sábado, 11 de agosto de 2012
at dusk niley- capitulo 47
—Antes tenía algunos de Dizzy —se justificó mi padre—, pero los perdí
en el incendio del sesenta y cinco.
Patrice, sentada con remilgo en una silla, suspiró.
—Yo viví un terrible incendio en 1892. Es horrible.
—Pues cualquiera diría que te habría encantado aprovechar la
oportunidad para renovar el vestuario —le tomó el pelo Nick . Todos nos
volvimos hacia él—. ¿Qué he dicho?
—El fuego es una de las pocas cosas que puede acabar con nosotros —
le explicó mi madre, con los brazos cruzados delante del pecho—. Por eso
es un tema delicado.
Mis padres seguían sin fiarse de Nick , pero hacían lo que podían. Igual
que la señora Bethany, habían comprendido que cuanto más supiera,
menos probable sería que cometiera desafortunados errores por el estilo.
Vi que a Nick se le enturbió el semblante y por un segundo me intrigó
lo que estuviera pensando o sintiendo. Aunque en realidad estaba
deleitándome con la idea de que mi madre había dicho «con nosotros»,
incluyéndolo a él, como si Nick ya fuera uno de los nuestros.
—De hecho, el otro día hablábamos de ello —dijo Nick , de repente—.
¿Qué otros modos hay? Me refiero a modos en que pueden morir los
vampiros.
—Bueno, veamos. —Mi padre dio una palmada, como si tuviera que
desempolvar sus recuerdos para traerlos a la memoria—. En realidad la
lista es bastante corta.
—Estacas —dijo Nick sin dudarlo—. Al menos eso es lo que sale en
tele.
—La caja tonta. —Era evidente que Patrice creía que la televisión era un
invento demasiado moderno para que mereciera su atención, aunque al
menos no le importaba hablarle a Nick de lo que significaba ser un
vampiro. Yo albergaba la esperanza de que se abriera un poco, igual que lo
había hecho sobre su vida en Nueva Orleans, pero hasta el momento se
había ceñido a los hechos—. Las estacas son mortíferas, pero solo de
manera temporal. En cuanto te la sacan, te recuperas en un santiamén.
—Solo tienes que procurar tener un amigo que te desentierre y se ocupe
de ello, claro —añadió Balthazar, poniendo un disco de Billie Holiday.
—O sea que, fundamentalmente, son el fuego y la decapitación —
intervino mi madre, contándolos con los dedos.
—¿Y el agua bendita? —preguntó Nick .
—En absoluto —contestó mi padre, sin preocuparse de ocultar su
desdén por la sugerencia de Nick —. Me han rociado con agua bendita
varias veces y si hay alguna diferencia entre esa agua y la lluvia, que baje
Dios y lo vea.
Nick no parecía demasiado convencido, pero se limitó a asentir con la
cabeza.
—Muy bien. Lo siento, sé que son preguntas tontas.
—Hay mucho que aprender —dijo Patrice.
Viniendo de ella, era un gesto muy generoso, así que le sonreí mientras
apoyaba la cabeza en el hombro de Nick . Cortinas de lluvia repicaban
contra las ventanas, un constante susurro de fondo para la ronca voz de
Billie.
Mi madre debió de fijarse en que me arrimaba a Nick , porque le dio
unos rápidos golpecitos en el hombro a mi padre.
—Muy bien, Adrián. Ya hemos pasado un ratito con ellos. Estoy segura
de que estos chicos preferirían charlar sin tenernos delante.
—¿Chicos? Resérvate eso para la clase, ¡pero si casi somos de la misma
edad! —Balthazar se echó a reír. Tenía razón, aunque se me hizo raro
pensar en ello—. Deberíais quedaros.
—A mí no me importa —dijo Patrice, encogiéndose de hombros.
Nick y yo intercambiamos una mirada. A nosotros sí nos importaba. En
un mundo ideal, mis padres se habrían llevado a Balthazar y a Patrice con
ellos para que nosotros pudiéramos hacérnoslo en el sofá, pero eso no iba
a suceder.
Mi madre hizo un alarde de esa preocupante telepatía materna que
tenía y suspiró comprensiva.
—Supongo que hay veces en que toda la intimidad que pueden
proporcionarte tus padres no es suficiente, ¿eh?
—Sí, no es fácil salir con alguien en Medianoche —convino Nick .
Balthazar fingió interesarse repentinamente en la carátula del disco de
Billie Holliday.
Pensando en cómo le había dado calabazas a Balthazar, traté de
encontrar el modo de relajar el ambiente para que se sintiera más
cómodo, y entonces recordé una historia curiosa que podía contar.
—Eh, al menos nosotros no lo tenemos tan mal como lo tuvo tu retatara
lo que sea, ¿no, Nick ?
Nick me miró perplejo y palideció, como si hubiera dicho algo terrible.
Seguramente no me había entendido.
—¿Se trata de una anécdota familiar? —preguntó mi madre—. Esas son
las mejores.
Todo el mundo me prestó atención.
—Hará unos ciento cincuenta años, uno de los antepasados de Nick
estudió en Medianoche, un bisabuelo o algo así. ¡Pero si tú lo cuentas
mejor! —Le di un codazo a Nick , pero estaba muy tenso, rígido como una
tabla. Me había advertido que la historia era un secreto, pero lo habría
dicho en broma, ¿no? Una historia de hacía más de ciento cincuenta años
no podía ser un secreto. Tal vez Nick pensaba que era un poco
embarazosa, pero yo no creía que hubiera nada de lo que tuviera que
avergonzarse—. Bueno, pues resulta que vino a estudiar aquí y se batió en
duelo con otro alumno, creo que por una chica, justo en el vestíbulo
principal. Y así es como acabó rota esa vidriera, ¿lo sabíais? Ninguno de
los dos murió, pero lo expulsaron y...
Mi voz fue convirtiéndose en un débil hilillo al ver que mis padres y
Balthazar se habían quedado completamente inmóviles y habían clavado
sus miradas en Nick , quien estaba hundiéndome los dedos en el hombro.
La única persona de la habitación que parecía tan confundida como yo
era Patrice.
—¿Ya habían admitido humanos antes?
—No —contestó Balthazar con aspereza—. Nunca.
—¿Uno de tus antepasados era vampiro? —No daba crédito a lo que
estaba oyendo—. Nick , ¿cómo es posible que no lo supieras?
—Me temo que no es eso. —Mi padre se puso en pie lentamente. No era
un hombre muy alto, pero el modo en que se acercó al sofá resultó muy
intimidatorio—. Mucho me temo que se trata de otra cosa.
—Hace ciento cincuenta años. —A mi madre le temblaba la voz—. Eso
fue cuando... La vez que...
—Sí —contestó mi padre, sin apartar la mirada de Nick .
Y lo apresó por el cuello.
Yo lancé un chillido. ¿Es que mi padre se había vuelto loco? De repente,
Nick introdujo sus brazos por dentro de los de mi padre para obligarle a
soltarlo y acto seguido le propinó un puñetazo en la nariz. La sangre manó
a borbotones y unas gotitas húmedas me salpicaron la cara.
—¡Parad! ¿Qué estáis haciendo? ¡Quietos! —grité.
A continuación, todo sucedió muy rápido. Balthazar me apartó a un
lado, sin miramientos, y yo acabé trastabillando y cayendo al suelo. El
también le lanzó un puñetazo a Nick , pero este lo esquivó. Patrice me
rodeó con sus brazos y empezó a gritar con fuerza, incapaz de moverse.
Mi madre golpeó una de las sillas de madera del salón contra el suelo con
tanta fuerza que esta se partió. Al principio pensé que estaba intentando
atraer su atención para aclarar qué demonios ocurría; sin embargo,
arrancó una de las patas de la silla con una mano y, a modo de porra,
golpeó a Nick en los riñones.
Nick gritó de dolor, pero se volvió de inmediato y le arrancó la pata de
la mano a mi madre, cuya muñeca se resintió. Mi padre y Balthazar se
abalanzaron sobre Nick y lo abordaron a la vez, pero Nick era igual de
rápido que ellos y esquivó sus golpes. En ese momento, recordé la pelea
de la pizzería. Aunque entonces las habilidades de Nickme habían
sorprendido, comprendí que en realidad no había sido nada. Lo que estaba
viendo ahora era la verdadera demostración de sus aptitudes, lo bastante
desarrolladas para rechazar a dos vampiros a la vez.
A pesar de poseer la fuerza suficiente para luchar con ellos, no quería
pelearme con mis padres por Nick , o con Nick por mis padres, al menos
hasta que supiera qué demonios había ocurrido.
—¿Qué estáis haciendo? —me desgañité—. ¡Parad de una vez, parad!
No se detuvieron. Mi padre le lanzó un puñetazo al estómago y cuando
Nick se encorvó, dio la impresión de que iba a caer hacia atrás, pero en
realidad estaba fingiendo. En realidad se había agachado para coger la
pata de la silla que mi madre había soltado. Mi padre y Balthazar
retrocedieron al instante y comprendí que Nick se había hecho con una
estaca. Puede que no pudiera matar definitivamente a ninguno de los dos
solo con eso, pero al menos podía dejarlos fuera de circulación por el
momento.
Patrice empezó a chillarme en el oído cuando Nick cargó contra el
pecho de Balthazar con la estaca en alto. Balthazar dio un salto hacia
atrás y consiguió esquivarlo por los pelos. Vi que el puñetazo de Nick le
había hecho un corte en el pómulo en forma de media luna. A
continuación, y para mi más absoluta consternación y horror, Nick se
volvió hacia mi padre. Iba a intentar clavarle la estaca a mi padre.
—¡Nick , no! —le supliqué—. Mamá, dile que... ¿Dónde está mamá?
Estaba tan absorta en la pelea que no la había visto salir.
—Ha bajado a buscar ayuda —contestó mi padre con un gruñido—. La
señora Bethany no tardará y se ocupará de esto.
Nick vaciló solo un segundo.
—Miley , lo siento. Lo siento mucho.
—¿Nick ?
Nuestras miradas se encontraron.
—Te quiero.
Echó a correr hacia la puerta y bajó los escalones como una exhalación.
Al principio, nos habíamos quedado tan desconcertados que no supimos
reaccionar, pero mi padre y Balthazar enseguida salieron detrás de él. Me
volví hacia Patrice, que seguía hecha un ovillo a mi lado, en el suelo.
—¿Tú entiendes algo?
—No.
Se pasó las manos por el suave cabello trenzado, como si pudiera
ahuyentar el pánico arreglándose el pelo. No le importaba nada más.
Aunque me temblaban las piernas, me levanté para salir tras ellos y
bajé la escalera tropezando en los escalones. Desde allí arriba oí los gritos
de Balthazar, que resonaban en las paredes de piedra.
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