—exclamó el anciano.
—Solo lo quiero saber.
—Yo le habría pasado el control de la empresa familiar a Nick el día de vuestra boda, ¡y todavía lo haría con gusto si fuera posible! Mi único deseo era dejar en buenas manos el negocio al que le he dedicado toda mi vida. ¿Era eso mucho pedir?
Miley decidió que aquello no tenía sentido, así que empezó a dirigirse a la puerta, pero entonces, pensó que debía hacer un último intento.
—La salud de mi madre no es buena...
Enrique gruñó algo en griego y Miley lo miró echando chispas por los ojos:
—¡ Si ella muere en la pobreza, espero que la conciencia te castigue hasta la tumba y más allá, porque eso es lo que te mereces!
Él la miró por un segundo con ojos inexpresivos. Luego le dio la espalda.
Miley abandonó la suite y se metió en el ascensor, donde se derrumbó. Minutos más tarde, ya había recuperado el control y salió a la calle. Pensó que, si tuviera dinero, haría que raptaran a Nick Jonas y ella misma se encargaría de torturarlo, ya que realmente odiaba a ese hombre. Lo odiaba de verdad.
Aunque ya era inmensamente rico, la avaricia lo había hecho comprometerse a los diecinueve años con una chica regordeta que no tenía otro atractivo para él más que ser la heredera de la fortuna de los Espinosa. Nick Jonas le había roto el corazón, destruido su orgullo y se había asegurado de que Enrique no la perdonara nunca ni a ella ni a su madre.
Pero tal vez su madre hubiera nacido bajo una estrella desafortunada. Durante los primeros veintiún años de su vida, Leti había estado inmersa en un mundo de dinero y privilegios. Luego había cometido el error fatal de enamorarse de un inglés. Se encontró con una fuerte oposición familiar, pero ella se fue a Londres para reunirse con él. El día antes de su boda, el padre de Miley se había estrellado con su moto y se había matado.
Poco después, Leti había descubierto que estaba embarazada. Desde entonces no había habido vuelta atrás, estaba esperando un hijo y estaba soltera y no sabía hacer casi nada en la vida. Aun así, había criado sola a Miley y a lo largo de su infancia ella solo podía recordarla con cara de agotamiento. Todos esos años de agotador trabajo físico habían arruinado su salud y debilitado el corazón.
Cuando Miley fue lo suficientemente mayor para trabajar, las cosas fueron mejor. Durante unos años, habían sido felices en un pisito que les había parecido un palacio a las dos Pero bacía año y medio, la empresa para la que trabajaba quebró y, desde entonces, ella solo había podido conseguir empleos temporales e incluso eso les estaba fallando recientemente.Habían tenido que marcharse del piso y sus ahorros habían desaparecido hacía ya tiempo.
El ayuntamiento las había realojado en un suburbio. A su madre le daban tanto miedo las pandillas de jóvenes desocupados que ya no se atrevía a salir de la casa y era como si se hubiera rendido y no quisiera vivir más.
Miley creía que se estaba muriendo poco a poco. Siempre estaba pensando en el pasado, ya que el presente era demasiado desagradable.
Un apartamento barato y ruinoso en el que no se podían permitir tener calefacción ni teléfono ni televisión. Nada.
Si ella hubiera podido predecir el futuro hacía diez años, ¿habría tomado la misma decisión? ¡ Seguramente ahora estaría casada con un magnate! Su madre podría haber disfrutado de nuevo de la seguridad y comodidades, antes de que su salud se viera arruinada del todo. Ahora sabía que, si hubiera tenido esa bola de cristal, se habría casado con un monstruo por su madre.
¿Y qué si Nick había tonteado con una preciosa modelo italiana no lejos de ella?
¿Y qué si Nick le había dicho a su prima segunda, Selena, que ella era gorda, estúpida y
asexuada, pero que valía su peso en oro?
¿Y qué si él fuera a serle infiel durante todo el matrimonio y se dedicara a ser un cerdo arrogante con el que fuera insoportable vivir?
¿Y qué si le dijo a la cara la mañana después de esa noche famosa que ella era una zorra y que él,Nick Jonas, se negaba a casarse con las sobras de otro hombre?
Se detuvo delante de un escaparate y pensó que Nick debía de estar en Londres por la misma razón por la que estaba su abuelo. Había leído en la prensa que se iba a producir una reunión de magnates griegos con intereses en negocios británicos. Al contrario que Enrique, Nick tenía unas grandes oficinas en la City, donde debería estar en ese mismo momento.
¿Qué tenía ella que perder? Él seguía soltero. Y Enrique Espinosa nunca bromeaba con el dinero. Su abuelo pagaría millones de libras por verla casada con Nick Jonas. Las personas no contaban para nada en eso, lo primero era unir los dos enormes imperios económicos. Y con eso, incluso ella podía ser capaz de hacer la última oferta. ¿Estaba loca? No, se lo debía a su madre. Leti había sacrificado mucho por ella.
Miró su reflejo en el escaparate. Una mujer morena de altura media, con una falda gris y una chaqueta vieja. Incluso con lo poco que comia, nunca sería delgada. Debía de haber heredado sus generosas curvas de su padre, ya que su madre era muy delgada. Bueno, pero valía su peso en oro, se recordó a sí misma. Y, si había algo en lo que Nick sobresaliera, era en su capacidad para aumentar sus ya importantes riquezas.
Miley creía que se estaba muriendo poco a poco. Siempre estaba pensando en el pasado, ya que el presente era demasiado desagradable.
Un apartamento barato y ruinoso en el que no se podían permitir tener calefacción ni teléfono ni televisión. Nada.
Si ella hubiera podido predecir el futuro hacía diez años, ¿habría tomado la misma decisión? ¡ Seguramente ahora estaría casada con un magnate! Su madre podría haber disfrutado de nuevo de la seguridad y comodidades, antes de que su salud se viera arruinada del todo. Ahora sabía que, si hubiera tenido esa bola de cristal, se habría casado con un monstruo por su madre.
¿Y qué si Nick había tonteado con una preciosa modelo italiana no lejos de ella?
¿Y qué si Nick le había dicho a su prima segunda, Selena, que ella era gorda, estúpida y
asexuada, pero que valía su peso en oro?
¿Y qué si él fuera a serle infiel durante todo el matrimonio y se dedicara a ser un cerdo arrogante con el que fuera insoportable vivir?
¿Y qué si le dijo a la cara la mañana después de esa noche famosa que ella era una zorra y que él,Nick Jonas, se negaba a casarse con las sobras de otro hombre?
Se detuvo delante de un escaparate y pensó que Nick debía de estar en Londres por la misma razón por la que estaba su abuelo. Había leído en la prensa que se iba a producir una reunión de magnates griegos con intereses en negocios británicos. Al contrario que Enrique, Nick tenía unas grandes oficinas en la City, donde debería estar en ese mismo momento.
¿Qué tenía ella que perder? Él seguía soltero. Y Enrique Espinosa nunca bromeaba con el dinero. Su abuelo pagaría millones de libras por verla casada con Nick Jonas. Las personas no contaban para nada en eso, lo primero era unir los dos enormes imperios económicos. Y con eso, incluso ella podía ser capaz de hacer la última oferta. ¿Estaba loca? No, se lo debía a su madre. Leti había sacrificado mucho por ella.
Miró su reflejo en el escaparate. Una mujer morena de altura media, con una falda gris y una chaqueta vieja. Incluso con lo poco que comia, nunca sería delgada. Debía de haber heredado sus generosas curvas de su padre, ya que su madre era muy delgada. Bueno, pero valía su peso en oro, se recordó a sí misma. Y, si había algo en lo que Nick sobresaliera, era en su capacidad para aumentar sus ya importantes riquezas.
Nick estaba planeando un gran trato.
Había ordenado que no le pasaran ninguna llamada. Así que, cuando llamaron levemente a la puerta de su despacho, miró irritado a su ayudante británico, Tomas, cuando se acercó y le susurró algo al oído.
—Lo siento, pero hay una mujer que pide verlo urgentemente, señor.
—He dicho que no quiero interrupciones, sobre todo de mujeres.
—Dice que es la nieta de Enrique Espinosa, Miley. Pero la recepcionista no está convencida de que sea cierto. Supongo que no lo parece, señor...
¿Miley Espinosa?
Nick frunció el ceño. Ese nombre aún despertaba en su interior una cierta ternura a la vez que rabia. ¿Cómo se atrevía esa zorra a pretender verlo?
Se puso en pie repentinamente, y todos los demás hicieron lo mismo.
Se acercó a los ventanales y pensó que Enrique le había dicho que nunca la perdonaría, y era un hombre de palabra.
Incluso en esos momentos Nick se estremecía al recordar la humillación que había sufrido al verse enfrentado públicamente con el hecho de que su novia, supuestamente virginal, había salido con su coche con un amigo borracho y se había acostado con él. Era asqueroso. De hecho, solo recordarlo le hacía lamentar el no haber tenido la oportunidad de castigarla como se merecía.
- ¿Señor....?.
Nick se volvió.
—Que espere.
Su ayudante contuvo la sorpresa con dificultad.
—¿A qué hora le digo a su secretaria que la verá?
—Deje que espere.
Mientras pasaba la hora del almuerzo y empezaba la tarde, Miley era consciente de que
alguna gente pasaba con sospechosa lentitud por la zona de recepción y la miraba extrañada.
Mantuvo la cabeza alta aparentando indiferencia. Se dijo que había logrado entrar y que iba a aprovechar su oportunidad. Nick no se había negado a verla. Después de todo, tenía que intentarlo, él era su última oportunidad y tenía que tragarse el orgullo.
Justo antes de las cinco, la recepcionista se levantó de la mesa y le dijo:
—El señor Jonas ha abandonado el edificio, señorita Espinosa.
Miley se puso pálida. Luego recuperé la dignidad y se levanté. Mientras bajaba en el ascensor, decidió que al día siguiente haría lo mismo. Y al otro. Todos los días que fueran necesarios.
En el autobús, penso que Nick ya no era el guapo adolescente del que una vez se había enamorado. Ahora era ya un adulto. Como su abuelo, no debía ver la necesidad de justificar su propio comportamiento. No le habían dicho que no la atendería. La había dejado concebir esperanzas. Eso había sido algo cruel, pero ella debería haber estado preparada para esa táctica.A la mañana siguiente, Miley tomó posiciones en la sala de espera de las oficinas de Nick tres minutos después de las nueve en punto.
Pidió verlo como el día anterior y la recepcionista no la miró. Miley se preguntó si ese sería el día en que Nick perdiera la paciencia y haría que la echaran del edificio.
A las nueve y diez, Tomas Mardsen se acercó a Nick, que, como siempre, había empezado a trabajar a las ocho de la mañana.
—La señorita Espinosa está aquí de nuevo hoy, señor.
Nick se tensó casi imperceptiblemente.
—¿Tiene el archivo Tenco? —le preguntó Nick como si el otro no hubiera dicho nada.El día continuó con Miley esperando que su humildad impulsara a Nick a dedicarle cinco minutos de su tiempo. Para cuando terminó el día, la recepcionista le dijo de nuevo a Miley se había marchado y ella experimentó semejante oleada de frustración que hubiera querido gritar.Al tercer día, Miley deseó haberse llevado unos sándwiches de casa, pero eso habría despertado las sospechas de su madre.
Sorprendentemente, a mediodía, cuando volvió de una visita al cuarto de baño, se encontró con una taza de té y tres pastas esperándola. Sonrió y la recepcionista la miró conspirativamente. Para entonces, ella estaba convencida de que todo el mundo había pasado por allí para echarle un vistazo. Todos menos Nick.
A las tres, cuando ya había desaparecido lo que le quedaba de paciencia, la desesperación empezó a apoderarse de ella. Nick volvería a Grecia pronto y quedaría aún más lejos de su alcance. Tomó una decisión repentina y se levantó. Pasó por delante de la mesa de recepción y empezó a caminar por el corredor que daba a los despachos.
—¡Señorita Espinosa, no puede pasar ahí!
—le gritó la recepcionista.
Pero ella sabía que, hiciera lo que hiciese, ya estaba perdida. Obligar a Nick a enfrentarse a ella no era lo más adecuado. A ningún hombre le gustaba que una mujer se enfrentara a él. Podría reaccionar como un hombre de las cavernas.
Cuando estuvo delante de una de las puertas, unas manos masculinas la sujetaron por los brazos.
—Lo siento, señorita Espinosa, pero nadie entra ahí sin permiso del jefe -dijo una voz con acento griego.
—Damianos... -dijo ella reconociendo la voz del guardaespaldas de Nick—. ¿No podría mirar para otro lado solo por una vez?
—Vuelva a casa, por su abuelo. Por favor, hágalo antes de que se la coman viva.
Damianos dudó un momento y, sin pensarlo, ella aprovechó la oportunidad. Se soltó de repente y entró por la puerta.
Nick se levantó sorprendido de detrás de su mesa.
Miley supo que tenía solo un segundo antes de que Damianos volviera a intervenir.
—¿Eres un hombre o un ratón que no se atreve a enfrentarse a una mujer? —le espetó.
Había ordenado que no le pasaran ninguna llamada. Así que, cuando llamaron levemente a la puerta de su despacho, miró irritado a su ayudante británico, Tomas, cuando se acercó y le susurró algo al oído.
—Lo siento, pero hay una mujer que pide verlo urgentemente, señor.
—He dicho que no quiero interrupciones, sobre todo de mujeres.
—Dice que es la nieta de Enrique Espinosa, Miley. Pero la recepcionista no está convencida de que sea cierto. Supongo que no lo parece, señor...
¿Miley Espinosa?
Nick frunció el ceño. Ese nombre aún despertaba en su interior una cierta ternura a la vez que rabia. ¿Cómo se atrevía esa zorra a pretender verlo?
Se puso en pie repentinamente, y todos los demás hicieron lo mismo.
Se acercó a los ventanales y pensó que Enrique le había dicho que nunca la perdonaría, y era un hombre de palabra.
Incluso en esos momentos Nick se estremecía al recordar la humillación que había sufrido al verse enfrentado públicamente con el hecho de que su novia, supuestamente virginal, había salido con su coche con un amigo borracho y se había acostado con él. Era asqueroso. De hecho, solo recordarlo le hacía lamentar el no haber tenido la oportunidad de castigarla como se merecía.
- ¿Señor....?.
Nick se volvió.
—Que espere.
Su ayudante contuvo la sorpresa con dificultad.
—¿A qué hora le digo a su secretaria que la verá?
—Deje que espere.
Mientras pasaba la hora del almuerzo y empezaba la tarde, Miley era consciente de que
alguna gente pasaba con sospechosa lentitud por la zona de recepción y la miraba extrañada.
Mantuvo la cabeza alta aparentando indiferencia. Se dijo que había logrado entrar y que iba a aprovechar su oportunidad. Nick no se había negado a verla. Después de todo, tenía que intentarlo, él era su última oportunidad y tenía que tragarse el orgullo.
Justo antes de las cinco, la recepcionista se levantó de la mesa y le dijo:
—El señor Jonas ha abandonado el edificio, señorita Espinosa.
Miley se puso pálida. Luego recuperé la dignidad y se levanté. Mientras bajaba en el ascensor, decidió que al día siguiente haría lo mismo. Y al otro. Todos los días que fueran necesarios.
En el autobús, penso que Nick ya no era el guapo adolescente del que una vez se había enamorado. Ahora era ya un adulto. Como su abuelo, no debía ver la necesidad de justificar su propio comportamiento. No le habían dicho que no la atendería. La había dejado concebir esperanzas. Eso había sido algo cruel, pero ella debería haber estado preparada para esa táctica.A la mañana siguiente, Miley tomó posiciones en la sala de espera de las oficinas de Nick tres minutos después de las nueve en punto.
Pidió verlo como el día anterior y la recepcionista no la miró. Miley se preguntó si ese sería el día en que Nick perdiera la paciencia y haría que la echaran del edificio.
A las nueve y diez, Tomas Mardsen se acercó a Nick, que, como siempre, había empezado a trabajar a las ocho de la mañana.
—La señorita Espinosa está aquí de nuevo hoy, señor.
Nick se tensó casi imperceptiblemente.
—¿Tiene el archivo Tenco? —le preguntó Nick como si el otro no hubiera dicho nada.El día continuó con Miley esperando que su humildad impulsara a Nick a dedicarle cinco minutos de su tiempo. Para cuando terminó el día, la recepcionista le dijo de nuevo a Miley se había marchado y ella experimentó semejante oleada de frustración que hubiera querido gritar.Al tercer día, Miley deseó haberse llevado unos sándwiches de casa, pero eso habría despertado las sospechas de su madre.
Sorprendentemente, a mediodía, cuando volvió de una visita al cuarto de baño, se encontró con una taza de té y tres pastas esperándola. Sonrió y la recepcionista la miró conspirativamente. Para entonces, ella estaba convencida de que todo el mundo había pasado por allí para echarle un vistazo. Todos menos Nick.
A las tres, cuando ya había desaparecido lo que le quedaba de paciencia, la desesperación empezó a apoderarse de ella. Nick volvería a Grecia pronto y quedaría aún más lejos de su alcance. Tomó una decisión repentina y se levantó. Pasó por delante de la mesa de recepción y empezó a caminar por el corredor que daba a los despachos.
—¡Señorita Espinosa, no puede pasar ahí!
—le gritó la recepcionista.
Pero ella sabía que, hiciera lo que hiciese, ya estaba perdida. Obligar a Nick a enfrentarse a ella no era lo más adecuado. A ningún hombre le gustaba que una mujer se enfrentara a él. Podría reaccionar como un hombre de las cavernas.
Cuando estuvo delante de una de las puertas, unas manos masculinas la sujetaron por los brazos.
—Lo siento, señorita Espinosa, pero nadie entra ahí sin permiso del jefe -dijo una voz con acento griego.
—Damianos... -dijo ella reconociendo la voz del guardaespaldas de Nick—. ¿No podría mirar para otro lado solo por una vez?
—Vuelva a casa, por su abuelo. Por favor, hágalo antes de que se la coman viva.
Damianos dudó un momento y, sin pensarlo, ella aprovechó la oportunidad. Se soltó de repente y entró por la puerta.
Nick se levantó sorprendido de detrás de su mesa.
Miley supo que tenía solo un segundo antes de que Damianos volviera a intervenir.
—¿Eres un hombre o un ratón que no se atreve a enfrentarse a una mujer? —le espetó.
3 comentarios:
jejeje
vamos Miley
jejeje
me encanto
sube prontoo
jejeje
wooooo siguela qdo buena
oye vas a continuar con boda por contrato que me encanta por favor sigue con eso novela que me fasina te lo suplico:)
P.D.:(este es mi 2do comentario sobre esta novela por que el 1ero fu en http://mileyandnickforever.blogspot.com/2011/04/respuestas-del-blog-de-obseciones.html por favor siguela en realida me encanta )
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