interior, en donde la suela de mis converse rechinaron sobre
el piso recién encerado.
Nos acercamos a la recepcionista, quien con una sonrisa amable nos dio las buenas tardes.
-Hola, tenemos una cita con la señorita González, es para las fotos de la presentación de James Blunt –dijo liam, con todo ese profesionalismo que usaba en el trabajo.
-Oh, claro –dijo la señorita-. Por ese pasillo, en la tercera puerta –señaló a su derecha.
-Gracias –sonrió liam y me hizo seguirlo hasta donde nos habían mandado.
Al ver los cuadros en la pared y las placas en las distintas puertas, me percaté de que este no era sólo un lugar en donde se editaba la revista más vendida de la ciudad, sino que, había muchas más personas dedicadas al arte en distintos aspectos.
Paré cuando liam también lo hizo. La secretaria que se encontraba afuera de la tercera puerta acomodaba unos papeles en un folder.
-Hola, tenemos una cita con la señora González –informó liam y la pelirroja, Roxanne, según decía su gafete de identificación, lo miró.
-¿Son las fotos de James? –preguntó.
-Sí.
-Oh, tomen asiento, en seguida los atiende –nos invitó a acomodarnos en el sillón de cuero negro que se recargaba sobre la pared paralela.
-Gracias –dijo liam.
Nos fuimos a sentar y oí cómo el cuero rechinó cuando dejamos caer nuestro peso. liam miraba hacía el otro pasillo, que cruzaba perpendicular con el que estábamos nosotros. Miraba tanto que me hizo preguntar.
-¿A quién buscas? –bromeé.
-¿Eh? –me miró- A nadie, espera un segundo, enseguida vuelvo. Si nos llaman, métete sin mí –me dijo y se paró del sofá, tomando entre sus manos una carpeta azul que sacó de su valija y caminando hasta donde tanto miraba para perderse luego de mi vista.
liam a veces podría llegar a ser muy extraño.
Suspiré allí, hundida en el cuero negro del sofá, aburrida. Mi mente no dejaba de rondar en torno al país lejano.
Observé a Roxanne musitar algo en el teléfono y luego lo colgó. Me miró.
-Pasa –me sonrió.
¿A dónde había ido liam? Suspiré de nuevo y tomé las fotografías que estaban a mi lado, luego me encaminé hasta la oficina de la señora González, la editora.
Abrí la puerta con algo de recelo, repentinamente sin liam no me sentía muy segura de algo que ya había hecho centenar de veces.
Tras el escritorio de roble, había una señora con el pelo cobrizo, enrulado hasta los hombros. Los ojos remarcados con lápiz negro y los labios pintados de un rosa pálido. Las arrugas en su piel se hicieron más notorias cuando esbozó una sonrisa.
-Pasa, corazón –dijo amable-. ¿Dónde está el señor Martínez? –preguntó al notar que venía sola.
-Lo mismo me pregunto. Salió casi corriendo hacía el pasillo continuo –me encogí de hombros y ella rió.
-Bueno, muéstrame el trabajo que hicieron –me hizo un gesto con la mano para que me acercara y me sentara en una de las sillas frente a su escritorio.
Caminé hasta ella y me senté, entregándole el sobre de fotografías. Ella las sacó del sobre y comenzó a mirarlas.
¿A dónde habrá ido liam? ¿Qué era tan importante como para dejarme sola en esto? A menos de que fuera algo de lo que no quería que me enterara. Sacudí levemente la cabeza. Me estaba volviendo una paranoica. Pero liam me daría una explicación.
Posé mi vista en la placa de metal dorado que estaba frente a mí y la leí pasivamente. Katharine González, Editora de la “Notes”. Mantuve mi vista sobre la placa, mientras que la señora González revisaba las fotografías y asentía en gesto de conformidad.
-Son muy buenas fotografías –dijo y luego me sonrió, mostrándome de nuevo todas esas arruguitas-. Hacen un muy buen trabajo –abrió su cajón derecho y sacó de allí un recibo. Garabateó en él con un bolígrafo y luego me lo pasó-. Dile a Roxxane que te selle esto y que te diga dónde cobrarlo.
Miré el papel, era el pago por nuestro trabajo. Las cejas se me elevaron al ver la cantidad.
-Fue un placer trabajar con ustedes –se levantó y yo hice lo mismo, luego me tendió la mano.
-Igualmente –le sonreí.
Salí de aquella oficina y al salir vi a liam, que apenas venía llegando.
-¿Ya pasaste? –me preguntó.
Asentí con la cabeza una sola vez y luego me giré hacía Roxxane.
-¿Podrías…?
-Oh, claro –tomó el papel y lo selló y luego de firmarlo también me lo devolvió-. Lo cobras al fondo del otro pasillo –me regaló una sonrisa con sus potentes labios rojos.
-Gracias.
liam se acercó y tomó el papel.
Nos acercamos a la recepcionista, quien con una sonrisa amable nos dio las buenas tardes.
-Hola, tenemos una cita con la señorita González, es para las fotos de la presentación de James Blunt –dijo liam, con todo ese profesionalismo que usaba en el trabajo.
-Oh, claro –dijo la señorita-. Por ese pasillo, en la tercera puerta –señaló a su derecha.
-Gracias –sonrió liam y me hizo seguirlo hasta donde nos habían mandado.
Al ver los cuadros en la pared y las placas en las distintas puertas, me percaté de que este no era sólo un lugar en donde se editaba la revista más vendida de la ciudad, sino que, había muchas más personas dedicadas al arte en distintos aspectos.
Paré cuando liam también lo hizo. La secretaria que se encontraba afuera de la tercera puerta acomodaba unos papeles en un folder.
-Hola, tenemos una cita con la señora González –informó liam y la pelirroja, Roxanne, según decía su gafete de identificación, lo miró.
-¿Son las fotos de James? –preguntó.
-Sí.
-Oh, tomen asiento, en seguida los atiende –nos invitó a acomodarnos en el sillón de cuero negro que se recargaba sobre la pared paralela.
-Gracias –dijo liam.
Nos fuimos a sentar y oí cómo el cuero rechinó cuando dejamos caer nuestro peso. liam miraba hacía el otro pasillo, que cruzaba perpendicular con el que estábamos nosotros. Miraba tanto que me hizo preguntar.
-¿A quién buscas? –bromeé.
-¿Eh? –me miró- A nadie, espera un segundo, enseguida vuelvo. Si nos llaman, métete sin mí –me dijo y se paró del sofá, tomando entre sus manos una carpeta azul que sacó de su valija y caminando hasta donde tanto miraba para perderse luego de mi vista.
liam a veces podría llegar a ser muy extraño.
Suspiré allí, hundida en el cuero negro del sofá, aburrida. Mi mente no dejaba de rondar en torno al país lejano.
Observé a Roxanne musitar algo en el teléfono y luego lo colgó. Me miró.
-Pasa –me sonrió.
¿A dónde había ido liam? Suspiré de nuevo y tomé las fotografías que estaban a mi lado, luego me encaminé hasta la oficina de la señora González, la editora.
Abrí la puerta con algo de recelo, repentinamente sin liam no me sentía muy segura de algo que ya había hecho centenar de veces.
Tras el escritorio de roble, había una señora con el pelo cobrizo, enrulado hasta los hombros. Los ojos remarcados con lápiz negro y los labios pintados de un rosa pálido. Las arrugas en su piel se hicieron más notorias cuando esbozó una sonrisa.
-Pasa, corazón –dijo amable-. ¿Dónde está el señor Martínez? –preguntó al notar que venía sola.
-Lo mismo me pregunto. Salió casi corriendo hacía el pasillo continuo –me encogí de hombros y ella rió.
-Bueno, muéstrame el trabajo que hicieron –me hizo un gesto con la mano para que me acercara y me sentara en una de las sillas frente a su escritorio.
Caminé hasta ella y me senté, entregándole el sobre de fotografías. Ella las sacó del sobre y comenzó a mirarlas.
¿A dónde habrá ido liam? ¿Qué era tan importante como para dejarme sola en esto? A menos de que fuera algo de lo que no quería que me enterara. Sacudí levemente la cabeza. Me estaba volviendo una paranoica. Pero liam me daría una explicación.
Posé mi vista en la placa de metal dorado que estaba frente a mí y la leí pasivamente. Katharine González, Editora de la “Notes”. Mantuve mi vista sobre la placa, mientras que la señora González revisaba las fotografías y asentía en gesto de conformidad.
-Son muy buenas fotografías –dijo y luego me sonrió, mostrándome de nuevo todas esas arruguitas-. Hacen un muy buen trabajo –abrió su cajón derecho y sacó de allí un recibo. Garabateó en él con un bolígrafo y luego me lo pasó-. Dile a Roxxane que te selle esto y que te diga dónde cobrarlo.
Miré el papel, era el pago por nuestro trabajo. Las cejas se me elevaron al ver la cantidad.
-Fue un placer trabajar con ustedes –se levantó y yo hice lo mismo, luego me tendió la mano.
-Igualmente –le sonreí.
Salí de aquella oficina y al salir vi a liam, que apenas venía llegando.
-¿Ya pasaste? –me preguntó.
Asentí con la cabeza una sola vez y luego me giré hacía Roxxane.
-¿Podrías…?
-Oh, claro –tomó el papel y lo selló y luego de firmarlo también me lo devolvió-. Lo cobras al fondo del otro pasillo –me regaló una sonrisa con sus potentes labios rojos.
-Gracias.
liam se acercó y tomó el papel.
-¡Vaya! ¿Todo eso para nosotros? –dijo, mirando la cantidad que
nos pagarían.
-La mitad para cada quien –reí, mientras caminábamos hacía el pasillo opuesto-. Por cierto, ¿a dónde fuiste?
-¿Eh? –conocía esa expresión de desentendimiento que ponía cada vez que no quería decir algo.
Entonces la incertidumbre me recorrió el cuerpo.
-La mitad para cada quien –reí, mientras caminábamos hacía el pasillo opuesto-. Por cierto, ¿a dónde fuiste?
-¿Eh? –conocía esa expresión de desentendimiento que ponía cada vez que no quería decir algo.
Entonces la incertidumbre me recorrió el cuerpo.
1 comentario:
meeee encantooo el capis tenes que segurila rapidoo plis!!! besitoss
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