Capítulo 8
Es martes, y Kate está ausente. Realmente, ha estado perdiendo un
montón de días desde que el curso comenzó; sólo que no lo había
notado antes. Ahora la hecho bastante de menos. Quiero pasar
tiempo con la chica que piensa que soy cool, porque quizás
empezaré a
creérmelo.
Después del examen de física, intento atrapar los ojos de Nick,
realmente creo que lo hice bien, y quiero agradecerle por su
ayuda, pero
es la última clase del día, y se apresura fuera como si tuviera
que estar
en algún lugar. Probablemente, prácticas de atletismo o algo. Por
supuesto, Nick es la estrella de cada equipo al que se une.
En el almuerzo del miércoles, Nick se sienta a mi lado y comienza
nuestra competencia acerca de mirar a Alexis. Bromeo con que
realmente nosotros estamos perdiendo peso también; estamos tan
fascinados al verla que olvidamos comer.
—Tenemos que mudarnos a una nueva mesa —me susurra Nick.
Sonrío, aunque ciertamente sé que si Nick deja esta mesa por otra,
no va a llevarme con él. Él podría encajar en cualquier mesa. Pero
no
estoy tan segura sobre mí.
—No, en serio —continúa—. Empezaremos nuestra mesa. Con personas
saludables.
Gira su silla para alejarse de la mesa, y yo hago lo mismo. Mira
alrededor de la cafetería. Nunca he contado cuantas mesas hay
aquí,
pero puedo decir que Nick sí.
—Por supuesto, será duro; la mayoría de las mesas están tomadas.
—Sip. Tendremos que conseguir una pronto, reclamar una como
propia.
Me guiña el ojo, como si estuviéramos en una misión ahora.
—Bien dicho.
El comedor está abarrotado. Hay una multitud alrededor de la mesa
con
pasteles y pan en ella, esto significa que han traído barras de
pan
recién horneadas que están todavía calientes. Incluso veo a un
profesor
o dos empujando para conseguir la cesta de barras. Brent Fischer
está
caminando hacia nosotros. Es un senior, pero conoce a Nick
bastante bien.
—Hey, Cole, ¿puedo hablar contigo un segundo? —Se agacha al nivel
de
la silla de Nick.
—¿Qué pasa, Fischer?
¿Cómo saben los chicos como usar los apellidos de esa forma? Los
hacen sonar tan cool.
—Bueno, es acerca de Marcy McDonald.
Marcy es una junior de otra escuela, pero todo el mundo sabe quién
es.
Es hermosa y Nick salió con ella en su primer año, pero al
comienzo
de este año estaba soltero. No creo que nadie sepa por qué
rompieron:
la fábrica de cotilleos no es nunca tan fuerte en verano; la gente
se va,
de vacaciones, a las casas de campo, a sofisticados colegios
estivales
preuniversitarios.
—Sé que ustedes, chicos, estuvieron bastante unidos el año pasado
—
comienza Brent, y Nick se encoge de hombros—, pero ella y yo
estamos saliendo desde la semana pasada, y yo... Bueno, hombre, me
gustaría pedirle tener algo serio. Pero sé que las cosas
terminaron mal
entre ustedes dos...
¡Um!, pienso. ¿En serio?
—Y no quiero, ya sabes...
—Hombre, no te preocupes. Marcy sería afortunada de tenerte.
—Así que, ¿estamos bien?
—Completamente.
Durante este completo intercambio, Brent no ha mirado mucho en mi
dirección. Me pregunto si es una de esas leyes no escritas de cómo
conversar con la realeza.
—Gracias, hombre.
Brent parece genuinamente aliviado mientras se levanta para
alejarse,
lo que me hace pensar que las cosas ya han avanzado entre Marcy y
él,
y había estado asustado de que llegara a Nick antes de que
consiguiera el visto bueno.
Huh, pienso, la Fornicación Bajo el Consentimiento del Rey
. Justo como
en los tiempos feudales.
Nick se gira hacia mí.
—Marcy, ouch. Buena suerte con esa chica.
—Debe haber sido una mala ruptura —tanteo, curiosa por saber lo
que
sucedió, esperando que dé detalles.
—Lo que sea. Estoy seguro de que tiene muy buenas cualidades.
Solía
pensarlo, de todas maneras.
Quizás, ella le engañó. Pero eso es insondable. ¿Por qué engañaría
cualquiera a Nick Cole? Decido cambiar de tema.
—Oh, se me olvidó preguntarte, ¿qué está haciendo Kate? No ha
venido
hoy tampoco. No debe estar fingiendo, ¿huh? Quiero decir, ¿está
realmente enferma? Tener la gripe es algo horrible.
—¿Algo horrible? —Nick sonríe profundamente—. Sabes, Sternin, a
veces hablas como una abuela.
Enrojezco.
—Te veo luego, abuelita —dice Nick, y se levanta para dirigirse a
una
mesa diferente, donde es recibido entusiasmadamente, por supuesto.
Sabía que él no se refería a formar una nueva mesa por nuestra
cuenta.
Ahora que ya terminé con el examen de física y el vocabulario de
Nick ha mejorado, me pregunto si quizás, no sé cómo llamarlo,
¿amistad? ¿Flirteo? ¿Intercambio de habilidades?, todo ha acabado.
Ya
casi he asumido que es así. Nunca fue nada; Nick es sólo un chico
que puede salir con cualquiera, así que me eligió tan sólo por
unos días.
Eso es todo.
Estoy muy cerca de hundirme en el piso cuando el teléfono suena en
casa más tarde y es él. En primer lugar, la llamada llega tarde,
después
de las once, y yo realmente no tengo ningún amigo que llame tan
tarde
en una noche de escuela. Ese es el tipo de cosa que sólo tu mejor
amiga
haría sin preocuparse por meterte en problemas con tus padres. Yo
no
soy particularmente social una vez que llego a casa por las
noches; soy
Rapunzel, encerrada en mi torre para estudiar, sin llamadas
nocturnas.
Estoy aturdida mientras digo:
Fornicación Bajo el Consentimiento del Rey: en inglés, Fornication Under
Consent of the King. En la antigua Inglaterra, la gente que quería
tener un hijo debía
pedir permiso al monarca, quien les entregaba una placa que debían
colgar en el
exterior de su puerta mientras mantenían relaciones. Dicha placa
decía F.U.C.K.
—¿Hola?
—Sternin, hey, ¿qué tal?
—Nada, bien.
Reconozco la voz de Nick. Es emocionante escuchar su voz en mi
teléfono, incluso si ha trastornado mi rutina a la hora de
acostarme.
—¿Huh?
—Estoy medio dormida, Nick.
—¡Oh, colega! Ni siquiera es medianoche. Por Dios, Miley, suéltate
el
cabello de vez en cuando.
No es del todo una petición de cuento de hadas, pero él es un
príncipe
de hoy en día, después de todo.
—¿Quieres salir? —continúa Nick.
—¿Ahora?
—Claro.
—Son las once y media de la noche del miércoles. Estoy en pijama.
—¿Y? Voy a tomar un taxi. Sólo quédate afuera conmigo mientras fumo
un cigarrillo.
¿Por qué quiere tomar un taxi hasta aquí, si su familia vive a más
de
treinta manzanas, sólo para estar de pie fuera de mi edificio
conmigo
(en mi pijama) fumando un cigarrillo? Eso le tomará menos tiempo
que
el viaje hasta aquí. Pero tengo curiosidad.
—Está bien, okey.
—Genial. Baja en quince minutos, ¿de acuerdo?
—Bueno, hasta al rato.
Mis músculos se sienten tan tensos que prácticamente salto desde
la
cama al cuarto de baño. Mi piel se ve horrible y grasienta de las
lociones con las que la rocío antes de dormirme, todo tipo de
cosas
limpia-poros que prometen prevenir las erupciones. Mi pelo está
sucio y
sin vida. Debería ponerme algo de maquillaje. Debería cambiarme de
ropa.
Abro la puerta en silencio, dejo que se desbloquee para mí, pulso
el
ascensor. Pienso en el tipo de chico con quien voy a estar, que
recorrió
toda la ciudad sólo por un cigarrillo con una chica como yo. No es
porque tenga miedo de ser atrapado fumando en su barrio; muchas
personas lo conocen por aquí... tal vez incluso más, ya que vivo
más
cerca de la escuela. Para los Cole, un viaje en taxi por la ciudad
por
puro gusto no es una pérdida de dinero. Son viejos ricos de Nueva
York.
He oído que hay un edificio centenario por parte de su familia
materna
en algún lugar de Nueva Inglaterra. Pero quizás eso es sólo un
rumor;
esa es la parte judía de la familia, y también oí que habían
emigrado
aquí, en la década de 1900 y hecho su fortuna en Nueva York
gracias a
las bienes raíces. Los Cole conocen a todos y saben de todo. Estoy
segura de que Nick sabe cómo murió mi padre. Y de todas las cosas
que Nick tiene y todas las cosas que sé que hace, eso es lo que
más
envidio.
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