Speeding Fine - One Shot Parte 2

—¿Qué estás haciendo? —él preguntó mientras ella

sacudía su  largo pelo rubio y se acomodaba para que sus

altas sandalias estuvieran firmemente asentadas en el

agrietado asfalto de la desierta calle. 

 Miley le dio una mirada de pura ingenuidad. —Qué,

acaso no dijiste que le echarías un vistazo. —Le recordó. —

Creo que esa abeja mala me picó justo debajo de mi vestido.

¿Cómo podrás ver si no estoy en la posición correcta? —el

otro lado de su vestido se rindió y ella sintió como la seda se

deslizó cuando la correa se deslizó hacia abajo, dejando

ambos pechos desnudos a los fríos ojos castaños. Una vez más,

Miley fingió no darse cuenta. Abriendo las piernas, la

resbaladiza seda fue levantada sobre sus muslos y le indicó al

alto oficial que se inclinara hacia abajo. 

 Él oficial Nick hizo algo mejor que eso, él se arrodilló en

el irregular pavimento frente a ella y puso las grandes y

calientes manos en uno de sus muslos. —Vamos a ver —dijo

en voz baja. —¿Dónde le duele?

 Miley se deslizó un poco más cerca de su mirada

escrutadora y señaló. —enfrente entre mis piernas, oficial

Nick. —Ella respiró. Podía sentir los ojos castaños en ella, ya no

estaba fresco, estaba que ardía, podía sentir la palma de su

mano grande y callosa frotando con dulzura sobre sus muslos

internos. Miley se había preparado para este momento y

sabía lo que estaba por venir, obligando a que su mente

volara. 

                                 

 Esa misma mañana se había afeitado el suave bello

rizado que crecía entre sus piernas haciendo que su dulce y

pequeño coño se sintiera deliciosamente desnudo y expuesto.

Entonces ella había elegido su más pequeño par de bragas en

forma de bikini, color rosa de corte tan bajo que revelaba la

ranura de su coño cuando se movía. Ahora, el oficial Nick se

inclinó hacia ella, buscando la “picadura de abeja”, movió a

Miley hacia adelante en el asiento, haciendo que el material

de sus bragas de color rosa se movieran hacia atrás y

mostraran mas. Ella ya estaba mojada e hinchada, por la

emoción de tener al travieso oficial Nick mirando sus senos y

ella podía sentir los tiernos labios de su coño desnudo como

se extendían entre sus muslos más ampliamente. Miley sabía

que su palpitante clítoris de color rojo, tenía que estar

asomándose entre sus lisos pliegues y el material de su ropa

interior estaba completamente mojado por su deseo. 

 —¿Dónde le duele exactamente? —Preguntó mientras se

permitía recorrer su muslo con un largo dedo hasta llegar a su

rosado coño lloroso. —¿En algún lugar de aquí? —la punta

de sus callosos dedos trazaron sobre el material resbaladizo

que ahora apenas cubrían los hinchados labios de su coño, un

largo suspiro salió de lleno de la boca de Miley. 

                                

 —Casi… mas al centro —ella susurró, preguntándose

hasta qué punto estaría dispuesto a llegar. Acariciarla por

encima de su ropa interior era una cosa, acariciar su coño

denudo era un juego completamente diferente. 

 —¿Aquí? —preguntó. Ella vio como su dedo trazó sobre

la parte superior de su monte y se detuvo en la parte superior

de su húmeda raja. 

 —Mas abajo —Miley exclamó, extendiendo sus muslos

un poco más, abriendo su coño para él. El dedo se deslizó en

sus húmedos pliegues y viajó en ardiente línea hasta su

hinchado clítoris, ella gimió y se empujó hacia atrás hasta la

mitad del asiento de cuero cuando él le acarició con cuidado

pero firmemente el coño. 

 —Es ahí —ella susurró, sorprendida de poder hablar. —

Es ahí, exactamente donde la abeja mala me picó, oficial

Nick.  

 —¿Es eso cierto? —Dijo en voz baja y tranquilizadora

mientras él seguía acariciando su resbaladizo centro y

acariciaba su palpitante clítoris. —Ahora me pregunto ¿qué

podemos hacer para que te sientas mejor, Miley?

 —Se siente bastante bien ahora —ella exclamó, rotando

sus caderas para empujar su pelvis más cerca de su cara.

 El oficial Nick parecía no escuchar. —Quiero decir —

continuó. —De acuerdo con tu licencia, tu solo tienes

                                    

diecisiete años, Miley. Así que no hay mucho que pueda

hacer por ti, no importa lo mucho que duela, ¿Entiendes?. 

 —Mmmm —Miley se quejó mientras los dedos se

frotaban sobre sus húmedos y sedosos pliegues, con la

construcción de la sensación este sus muslos. —Has lo mejor

que puedas, oficial Nick. Estoy segura de que eres el mejor.

 El oficial Nick tiró de sus bragas hasta que llegaron hasta

abajo y luego extendió mas sus muslos con sus fuertes manos.

Inclinándola, le abrió los resbaladizos labios, de su coño

desnudo con los pulgares, presionando su caliente boca en el

coño abierto de Miley. Miley gimió sin aliento mientras

chupaba su caliente clítoris con su boca y comenzó a circular y

golpear su clítoris sin descanso con su lengua.  

 —Oh, oficial Nick —ella gimió mientras enrollaba sus

delgados dedos en el grueso pelo negro y lo jaló más cerca. Él

apretó la cara contra ella, lamiendo sus dulces jugos y

metiendo su caliente lengua profundamente en su suave coño.

—Oh —ella exclamó. —eso es tan malo, ¡pero se siente tan

bien! No dejes de comer… mi pequeño coño, Creo que estoy

cerca…

 Él miro hacia arriba lo suficiente para decirle. —Córrete

en mi cara Miley. Quiero sentir tu dulce coño corriéndose

mientras te degusto. —Sus mejillas y sus labios estaban

manchados con sus jugos y sus castaños ojos estaban tan

calientes que quemaban. Luego hundió su rostro entre sus

muslos. Una y otra vez lamía su carne húmeda, dándole

especial atención a su clítoris hinchado y sensible. 

                                

 Miley sentía que se deslizaba cada vez más cerca del

borde mientras él la comía sin descanso. Ella enterró sus

manos mas fuertemente en su grueso pelo y montó su rostro

más duro, empujando su pelvis hacia arriba descaradamente

buscando el encuentro de su hinchado coño con su lengua.

Ella estaba tan cerca… solo necesitaba un poco mas… De

repente sintió dos largos y gruesos dedos entrar con paso

firme y presionar profundamente en su interior mientras su

caliente lengua continuaba trabajando en ella. 

 —¡Oh, Cielos! —ella jadeó, sintiendo los gruesos dedos

llegar hasta el final de su pasadizo y presionar con fuerza. —

oh cielos, me voy a correr… —el oficial Nick no se retiró

mientras se corría, se mantuvo estable, a pesar de sus

movimientos, tragando sus dulces jugos y lamiendo su

chorreante coño. 

 Cuando quedó claro que Miley había terminado de

correrse, retiró sus gruesos dedos y los chupó para limpiarlos

mientras la miraba. Luego se levantó y movió su cara para

eliminar la brillante humedad de sus mejillas con la parte

superior de la manga de su uniforme. Aturdida, Miley logró

levantar su ropa interior y enderezarse el vestido.

 —Bueno, Señorita Cyrus —dijo, tomando de nuevo la

formalidad y cortesía. —Yo le voy a dar solo una advertencia

en este momento. Pero espero que no vuelva a conducir tan

erráticamente de nuevo. Más te vale que no te sorprenda en

mi turno en un buen tiempo, por lo menos en un mes y

medio más o menos. —Él sonrió, con esa sonrisa de

depredador y Miley supo que él estaba pensando en que su

cumpleaños seria dentro de un mes y medio. —Será mejor

que te alejes de esta zona, hasta entonces, porque si te pillo

conduciendo como loca otra vez voy a tener que ser duro con

usted. —El oficial Nick le advirtió, dándole un brillo caliente a

sus ojos castaños.

                           

 —Yo entiendo oficial —Dijo Miley con voz temblorosa.

—Tú has sido más que servicial —continuó. —¿Tal vez

pueda ser de ayuda para ti también? —Ella miró fijamente

hacia la gruesa protuberancia en sus pantalones. 

 —Hoy no, Miley —dijo con severidad, y ella supo que

él no retrocedería sobre eso. Hasta que fuera mayor de edad,

ella no iba a ver o a sentir lo que estaba detrás de los

pantalones del uniforme, no importaba lo mucho que se lo

rogara.

 —De acuerdo oficial —dijo a regañadientes. —Entonces,

supongo que será mejor que retome mi camino. —Ella cerró

la puerta y prendió su coche, acelerando el motor con burla.

Luego, con un guiño ella se alejó, haciendo más de veinte

kilómetros por encima del límite solo para provocarlo. La

próxima vez que ella viniera por este camino sería un

memorable momento para recordar, se prometió así misma.