—Se te está acabando el tiempo… y ya
no hablemos de mi paciencia —aseguró recorriendo perezosamente su cuerpo con
una hambrienta mirada—. Has obtenido más que la mayoría, deberías sentirte
orgullosa.
La chica se echó atrás la pesada mata
de pelo negro y miró con sus enormes y transparentes ojos azules, libres de
malicia al ser que tenía frente a ella. ¿Sentirse orgullosa? Si su orgullo
debía ir a la par que su caída, entonces sí. Aquellos abdominales marcados, los
hinchados pectorales y la piel bronceada que quedaban a la vista a través de la
camisa abierta sin duda merecían semejante caída. Un cuerpo así no cabía duda
que debía ser ilegal, lástima que perteneciera a ese demonio de alma oscura.
—El tiempo corre, muchachita.
Muchachita. ¿Cuánto tiempo había
pasado desde la primera vez que había oído ese apodo resbalando de su lengua?
¿Cuánto desde que sus manos habían profanado su cuerpo, arrebatándole la
cordura, la respiración, atándola a él con el único propósito de obtener un año
más de vida? ¿Había realmente merecido la pena vender su alma, su cuerpo por
obtener unos minutos más?
En aquellos amargos momentos, había
creído que nada podría ser peor que encontrar la muerte en pocos meses.
Hoy, estaba convencida de ello.
—¿Debo decidir yo por ti, miley?
Su voz era pecado en estado puro, su
cuerpo el purgatorio en el que pasaba gustosa su condena, aquel ángel de alas
rotas había llegado en el momento en que había creído perder su vida, solo para
entregarle la llave de la inmortalidad.
Pero incluso la vida tenía un precio,
y el suyo debía ser cobrado cada año.
—Podrías callarte un momentito de
modo que pueda pensar. Gracias —farfulló ella arrancando su mirada de él,
respirando profundamente para intentar llevar algo de cordura a su atrofiado
cerebro.
Decidir. Elegir. La libertad estaba
en sus manos, al igual que su muerte.
Como lo había estado la noche en la
que lo conoció, la noche en la que inocentemente había entregado su voluntad,
su cuerpo, a cambio de la promesa de un año más de vida.
miley acababa de dejar el hospital
donde le habían diagnosticado un tumor cerebral, el hijo de puta estaba tan mal
situado que no había posibilidad de operación. Los médicos y especialistas
habían sido brutalmente sinceros, los mareos, las pérdidas de conocimiento
ocasionales no eran más que el comienzo, pronto empezaría a deteriorarse su
memoria, las palabras empezarían a confundirse en su boca y si tenía suerte, la
vista sería lo último en verse afectado… Y todo ello en menos de tres meses.
Aquella misma noche había cumplido
los treinta y uno, no podía decirse que no hubiese tenido una vida agradable,
si a acaso, lo había sido monótona, el amor se había resistido a llamar a su
puerta y a partir de aquel instante, sabía que no llamaría jamás.
Su mente había sido una coctelera,
pensamientos que habían entrado y salido con la misma rapidez que las lágrimas
caían por sus mejillas, la sombra de la muerte y un futuro truncado se habían
impuesto por encima de la razón, ante ella ya no había vida, no había planes a
largo plazo…
miley había deambulado durante
buena parte de la tarde por las calles vacías y solitarias de aquella ciudad,
sus pasos se perdieron en las sombras de la noche conduciéndola a su inmediato
destino.
—Cuidado —unos brazos fuertes la
sujetaron cuando uno de sus tacones la hizo tambalear demasiado cerca del borde
del precipicio. Un mal paso y su muerte había llegado mucho antes de la mano de
un tonto descuido, su cuerpo habría terminado roto y desmadejado entre los
hierros de los cimientos de un nuevo edificio—. Creo que acabo de salvarte la
vida.
Su triste mirada se alzó hacia el
rostro masculino, unas facciones fuertes y firmes enmarcadas por unos rizos
morenos, mientras sus ojos eran cubiertos por oscuros cristales.
Ella rió sin verdadero disfrute.
—Todo lo que has salvado son unos
pocos minutos de la muerte que ya me ha sido anunciada —murmuró apartándose de
los brazos de aquel desconocido—. Temo que esta no es tu noche de suerte…
quizás debieses probar en la calle de allá, quizás encuentres a alguien que
realmente necesite ser salvada.
Una irónica sonrisa había cubierto
sus labios al responder.
—¿Tú no deseas ser salvada?
miley rió.
—¿Salvada ahora, sólo para morir
dentro de tres meses? —se jactó sin humor—. Llámame egoísta, pero mientras que
tú podrás planear lo que harás en las próximas navidades, yo sé que ni siquiera
llegaré a ver el verano.
Él sonrió.
—¿Y si pudieras? ¿Qué estarías
dispuesta a entregar por un año completo de vida?
Cualquier cosa.
Qué inocente y estúpida había sido
entonces, qué crédula e ingenua como para pensar que una oferta así pudiera
venir de alguien con algo más que un puñado de lujuriosos deseos en el
bolsillo.
Le había ofrecido cualquier cosa y él
había tomado aquello que deseaba, haciéndola adicta a su sabor, a su aroma, a
la lujuria que había despertado en su cuerpo, marcándola como suya, como su
sacrificio en un pacto que la ataba a su voluntad en cada aniversario de su
primer encuentro y que a cambio le permitía un año más de vida.
Él había borrado el tumor de su
cabeza, pero a cambio se había instalado muy hondo entre sus piernas y más
arriba, en un lugar que jamás se atrevería a reconocer en voz alta, no ante él,
jamás ante él.
Una profunda y sensual carcajada la
arrancó de sus recuerdos, trayéndola bruscamente al presente, al solitario e
inhóspito lugar que había elegido para encontrarse con ella, el mismo en el que
se conocieron y el que, irónicamente había estado al lado de un maldito
cementerio.
miley se estremeció, aunque no
sabía si se debía al enrarecido aire y sepulcral silencio del terreno del
cementerio al lado del que estaba parada o por el contrario, se debía a la
sexual presencia de ese demonio sin alma. Con un suspiro, llegó a la conclusión
de que se debía un poco a ambas cosas.
—miley, pequeña, solo hay un camino
al que puedan llevarte tus pensamientos.
Su voz era como un ronroneo que se
extendía por su columna como un helado y placentero látigo.
—Y está justo aquí.
Los ojos femeninos lo siguieron
mientras atravesaba el pórtico de piedra que daba entrada al cementerio,
moviéndose entre las lápidas con paso cadencioso y pecaminosamente sensual, sus
manos acariciando el mármol y la piedra de lo que en otro tiempo sin duda
habrían sido hermosos acabados.
—Hacía tiempo que no paseaba por
aquí, ¿No lo encuentras íntimamente relajante?
Ella reprimió un escalofrío al dejar
vagar su mirada por el abandonado lugar, de una manera poco corriente y gótica,
era un lugar hermoso, con aire antiguo.
—Lo que lo encuentro, es demasiado
morboso para mi gusto —murmuró paseando su mirada por el silencioso lugar,
siguiendo los pasos de su carcelero—. Podríamos por favor terminar con esto, me
gustaría retomar mi tranquila vida durante un año más, nick.
Sus brillantes ojos dorados se
volvieron sobre ella, sus llenos y lujuriosos labios masculinos estirándose en
una perezosa sonrisa, siempre consciente de las sensaciones que provocaba en
ella, de lo que ella provocaba en él.
—¿He de suponer que has alcanzado la
decisión que nuestro pacto requiere? —preguntó arqueando una delgada ceja
negra.
La mirada felina se clavó en la suya
con esa cadencia irónica que siempre utilizaba en él.
—¿Otro año de mi vida por un polvo? Sí,
por qué no, otras cosas peores he tenido entre las piernas
-------------------------------------------------------------------------
espero que les gustes y Hola nena bueno este one shot va dedicado a todas ustedes nena gracias por su apoyo y les deseo el mejor de los años un besote enorme y mas al rato publico bueno solo les quería decir que no tengo tanta tarea haci que me apurare y les quería preguntar si quieren un one shot jemi? bueno me dicen en su comentario si un besote.
1 comentario:
me encantooo♥♥
el qe siguee♥♥
Publicar un comentario