Capítulo 3
Su nombre es Kate, y todo el mundo la ama, especialmente Nick.
Después del almuerzo de hoy, sacada a flote por el conocimiento de
que
iba a estudiar con Nick esa noche, invité a Kate al ascensor. Sólo
los
juniors y los seniors tienen permitido usar el ascensor, a pesar
del
hecho de que nuestro colegio tiene diez plantas, siendo como es,
una
nada en medio de Manhattan, donde los edificios tienden a tener
hasta
más de las que usan. Los estudiantes más jóvenes se meten en
problemas si los atrapan tomando el ascensor, pero los juniors y
los
seniors siempre intentan colarlos a hurtadillas. Si somos
atrapados,
fingimos que es un accidente, estábamos hablando con ellos,
ayudándoles con la tarea, así que ellos sólo nos siguieron al
ascensor.
Ni nos dimos cuenta.
Estaba esperando el ascensor cuando vi a Kate saliendo de la
enfermería, la perfecta excusa para ofrecerle un viaje.
—Hey, estoy yendo al piso diez, ¿quieres subir?
Kate me sonrío.
—¡Definitivamente! —Parecía energizada por la oferta y
prácticamente
brincó hacia mí y la apertura de las puertas del ascensor.
—¿Qué diremos si la Sra. Turley nos descubre? —La Sra. Turley es
la
más estricta maestra de la escuela.
—Diremos que todo fue mi culpa. Te atraje aquí con promesas de un
vuelo sin problemas, con un helado de sirope y pases para el
elevador
esperándote al final.
Nunca me he sentido así de lista, ciertamente es mucho más de lo
que
nunca he dicho a Kate Cole.
—Eso no es justo —dijo, parándose antes de entrar al ascensor—. No
deberías meterte en problemas por hacer algo tan amable.
No me pregunté por qué todo el mundo ama a esa chica. Incluso se
las
arregló para decirlo sin sonar como una santurrona.
—No te preocupes —La agarré de su brazo y la llevé dentro—. Los
profesores me aman. Está es probablemente la cosa más traviesa que
he hecho alguna vez.
Me sonrió de nuevo.
—Sí, pero quedarás con Nick después; él te meterá en un montón de
problemas mucho antes.
Me pude sentir enrojecer mientras el ascensor ascendía. Kate
probablemente sabía mejor que yo que Nick había decidido
ayudarme con física. No sabía qué decirle; de repente el viaje al
décimo
piso parecía interminablemente largo, e invitar a Kate al ascensor
parecía una ridícula mala idea. Pero entonces Kate empezó a reírse
y yo
también lo hice, todo el camino hasta el décimo piso.
—No te preocupes, Miley —dijo Kate mientras se dirigía a su clase
y
se giraba hacia mí—. Nick puede ser el chico más popular de la
escuela, pero él es realmente tan torpe como tú y yo.
Y entonces me sonrió, y lo mismo hice. No creo ni por un segundo que
Kate Cole sea torpe, dejando solo a Nick, pero me hizo sentir
mejor
sabiendo que ella pensara que lo eran, y que ella pensara que
éramos
iguales.
Ahora, en las dos horas que pasamos estudiando, Kate llama al
teléfono
móvil de Nick dos veces, después de ambas llamadas Nick habla
con ella durante unos buenos diez minutos. Me dice que ella es la
mascota de la familia. La llama «Ratón» cuando habla con ella por
teléfono. Cuando ella me oye diciendo «Hola, Kate» al fondo, Nick
me
dice que ella dice «Oh, Miley Sternin es muy linda» y estoy feliz
por el
resto de la tarde, porque quizás signifique que soy la única
junior hacia
la que los escolares levantan la mirada.
Pasamos mucho más tiempo con física del que pasamos haciendo
vocabulario, así que pienso que estoy llevándome el mejor lado del
acuerdo de estudio. Entonces, de nuevo, cuando Nick se va, dice:
—Mejor evadirse. —Así que ha aprendido al menos una nueva palabra
mientras que yo no me siento más cerca de entender las ecuaciones
vectoriales.
***
Busco a Kate en la escuela al día siguiente. Quiero decirle hola a
la
chica que me llamó linda. Kate no es el tipo de niña quien se
intimida
por los chicos de clase alta; sale con los junior todo el tiempo.
Es la
única de séptimo grado, la única niña de todos los otros grados,
que
regularmente pasa tiempo en el salón junior. Cualquier otra
hermana y
todos se quejarían, pero nadie le diría algo a Nick. Y Kate es tan
divertida que no importa, de todas maneras.
En el almuerzo, Nick se sienta a mi lado de nuevo, y pasamos la
mayor parte del descanso mirando a Alexis Bryant cortando su
simple
hoja de lechuga en perfectos cuadrados, dieciséis, contamos, y
entonces
comerse uno a la vez. Pienso que Nick tuvo la intención de
hablarme
cuando se sentó, pero en vez de ello, ninguno de nosotros puede
apartar
nuestros ojos de Alexis. Ella parece disfrutar la atención. Nick y
yo no decimos nada, pero es obvio que sabe que la estamos mirando. Se ve engreída.
Cuando finalmente despierta, Nick
y yo giramos la cabeza hacia el
otro. La mesa de los profesores
está justo detrás de esta, y me
encuentro a mí misma mirando la
parte posterior de sus cabezas.
¿Cómo es que ninguno de ellos lo
nota, o es que todos se hacen de la
vista gorda? No estoy
completamente segura de dónde los profesores
caen en la jerarquía de los
reinos de cuentos de hadas, todo lo que
puedo pensar es muy cruel, tanto
como llamarles criados. Me devano
los sesos por el título correcto
para ello. La voz de Nick interrumpe
mis pensamientos.
—Jesús. Esa chica está hecha
mierda.
—Lo sé. Lo que es más jodido es
que no podamos apartar nuestros ojos
de ella —digo, y Nick parece
culpable—. No me refiero a que sea
nuestra culpa, me refiero a que
no podamos mirar a otro lado, ya sabes,
como el impulso a mirar a un
coche destrozado.
Él se ve realmente cabreado por
lo que nos llamé por estar mirándola.
—Nick, lo siento.
No me mira.
—¿Jer? —digo.
—Lo que sea. Lo siento. Es sólo
que he estado mirando a alguien que no
puede comer más que eso, sabes.
Y ella realmente quería.
Trato de no mostrar mi
confusión. Miro alrededor del comedor como si
la multitud en la máquina de
soda pudiera darme alguna pista. Nuestra
escuela tiene la regla de que no
está permitido traer tu propio almuerzo,
tienes que comer el almuerzo que
es servido. Quiero decir, me imagino
que podrías traer algo, pero las
comidas son preparadas en las clases,
así que pagas por ellas tanto si
las quieres como si no.
Emily Winter y yo hicimos el
cálculo una vez, y terminó siendo algo
como once dólares al día sólo
por el almuerzo, lo que nos parecía
exorbitante. Hay un montón de
elecciones, al menos de las cosas que
podrías traerte desde casa, multitud
de verdura para hacer una
ensalada o sándwich, más lo que
sea que haya caliente ese día, y esta
es la única escuela que conozco
donde incluso las chicas más
tiquismiquis comen comida
caliente, así es como de buena está.
Alexis está a prueba, aunque,
ser forzada a comer la comida que la
escuela hace no tiene nada que
ver con ser forzada a comer en general;
el equipo de la cafetería no
nota o se preocupa de lo que pongas en la
bandeja adornada con la cresta
de la escuela, que ha sido la misma
desde que abrió hace cien años.
En aquel entonces era un colegio de
internamiento de todas las
niñas, con algo así como treinta estudiantes
que eran entrenadas en la
etiqueta, tocar el piano y, ocasionalmente,
literatura. Ahora, se ha ganado
una reputación como una de las
escuelas más académicamente
rigurosas de la ciudad, conocida sobre
todo por cuántas niñas obtienen
mejores resultados en matemáticas y
ciencias. Me pregunto cómo los
fundadores de la escuela se sentirían al
respecto, o sobre la forma en
que niñas y niños se desparraman
hambrientos en el comedor ahora,
apilando comida en sus platos y
sujetando sus tenedores en la
mano equivocada.
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