viernes, 30 de marzo de 2012

the manual of the forbidden- capi- 57




-Si se pregunta cómo conseguimos su teléfono y su nombre, pues déjeme decirle que tiene un amigo muy… insistente –soltó una risita gutural.

Me quedé en silencio por un momento, sintiendo cómo encajaban todas las piezas del asunto de liam. Él había tomado una de mis fotos ayer, y ese mismo día la había llevado con Thomas Blade –una persona que jamás me había visto pero que tenía que ver conmigo- para que me diera la oportunidad de una exposición de arte, de fotografías. Por eso no quería decirme, por eso esa mirada misteriosa cuando vio el sobre… mataría a liam.

-Es usted muy callada, señorita cyrus –bromeó Blade soltando otra risita.
-Lo siento. Disculpe, esa foto no debió de salir de mi casa, es un error –farfullé, ¿cómo iba a hacer una exposición de todas las fotografías que tenía de nick? Ni que estuviera loca.
-¿Por qué no viene y lo hablamos? Y traiga las demás fotografías. Es una oportunidad excelente, ¿la va a dejar pasar? –me tentó.

Me mordí el labio inferior, vacilante.

-¿Señorita cyrus? –insistió.

-Llego en una hora, ¿le parece? –dije, dándome por vencida.
-Perfecto. Hasta pronto, entonces.

Trunqué la llamada de manera brusca y me llevé las manos a la cara. Ahora además de “roba novios” me volvería una asesina. liam me las pagaría, pero antes tenía que recuperar mi foto.

Me dirigí al estante de libros y tomé el sobre de fotos, lo introduje en mi morral y salí directo a aquel edificio en el que había estado ayer. Mientras iba, pensaba en la posibilidad de aceptar la oferta de Blade. Exponer mis fotografías en un salón inmenso, mientras ofrecían aperitivos elegantes a la gente que admiraba mi trabajo era el deseo que tenía desde que empecé a dedicarme a la fotografía; el deseo de todo fotógrafo profesional que dispara su lente para encontrar la belleza en este mundo. Pero existía otro lado de la moneda. La parte oscura del sueño.

No podía exhibirle a medio mundo mi… mi… ¡ni siquiera sabía qué era! Simplemente no podía exponer esas fotos. ¿Qué pensaría selena si se enterara? Si hubiese una remota posibilidad de perdón, seguro desaparecería. O nick, a lo mejor creería que lo había utilizado. Ya no podía ser más mala de lo que ya me sentía, ya no soportaría que me catalogaran así.

Caminando, hice un poco más de una hora y cuando llegué, inmediatamente recordé la ubicación de su oficina, a donde liam había ido el día anterior. Me dirigí hasta allá y le sonreí a la señorita tras el escritorio. Una muchacha menuda como de unos dieciocho años.

-Hola, soy Miley Cyrus, vengo a ver a Blade –anuncié.
-Miley Cyrus, claro. Permíteme tantito –me sonrió y descolgó la bocina del teléfono y en un susurro parloteó algo que no pude entender; luego colgó y me sonrió-. Pasa, te está esperando.
-Gracias –le devolví la sonrisa de manera fugaz y luego entré a la oficina.

Al instante, el olor a pino fresco me rozó la nariz, haciéndome arrugarla levemente. Había visto su fotografía en Internet, pero sin duda de eso ya había pasado algún tiempo. Era un sujeto con escaso pelo, ahora ya gris; su rostro robusto estaba cubierto de una piel expuesta bastante al sol. Me sonrió.

-Miley cyrus –se levantó-. Qué placer me da conocerte –me extendió la mano y la tomé, recelosa, con mi ceño ligeramente fruncido-. Siéntate, por favor.

La silla rechinó en el suelo cuando así lo hice.

-Señor Blade… –empecé.
-Thomas, por favor –me interrumpió, afable.
-Bien, Thomas. Esa fotografía no debió llegar a usted, es que…
-¿Cómo que no? –se echó para atrás, como sorprendido.
-Es que esa foto era… –luché con mi fuero interno para no decir “prohibida” y buscar la palabra adecuada- era…
-¿Fenomenal? ¿Excelente? ¿Maravillosa? ¿Cautivadora? –me interrumpió, de nuevo.

Y a pesar de todo lo que dijo, aquello no se acercaba ni un poco al significado que yo le daba.
Me reí.

-No, es que… –resoplé, frustrándome- Esa foto es personal.
-Piénsalo, sería una bellísima exposición fotográfica –gesticuló, como imaginándose la escena, ignorando mi comentario. Luego de un segundo, me miró-. Y sin duda sería una gran oportunidad para ti. No me digas que no es lo que quieres. Todo fotógrafo lo quiere –presionó, y tenía razón.
-¿Qué fotografía le dio liam? –inquirí, quería saber cuál era la imagen que le había fascinado tanto.
Suspiró al verme renuente, luego se levantó de su silla de cuero y fue por una carpeta azul de su archivero. Volvió a sentarse y me dio el folder. Lo tomé y luego lo abrí. El corazón se me expandió por todo el pecho y el estómago se me encogió. Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de tantas imágenes que no había visto hace tiempo. El hermoso rostro de nick exponía su perfil izquierdo, y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos. Era hermoso.
-No sé si vea lo mismo que yo veo en esa foto –me dijo Blade-. Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarles a mis hijas en las noches. No sé si me doy a entender –juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él-. Me gustaría ver todas, por favor.

Entonces lo miré. Luego saqué de mi morral el sobre que contenía las demás, y aun medio vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Blade.

Él me sonrió y luego abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía pero no estaba segura de hacerlo. selena y nick y vinieron a mi cabeza. Si de alguna manera se dieran cuenta, ¿cuál sería su reacción? ¿lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo nick, él es quien aparece en las fotos y… ¡nick! Por un momento pude ver una cara de la moneda que no había visto.

Si nick llegase a saber, ¿vendría a buscarme? Al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo… 

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