viernes, 6 de enero de 2012

Take me along niley -capi -7 (maraton VAle)


El Cazador Oscuro sonrió con arrogancia.
–¿Te crees capaz de darme caza?
–Claro. Por supuesto que sí. Por si no lo sabes, conozco tu punto débil mucho mejor que tú.
–No tengo ningún punto débil.
Desiderius se rió.
–Así habla un verdadero Cazador Oscuro. Pero todos tenemos nuestro talón de Aquiles, especialmente aquellos que servís a Artemisa. Y tú no eres ninguna excepción.
miley juraría que había escuchado al tal Desiderius relamerse de satisfacción.
–Tu debilidad es tu nobleza. Esa mujer te odia y, aun así, no la matarás, por mucho que suponga una amenaza para ti. Mientras ella intenta matarte, tú la protegerás de mí con tu propia vida. –Desiderius lanzó una siniestra carcajada–. No puedes soportar que un humano esté en peligro, ¿no es cierto?
–Desi, Desi, Desi… –rezongó el Cazador Oscuro–. ¿Qué voy a hacer contigo?
–No te atrevas a hablarme así.
–¿Y por qué no?
–Porque no soy ningún Daimon asustado que huye de ti temblando de miedo. Soy tu peor pesadilla.
El Cazador Oscuro soltó un bufido de burla.
–¿Por qué utilizas tantos tópicos? Venga, Desidesastre, ¿no eres capaz de decir algo original en lugar de recurrir al guión de una película de serie B?
Un furioso gruñido resonó en la estancia.
–Deja de burlarte de mi nombre.
–Lo siento, tienes razón. Lo menos que puedo hacer es mostrarte algo de respeto antes de matarte.
–¡Ja! No vas a matarme, Cazador Oscuro. Eres tú el que va a morir en esta ocasión. ¿No has pensado en lo mucho que ella va a retrasarte? Por no mencionar a sus amiguitos. Se echarán sobre ti como una manada de perros salvajes. Y, si yo fuese tú, rezaría para que fuese eso exactamente lo que me sucediese. Jamás has experimentado el sufrimiento que voy a infligirte la próxima vez que nos encontremos.
El Cazador Oscuro sonrió sin despegar los labios al escuchar las amenazas de Desiderius.
–Estás sobrevalorando tus habilidades.
–Ya lo veremos.
miley escuchó el clic de un micrófono.
El Cazador Oscuro volvió a tirar con fuerza de los grilletes.
–Voy a matar a ese desecho de película de terror.
–¡Eh, eh, eh! –bufó miley al ver que su propia mano era zarandeada mientras él intentaba liberarse–. Ese brazo está unido al mío.
El desconocido se detuvo y la miró. Al instante, sus ojos se suavizaron.
–Gemelas. Jamás se le habría ocurrido. ¿Tienes alguna idea de dónde puede estar tu hermana?
–Ni siquiera sé dónde estoy yo ni la hora que es. Y ya que nos ponemos, no sé lo que está sucediendo. ¿Quién eres y quién es ese tipo? –Al instante, bajó la voz y añadió–: ¿Puede oírnos?
Nick negó con la cabeza.
–No, ha apagado el micrófono. Por ahora debe estar ocupado planeando su venganza al mejor estilo Igor. No sé tú, pero yo lo imagino frotándose las manos y riéndose a carcajadas como Dexter; ya sabes, el del Laboratorio de Dexter.
Nick la estudió un momento. No parecía estar histérica… todavía, y ojalá siguiera así. Decirle que Desiderius era un demonio que sobrevivía extrayendo el alma a los humanos –y que iba tras su hermana– no era la mejor manera de mantenerla calmada.
Claro que, dada la inclinación que su gemela demostraba hacia la caza de vampiros, para la chica no supondría ninguna sorpresa saberlo.
Cerrando los ojos, se introdujo en la mente de su forzosa compañera y encontró la confirmación de sus sospechas: en el fondo tenía miedo, como era natural.
Pero al contrario que su gemela, ésta no se apresuraba a sacar conclusiones, aunque era innegable que sentía curiosidad por la situación en la que se encontraban y también la enfurecía. Posiblemente pudiese contarle toda la verdad sin que ella alucinara, pero claro, tenía que tener en cuenta que era su naturaleza de Cazador Oscuro lo que le obligaba a conocer todos los hechos para poder analizar una situación. En ese momento, la chica no necesitaba saberlo todo; lo esencial sería suficiente. Con suerte, podría librarlos a ambos de los grilletes sin tener que revelarle nada sobre sí mismo.
–Me llamo Hunter –le dijo solemnemente–. Y ese tipo es el hombre que quiere hacer daño a tu hermana.
–Gracias, pero eso ya lo he captado –le contestó miley, frunciendo el ceño. Debería estar asustada por todo lo que estaba sucediendo, pero no era así. Estaba demasiado furiosa para asustarse. Lo último que quería era verse mezclada en las locuras de su hermana.
Por otro lado, le alegraba que la hubieran cogido a ella por error, ya que Tabitha no habría dudado en hacer cualquier maniobra kamikaze que la hubiese llevado a la muerte. Alzó la mirada para observar al Cazador Oscuro y frunció aún más el ceño. ¿Cómo es que conocía a Tabitha? Y pensándolo bien, ¿cómo es que podía distinguirlas cuando su propia madre tenía problemas para hacerlo?
–¿Eres uno de los amigos de mi hermana?
Él la miró sin ningún tipo de expresión antes de ayudarla a ponerse en pie.
–No –contestó mientras se daba pequeñas palmaditas en el pecho, las caderas, la espalda y las piernas.
miley intentó no fijarse en ese cuerpo tan increíblemente atlético cuando su mano fue arrastrada por el grillete. Pero, al rozar por accidente la parte interna de su muslo, creyó que acabaría gimiendo. Ese hombre había sido creado para disfrutar del sexo y de la velocidad. Una lástima que no fuese su tipo. De hecho, era la antítesis de lo que ella encontraba deseable en un hombre.
¿O no?
El Cazador Oscuro lanzó una maldición.
–Por supuesto, me ha quitado el teléfono –murmuró, antes de moverse y arrastrarla con él hasta la puerta.
Después de comprobar el pomo de la cerradura, observó atentamente los goznes.
miley arqueó una ceja al ver que se desataba la bota izquierda y se la quitaba.
–¿Qué estás haciendo? ¿Preparándote para darte un chapuzón?
Él le contestó con una sonrisilla de suficiencia muy masculina antes de inclinarse para recoger la bota del suelo.
–Intentando salir de aquí. ¿Y tú?
–Intentando no irritarme por tu presencia.
Una chispa de diversión se reflejó en sus ojos antes de concentrarse de nuevo en la puerta.
miley observó cómo apretaba una de las extrañas incrustaciones plateadas del talón de la bota y, de repente, una afilada hoja de unos doce centímetros surgió de la puntera. Definitivamente, este tipo era de los que le gustaban a su hermana. Comenzó a preguntarse si también llevaría shurikens en los bolsillos.
–Ooooh –exclamó ella con sequedad–. Escalofriante.
Él la miró muy serio.
–Nena, aún no has visto nada escalofriante.

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