Un ligero rubor le cubría las mejillas, oscureciendo el azul de sus ojos. A pesar del peligro en el que se encontraban, Nick se preguntaba si tendría la misma apariencia después de toda una noche entera de puro sexo agotador. Se imaginaba esos ojos oscurecidos por la pasión, el pelo enredado, las mejillas enrojecidas por el roce de su barba y los labios húmedos e hinchados por sus besos.
La idea hizo que su cuerpo se incendiase.
Hasta que sintió el familiar cosquilleo en la nuca.
–Pronto amanecerá.
–¿Cómo lo sabes?
–Lo sé. –Tiró de ella hasta ponerla en pie y comenzó a examinar los herrumbrosos muros en busca de una salida–. Una vez que nos liberen tendremos que encontrar el modo de librarnos de los grilletes.
–Gracias por señalar lo obvio. –miley miró la herida que tenía en el costado y que se veía a través del desgarrón de la camisa–. Antes necesitas que te miren eso.
–No quiera Dios que me desangre hasta morir, ¿eh? –preguntó con ironía–. Porque si no, tendrás que arrastrar mi pútrido cadáver.
Ella arrugó la nariz, asqueada.
–¿Podrías ser un poco más morboso? ¡Jesús! ¿Quién era el ídolo de tu infancia?, ¿Boris Karloff?
–En realidad era Hannibal.
–Estás intentando asustarme, ¿no es cierto? –preguntó ella–. Pues que sepas que no va a funcionar. Crecí en una casa llena de poltergeist furiosos y con dos hermanas que solían invocar demonios por el placer de luchar con ellos. Tío, he visto de todo y tu humor negro no funciona conmigo.
Antes de darse cuenta de lo que ella estaba haciendo, miley agarró el borde de la camisa y la alzó. Se quedó helada al ver su estómago desnudo. Era liso y duro, con unos fantásticos abdominales, bien marcados, que cualquier atleta envidiaría. Pero lo que la dejó boquiabierta fueron las cicatrices que le cubrían la piel.
Y, lo que parecía peor, la horrible herida que le atravesaba el costado y que llegaba por debajo las costillas.
–¡Dios santo!, ¿qué te ha pasado?
Él se bajó la camisa de un tirón y se alejó de ella.
–Si te refieres a las cicatrices, tardaría años en contártelo. Si lo dices por la herida, me la hizo un apolita de unos trece años al que confundí con un niño que necesitaba ayuda.
–¿Te tendieron una trampa?
Él se encogió de hombros.
–No es la primera vez.
miley tragó saliva y lo miró de la cabeza a los pies. Lo rodeaba un aura poderosa y letal. Se movía como un depredador ágil y sigiloso, y esos ojos… Parecían fijarse no sólo en lo que se veía a simple vista. Esos crueles ojos negros brillaban de forma espectral.
Y le robaban el aliento cada vez que se posaban en ella.
Nunca había visto a un hombre con unos ojos tan oscuros. Ni tampoco había visto a un hombre tan apuesto. Sus rasgos eran perfectos, como si hubieran sido modelados por un artista. Exudaba virilidad; una sexualidad puramente masculina que parecía casi sobrenatural. Conocía a muchos hombres que se esforzaban por proyectar lo que la madre naturaleza le había concedido a éste a manos llenas.
–¿Qué es un Cazador Oscuro? –le preguntó–. ¿Se parece en algo a Buffy, la Cazadora de Vampiros?
Él se rió.
–Sí. Soy una adolescente bajita y emancipada que vaga por ahí luchando contra los vampiros, con unos pendientes que los malos utilizarían para desgarrarme las orejas y tirar de ellos hasta…
–Ya sé que no eres una chica, pero ¿qué es un Cazador Oscuro?
Dejo escapar un suspiro y tiró de ella para continuar examinando las paredes de la habitación en busca de una puerta oculta.
–Resumiendo: acabo con las criaturas que merodean durante la noche.
miley sintió un escalofrío al escuchar su somera explicación, pero supo que había mucho más. Parecía un tipo letal, aunque no había en él rastro alguno de crueldad o vileza.
–¿Por qué quieres matar a Desiderius?
Él la miró un instante antes de intentar forzar la puerta de nuevo. Sacudió con tanta fuerza el pomo que a miley le sorprendió que no arrancara la cerradura de cuajo.
–Porque no sólo se dedica a matar humanos, también roba sus almas.
Ella se tensó al escucharlo.
–¿Eso es cierto?
–Acabas de decir que lo has visto todo –se burló él–. Dímelo tú.
miley sintió el repentino deseo de estrangularlo. Jamás en su vida se había encontrado con un tipo más engreído y exasperante.
–¿Por qué acabo siempre metida en todos estos fenómenos paranormales? –se preguntó en un murmullo–. ¿Es demasiado pedir un día normal y corriente?
–La vida rara vez es como desearíamos que fuese.
Ella lo miró con el ceño fruncido, confundida por el extraño tono de voz.
Nick ladeó la cabeza y alzó la mano para indicarle que guardara silencio.
El pomo de la puerta hizo un sonido metálico.
–Toc, toc –dijo Desiderius–. Tenéis todo el día para buscar refugio. Cuando caiga la noche saldremos de caza.
–Sí, sí –contestó Hunter–. Tú y tu perrito, supongo.
El tono jovial sorprendió a miley. Las inquietantes palabras de Desiderius no habían hecho mella en él.
–¿No te asustan sus amenazas?
Hunter la miró con severidad.
–Chère, el día que alguien como él consiga asustarme, me pondré de rodillas y le daré mi puñal para que me arranque el corazón. Lo que temo es el momento de enfrentarnos a tu hermana y convencer a la Reina de la Testarudez de que se mantenga alejada de todo esto hasta que yo sea capaz de localizar a Desiderius y mandar su alma al olvido, que es donde debe estar.
miley se rió, a pesar del peligro que les rodeaba.
–¿La Reina de la Testarudez? Ya veo que conoces muy bien a Tabitha.
Hunter hizo caso omiso de su comentario mientras utilizaba su cuerpo para protegerla y abría la puerta con precaución. Acto seguido, se detuvo y echó un vistazo.
Al otro lado de la puerta se extendía un estrecho pasillo, flanqueado por enormes ventanas cubiertas de una espesa capa de polvo que oscurecía la luz del sol del amanecer.
–Jo*der –gruñó Hunter en voz baja, mientras volvía a entrar a la habitación.
–¿Qué pasa? –preguntó miley con el corazón desbocado a causa del terror–. ¿Hay alguien ahí fuera?
–No.
–Entonces vámonos –dijo, encaminándose hacia la puerta.
Él no se movió ni un milímetro. Con los dientes apretados volvió a mirar el pasillo y dijo algo en un idioma que miley desconocía.
–¿Cuál es el problema? –preguntó ella–. Está amaneciendo y no hay nadie ahí fuera. Vámonos de aquí.
Hunter respiró hondo, como si estuviese irritado.
–El problema no es que haya gente. El problema es el sol.
–¿Y qué problema puedes tener con el sol?
Dudó unos instantes antes de abrir la boca y pasarse la lengua sobre unos colmillos largos y afilados.
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Hola hermosha espero que anden de lo mejor pues por que yo si bueno como veran VALE aqui esta tu maraton o siii y me esforse muco disculpa la demara en subirlo olvide que te lo habia prometido pero lo prometido es dueda y sii ya aquii esta bueno chicas espero que les guste muchisisisisisisisimoooo
saris Y♥
v&s a&c
1 comentario:
ok si es la primera vez q comento ( q extraño) pro a vece no me gusta comentar porque no se q decir, pero siempre leo el blog haha siguela
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