Me quedé allí traspuesta
mirando la puerta de madera que se encontraba cerrada, preguntándome qué era lo
que ocurría con selena. Qué había hablado con joe para que estuviera actuando
de esta forma. O qué había visto ella anoche.
En definitiva, irme sería la mejor opción.
Fui a vestirme y decidí salir, necesitaba que alguien
me escuchara y qué mejor que Ferni para ello. Garabateé en un papel una
disculpa para selena, no estaría para la comida, y luego lo pegué en el
refrigerador y salí por la misma puerta por la que ella había salido hace media
hora.
Caminé hasta el laboratorio de fotografía de los
Agnelli, viéndome los pies mientras lo hacía. Sabía que estaba hiriendo a
selena, aunque ella no me dijera ni una palabra al respecto, la conocía
bastante para saber que lo hacía; y eso no me lo podía permitir.
A los pocos minutos, divisé el laboratorio al otro
lado de la calle, y corrí hacía él como si fuera alguna roca que me refugiara
de la marea. Cuando entré y la oscuridad propia del lugar me acogió, visualicé
dos figuras al fondo.
-¿Ferni?-pregunté.
Las figuras se movieron y cuando la escasa luz del
exterior les dio en la cara reconocí a Chaz a lado de Ferni.
-¿Chaz?-inquirí, confundida.
-Hola, miley-me dijeron los dos al unisón.
-Con razón ya no te he visto-bromeé con el joven
castaño e inmediatamente sus mejillas tomaron un color rosado claramente
visible.
• • • • •
Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos,
y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le
faltaba a Chaz decidir qué día le pediría que fuera su novia.
Salté de mi asiento al percatarme de la hora.
-Demonios, es tardísimo-dije, levantándome de la silla
mientras que Chaz y Ferni me miraron confundidos.
-¿Tarde para qué?-preguntó Chaz.
-El viaje de selena, ¿recuerdan?-les había contado la
historia a la hora de la comida, Ferni me llenaba de consejos y Chaz resultó
ser unos excelentes oídos.
-Oh, verdad.
-Habla con ella, miley. Una amistad se vuelve más
sólida si ambas partes hablan de lo que les preocupa-me aconsejó Ferni, como
toda la tarde lo había estado haciendo.
Era increíble cómo podía ella expresarse así, con
tanta naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin
duda era más madura, siempre lo he dicho.
-Gracias, Ferni. Espero tener el tiempo-miré el
reloj-. Y si no me doy prisa, no podré despedirme.
-¡Suerte!-agitó la mano cuando me dirigí a grandes
zancadas a la puerta de salida.
-Hasta pronto, miley-dijo Chaz.
Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el
edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, sel tenía que partir antes de las nueve.
Mientras corría hacía mi destino, recordé a nick; él
ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su
velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre
ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una
aguda sensación de malestar en el corazón.
Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el
tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el
departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que selena no se
hubiese ido ya.
-¡sel, lamento…!-mi frase se quedó inconclusa porque
justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda
costa evitar. La despedida amorosa entre selena y nick.
-¡miley! Qué bueno que llegaste antes de que
partiera. Pensé que no vendrías-la broma no le salió como tal. Se deshizo del
abrazo de nick y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun
había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.
Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los
horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las
pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista. Una gota de agua
salada cayó al hombro de selena, una lágrima que no pude reprimir.
-Oh, miley pero no llores, ó me harás llorar a mí-su
tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.
Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen
pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que sí sentía
dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto
entre ellos dos.
Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso
en ella.
-Cuídate mucho, sel-murmuré-. Te voy a
extrañar-aquello había sonado honesto, porque era verdad.
-Yo también-me dijo.
Luego, la mano de nick me acarició la espalda en
busca de darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un
inexplicable rencor me invadió. Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo
amaba más de lo que podría llegar a odiarlo. No entendía cómo es que había
ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin
fondo y muy oscuro.
-Te acompaño abajo-dijo él y luego tomó la pequeña
maleta de selena, dejando mi espalda desprotegida de su calor-. ¿Vienes?-me
preguntó a mí.
Asentí y entrelacé mi brazo al de selena, luego bajé
la cabeza. Lo que menos necesitaba era que selena se fuera, aunque solo sea por
dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que
abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.
Bajamos por el ascensor, mientras que nadie
pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador.
Cuando llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de
la gente del señor Vittore ya esperaba por selena.
Ella dio un suspiro y luego se giró para ver a nick.
Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos,
parecía que… suplicaban. Pero nick bajó la mirada y exhaló despacio, luego
besó la frente de su novia.
-Cuídate mucho, amor-le pidió.
El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo
de dolor al escuchar la última palabra. selena sonrió débilmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario