viernes, 9 de marzo de 2012

Take me along niley -capi -11





¡El maravilloso tío bueno es un vampiro!
—¡No, no, no y no! —El cuerpo de miley era presa de continuos estremecimientos de terror y le estaba costando un esfuerzo supremo contener los chillidos—. ¿Vas a chuparme la sangre?
Él alzó una ceja en un gesto sarcástico.
—¿Es que tengo pinta de abogado?
miley ignoró el mordaz comentario.
—¿Vas a matarme?
Él soltó un suspiro exasperado y su rostro adoptó una expresión irritada.
—Si tuviese intención de hacerlo, ¿no crees que ya estarías muerta?
Se acercó a ella y le ofreció un amago de sonrisa maliciosa que miley reconoció como un intento de intimidación. Y vaya si funcionó.
Jonas alzó la mano que tenía libre para acariciarle la piel del cuello, bajo la que latía la yugular. El roce, ligero como una pluma, provocó una oleada de escalofríos por todo su cuerpo.
—Puestos a pensarlo, podría dejarte seca y después arrancarte la mano de un bocado, para librarme de ti.
Aterrorizada, abrió los ojos de par en par.
—Pero… estás de suerte; tampoco tengo intención de hacer eso.
—Deja el sarcasmo, ¿vale? —balbució con el corazón desbocado, ya que no estaba muy segura de que estuviese bromeando y de que en el momento menos pensado, se abalanzara sobre ella con el rostro desencajado y comenzara a chuparle la sangre—. Me resulta difícil hacer frente a esta situación. Ponte en mi lugar. Lo único que hice fue ir a casa de Roberta para sacar a su perro porque si no iba a hacerse pis en su cama. De ahí pasé a ser golpeada en la cabeza y he acabado encadenada a un vampiro. Perdóname si parezco un poco trastornada en este momento.
Para su sorpresa, jonas alzó una mano y dio un paso hacia atrás.
—Tienes razón. Supongo que no estás acostumbrada a que la gente te ataque sin motivo aparente.
Por su tono, miley supo que él —muy al contrario— tenía una amplia experiencia en encontrarse en medio de este tipo de situaciones.
jonas le respondió con una sonrisa forzada que no le llegó a los ojos.
—Si te sirve de consuelo, no me alimento de humanos.
Por alguna razón, la confesión sirvió para mejorar su ánimo. No es que acabara de creérselo pero, aun así, se sentía más tranquila.
—Entonces, ¿eres como Ángel?
Él puso los ojos en blanco.
—Ves demasiada televisión —murmuró y añadió en voz más alta—: Ángel tiene alma. Yo no.
—Me estás asustando de nuevo.
La expresión de su rostro indicó que estaba pensando en lo que le había dicho antes: «Nena, todavía no has visto nada escalofriante».
Volvió a mirar al pasillo.
—De acuerdo. Vamos a tener que salir corriendo antes de que el sol avance. —jonas le dedicó una mirada penetrante—. El problema más grave es que no sé adónde lleva este pasillo. En el caso de que nos condujera a un lugar al aire libre y sufriera una agonizante muerte por combustión espontánea, necesitaría que me hicieras un favor.
—¿Un favor? —preguntó con incredulidad. Desde luego qué cojo*nes tenía el tío. La intimidaba, la amenazaba ¿y se atrevía, después de todo, a pedirle un favor?—. Claro, ¿por qué no? —le preguntó.
Se quitó el anillo que llevaba en la mano derecha y se lo ofreció.
—Necesito que lo guardes y que busques un árbol.
miley miró el anillo con el ceño fruncido. Estaba rayado y tenía bastantes abolladuras, lo que indicaba que había sido bastante maltratado. O que la mano que adornaba había sufrido muchas vicisitudes.
Los rubíes se engarzaban en la parte superior y sostenían una espada de diamantes, rodeada por diminutas esmeraldas con forma de hojas de laurel y rematada por un zafiro a modo de corona. Estaba claro que era una joya antigua y muy valiosa. ¿Por qué se lo confiaba a ella? Sin saber muy bien qué hacer con él, se lo metió en el bolsillo de los vaqueros.
—¿Sirve cualquier árbol? —le preguntó.
—Cualquiera. Cuando estés debajo del árbol, pronuncia las siguientes palabras: «Artemisa, yo te invoco en tu forma humana».
—Artemis…
nick le puso la mano sobre los labios.
—Por Zeus, no lo digas hasta que yo haya desaparecido. Una vez hayas pronunciado las palabras, espera hasta aparezca una mujer pelirroja, muy alta, y le dices que necesitas protección frente a Desiderius.
Amanda arqueó una ceja.
—¿Quieres que invoque a una diosa para que me proteja?
—Si no lo haces, os atrapará a ti y a tu hermana.
—¿Es que te importa?
—Mi trabajo consiste en proteger a los humanos de los Daimons; eso es lo que hace un Cazador Oscuro. —Aunque había adoptado una expresión dura, sus ojos brillaban de un modo que le decía que tras aquella historia se ocultaba mucho más.
—¿Qué son los Daimons? —le preguntó.
—Son vampiros con sobredosis de esteroides y complejo de dioses. Prométeme que lo harás.
¿Por qué no? Era una petición muy extraña pero, teniendo en cuenta que estaba encadenada con unos grilletes a un vampiro, ¿quién era ella para decidir lo que era extraño y lo que no?
—Vale.
—Bien. Ahora, salgamos de aquí a toda prisa.
Antes de que pudiera contestar, nick agarró el grillete que rodeaba su muñeca y corrió hacia la derecha, siguiendo el pasillo. Mientras corrían sobre el suelo oxidado, miley se dio cuenta de que estaban en una especie de fábrica abandonada.
Al final del pasillo encontraron unas escaleras que bajaban al piso inferior. nick tiró de ella hasta llegar al último escalón y aparecieron en una habitación enorme con suelo de cemento. Las antiguas paredes metálicas estaban abolladas y los rayos del sol se filtraban a través de las grietas.
El Cazador Oscuro retrocedió hasta quedar en las sombras, lejos de la luz. Su rostro parecía ligeramente quemado por el sol pero, en conjunto, no se veía muy mal tras su loca carrera.
—¿Y ahora qué? —le preguntó ella mientras recobraba el aliento.
Él ni siquiera tenía la respiración alterada. Pero había clavado los ojos en sus pechos con sumo interés y la miraba de forma un tanto… ardiente.
miley cruzó los brazos como barrera de protección.
Y, por primera vez, le vio esbozar una verdadera sonrisa cuando cayó en la cuenta de que la mano de nick estaba peligrosamente cerca de su pecho. Tan cerca que las puntas de sus dedos le rozaban el pezón.


miley sintió que el fuego corría por sus venas. Bajó los brazos de inmediato hasta dejarlos a ambos lados del cuerpo, todo ello bajo la sonrisa burlona de él que, aunque malvada y de labios firmemente apretados, seguía siendo devastadora. El brillo de diversión en sus ojos quitaba el aliento y su rostro se había suavizado hasta mostrar un encanto juvenil que podría derretir el corazón de cualquier fémina.
Echó un vistazo alrededor de la fábrica vacía.
—Ahora echo en falta un móvil o una línea de metro. Sabía que debería haber aceptado la plaza de Nueva York.
Confundida, miley alzó la mirada.
—¿Plaza? ¿A qué te refieres? ¿Es que lo de cazar es un empleo regularizado?
—Sí, incluso me pagan.
—¿Quién te paga?
En lugar de contestar, nick alzó una mano indicando que guardara silencio; un gesto que estaba empezando a cabrearla. Básicamente, porque siempre presagiaba algún tipo de problema. Y ya estaba cansada de enfrentarse a los problemas de Roberta.
Dos segundos después, se escucharon los pasos de alguien que rodeaba el edificio desde el exterior. nick la ocultó entre las sombras, junto a él, mientras escuchaban con atención. Había colocado el brazo libre alrededor de sus hombros, para poder mantenerla pegada a su cuerpo.
miley se quedó petrificada cuando su espalda se apoyó por completo en el pecho masculino y la asaltó una oleada de inoportuno deseo. La tibieza que emanaba del cuerpo de nick la ayudaba a entrar en calor, y esa aura de virilidad y poder masculino la subyugaban. Y aún más inquietante era el agradable aroma a cuero y sándalo que comenzaba a invadir sus sentidos.
Deseaba a este hombre.
¿Estás loca? ¡Este tipo es un vampiro!
Vale, pero un vampiro que está como un tren.
nick no podía respirar debido a la proximidad del cuerpo de Amanda. Sus agudizados sentidos la percibían por completo. Escuchaba el ritmo alocado de su corazón, la sequedad de su boca y, lo que era peor, podía paladear su deseo.
Y eso lo estimulaba aún más. Y le recordaba por qué había establecido el hábito de evitar a las mujeres tanto como le resultaba posible. Maldito seas, Desiderius. Porque, en esos instantes, le resultaba muy difícil recordar que no podía poseerla. Y aún más difícil era obviar su aroma. O su forma de moverse, como la de una bailarina segura de sus pasos. Su cuerpo esbelto era la personificación de la elegancia y no le costaba mucho esfuerzo imaginarla sentada a horcajadas sobre él mientras le proporcionaba un placer sexual que, estaba completamente seguro, ningún otro hombre le había dado antes.
Su entrepierna se tensó hasta un punto cercano al dolor. No podía recordar la última vez que se había puesto tan duro por una mujer. Y tenía que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no besarla; y para no enterrar los labios en su garganta e inhalar ese aroma miley y cálido mientras… Flexionó los dedos, aumentando la presión que ejercía sobre los hombros de la chica, al darse cuenta de que sólo tenía que bajar la mano unos centímetros y podría acariciar su pecho. Tan sólo unos centímetros…
De repente, el sonido de un walkie-talkie rompió el silencio.
—Es un albañil —susurró miley, echando a correr hacia una ventana.
nick siseó cuando ella lo arrastró hacia la luz del sol y volvió bruscamente a la sombra.
—Lo siento —murmuró. Se acercó con cuidado a la ventana, asegurándose de no exponer a nick a los rayos del sol—. ¡Eh! —exclamó para llamar la atención del trabajador, que se encontraba a unos metros de distancia, hurgando en un viejo tractor.
El albañil la miró, perplejo. Se acercó a la ventana con el ceño fruncido y miró hacia el interior. Entrecerró los ojos al encontrarlos.
—¿Qué están haciendo aquí? Esta zona está cerrada al público.
—Es una larga historia —le contestó miley—. La versión resumida es que me dejaron tirada. ¿Por casualidad no tendría un móvil? Necesito hacer una llamada. ¿Le importaría prestármelo?
Aún frunciendo el ceño, el tipo le pasó el móvil a través de la ventana.
nick se lo quitó de inmediato.
—¡Oye! —le espetó, alargando el brazo para volver a cogerlo.
Poniéndolo fuera de su alcance, la ignoró mientras marcaba un número.
—¿Dónde estamos? —le preguntó al trabajador mientras se colocaba el teléfono en la oreja.
—En la antigua planta Olson.
—¿En Slidell?
miley alzó una ceja, atónita al comprobar que el Cazador Oscuro había reconocido el lugar. Ella llevaba toda la vida viviendo en Nueva Orleáns y no tenía ni idea de que existiese este sitio.
—Sí —contestó el hombre.
nick asintió con la cabeza.
—Oye —le dijo a su interlocutor—, soy yo. Estoy en la antigua planta Olson, en Slidell. ¿Sabes dónde está?
Hizo una pausa para escuchar lo que tuviese que decirle la persona que se encontraba al otro lado de la línea.
miley lo observó atentamente. Le sorprendía que fuese capaz de hablar sin enseñar los colmillos, pero los disimulaba muy bien. Y, ahora que lo pensaba, ¿cómo podía un vampiro estar tan bronceado y su piel ser cálida al tacto? ¿Cómo tenía pulso? ¿Cómo es que su corazón seguía latiendo? ¿No se suponía que los vampiros eran no-muertos, pálidos y fríos?
—Sí —dijo nick—. Necesito que me saques de aquí, preferiblemente antes de que el día avance.
El Cazador Oscuro cortó la llamada y arrojó el teléfono al trabajador, que esperaba al otro lado de la ventana.
—¡Eh! —le gritó miley, sacando el brazo por la ventana para reclamar el teléfono—. Lo necesito.
—¿A quién vas a llamar? —le preguntó nick de modo amenazador.
—No es asunto tuyo.
Él le quitó el teléfono de nuevo.
—Mientras estemos encadenados es asunto mío.
miley lo miró con los ojos entrecerrados y agarró el teléfono.
—Tócame las narices, tío, y doy dos pasos a la derecha.
La furiosa y candente mirada que le dedicó el Cazador Oscuro hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.
—No te atrevas a llamar a tu hermana.
La furia que reflejaba su rostro consiguió que miley recapacitara y retrocediera, ya que no quería tentar a la suerte. Le entregó el teléfono al hombre.
—Gracias —le dijo.
El tipo se colocó el móvil en el cinturón y la miró de forma acusadora.
—Tienen que marcharse, ya saben que esto es…
El Cazador Oscuro alzó la mano y los ojos del hombre perdieron toda expresión.
—No hay nadie en el edificio. Ve a hacer tu trabajo.
El tipo se alejó sin decir una palabra más.
¿Control mental? Amanda miró boquiabierta a nick. Por supuesto que tenía poderes mentales. Era un vampiro.
—Será mejor que no uses ese truco conmigo —le dijo miley.
—No te preocupes. Eres demasiado obstinada para que funcione.
—Bien.
—No, desde mi punto de vista no es bueno.
Aunque las palabras fueron más bien cortantes, había una luz en la profundidad de sus ojos que indicaba que no estaba tan molesto como pretendía hacerla creer.
Ella lo miró con recelo. Estaba apoyado sobre una columna, con aire despreocupado y, aun así, miley tenía la impresión de que estaba absolutamente atento a todo lo que los rodeaba, tanto en el interior del edificio como en el exterior.
—¿Por qué te convertiste en un vampiro? —le preguntó antes de pensar lo que iba a decir—. ¿Has convertido a alguien en contra de su voluntad?
Él abrió los ojos y alzó una ceja.
—Nadie se convierte en Cazador Oscuro a menos que lo desee.
—Y tú estuviste de acuerdo porque querías… —su voz se desvaneció mientras esperaba que él le explicara.
—…acabar con las humanas entrometidas que no dejan de darme la lata con sus preguntas.
miley debería estar asustada, pero aún resonaban en sus oídos las palabras de Desiderius, según las cuáles nick jamás haría daño a un humano.
¿Sería cierto?
Recorrió con la mirada su delicioso cuerpo, deseando poder estar completamente segura.
Ambos se quedaron callados durante unos instantes, hasta que fue incapaz de soportarlo por más tiempo.
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Hola chicas, bueno aqui empiezan diario los maratones de 3 capis asi que disrutenlos y no olviden comentar

5 comentarios:

amorciegoniley dijo...

tienes que seguirla pornto por faaas

alexajonas dijo...

me encantoo seguilaaaa

beln_de_jonas dijo...

te mato te amatoooo ahhh

angela dijo...

encantadora

butblop dijo...

facinante me encanto