Dudaría.
Probablemente ni siquiera sepa que mi padre está muerto.
Reaccionaría
con una sorprendida comprensión, poniendo su pastoso brazo a mi
alrededor. Yo estaría mortificada cuando se negara a ayudarme.
Quizás
me sugeriría que le preguntara a mi madre.
Había estado de pie delante del fichero durante más de cinco
minutos
en este momento. Mis manos colgaban a mis costados, ni siquiera
había
fingido saber por dónde empezar, qué gaveta alcanzar. Creo que
podría
llorar. Y estoy completamente sobresaltada al sentir una mano en
mi
hombro. Por supuesto, es Nick. Por supuesto que hago un
embarazoso sonido de inhalar y gruñir mientras me giro para
encararlo,
sofocando el nudo de mi garganta. Trato de afrontarlo.
—Me asustaste.
—¿Cómo?
—Porque no sabía que había alguien.
—Sí, parecías bastante concentrada.
Algunas veces no puedo decir si está tomándome el pelo o siendo
serio.
—Escucha, Con, creo que podría ir esta noche, pasando de las once,
¿para un cigarrillo? —Sonríe—. Lo ves, te estoy avisando con
antelación. Apuesto a que pensaste que no estaba escuchando.
La forma en que lo hace tan simple me hace sentir tonta por siquiera
haber pensado que importaba. Su mano se desliza de mi hombro a mi
antebrazo, y su agarre se siente cálido. Hay algo salido de un
cuento de
hadas: el príncipe que se digna a tocar a la humilde plebeya,
debilitando sus rodillas. Tengo que liberarme de su agarre antes
de que
lo note.
—Bueno, está bien. Te veo después. —Doy un paso atrás, liberando
mi
brazo y choca con el fichero. Una de las gavetas se abre. Huele
como si
no hubiera sido abierta en años.
Ahora mi codo duele y mi cara está roja de vergüenza. Nick, el
consumado caballero, finge no notarlo.
—Oye, no te lo tomes de mala manera, pero no pude dejar de notar
que
parecías un poco perdida en física. ¿Quieres estudiar algo esta
semana,
quizás durante el almuerzo?
Estoy agradecida por el ofrecimiento, aunque se me ocurre que es
sólo
porque en el almuerzo de hoy, sin Alexis allí para mirar
fijamente, no
había excusa para que nos sentáramos el uno junto al otro en
silencio.
Estudiar cubriría la vergüenza.
—Sí, está bien, perfecto.
—Está bien, te veo esta noche.
Espero hasta que camina lejos para sobarme el codo.
***
Aún está lloviendo cuando camino a casa desde la escuela y sigue
lloviendo cuando mi teléfono suena a las once y cuarto.
Me imagino que Nick está acostumbrado a verme en pijama por
ahora, así que ni siquiera me molesto en los zapatos; arrastro mis
pies
escaleras abajo en mis pantuflas. Nick y yo nos apiñamos debajo
del
toldo del edificio, justo afuera del vestíbulo.
—Hace mucho frío —dice.
—Sí, ¿qué vamos a hacer en un par de semanas? Será noviembre. —De
inmediato me arrepiento de haber dicho esto, de haber admitido en
algún supuesto que esto seguirá adelante. Nick no parece notar el
peso de lo que dije. Bromea:
—Vamos a tener que acurrucarnos cerca.
Sé que es una broma, pero es una en la que, siendo una chica que
ha
admitido la atracción hacia el chico que está a pocos metros de
ella,
puedo leer mucho. Por ejemplo: ¿significa eso que piensa que en
noviembre vamos a tener más probabilidades de estar cerca, es
decir,
estar juntos o salir, o al menos ser lo suficientemente amigos
para que
no nos importe acercarnos para mantener el calor? Porque seamos
amigos ahora, o no, no hay nada de comodidad aquí. No puedo
imaginar siquiera dar un paso más cerca de él. La cosa más íntima
que
ha hecho es encender un cigarrillo por mí en su boca con el suyo.
Dios, ¿cómo es que él sabe cómo murió mi padre y yo ni siquiera sé
si
está bien apoyarme en él cuando tenga frío?
Y entonces, como si me leyera la mente, me dice algo profundo:
—Jesucristo —dice, y puedo ver que se le forma un nudo en la
garganta. Un nudo bastante visible (Obviamente, visible, de lo
contrario,
¿cómo diablos lo sabría?).
Y estando en este panorama, no tengo ni idea de qué hacer. Y sólo
tengo
un segundo para darme cuenta.
—¿Nick? —ofrezco sin decir algo más. Estoy tan nerviosa; este
momento tiene tanta responsabilidad. Un tipo como Nick Cole nunca
está agitado. Infiernos, es su trabajo, como príncipe, mostrar una
buena apariencia exterior en todo momento. Si él me está mostrando
esto, debe confiar en mí, o estar tan molesto que simplemente no
puede
aguantarlo.
Sé que va a recobrar la compostura antes de que revele algo. Así
que
espero.
—Jesús. Cristo —dice, esta vez mucho más lentamente. Está mirando
hacia abajo en el pavimento—. Realmente la quiero, ¿sabes?
Nick sigue mirando hacia abajo, así que me acerco a él, es más
alto
que yo, así que aunque esté mirando hacia abajo, si me acerco lo
suficiente, estará mirándome.
—¿Nick?
—¿Qué hiciste? Quiero decir, sé que es totalmente diferente, pero
estás
bien, estás aquí y estás bien, así que debería estar bien, de
algún modo.
Debe haber una manera de hacerlo bien.
Estoy tan confundida que me está poniendo nerviosa. Mis manos
están
sudorosas, a pesar de antes haber tenido mucho frío.
—Nick, lo siento, pero no entiendo.
—Cuando tu padre estuvo enfermo, sé que eras pequeña, pero debes
recordarlo. ¿Cómo fue?
Cómo fue. Cuando mi padre estuvo enfermo. No tengo ni idea. Pero
no
puedo permitir que Nick sepa que no lo sé. Tendré que pensar en
eso
después. Así que sólo digo:
—Lo siento, Nick, sólo tenía dos años.
Nick me mira fijamente.
—Pero ahora estás bien.
Parece necesitar que afirme eso, por lo que digo:
—Sí. Ahora estoy bien.
Debo decir algo más, algo reconfortante. Pero no puedo pensar en
otra
cosa. Debo haber dicho algo bien, porque él asiente con la cabeza,
y
entonces me sonríe. Lleva su brazo hacia mí, y por un segundo creo
que
va a tomar mi mano. Pero en lugar de eso, toma el cigarrillo de mis
dedos, lo que parece aún más íntimo. Se había apagado, ni siquiera
me
había dado cuenta. La lluvia debe haber caído sobre él.
—Mejor me voy —dice, aplastando el cigarrillo con sus dedos—. Se
está
haciendo tarde, y tienes clase mañana —dice sonriendo.
—Sí, señor, y tengo que tener mi sueño embellecedor. —Como si yo
fuera también de la realeza.
Arrastro mis pies en las pantuflas y vuelvo a la cama para mirar
el
techo. Mi padre estaba enfermo. Mi padre tenía una enfermedad.
¿Por
qué mi madre está tan asustada como para contarme eso? Es tan
normal. Es tan banal. Creo que puede ser decepcionante.
Estoy casi dormida cuando me doy cuenta de lo que me perdí: Nick
estaba hablando de Kate.
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