Átame a ti - capitulo- 22

Aún.

Debería irse, escaparse, olvidar que ella había tropezado con un momento tan íntimo. Pero no podía apartar sus ojos de él, perdidos en su auto-placer. Fue la cosa más sexy que había visto nunca, el contorno de su cuerpo musculoso se tensó en la anticipación. Al escuchar su indescifrable murmullo mientras su mano volaba más rápido y más rápido sobre su polla.

Su ritmo cardíaco pinchó. La sangre pulsaba en su garganta y sus pezones, pero sobre todo entre sus piernas.

El aroma a jabón de limón y salvia y el vapor y nick se arremolinaba a su alrededor hasta que se mareó con deseo. ¿Por qué no podía subir con él y terminar el trabajo? ¿Utilizando sus manos, su cuerpo, su boca para llevarlo al límite?

Justo cuando había decidido quitarse el pijama, el cuello nick se arqueó. Un gruñido bajo rebotó en las paredes de azulejos y su movimiento se ralentizó. El agua lo golpeó en la cara cuando se calmó y saboreó su orgasmo.

Hablar de sexy. Pero no tan sexy como cuando nick dijo su nombre. Asustándola, con los ojos pasando rápidamente de nuevo por su perfil, esperando ser agarrada por su voyerismo. Pero los ojos de nick estaban cerrados con fuerza. Él había dicho su nombre, no porque la hubiera visto, sino porque había estado pensando en cómo ella lo había masturbado.

Una necesidad sexual como ella nunca había experimentado atenuó su visión y espesó su sangre.

Tal vez el caballero fuera un hombre salvaje.

Tal vez es exactamente el tipo de hombre que necesitas.

Tal vez deberías dejar de soñar y suponiendo y sólo completamente pedírselo.

miley salió tan silenciosamente como le fue posible.

―¿No te lamentas por estar atado con un niño y toda esa mierda?

Atado. Eliza había puesto su mundo patas arriba, pero en lo que concernía a nick, la luna y las estrellas brillaban por ella. Estaba completamente loco por su pequeña Eliza Belle Ellison Jonas. Pensar en su dulce rostro, en sus ojos grandes y curiosos, en su sonrisa sin dientes y mejillas regordetas le llenaban de tanto orgullo y amor, que estaba malditamente cerca de ponerse a cantar.

―No me quejo ―dijo nick

―¿De verdad? ¿Entonces, como llevas lo de cambiar pañales?

―No es peor que quitar con la pala la mierda caliente de las vacas.

Kane bufó.

―Si tú lo dices.

Los comentarios sarcásticos de su hermano sobre Eliza estaban molestándole. Kane apoyó su antebrazo en el poste y trató de contener su temperamento.

 ―¿Qué se supone que significa eso?

―Nada

―Lo digo en serio. ¿Por qué siempre dices cosas como esa, Kane?

―Tal vez te deberías preguntar porque estás tan susceptible al respecto. Últimamente no puedo decirte nada sin que te tires a mi cuello, hermano ―Kane continuó trabajando con el alambre de púas y no le miró.

―Ah ¿sí? Puede que esté un poco mosqueado porque mi único hermano no se ha molestado en desplazarse 60 millas para conocer a mi hija.

 ―No se me dan bien los bebes ―dijo en voz baja―. Ya lo sabes.

Hace dos semanas, tampoco se le daban bien a nick.

―Mira, no te voy a obligar a cambiar pañales.

Kane frunció los labios.

―Pero me gustaría que fueras a verla. Además de su madre, es la cosa más bonita del mundo.

―Supongo que lo es. Pero, ¿has pensado que podría no ser buena idea que la viera? ¿O que ella me viera a mí?

―¿Te golpearías a ti mismo con un martillo en la cabeza?

―¿Por qué dices eso?

―Porque lo que dices no tiene ningún sentido.

Kane le miró con los ojos entrecerrados.

―¿Sí? ¿Se te ha olvidado en el año que has estado fuera que somos gemelos idénticos? ¿Que tener enfrente dos hombres que parecen su padre podrían confundirla?

Diablos. Eso no se le había ocurrido.

―Se que estás muy apegado a ella, o como quieras decirlo, y maldita sea mi suerte si la cago de alguna manera. Ya me equivoqué con ella y su madre una vez. No quiero hacerlo otra vez.

nick no sabía cómo responderle. Por una vez, su hermano tenía razón.