— Ni idea. Hay un equipo de la policía buscando huellas y todo está acordonado. Por lo que he visto, no se han llevado nada importante. ¿Tenías algo de valor en tu consulta?
— Sólo el ordenador.
— Está todavía allí. ¿Algo más? ¿Dinero, cualquier otra cosa?
— No, nunca dejo objetos de valor ahí.
— Espera, el oficial quiere hablar contigo.
miley esperó hasta escuchar una voz masculina.
— ¿Doctora Alexander?
— Sí, soy yo.
— Soy el oficial Allred. Parece que se llevaron su organizador Rodolex y unos cuantos archivadores. ¿Sabe de alguien que pudiera estar interesado en ellos?
— Pues no. ¿Necesita que vaya para allá?
— No, no. Estamos buscando huellas, pero si se le ocurre algo, por favor, llámenos —y le pasó el teléfono a Beth.
— ¿Quieres que vaya? —le preguntó.
— No. No hay nada que puedas hacer. En realidad, es bastante aburrido.
— Vale, avísame al busca si necesitas algo.
— Lo haré.
miley colgó el teléfono y lo devolvió al bolso.
— ¿Ha pasado algo? —preguntó nick.
— Alguien entró anoche en mi despacho.
Él frunció el ceño.
— ¿Para qué?
— Ni idea —la pausa de miley hizo que el ceño de nick se intensificara, mientras ella pensaba en los posibles motivos—. No puedo imaginarme para qué iba a querer alguien mi Rodolex. Desde que me compré el Palm Pilot, ni siquiera lo he usado. Es muy extraño.
— ¿Tenemos que irnos?
Ella agitó la cabeza.
— No hace falta.
nick dejó que miley lo guiara alrededor de los diferentes acuarios, mientras le leía las extrañas inscripciones que explicaban detalles sobre las distintas especies y sus hábitats.
¡Por los dioses!, cómo le gustaba escuchar el sonido de su voz al leer. Había algo muy relajante en la voz de miley. Le pasó un brazo por los hombros mientras paseaban. Ella le rodeó la cintura y enganchó un dedo en una de las trabillas del cinturón.
El gesto consiguió debilitarlo. Se dio cuenta de que pasaba las horas deseando sentir el roce de su cuerpo. Y la sensación sería mucho más placentera si ambos estuviesen desnudos en ese mismo momento.
Cuando ella le sonrió, el corazón se le aceleró descontroladamente. ¿Qué tenía esta mujer que despertaba algo en él que jamás había sentido?
Pero en el fondo lo sabía. Era la primera mujer que lo veía. No a su apariencia física, ni a sus proezas de guerrero. Ella veía su alma.
Jamás había pensado que podía existir una persona así.
miley lo trataba como a un amigo. Y su interés en ayudarlo era genuino. O al menos, eso parecía.
Es parte de su trabajo.
¿O era de verdad?
¿Podía una mujer tan maravillosa y compasiva como ella preocuparse realmente por un tipo como él?
miley se detuvo delante de otra inscripción. nick se quedó tras ella y le pasó ambos brazos por los hombros. Ella le acarició distraídamente los antebrazos mientras leía.
Con el cuerpo en llamas por el deseo que despertaba en él, inclinó la barbilla hasta apoyarla sobre su cabeza y escuchar de ese modo la explicación, mientras observaba cómo nadaban los peces. El olor de su piel invadió sus sentidos y anheló volver a su casa, donde podría quitarle la ropa.
No era capaz de recordar cuándo había sido la última vez que deseó tanto a una mujer como le ocurría con miley. De hecho, no creía posible que algo así le hubiese ocurrido antes. Deseaba perderse en su interior. Sentir sus uñas arañándole la espalda mientras gritaba al llegar al clímax.
Que las Parcas se apiadasen de él. miley se le había metido bajo la piel.
Y estaba aterrado. Ella ocupaba un lugar en su corazón que acabaría destrozándolo si le faltaba. Sólo ella podía acabar realmente con él. Hacerlo pedazos.
Era casi la una del mediodía cuando salieron del Acuario. miley se encogió tan pronto como volvieron a la calle, asaltada por la oleada de calor. En días como éste, se preguntaba cómo podría la gente sobrevivir antes de que se inventara el aire acondicionado.
Miró a nick y sonrió. Por fin había encontrado a alguien a quien preguntar.
— Dime una cosa, ¿qué hacíais para sobrevivir en días tan calurosos como éste?
Él arqueó una ceja con un gesto arrogante.
— Hoy no hace calor. Si quieres saber lo que es el calor, intenta atravesar un desierto con todo tu ejército, llevando la armadura y con sólo medio odre de agua para mantenerte.
Ella hizo un gesto compasivo.
— Abrasador, supongo.
Él no respondió.
miley echó un vistazo a la plaza, atestada de gente.
— ¿Quieres que vayamos a ver a selena y demos una vuelta por la plaza? Debe estar en su tenderete. El sábado suele ser uno de sus mejores días.
— Vamos.
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