Mierda. Estos iban a ser tres largos meses antes de que las clases
comenzaran de nuevo. Nick hizo el camino a su oficina, tratando de llevar su mente a otras cosas sin éxito. Definitivamente iba a necesitar
masturbarse para tener el dolor en su ingle bajo control. Abrió la puerta de su
oficina, entró y de inmediato cerró la puerta. Se dio la vuelta…
Y rápidamente bajó su maletín. Miley Grayson estaba
sentada en su escritorio. Desnuda.
Oh Dios. El cuerpo de Miley
era aún más bello de lo que Nick había imaginado, de lo que había sido en
muchas de sus fantasías. Su largo pelo castaño caía sobre sus hombros delicados
hasta su fina cintura. Sus pechos eran grandes, sus pezones altos e impertinentes. Cada pedacito de su
cuerpo era firme y tonificado desde sus hombros a sus tobillos. Y si pudiera
verlo, apostaría que tendría un buen culo también.
—Hola, profesor. —Miley
apoyó las manos a cada lado de ella en el escritorio. —Necesito ayuda con una
asignación—agregó en un ronroneo.
Las palabras no venían a Craig. No podía moverse.
Tal vez debería intentar recoger la mandíbula
del piso, pero en ese momento se sentía como si fuera necesario un
esfuerzo monumental para hacerlo.
Miley se deslizó de la mesa
y su corazón se aceleró cuando ella caminó lentamente hacia él. Sus caderas
tenían un balanceo natural y cuanto más se acercaba, incluso podía decir que
sus pezones estaban tensos y pidiendo ser chupados.
Su polla estaba tan dura que
era un milagro que no se viniera en sus pantalones.
Cuando Miley estaba tal vez
a una pulgada de él, extendió la mano y deslizó sus manos en su pelo. La
sensación fue tan erótica que casi gimió en voz alta.
—¿Sabes lo sexy que eres?
—Susurró mientras traía su cabeza hacia
abajo de modo que sus labios se acercaran.
—Miley. No. No podemos…—
comenzó cuando ella lo tiró hacia abajo para que sus labios se encontraran.
Él estaba perdido.
No había vuelta atrás.
Miley le mordió el labio
inferior y él gimió. Ella inmediatamente deslizó la lengua en su boca.
Casi sin darse cuenta, llevó las manos a su culo y apretó su cuerpo
tan cerca que sintió sus pezones a
través de su camisa. Apretó su polla contra su vientre y ella gimió en su boca
y lo besó aún con más pasión.
Nick no pudo evitar la
sensación de satisfacción que le dio tener a Miley donde estaba. Ella hizo pequeños sonidos de lloriqueo mientra
apretaba las mejillas de su culo con las manos y la besaba con dominio y
control.
Si Miley Grayson quería
jugar, estaba malditamente seguro de mostrarle con exactitud como jugaba él.
Miley no podía creer la
intensidad que el profesor Jonas estaba poniendo en su beso. Ella no había
estado segura de cómo reaccionaría al encontrarla en su oficina, desnuda, pero
ahora lo sabía.
Dios, era un besador
increíble. La forma en que la sostenía, la forma en que su boca tomó el control
de la suya, era total y completamente dominante y la encendió más, si eso era posible.
Él negó con la cabeza, como
si estuviera saliendo de un sueño.
—¿Cuántos años tienes, Miley?
Su corazón latió un poco más
rápido.
—¿Importa?
Él frunció el ceño.
—Sabes que lo hace. Si
quieres jugar conmigo, juegas con mis reglas.
El acero de su voz avivó el
fuego dentro de ella. Se sintió traviesa. Encantada y avergonzada. Y obligada a
responder.
—Acabo de cumplir los veinte
años—dijo mientras cogía el botón de sus pantalones. —Edad suficiente para
saber lo que quiero cuando lo veo.
—No es edad suficiente para
beber—dijo mientras se acercaba y cogía un puñado de su pelo, la expresión de
su mirada intensa. —Pero edad suficiente para follar.
Sus muslos se volvieron
húmedos y las emociones rodaron a través
de su vientre.
—Malditamente correcto.
—Tienes que entender algo, Miley.
—Su puño agarró con más fuerza el pelo. —No dejo de ser el profesor cuando dejo
el podio. Cuando se trata de sexo, la clase es mía también. Yo soy el jefe. Lo
que digo se hace. Si no puedes vivir con eso, vete ahora.
Ella se estremeció y no fue
porque estaba desnuda. Fue la emoción causada por sus palabras. La forma en que
habló con ella fue tan caliente.
—Voy a hacer lo que quieras.
Le soltó el pelo y llevó la mano entre los dos para deslizar los
dedos en su coño.
Miley quedó sin aliento por
tan inmediato y atrevido movimiento y echó la cabeza hacia atrás, rompiendo el
beso. Arrastró su boca desde su barbilla a lo largo de su cuello. Lentos,
eróticos besos que la pusieron más húmeda que nunca.
Y su olor picante y
masculino.
Ella montó su mano duro
mientras frotaba las palmas sobre sus hombros y sus brazos. No se cansaba de
tocarlo.
—Bien—murmuró, mientras su
boca se acercaba a su pecho. —Salvaje. Me gusta salvaje.
Miley le apretó el bíceps y
gimió. Todo lo que decía la encendía,
superando todos los sueños húmedos que había tenido sobre él.
Le pellizcó el clítoris y
ella dio un pequeño grito de sorpresa y excitación.
—Dime lo que realmente
quieres, Miley.
¿Acaso no era obvio? Ella
quería su polla en su interior tanto que apenas podía soportar la espera.
—Yo-yo quiero que me folles.
—Menos de dos puntos, y esa
es la única vez que voy a ser agradable—dijo mientras sus labios se frotaban
sobre su pezón. —No soy todo lo que quieres. Tenías fantasías antes de
conocerme. Dime esas fantasías.
Sintió un poco de calor
subir por su cuello al mismo tiempo que se aferraba a sus hombros con más
fuerza.
—He fantaseado acerca de ti
follándome en el aula. —Gritó cuando él mordió su pezón. —Doblándome
directamente sobre el podio.
Dio lo que sonó como un
gruñido de aprobación mientras continuaba volviéndola loca con su boca y manos.
—¿Qué más?
—Um...
—Miley…—Su tono sostenía una
nota de advertencia mientras le pellizcaba el clítoris de nuevo.
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