domingo, 24 de abril de 2011

perfect lover-cap-69

miley enlazó las manos en su cuello y tiró de él para acercarlo. Sus caricias eran tan increíblemente relajantes… Hacían que la soledad doliese aún más.
— ¿Cómo se llamaba?
nick tragó saliva. No había pronunciado los nombres de sus hijos desde el día de su muerte. No se había atrevido pero, no obstante, quería compartirlos con miley.
— Atolycus. Mi hija se llamaba Calista.
miley lo miró con una sonrisa triste, como si compartiera su dolor por la pérdida.
— Tenían unos nombres preciosos.
— Eran unos niños preciosos.
— Si se parecían en algo a ti, me lo creo.
Eso había sido lo más hermoso que nadie le había dicho jamás.
nick le pasó la mano por el pelo, dejando que los mechones se escurrieran sobre su palma. Cerró los ojos y deseó poder quedarse así para siempre.
El miedo a tener que abandonarla lo estaba destrozando. Nunca le había gustado la idea de ser engullido por aquel desolado infierno que era el libro; pero ahora, al pensar que jamás volvería a verla, que jamás volvería a oler el dulce aroma de su piel, que sus manos jamás volverían a rozar el suave rubor de sus mejillas…
No podía soportarlo. Era demasiado.
¡Por los dioses!, y había creído hasta entonces que estaba maldito…
miley se alejó un poco, lo besó suavemente en los labios y cogió el libro.
nick tragó. Ella quería rescatarlo y, por primera vez durante todos aquellos siglos, quería ser rescatado.
Se tendió en el suelo para que miley pudiese apoyar la cabeza en él. Le encantaba sentirla así. Sentir su pelo extendiéndose sobre los brazos y el torso.
Estuvieron tendidos en el suelo hasta las primeras horas de la madrugada; nick la escuchaba mientras leía la Odisea y narraba las historias de Aquiles.
Observaba cómo el cansancio iba haciendo mella en ella, pero continuaba leyendo. Finalmente, cerró los ojos y se quedó dormida.
nick sonrió y le quitó el libro de las manos para dejarlo a un lado. Le acarició la mejilla con la palma de la mano durante un instante.
No tenía sueño. No quería desaprovechar ni un solo segundo del tiempo que tenía para estar a su lado. Quería contemplarla, tocarla. Absorberla. Porque atesoraría esos recuerdos durante toda la eternidad.
Nunca había pasado una noche así: tumbado tranquilamente en el suelo junto a una mujer, sin que ella montara su cuerpo y le exigiese que la tocara y la poseyera.
En su época, los hombres y las mujeres no solían pasar demasiado tiempo juntos. Durante las temporadas que pasó en su hogar, Penélope le hablaba en raras ocasiones. De hecho, no había demostrado mucho interés en él.
Por las noches, cuando la buscaba, no lo rechazaba. Pero, no obstante, no estaba ansiosa por sus caricias. Siempre había conseguido engatusarla para que su cuerpo le respondiera apasionadamente, pero no así su corazón.
Deslizó las manos por el pelo negro de miley, extasiado por la sensación de tenerlo entre los dedos. Su mirada se detuvo sobre su anillo. Brillaba tenuemente, captando la escasa luz de la estancia.
En su mente, lo veía cubierto de sangre. Recordaba cómo se le clavaba en el dedo mientras blandía la espada en mitad de una batalla. Ese anillo lo había significado todo para él, y no le había resultado fácil conseguirlo. Se lo había ganado con el sudor de su frente y con las numerosas heridas que sufrió su cuerpo. Le había costado mucho, pero había merecido la pena.
Durante un tiempo fue respetado, aunque no lo amaran. En su vida como mortal, eso había sido esencial.
Suspirando, echó la cabeza hacia atrás para apoyarse en el cojín del sofá que había puesto sobre el suelo y cerró los ojos.
Cuando por fin se deslizó entre las neblinas del sueño, no fueron los rostros del pasado los que poblaron su mente, fue la imagen de unos claros ojos grises que se reían con él, de una negra melena que se desparramaba por su pecho y de una voz suave que leía palabras que le resultaban familiares aunque, de algún modo, extrañas.
miley se desperezó lánguidamente al despertarse. Abrió los ojos y se sorprendió al darse cuenta de que tenía la cabeza sobre el abdomen de nick. Él tenía la mano enterrada en su pelo y, por la respiración relajada y profunda, supo que todavía estaba dormido.
Alzó la mirada hacia su rostro. Tenía una expresión tranquila, casi infantil.
Y entonces fue consciente de algo: no había tenido la pesadilla. Había dormido toda la noche.
Sonriendo, intentó levantarse muy despacio para no despertarlo.
No funcionó. Tan pronto como levantó la cabeza, nick abrió los ojos y la abrasó con una intensa mirada.
— miley —dijo en voz baja.
— No quería despertarte.
Ella señaló las escaleras con el pulgar.
— Iba arriba a darme una ducha. ¿Debería cerrar la puerta?
La recorrió con ojos ardientes.
— No, creo que puedo comportarme.
Ella sonrió.
— Me parece que ya he oído eso antes.
nick no contestó.
miley subió y se dio una ducha rápida.
Una vez acabó, fue a su habitación y se encontró a nick tumbado en la cama, hojeando su ejemplar de La Ilíada.
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capi dedicado A TODAS MIS LECTORAS
Y AHORA HERMANAS BUENO ALGUNAS :)

1 comentario:

Cαrσσ'H ♥ dijo...

Awwwwwwwwwwww
qe lindoo
Nick
hahha
qreo qe puedo qomportarme
xD
Zigoo...