sábado, 11 de agosto de 2012
at dusk niley- capitulo 48
—¡Detenedle! ¡Detenedle!
A continuación se oyó un gran estruendo, el sonido quebradizo de las
esquirlas de cristal rebotando contra suelos y paredes, y mi padre soltó un
taco. El corazón me latía con tanta fuerza que creí que me moriría si no
paraba de correr, aunque también lo haría si me detenía, porque Nick
estaba en peligro y yo debía estar con él.
Bajé los últimos peldaños de la escalera de caracol como pude, medio
corriendo, medio tropezando, y me encontré con Balthazar, mi padre y
unos cuantos alumnos más allí plantados, mirando fijamente la ventana
del cristal transparente del vestíbulo principal. La ventana estaba hecha
añicos y comprendí que Nick había utilizado la pata de la silla para
romperla y escapar por allí. Ni siquiera había tenido tiempo para atravesar
la distancia que lo separaba de la puerta. Probablemente mis padres no
habían salido tras él porque el vestíbulo estaba lleno de alumnos humanos
alucinados y a punto de ponerse a hacer preguntas comprometidas.
Mi madre entró en el vestíbulo principal, cogiéndose la muñeca. Unos
pasos más atrás venía la señora Bethany, en cuya mirada hervía una rabia
mal disimulada.
—¿Qué demonios ocurre aquí? —Raquel bajó la escalera detrás de mí—.
¿Ha habido...? ¿Ha habido una pelea o algo así?
La señora Bethany se puso muy derecha.
—Esto no es asunto suyo. Todo el mundo a sus habitaciones.
Raquel me miró mientras regresaba a nuestro piso. Era obvio que quería
que se lo explicara, pero ¿qué iba a decirle? Estaba muy acalorada,
aunque mi cuerpo fue enfriándose con cada latido de mi corazón; me
faltaba el aire. No hacía ni cinco minutos que estaba sentada junto a
Nick , riéndonos de los chistes de mis padres.
Mis padres y Balthazar no se movieron de su sitio cuando los demás
regresaron a sus habitaciones, y yo también me quedé con ellos.
En cuanto nos quedáramos solos, iba a preguntarle a mi padre qué
significaba todo aquello, pero se me adelantaron.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó la señora Bethany.
—Nick es miembro de la Cruz Negra —contestó mi padre. La señora
Bethany lo miró con ojos desorbitados, aunque no de espanto, sino de
sorpresa; la primera vez que apreciaba una mínima vulnerabilidad en ella
—. Acabamos de descubrirlo ahora mismo.
—La Cruz Negra. —Cerró las manos en un puño y miró fijamente la
ventana rota. El viento azotaba la lluvia que entraba por el agujero
bordeado de cristales afilados y volvió a oírse el estallido de un trueno—.
¿Qué pretenden?
—Tenemos que ir tras él de inmediato.
Mí padre parecía dispuesto a salir corriendo en cualquier momento.
—Siempre habrá cazadores —dijo mi madre en voz baja, poniéndole la
mano buena en el brazo—. Nada ha cambiado.
La señora Bethany se volvió hacia ella, con la cabeza inclinada y los ojos
entrecerrados.
—Su compasión no nos sirve de nada, Celia. Comprendo que desee
ahorrarle sufrimientos a su hija, pero si su marido y usted hubieran puesto
mayor cuidado, ahora no se encontraría en esta situación.
—Ese chico vino aquí con una misión y le hizo daño a nuestra hija para
cumplirla. Le aseguro que averiguaré qué pretendía. —Mi padre escudriñó
la oscuridad—. No puede avanzar tan rápido como nosotros en la
tormenta. Deberíamos salir ahora mismo.
—Todavía hay tiempo para formar una expedición —insistió la señora
Bethany—. El señor Ross pedirá ayuda en cuanto pueda, lo que significa
que no es seguro que lo encontremos a solas. Señor y señora Olivier,
ambos vendrán conmigo para alistar y armar a los demás.
—Yo también voy —dijo Balthazar, con determinación.
La señora Bethany lo miró de arriba abajo, evaluándolo.
—Muy bien, señor Moore. Por el momento le sugiero que se ocupe de la
señorita Olivier. Explíquele la insensatez que ha cometido y procure que
no vaya contándolo por ahí.
Mi madre me tendió una mano.
—Debería hablar con ella.
—Dada su inclinación a ignorar la realidad, será mejor que le deje esa
tarea a una parte más neutral.
La señora Bethany señaló la escalera de caracol.
Todavía tenía la esperanza de que mi madre le dijera a la señora
Bethany dónde podía meterse su prepotencia, pero mi padre la cogió por
el brazo bueno y la empujó escalera arriba con él. La señora Bethany los
siguió, levantando la larga falda con una mano. Me volví hacia Balthazar
en cuanto estuvimos solos.
—¿Qué ha ocurrido?
—Chist, Miley , cálmate.
Balthazar colocó sus manos en mis hombros, pero yo no estaba por la
labor.
—¡Que me calme! Acabáis de atacar a mi novio y él se ha revuelto. ¡No
entiendo nada de nada! Balthazar, por favor, dime... Dime... Por Dios,
¿qué...? ¡Si ni siquiera sé qué preguntar!
Había tantas preguntas agolpándose por salir, que era como si me
atragantaran y me asfixiaran.
—Te han mentido. Nos han mentido a todos —contestó Balthazar, sin
alterarse.
La pregunta que acudió a mis labios anuló todas las demás.
—¿Qué es la Cruz Negra?
—Cazadores de vampiros.
—¿Qué?
—La Cruz Negra es un grupo de cazadores de vampiros que lleva
asediándonos desde la Edad Media. Nos siguen el rastro, nos separan de
los nuestros y acaban con nosotros. —Balthazar me limpió las gotas de
sangre de mi padre que me habían salpicado la cara, con tanta delicadeza
como si fueran lágrimas—. Ya en una ocasión intentaron infiltrarse en la
Academia Medianoche. De vez en cuando, un humano consigue entrar
mediante zalamerías o sobornos y se le tolera para evitar llamar la
atención. Uno de esos humanos resultó ser un miembro de la Cruz Negra.
—Hace ciento cincuenta años... —La historia que acababa de contar
arriba, la que Nick me había confiado cuando nos conocimos, cobró
sentido de repente—. La pelea de la que hablaba... no fue un duelo,
¿verdad?
Balthazar negó con la cabeza.
—No, alguien descubrió que era miembro de la Cruz Negra y él
consiguió escapar. Lo mismo que ha ocurrido esta noche.
La Cruz Negra. Cazadores de vampiros. Nick nunca me había
mencionado que hubiera encontrado algo por el estilo en los libros que la
señora Bethany le había prestado, y en ese momento comprendí que me
lo había ocultado. Nick había acudido a Medianoche para cazar y matar
criaturas como yo. Incluso me había embaucado para que volviera a
morderle... y así proporcionarle la fuerza y el poder que necesitaba para
defenderse. Me había utilizado para convertirse en un asesino más
eficiente, había intentando matar a mis padres y me había mentido en
todo, desde el principio.
«En un primer momento, antes de que Nick supiera que yo era un
vampiro, había intentado protegerme. Yo creí que se preocupaba por mí
porque me sentía sola, pero no era por eso; él pensó que yo era una
humana rodeada de vampiros, y por eso se preocupaba por mí. Pero desde
que ha descubierto lo que soy, me ha estado utilizando para adentrarse en
los entresijos de Medianoche, para asumir nuestros poderes, para llegar a
donde deseaba. Me hizo sentir culpable por haberle mentido cuando él me
estaba contando una mentira aún mayor.»
Lo que parecía amor era traición.
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