Lo fulminé con la mirada, frunciéndole el ceño; pero al
parecer, él buscaba a alguien, sus ojos iban de aquí para allá examinando cada
rostro y su cabeza se levantaba por encima de los demás queriendo encontrar a
ese alguien. ¿A quién estaría buscando? ¿Justo aquí? ¿En el mismo lugar en el
que yo estaba?
Me tambaleé de nuevo hasta la barra, en
donde había dejado mi morral y traté de ignorar todos los perturbantes
sentimientos que me embargaron al ver a nick allí.
-¡Hey! ¡Tú!-llamé a Gaspar y rebusqué
entre mi bolsa mi cartera para pagar la cuenta; el joven se acercó-. ¿Cuánto
es?-la voz que salía de mi boca me era desconocida.
-Eemm…-murmuró.
-¿Me los vas a regalar?-pregunté y luego me reí.
-¡miley! ¡¿Qué demonios…?!-la melodiosa voz de nick llegó hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos abiertos de par en par.
-¿Tú?-le miré- ¿Tú qué haces aquí?-hice ademán de levantarme de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que sostenerme de la barra.
nick me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.
-Eemm…-murmuró.
-¿Me los vas a regalar?-pregunté y luego me reí.
-¡miley! ¡¿Qué demonios…?!-la melodiosa voz de nick llegó hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos abiertos de par en par.
-¿Tú?-le miré- ¿Tú qué haces aquí?-hice ademán de levantarme de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que sostenerme de la barra.
nick me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.
-Usted señor, no tiene por qué
tocarme-retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.
-Será mejor que nos vayamos, miley. Gaspar-sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra-, quédate con el cambio. Gracias por llamarme.
-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?-le miré, aun ceñuda y con voz torpe.
-Vámonos, miley.
-Pues yo no me quiero ir-rezongué y luego me crucé de brazos.
-No seas ridícula, miley. Vámonos-me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré-me advirtió y me miró serio.
-Será mejor que nos vayamos, miley. Gaspar-sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra-, quédate con el cambio. Gracias por llamarme.
-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?-le miré, aun ceñuda y con voz torpe.
-Vámonos, miley.
-Pues yo no me quiero ir-rezongué y luego me crucé de brazos.
-No seas ridícula, miley. Vámonos-me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré-me advirtió y me miró serio.
Nos quedamos mirándonos por un buen
rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en
esos bellos ojos color miel, protagonista de mis sueños.
-De acuerdo-farfullé-. Tú ganas.
Siempre ganas-hice un mohín y luego me dí la media vuelta para dirigirme a la
salida; algo que hizo que me mareara.
Pude sentir una firme y fuerte mano
sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel
se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso,
incluso ebria y torpe, nick provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño
mentalmente.
Cuando llegamos afuera, después de
esquivar a toda la gente y que, el aire me movió los cabellos, quité de un
tirón su mano en mi cintura y le miré ceñuda.
-¿Qué pretendes, Bieber?-mi voz me
parecía incluso más torpe.
-Sacarte de aquí sana y salva, vámonos-me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.
-No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.
-miley, por favor, sube-me rogó, serio.
-Sacarte de aquí sana y salva, vámonos-me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.
-No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.
-miley, por favor, sube-me rogó, serio.
Me giré y comencé a caminar con pasos
torpes, sintiendo aun cómo el suelo bailaba bajo mis pies.
-¡miley!-exclamó, ordenando que
parara, pero lo ignoré- No seas terca.
Seguí caminando, o al menos lo
intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos
fuertes y dulces brazos me elevaron.
-¿Qué haces? ¡Suéltame!-intenté luchar-
¡Bieber, déjame!-pero mis intentos fueron sólo fracasos.
nick caminó los pocos metros hasta su
auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a
flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media
parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura
aun estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la
puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me
depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el
cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.
-No soy un bebé-mascullé.
Entonces me miró, su bello rostro
estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus
ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas
del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.
-No seas tan terca, miley, por
favor-musitó y su aliento cálido se metió por nariz, mandando al demonio todas
las barreas que quise construir contra él.
Miró mis labios, pude notarlo y luego
pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió
entre las partículas de aire.
Cerró la puerta con cuidado y luego
caminó hasta el otro asiento del auto y subió. Aquella noche había luna nueva,
por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria
calle de Venecia.
Encendió el motor del auto, y el suave
ronroneo interrumpió la tranquilidad y el silencio.
-Puedo acusarte de rapto-farfullé, aun
con esa voz torpe y ronca que salía de mí dentro.
Él rió por lo bajo, pero siguió
conduciendo sin hablar. Crucé los brazos sobre el pecho y fruncí el ceño.
-Puedo cuidarme sola, no necesito una
niñera-volví a soltar.
-¿Vas a decirme todo el camino lo que puedes hacer y no haces?-inquirió, con voz serena.
-¿Vas a decirme todo el camino lo que puedes hacer y no haces?-inquirió, con voz serena.
Lo fulminé con la mirada mientras la
luz de las lámparas caminaba sobre nuestros rostros y luego se iba. Su vista
aun estaba puesta hacía el frente.
-Normalmente no eres así conmigo-me
dijo-, no cabe duda de que estás ebria.
-Pues vete dando cuenta, Bieber-mascullé-; no todo debe de ser como tú deseas.
-¿Eso qué quiere decir?
-Que te odio-dije, mi labio inferior sobresalía un poco.
-Pues vete dando cuenta, Bieber-mascullé-; no todo debe de ser como tú deseas.
-¿Eso qué quiere decir?
-Que te odio-dije, mi labio inferior sobresalía un poco.
Pensé que se iba a reír, tomándolo como
un chiste debido a mi estado etílico; pero no. me miró con el ceño fruncido,
intrigado.
-¿Qué? ¿Por qué me odias?-preguntó.
-Ahora te haces el inocente-la voz ronca se me quebró y él me miró aun más intrigado, preocupado también.
-Ahora te haces el inocente-la voz ronca se me quebró y él me miró aun más intrigado, preocupado también.
Estacionó el auto con un movimiento
rápido del volante que hizo que se me revolviera el estómago. Luego me miró.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso?-inquirió,
escrutándome con la mirada, evidentemente sorprendido y preocupado.
-Por favor, nick; no me digas que eres tan estúpido que no te das cuenta-la temblorosa voz se hizo un hilo y las lágrimas salieron finas y delicadas de mis ojos.
-Por favor, nick; no me digas que eres tan estúpido que no te das cuenta-la temblorosa voz se hizo un hilo y las lágrimas salieron finas y delicadas de mis ojos.
-¿Cuenta de qué?
-De nada, no importa-mascullé.
-miley, dime qué te hice-esa no era una pregunta, sino una orden.
No contesté y seguí mirando hacía el frente, a través del parabrisas del auto, contemplando la inmensidad de la oscuridad y con los ojos empañados aun.
-¿No vas a decirme?-insistió y lo ignoré.
¿Qué sentido tenía decirle que lo amaba si su corazón estaba atado junto al de alguien más? Era estúpido, justo como esta misma situación.
Después de esperar algunos segundos y ver que mi silencio persistía, se recargó de nuevo en su asiento y luego suspiró. Encendió el auto de nuevo y lo puso en marcha.
Seguro me veía estúpida, porque así me sentía. Dejé que las lágrimas cayeran en silencio, porque ninguno de los dos dijo nada. Miré por la ventanilla del auto y a pesar de que estaba ebria, podía recordar el camino de regreso al departamento de selena; y este no era. Pero no le tomé importancia, porque a pesar de todo, me sentía segura con nick a mi lado.
Recargué la cabeza en el asiento y luego cerré los ojos, repentinamente cansada; quizá la rabieta de niña pequeña que había hecho minutos antes me había robado la suficiente energía como para hacerme caer en la inconciencia.
1 comentario:
hahaha Miley se puso borracha, grrr todo por un estupido maldito
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