―Estás
alojándome tan agradable y mojada. Es tan jodidamente caliente sentir tu boca
toda caliente y resbaladiza. ¿Te gusta hacerme esto, no?
miley asintió con la cabeza aún mientras movía la cabeza de arriba hacia abajo.
―A ver
qué tan profundo puedes tomarme.
Ella
respiró por su nariz cuando él se introdujo hasta que sus labios quedaron
presionados contra su pelvis y él estuvo enterrado en esa hermosa garganta.
―Sí.
―Él
se retiró―.
Otra vez. ―Sus
malditas rodillas temblaban por la necesidad de correrse. Volvió a hacerlo más
superficial, con empujes rápidos. nick le agarró su mano derecha y la envolvió
alrededor de la base de su polla. Le levantó la barbilla para poderle ver los
ojos―.
Jesús. Deberías ver la mirada en tu cara. Tan condenadamente lasciva que me
quitas el aliento, mujer. ―Pasó
el pulgar a través de la tentadora línea de su mandíbula―. Acaríciame
con tu mano mientras me sigues chupando.
―¿Así?
―Ella
bombeó su eje desde la raíz a medio camino hacia arriba de la longitud un par
de veces.
―No
tan apretado. Así. Cristo. Así. Oh, joder, exactamente
así.
Cuando
miley metió su boca en el juego junto a sus manos, la caliente y mojada succión
se concentró en la sensible cabeza de su polla, él comenzó a bombear las
caderas, necesitando esta sumisión de parte de ella. Enredó los dedos en su
suave cabello y la agradable esencia de flores empapadas por la lluvia, un
aroma únicamente suyo, llenó sus pulmones.
―Dios,
tu boca es tan… Estoy casi allí. Más rápido. Sí. Vamos, vamos, vamos. Mierda.
Aquí está, abre, más grande, ahh, sí. Chupa. Más. Más duro. ―nick se resistió a empujar más profundo en su garganta soltándole el pelo y
apretando los puños a sus lados. Su cabeza cayó hacia atrás mientras un fuego
líquido salía disparado desde sus bolas hacia arriba de su eje palpitante. La
polla se sacudió con calientes chorros sobre su lengua que se deslizaban hacia
abajo de su garganta mientras ella tragaba cada gota.
Puro
cielo.
Después
de que el último impulso terminó, miley le dejó salirse de su boca. Ella
acarició con la nariz su muslo y besó la vulnerable piel entre los huesos de su
cadera restregándose la mejilla contra la parte interior de su otra pierna.
―miley.
―Hmm.
Él
la miró cuando ella inclinó la cabeza hacia arriba para mirarlo. ―Eres
hermosa.
Sus
labios estaban más llenos, más rojos, y maduro por los besos. También estaban
curvados en lo que se parecía a una sonrisa satisfecha.
―¿Por
qué estás sonriéndome afectadamente?
―Porque
nunca me gustó hacer esto antes. Nunca pensé que fuera muy buena en eso.
Él
murmuró:
―Tengo
que disentir.
―Fue
diferente contigo, nick.
―¿Por
qué piensas que lo fue, cariño?
―Porque
tú me dijiste exactamente lo que querías.
―¿Eso
es todo?
Ella
pensó en eso y negó con la cabeza.
―No
pierdes nada siendo honesta.
―La
verdad es que chuparte, volviéndote un poco loco, sabiendo que estaba tomándote
allí fue tan excitante para mí como lo fue para ti.
Su
admisión lo hizo sonreír como un desquiciado.
―¿Todavía
estás excitada?
―Increíblemente.
Él
la levantó sobre sus pies. Ella insistió en ayudarlo a acomodar sus ropas, no
en una forma sexual, sino en una forma dulcemente íntima. Abotonando, alisando,
enderezando su camisa sobre su pecho. El tipo de meticulosos movimientos que
una esposa podría realizar con su marido.
nick soltó con voz ronca:
―Ven
aquí. ―Él
apoyó las manos en su culo para asegurarse que ella permaneciera en su sitio.
Se tomó su tiempo besándola, amando la manera en que ella inconscientemente se
rozaba y arqueaba contra él. Después de complacerse a sí mismo con una profunda
degustación de su demasiado-tentador-cuello, le susurró―, Quiero
que te imagines todos los lugares donde voy a tocarte esta noche cuando
llegamos a casa. Como me plazca. Donde me plazca. Tanto como me plazca. ¿Te
preguntas dónde comenzaré?
―Sí.
―Podría
ser extendiéndote a través de la parte trasera del sofá y lamiéndote desde
aquí… ―nick corrió sus pulgares desde su coxis para arriba hacia su nuca―,
…hasta aquí.
Ella
se estremeció y liberó un diminuto gemido.
―Tal
vez comenzaré mordisqueando tus dedos. O tal vez estaré desesperado por sentir
tu bonito coño apretando mi polla que te clavará contra el suelo del corredor y
te follará hasta la inconsciencia. Allí mismo sobre esa alfombra floreada. ―Él
susurró en su oído―.
No importa qué escenario escoja, miley, recuerda que yo decido cuándo te
corres. No tú.
―Oh.
―Puedo
decirte que quiero que te corras ahora mismo. ¿No puedes casi sentir mis dedos
acariciando tu húmedo coño? ¿Uno, luego dos empujando profundamente? ¿A ti
montando mi mano mientras la palma está provocando a tu clítoris? ¿A tus
gemidos suplicándome a ir más deprisa, a presionar más duro, a hundirme más
profundo? ―Sus
dientes ligeramente rasparon la parte exterior de su oreja―.
¿Estás palpitando entre tus piernas?
―Dios.
nick. Por favor.
―Pronto.
Pero no te escabullas al cuarto de baño para correrte por ti misma porque lo
sabré. Y no seré un excursionista feliz, cariño, porque quiero que esté bien
cebada para todo lo que puedo darte esta noche. Prométeme.
miley jadeó en contra de su cuello. Él la oyó tragar saliva.
―Lo prometo.
―Bien.
La
piel de miley estaba tan hipersensible que temía que un solo toque, incluso un
accidental roce del calloso dedo de nick la enviara disparatadamente dentro de
un orgasmo. En público.
Su
primer pensamiento fue poner distancia entre ellos. Tomar a Eliza y sacar de
entre manos una excusa para irse. Dado que nick tenía que descargar a los
caballos con Colt antes de volver a casa, ella tendría tiempo para encontrar
una apariencia de compostura antes de que el hombre se dispusiera a abatirla
otra vez.
―¿miley?
Ella
pestañeó.
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