Intento actuar indiferente, pero siento mis músculos tensarse,
mientras
le contesto:
—No sé, supongo que no estamos muy unidas. Respetamos la
privacidad de la otra. Ella no pregunta lo que estoy haciendo,
saliendo
todas las noches a las once.
—Bueno, eso también es raro.
—Bueno, somos una pareja extraña, ¿qué puedo decirte? Lo que
hacemos, funciona para nosotras —Ahora estoy exasperada—. Sería
normal para ti si tu esposo muriera. —Inmediatamente lamento haber
dicho eso, porque Kate está enferma, y por lo que sé, Nick podría
tener que averiguar lo que será de su familia después de su
muerte.
—Lo siento, Nick, no quise… —Busco la palabra. No puedo pensar en
alguna sin que haga referencia a la enfermedad de Kate.
—No, está bien. Estaba siendo grosero. No es de mi incumbencia cómo
tu familia hace frente a su pérdida.
—Sé que somos extrañas ―Estoy tan cerca de decirle que no sé nada
de
mi padre, pero la vergüenza se hace cargo—. La mayoría de las
familias
no son como la nuestra.
—Ni como la mía tampoco.
Sonrío, pensando en los millones de dólares, en su poder y
prestigio.
Las familias reales son una rareza, por supuesto, no hay muchas
como
la suya.
Nick se pone derecho, presiona la palma de su mano en la frente.
—Quiero decir, mi madre apenas reconoce lo que está sucediendo. Va
de compras, a sus almuerzos y a sus reuniones de la Junta de
Beneficencia y lo que sea. Aun cuando Kate está en el hospital.
Quiero
decir, la visita y se queda con ella también, no es una mala
madre. Pero
Kate fue diagnosticada hace meses, y aún es como si ella no
pudiera
soportar que la interrumpan... no sé, su lugar en la sociedad. Y
mi
padre… él sigue yendo a sus reuniones de la junta, incluso fue a
un
viaje de negocios el mes pasado. Como si no pensaran que deberían
pasar juntos cada segundo que puedan, ya sabes, por si acaso.
—Tal vez tus padres saben algo que tú no —digo con cuidado.
—¿Qué?
—Bueno, tal vez los médicos les han dicho algo que tú no sabes
todavía.
Nick sonríe, pero es una especie de sonrisa desesperada. Supongo
que si había alguna noticia prometedora, sus padres no se lo
habrían
escondido exactamente.
—Yo fui el único —Hace una pausa, traga duro—. Nadie se lo dijo,
lo
que tenía, lo enferma que estaba. Como si fuera más fácil para
ella de
esa manera. Finalmente le dijeron lo que tenía, pero no todo lo
relacionado con eso. Yo fui el único… tenía que decirle la verdad.
Mis
padres siguieron caminando alrededor como si fuera una solución
fácil.
Pero cuando me preguntó, le dije la verdad. No era justo. Es
decir, ella
estaba ahí, buscando en Google su enfermedad, intentando averiguar
qué significaba. Si se tratara de mí… habría estado más asustado,
ya
sabes, sin saber lo grave que era.
—Nick —digo, sintiéndome valiente—. ¿Qué le pasa a Kate? Quiero
decir, nunca me lo dijiste… ¿de qué está enferma?
Nick mira al suelo.
—Tiene leucemia. Igual que tu padre.
Igual que papá. Mi padre tenía leucemia. Siempre pensé en eso como
algo que sólo les pasa a los niños, pero, por supuesto, los
adultos
también pueden tenerla. Por supuesto que sí.
Me pongo a llorar. Sin la advertencia habitual, no hay nudo en mi
garganta, ni lágrimas que se acumulen poco a poco. De repente,
estoy
llorando más fuerte de lo que jamás recuerdo haber llorado. No sé
si
estoy llorando por papá; por mamá, sin saber dónde o con quién
está
afuera; por Kate, la dulce princesa que está enferma; por Nick,
quien
podría perder la hermana que ama; o por mí.
Y si estoy llorando por mí, tampoco sé por qué. ¿Debido a que
extraño a
mi padre? ¿Cómo puedo hacerlo cuando ni lo recuerdo? ¿Estoy
llorando
porque Nick me dijo lo que mi familia no pudo? ¿Porque me siento
aliviada de que la búsqueda haya terminado? ¿Mi búsqueda ha
terminado? ¿Estoy llorando porque extraño a mi madre, a pesar de
que
la veo todos los días?
No le veo moverse, pero sólo así, Nick se ha deslizado a través
del
piso de madera y está abrazándome fuerte. Debe tener algo de
hermano
mayor incorporado es su capacidad para abrazar tan rápido como
eso.
Mi hombro, donde apoya su barbilla, está mojado, así sé que él
también
está llorando, y que ni siquiera intentamos detenernos. No intento
ocultar o pretender que no es nada. Los dos estamos llorando muy
fuerte y desordenadamente. Hay mocos en mi rostro, y ni siquiera
me
avergüenzo cuando los limpio de su camisa porque sé que en el
rostro
de Nick también hay. ¿Quién sabía que un príncipe podía llorar
tanto?
No sé cuánto tiempo pasa, pero al final ambos paramos y estamos
sin
aliento.
—¿Te puedo preguntar algo? —Quiero su permiso primero.
—Claro.
—¿Cómo está Kate… ahora, quiero decir?
—Está de nuevo en casa, pero no es... se cortó el cabello, Con.
Amaba
su cabello, pero se lo cortaron de modo que no se complique cuando
empiece a caer. Lloraba todo el tiempo. Le tomé la mano y lloraba.
Mi
madre contrató un famoso peluquero para que lo hiciera, y Kate
bromeó
que sería un desperdicio en un buen corte cuando sólo era temporal
—
Sonríe, recordando su broma—. Y yo le dije que nada era un
desperdicio
en ella. Fue tan difícil, sabes, porque tenía que fingir que no
era gran
cosa cuando yo estaba tan molesto como ella.
Pienso en ese largo, rubio y ondulado cabello; el tipo de cabello
que toda
niña desearía tener.
—Debe haber sido horrible.
—Soy lo bastante estúpido para pensar que debió haber sido más
difícil
para mí y mis padres de lo que fue para ella. Porque tal vez
vayamos a
perderla.
Entonces, Nick me sonríe como si acabara de recordar algo.
—¿Cigarrillo? —dice, y yo también sonrío. Se siente bien tener
esta
rutina, fumando juntos, aún en este momento.
—Suena bien —digo, y me levanto del piso. Estamos como
normalmente: ni muy cerca, ni demasiado lejos, sino igual que hace
una hora, sin ningún tipo de intimidad de sobra.
En la planta baja, Nick dice:
—Sabes, Sternin, realmente he empezado a esperar con muchas ganas
estos cigarrillos de antes de dormir.
—Yo también —digo, y me pregunto cómo me veo. El rostro de Nick
esta turbio por el llanto, y sé que el mío debe estarlo más. Estoy
usando
un suéter voluminoso y una bufanda. ¿Cómo es que los chicos nunca
parecen tener frío?
—Sternin, sé que no tengo que decirte esto, así que no estés
dolida ni
nada, pero por favor, no hables de esto en la escuela, ¿de
acuerdo?
—Por supuesto que no. Es asunto de tu familia, de nadie más.
—Gracias, Sternin. —Nick se ve aliviado—. Y no voy a decirle a la
gente, ya sabes, que sé lo de tu padre. Sé que todo el mundo
piensa que
tus padres están divorciados.
—Sí —digo—. Es un poco mi culpa.
—¿Sí? —dice, sin ningún tipo de descarga o juicio.
—Eso es lo que siempre he dicho. Que vive en Arizona.
—¿Por qué?
Me encojo de hombros.
―Supongo que pensé que sería más fácil.
—¿Lo ha sido?
Exhalo hasta que mi pecho se siente hueco.
—Supuse que lo era.
Nick tira su cigarrillo y parece que está muy concentrado
pensando.
Entonces mira hacia atrás, a mí.
—Sí, pero ¿por qué Arizona?
Me echo a reír y Nick me sonríe, orgulloso por hacerme reír.
Quiero
darle las gracias. Por hacer una broma, por no juzgar mi mentira,
y
también por haberme informado sobre el cáncer, por haberme
confiado
el secreto de su familia y, sin saberlo, ayudado a entender el
mío.
No nos abrazamos como despedida. Nick me da un beso en la mejilla
y se mete en un taxi. De repente estoy muy cansada. Es como si
llorar
tomara todo de mí. Me quedo dormida sin ningún tipo de fantasía, y
no
recuerdo nada de mis sueños cuando me despierto.
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