domingo, 18 de marzo de 2012

the manual of the forbidden- capi- 37




-Te amo, nick-susurró en su oído y yo deseé con un fervor descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.

Pero él no dijo nada, esbozó una pequeña sonrisa y volvió a besar la frente de selena. En serio, lo odiaba.

Luego selena se giró hacía mí y me sonrió, con esas sonrisas que me había estado dando últimamente.

-Te voy a extrañar-le repetí, porque era lo único honesto que había en mí-. Cuídate mucho.
-También tú. Dos días se pasan rápido-me dijo.

Le sonreí y luego, nicky yo la vimos subir a la camioneta.

-Nos vemos en dos días-nos dijo y se despidió con un gesto de mano.

nick y yo miramos la camioneta hasta que se perdió entre las calles oscuras.

Cerré los ojos por un instante hasta que la voz de nick me hizo abrirlos de nuevo.

-¿Volvemos al departamento?-preguntó, cínico.

Pero yo no debía de estar con nick, ni siquiera verle durantes estos dos días. selena se merecía respeto y era lo que al menos le daría.

- nick, estoy muy cansada. Quiero subir y tirarme a dormir-dije-. Disculpa.
-No, no hay problema. Descansa. Nos vemos mañana-me sonrió y algo en su confianza de que nos veríamos el siguiente día me hizo creerlo.
-Adiós-musité y sin mirarle más subí hasta el departamento.

Al instante en el que entré, el lugar ya no era el mismo. Se supone que ya debería de haberme acostumbrado a pasar las horas sola, pero ahora por alguna razón era distinto.

Y ahora allí, la imagen de ellos dos besándose, no se borraba de mi mente y la estaca tampoco de mi corazón; tenía que luchar contra ese recuerdo, ahogarlo en algún agujero de mi mente y así llevarlo al olvido; pero entre más luchaba más perdía y éstos se volvían más nítidos en mi cabeza.

Me dolía bastante y no entendía cómo es que tanto dolor podía caber en mi corazón; aun cuando éste ya no lo soportara, era algo que seguía acumulándose más y más cada vez hasta volver el corazón un órgano pesado y luego lo desplomaba hasta mis pies, dejando así sólo un espacio vacío en la cavidad de mi pecho. Y dolía, dolía bastante.

Había amanecido rogándole a Dios no toparme con nick, hasta ahora, casi medio día, él no había dado señal alguna de vida. Decidí salir, así, si nick me buscaba no me encontraría en el departamento. Apagué también mi celular, sólo por si acaso.

El aire fresco me pegó en la cara, mientras intentaba resguardar mis manos en los bolsillos de mi abrigo. Había empezado el mes de Diciembre y con él, el frío austral. Caminé por calles que ya conocía y llegué a lugares familiares en los que ya había estado antes degustando su comida. La tarde se pasó así, pero el dolor del día anterior aun estaba allí, en alguna parte de mi interior, esperando cualquier descuido mío para vencerme. La curiosidad me invadió de pronto al recordar a selena, y en un intento de descifrar ese dilema, prendí mi móvil y marqué el número de joe.

-¿Aló?
-joe, hola-musité.
-Hola, miley.
-¿Tienes tiempo para hablar?
-Claro, ¿qué pasa?
-Es lo que yo quiero saber, joe. Pasa algo con selena, yo lo sé. La escuché el otro día hablando contigo en la madrugada-confesé.
-Oh…-hubo un silencio después de su exclamación. Los silencios así nunca son buenos.
-¿joe? Sí sabes algo, dímelo, por favor-supliqué.
-Está preocupada-dijo, con voz ronca.
-¿Preocupada de qué?
-miley, ella no es tonta. Los cambios en la actitud de nick la lastiman.
-¿Qué quieres decir?-pregunté, estaba al borde de caer en la confusión.
-Que ella se da cuenta de que nick ya no es el mismo. De que su cariño parece acabarse y pertenecerle a alguien más.

Abrí los ojos como platos.

-¿Alguien más?-tragué saliva.
-nick te presta más atención que a su misma novia, miley. Eso es muy obvio-dijo, con voz severa.
-Pero…-no daba crédito a lo que mis oídos escuchaban, aun cuando ya me lo imaginaba-. Yo no…-balbuceé
-Escucha, miley. Sé que eres una buena persona, sé que serías incapaz de dañar a tu mejor amiga, y conozco también a nick, el jamás dañaría intencionalmente a una persona. Pero juntos, parece que se les olvida eso-me reprendió.
-Pero yo no…
-Sólo te pido que no la dañes-me interrumpió-. Ella se fue porque le aseguré que no era nada malo, que nick tenía momentos así y la convencí de que ese viaje le relajaría, le dije que no pensara en eso.
-¿No le dijiste que…?
-Por supuesto que no. Pero te suplico, que no le hagan daño, la última vez fueron muy obvios.
-¿La última vez?
-El domingo, selena me dijo que los vio bailando y eso derramó las especulaciones que ella misma se estaba negando en formar. Ella asegura que nick parecía más feliz bailando contigo que… con ella.
-¿Qué… qué le dijiste?-pregunté, con el corazón en pedazos.
-Que estaba loca. Pero ten en cuenta lo que te dije a ti, miley. ¿Qué vale más? ¿Una amistad de casi toda la vida ó un amor prohibido?

Guardé silencio, la respuesta era muy obvia. selena era como mi hermana.

-Tengo que colgar-me avisó-. Espero que no hagas nada malo o dejes que suceda algo así.
-Gracias. joe.
-No sé supone que debía de habértelo dicho, pero selena me…-se quedó en silencio.
-Lo entiendo, gracias-repetí, con el hilo de voz que apenas y me salía.

Trunqué la llamada y al instante, me percaté de que tenía una perdida. Era de nick. El corazón me rogó adolorido que lo ayudara. Sufría, sufría bastante. Apagué el móvil antes de que una llamada volviera a entrar y lo escondí al final de mi bolsa.

Esto estaba muy mal y era una carga que no podía soportar. Caminé queriendo perderme, deseaba tontamente que mis pies se despegaran del cemento y me llevaran volando hasta otro planeta, desaparecer.

La tarde pintó su crepúsculo y antes de que el sol se ocultara, su luz anaranjada iluminaba un lugar en el que había parado mis pies. Reconocí aquel sitio y el recuerdo me trajo a nick a la cabeza. Era el bar-café al que él me había llevado el día del cumpleaños de su amigo Gaspar.

Yo odiaba esos lugares, pero ahora, lo único que me pasaba por la cabeza, además de nick y el dolor que todo esto me producía, era conseguir una manera de terminar con él. Me armé de un valor que no me conocía y arrastré mis pies hasta el interior.

Cuando me hube adentrado, caminé esquivando a todos los demás que bailaban al ritmo de la escandalosa música y llegué hasta la barra. El joven rubio detrás de ella, al mirarme me reconoció.

-¡miley, la amiga de nick!-elevó la voz para que pudiese oírlo y lo único en lo que encontré significado en esa frase fue en el nombre de él.
-Hola, Gaspar-farfullé, sentándome en una de las sillas al borde de la barra.
-¿Te sirvo algo?
-¿Qué tienes para perder la conciencia?-pregunté y el río.
-Creí que no tomabas alcohol.
-Sólo dame algo que me sirva para olvidar-ordené, frustrada.
-Subito-dijo, alzando las cejas y luego me dio la espalda para recopilar varias botellas del estante.

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