. Nunca me habían enseñado
cómo usar un fichero, todo está computarizado ahora, y me
avergüenza
pedirle ayuda a la bibliotecaria. De todos modos, ella está
prácticamente senil, con gafas como botellas de Coca-Cola y su
cabello
gris apretado en su cabeza. No puedo imaginar que tenga los medios
para ayudarme. Y no me puedo imaginar admitiéndole a esa mujer, la
de feas gafas y corte de cabello poco favorecedor, que necesito
ayuda,
que estoy buscando la esquela de mi padre. Si me preguntara por
qué,
podría decir que es sólo sentimentalismo, no puedo decir que no sé
cómo murió. Pero estoy segura de que vería a través de mí, que
sabría
que estoy buscando algo que se supone que no
debo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario