domingo, 18 de marzo de 2012

the manual of the forbidden- capi- 36

Me quedé allí traspuesta mirando la puerta de madera que se encontraba cerrada, preguntándome qué era lo que ocurría con selena. Qué había hablado con joe para que estuviera actuando de esta forma. O qué había visto ella anoche.

En definitiva, irme sería la mejor opción.

Fui a vestirme y decidí salir, necesitaba que alguien me escuchara y qué mejor que Ferni para ello. Garabateé en un papel una disculpa para selena, no estaría para la comida, y luego lo pegué en el refrigerador y salí por la misma puerta por la que ella había salido hace media hora.

Caminé hasta el laboratorio de fotografía de los Agnelli, viéndome los pies mientras lo hacía. Sabía que estaba hiriendo a selena, aunque ella no me dijera ni una palabra al respecto, la conocía bastante para saber que lo hacía; y eso no me lo podía permitir.

A los pocos minutos, divisé el laboratorio al otro lado de la calle, y corrí hacía él como si fuera alguna roca que me refugiara de la marea. Cuando entré y la oscuridad propia del lugar me acogió, visualicé dos figuras al fondo.

-¿Ferni?-pregunté.

Las figuras se movieron y cuando la escasa luz del exterior les dio en la cara reconocí a Chaz a lado de Ferni.

-¿Chaz?-inquirí, confundida.
-Hola, miley-me dijeron los dos al unisón.
-Con razón ya no te he visto-bromeé con el joven castaño e inmediatamente sus mejillas tomaron un color rosado claramente visible.

• • • • •

Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos, y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le faltaba a Chaz decidir qué día le pediría que fuera su novia.

Salté de mi asiento al percatarme de la hora.

-Demonios, es tardísimo-dije, levantándome de la silla mientras que Chaz y Ferni me miraron confundidos.
-¿Tarde para qué?-preguntó Chaz.
-El viaje de selena, ¿recuerdan?-les había contado la historia a la hora de la comida, Ferni me llenaba de consejos y Chaz resultó ser unos excelentes oídos.
-Oh, verdad.
-Habla con ella, miley. Una amistad se vuelve más sólida si ambas partes hablan de lo que les preocupa-me aconsejó Ferni, como toda la tarde lo había estado haciendo.

Era increíble cómo podía ella expresarse así, con tanta naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin duda era más madura, siempre lo he dicho.

-Gracias, Ferni. Espero tener el tiempo-miré el reloj-. Y si no me doy prisa, no podré despedirme.
-¡Suerte!-agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas a la puerta de salida.
-Hasta pronto, miley-dijo Chaz.

Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, sel tenía que partir antes de las nueve.

Mientras corría hacía mi destino, recordé a nick; él ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda sensación de malestar en el corazón.

Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que selena no se hubiese ido ya.

-¡sel, lamento…!-mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre selena y nick.
-¡miley! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías-la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de nick y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.

Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista. Una gota de agua salada cayó al hombro de selena, una lágrima que no pude reprimir.

-Oh, miley pero no llores, ó me harás llorar a mí-su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.

Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que sí sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto entre ellos dos.

Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en ella.

-Cuídate mucho, sel-murmuré-. Te voy a extrañar-aquello había sonado honesto, porque era verdad.
-Yo también-me dijo.

Luego, la mano de nick me acarició la espalda en busca de darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió. Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo amaba más de lo que podría llegar a odiarlo. No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.

-Te acompaño abajo-dijo él y luego tomó la pequeña maleta de selena, dejando mi espalda desprotegida de su calor-. ¿Vienes?-me preguntó a mí.

Asentí y entrelacé mi brazo al de selena, luego bajé la cabeza. Lo que menos necesitaba era que selena se fuera, aunque solo sea por dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.

Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador. Cuando llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la gente del señor Vittore ya esperaba por selena.

Ella dio un suspiro y luego se giró para ver a nick. Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que… suplicaban. Pero nick bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de su novia.

-Cuídate mucho, amor-le pidió.

El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de dolor al escuchar la última palabra. selena sonrió débilmente.

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