iMal*dita sea! -masculló poniéndose en pie de pronto. No debía haberse permitido ni siquiera pensar en el nombre de esa mujer. Aunque, con el paso del tiempo, casi había conseguido olvidarla, cada vez que su nombre acudía a su mente, todo su cuerpo se tensaba de angustia. No podía evitarlo.
Se dirigió a la nevera, abrió una cerveza y se apoyó perezosamente sobre la barandilla del yate, con el ceño fruncido.
Esa bruja..., ese demonio... había dejado su impronta sobre él y aún sentía cómo su cuerpo se revelaba al recordarla, aunque hubieran pasado tres largos años. Tomó un sorbo de cerveza. Todavía podía oír la aterciopelada voz de Selena , tomando decisiones sobre cómo se debería organizar la fiesta de San Esteban, con su acostumbrada eficiencia. Si volviera la vista hacia atrás, podría admirar su perfecta figura, de cabello negro y ojos oscuros, paseando por la sala de reuniones con tanta soltura como si no hubiera hecho otra cosa en toda su vida.
Tomó otro sorbo de cerveza. Sus hombros desnudos ardían bajo el sol mediterráneo y todo su musculoso cuerpo agradecía la cálida caricia. Pero, al recordar a Miley , sintió una punzada de nostalgia que activó su deseo. Compuso una mueca de desaliento, preguntándose si alguna vez volvería a amar a una mujer como había amado a Miley . Decidió que, pasara lo que pasara, prefería no tener que volver a sentir una urgencia tan primitiva.
Se habían casado como lo hubieran hecho un par de adolescentes, amándose con una pasión tal, que ambos se habían quedado hechos trizas cuando llegó el momento de la separación. Eran demasiado jóvenes y habían hecho el amor como animales. También se habían peleado y reconciliado con la misma ferocidad hasta que todo se volvió tan desagradable y amargo, que fue mejor tomar caminos distintos.
Pero aquella historia ya no importaba y había llegado el momento de plantearse una nueva vida, probablemente en Grecia, junto a una buena esposa. Ya tenía treinta y un años y deseaba sentar la cabeza de una vez por todas.
-¿Por qué frunces el ceño?
Selena se había acercado a él sin hacerse notar. Nick volvió la cabeza, se sumergió en la confortable calidez de sus ojos marrones y le devolvió una tímida sonrisa. Pero no pudo evitar recordar aquella otra sonrisa nada tímida, más bien provocativa. Recordó también aquellos intensos ojos verdes, siempre desafiantes.
-Estoy intentando convencerme de que ha llegado el momento de abandonar San Esteban -contestó él.
-Te cuesta trabajo, ¿no? -murmuró Selena con tono comprensivo.
Nick suspiró.
-He llegado a amar estos parajes -confesó paseando de nuevo la mirada por San Esteban.
Se produjo entre ellos un silencio cómodo, que le permitió recordar brevemente los momentos más intensos de su prolongada estancia en San Esteban y darse cuenta de cómo esos años habían asentado su carácter, convirtiéndole en una mejor persona. Ese pueblo español se había convertido en el lugar donde había enterrado su desgracia y donde había aprendido a comportarse como un ser adulto y responsable. Miley...
Fue necesario que Selena apoyara una mano sobre su bíceps para que recordara que ella seguía allí. No solían entrar en contacto físico, ya que la relación aún no había alcanzado ese punto, pero en esos momentos, su caricia resultó reconfortante. Ella era la mejor amiga de su hermana Demi y, hasta la fecha, él siempre la había tratado en calidad de tal.
-Ya sabes lo que pienso, Nick -dijo Selena amablemente, retirando la mano-. Creo que te has ausentado de Grecia por demasiado tiempo. Estoy convencida de que ya ha llegado la hora de volver a Atenas y emprender una nueva vida, ¿no estás de acuerdo?
-Sabias palabras -repuso él con una sonrisa de complicidad-. No te preocupes, Selena , después de la fiesta de San Esteban, tengo la intención de volver a casa. Y esta vez, puede que me quede allí para siempre.
-Bien -concluyó ella-, tu madre se alegrará cuando se entere -añadió antes de girarse para desaparecer sigilosamente en el interior del yate, con ese vestido azul marino que le sentaba como un guante.
Pero Selena no era consciente de que acababa de alejarse de un hombre cuyo pensamiento había regresado de inmediato a la imagen de aquella mujer castaña de ojos celestes y mirada desafiante. Miley hubiera preferido salir desnuda a la calle antes que ponerse un sobrio vestido azul marino como el de Selena , reflexionó con severidad. A ella le gustaban las faldas cortas que dejaban claramente a la vista sus imponentes piernas y las camisetas escotadas que hipnotizaban a los hombres con la promesa de encontrar debajo unos soberbios pechos, altos y llenos, con los pezones muy marcados. Miley hubiera preferido que le cortaran un brazo antes que seguir los prudentes consejos de la madre de Nick. Jamás había conseguido que su familia política la aceptara tal y como era. Todo había ido mal desde el principio y ninguna de las dos partes implicadas había optado por la discreción. Al contrario, Nick había tenido que vivir en un auténtico infierno poblado de quejas en ambos sentidos.
1 comentario:
me encanto
jejeje
Nick no se puede quitar de la cabeza a Miley
sube pronto
jejeje
Publicar un comentario