—Cierra la boca, Tate —masculló
nick—, y conduce.
—Ya voy —dijo Tate, totalmente ajeno al
modo dictatorial en el que nick lo trataba.
—¿Sabes una cosa? —comenzó a decirle
miley a nick en el instante que Tate arrancó el motor—. Podrías intentar ser
más amable con la gente. Especialmente si te están ayudando.
Incluso a través del plástico se
escuchó el suspiro de irritación.
—¿No deberías aplicarte el consejo a ti
misma?
miley abrió la boca para responder y, acto seguido, la cerró. Estaba en lo cierto. Se había comportado de un modo bastante desagradable con él desde el comienzo.
—Supongo que tienes razón. Quizás los
dos deberíamos intentar no hacerlo más difícil.
miley no supo si él llegó a contestar,
ya que la sirena comenzó a aullar de nuevo. Tate los llevó hasta el hospital en
un tiempo récord, pero el viaje distaba mucho de haber sido placentero. Cuando
llegaron, tenía la sensación de haber pasado por el centrifugado de una
lavadora.
Tate llevó la ambulancia hasta la parte
trasera del hospital y aparcó bajo un toldo que los protegería de los rayos del
sol. Con la advertencia de que permaneciera callada, sacó la camilla con mucho
cuidado para no hacerle daño en el brazo y descendieron a la par de la
ambulancia.
Una vez cruzaron las puertas del
edificio, miley mantuvo cerrado el polar para ocultar las manchas de sangre de
su jersey.
nick permaneció completamente inmóvil
y en silencio mientras Tate empujaba la camilla por las zonas más concurridas.
mileyl caminaba junto a ellos pero, a decir verdad, quería morirse de la
vergüenza dado lo obvios que resultaban los grilletes.
¿Tenían que brillar tanto bajo la luz
de los tubos fluorescentes? ¿No podía Desiderius haber elegido unas esposas
pequeñitas y coquetonas, como las de la policía?
Claro que no, tenían que medir doce
centímetros y llevar una inscripción en griego a su alrededor, más una cadena
que medía sus buenos diez centímetros. Cualquiera que las viera pensaría, sin
duda alguna, que las había conseguido en uno de los catálogos de juguetitos
sexuales de Roberta. ¡Menudo espanto! Ella jamás había entrado en un
Frederick’s of Hollywood. Es más, se ponía roja como un tomate cada vez que
entraba en un Victoria’s Secret…
Además, todos los que pasaban a su lado
se giraban para mirarlos boquiabiertos.
—No había visto eso desde hace por lo
menos seis meses —dijo uno de los celadores cuando pasaron junto al mostrador
de admisiones.
—Ya me lo contaron —le contestó un
compañero—. ¿Sabes cuántos años tenía el desafortunado?
—No lo sé; pero por el aspecto de la
chica yo firmaba ahora mismo.
Sus carcajadas hicieron que le ardiera
la cara. Por las miradas interesadas que los hombres lanzaban a su cuerpo,
supuso que la predicción de nick acerca de sus posibles citas no iba muy
desencaminadas.
—¿Tate? —lo llamó un joven médico según
se aproximaban a los ascensores —. ¿Debería preguntar?
Tate negó con la cabeza.
—Ya sabes que toda la mier*da ésta
siempre acaba en mi oficina.
El médico rió mientras miley se tapaba
la cara con la mano. Tan pronto como las puertas del ascensor se cerraron tras
ellos, murmuró:
—nick, te juro que voy a matarte por
esto.
—Querida —le dijo una anciana que
ayudaba como voluntaria en el hospital y que estaba justo a su lado—. Me parece
que ya lo has hecho. —Y le dio unas palmaditas a miley en el brazo—. A mi
Harvey y a mí nos ocurrió lo mismo. Pobre. Yo también lo echo de menos.
Tate estuvo a punto de ahogarse por el
esfuerzo de sofocar la risa.
miley lanzó un gruñido y rezó para que
el horrible suplicio llegase a su fin.
Una vez en el depósito de cadáveres,
Tate los llevó a un laboratorio poco iluminado, de paredes metálicas, y cerró
la puerta con llave. nick abrió la cremallera desde dentro.
—Gracias —le dijo a Tate mientras se
incorporaba y comenzaba a salir de la bolsa. La dobló y la colocó sobre una
mesa.
Tate abrió uno de los cajones del
armarito situado junto a la puerta.
—De nada. Ahora, quítate la camisa y déjame
que vea lo que te ha pasado.
—Ya se curará.
Tate apretó la mandíbula con firmeza.
—¿Y la infección qué?
nick lanzó una carcajada.
—Los inmortales no mueren de una
infección. Ninguna enfermedad puede afectarme.
—Puede que no mueras, pero eso no quiere
decir que no te duela y que no sane más rápido si la tratamos. —Dedicó una
mirada a nick que decía bien a las claras que no iba a dejarse intimidar—. No
aceptaré un no por respuesta. Déjame curar esa herida.
nick abrió la boca para seguir discutiendo pero, si algo tenía claro, era lo testarudo que Tate podía llegar a ser. Para no malgastar el tiempo, decidió obedecer… y entonces se dio cuenta de que no podría quitarse el abrigo y la camisa a causa de los grilletes.
Con un suspiro de exasperación, dejó
que la ropa colgase del brazo y se acercó de nuevo a la camilla para tumbarse y
esperar a Tate apoyado sobre los codos. Mientras lo veía reunir el material
necesario, escuchó cómo el corazón de miley comenzaba a latir más rápido y su
respiración se aceleraba. Sintió el agudo interés que despertaba en ella la
visión de su cuerpo. Lo deseaba; y ese ávido deseo estaba causando estragos en
él.
Se movió un poco, deseando que sus
vaqueros fueran un par de tallas más grandes, ya que la tela negra estaba
empezando a molestarle bastante debido a su erección.
Jo*der, había olvidado el dolor, tanto
literal como alegórico, que sufría su cuerpo cuando estaba cerca de una mujer
atractiva. Y ella era atractiva. Cómo no iba a serlo, con ese fascinante rostro
élfico y esos enormes ojos azules y…
Los ojos azules siempre habían sido su
debilidad.
Aun sin mirarla, supo que se estaba
humedeciendo esos labios exuberantes, del color de las ciruelas, y al imaginar
su sabor se le quedó la garganta seca. Imaginaba cómo sería sentir su aliento
sobre el rostro y su lengua contra la suya mientras la besaba.
¡Por los dioses! Y él creía que los
romanos lo habían torturado… el trabajo del mejor de sus inquisidores había
sido una minucia comparado con la agonía física y mental que la cercanía de
miley le estaba causando.
Pero lo que más lo trastornaba no era
sentir sus ojos fijos en él, sino el hecho de que había llevado la situación
admirablemente. La mayoría de las mujeres habrían chillado de terror al
descubrir su naturaleza, o se habrían puesto a llorar.
O ambas cosas a la vez.
Pero ella había sobrellevado la
experiencia con una valentía y un coraje que hacía mucho que no veía.
La chica le gustaba de verdad; y eso
era lo que más lo sorprendía.
miley dio un respingo cuando la mirada
de nickse cruzó con la suya. Esos profundos ojos negros se clavaron en ella
e hicieron que se acalorara y se quedara sin aliento.
Estaba tumbado en la camilla con una
pierna doblada y la otra colgando sobre el borde. Los estrechos vaqueros negros
se pegaban a su poderoso y enorme cuerpo.
Y esos brazos tan musculosos…
________________________________________________
Bueno eso es todo chicas disfruten mucho, chau :)
10 comentarios:
lo ameeeeee tienes que seguirla
genealisisisimaaa
hasjkxndss me encanto, siguela grrr, ahora sube de la otra por favor sara
ahhh siguela porfaaaaaas
me encanto siguela siguela
tienes que subir yaa por fas ahhhhh
lo ame lo ame lo ameeeee sube maaas
siguelaaa yaaaaa
siguela plissss
me encanto siguelaa yaaa
Publicar un comentario