sábado, 11 de agosto de 2012
at dusk niley- capitulo 51
Después de cruzar el puente, no tuve demasiados problemas para
seguir el rastro de Nick sin ayuda de nadie. Estaba muy oscuro y no
poseía la visión o el oído extrasensoriales de los verdaderos vampiros. Sin
embargo, era obvio que Nick se dirigía a Riverton, y en ese lugar había
muy pocos caminos que le llevaran al sitio al que se dirigía. Nick sabía
que no tenía tiempo que perder y que, por tanto, tenía que alejarse de allí
lo antes posible.
Después de que se fuera a casa a pasar las vacaciones de Navidad, yo
había acompañado a Raquel hasta la estación de autobuses. Aunque ella
ansiaba abandonar Medianoche cuanto antes, su familia no iba a estar en
casa hasta un poco más tarde, así que estuvimos esperando uno de los
últimos autobuses, el que salía hacia Boston a las 8:08. Ya casi eran las
ocho y estaba segura de que Nick iba a intentar subir a ese autobús. El
siguiente no pasaría hasta al cabo de un par de horas y eso era demasiado
margen. La señora Bethany y los demás caerían antes sobre él. El autobús
a Boston era la única oportunidad real que Nick tendría de escapar.
El centro de la ciudad estaba casi desierto. No había coches en las calles
y los pocos negocios que se habían molestado en seguir abiertos parecían
vacíos. A nadie le apetecía salir en una noche como aquella. Con el pelo
empapado pegado a la cabeza, lo consideré lo más normal del mundo.
Miré en un par de tiendas abiertas, incluido el establecimiento donde
encontramos el broche. Nick no estaba.
«No. Sabe que es el primer lugar donde mirarían.»
En ese momento, comprendí que tenía una ventaja sobre la señora
Bethany y mi padres, algo que ni siquiera siglos de experiencia y poderes
sobrenaturales podían darles: conocía a Nick y eso significaba que sabía
lo que iba a hacer.
Era probable que ellos también imaginaran que Nick no intentaría
esconderse en un lugar público. Incluso puede que hicieran la inferencia
que yo hice: que se ocultaría tan cerca de la estación de autobuses como
le fuera posible para no exponerse demasiado en el pueblo antes de poder
subir al autobús y salir de allí. Sin embargo, la estación de autobuses
estaba en el mismo centro de la ciudad, rodeada por un puñado de tiendas
y, por lo que ellos sabían, él podría estar en cualquiera de ellas.
Nick había ido conmigo a ver una película antigua y me había
comprado el broche en la tienda de ropa vieja. Y antes de salir corriendo
me había dicho que me quería.
Lo que significaba que tal vez, solo tal vez, escogería para ocultarse el
mismo lugar que hubiera escogido yo.
Me dirigí de nuevo hacia la tienda de antigüedades del extremo más
alejado de la plaza, sorteando los charcos de agua. Cualquier duda que
hubiera podido albergar acerca de mi corazonada se desvaneció en cuanto
llegué a la puerta trasera de la tienda y vi que la habían dejado entornada.
La abrí poco a poco. Las bisagras no chirriaron y avancé con cuidado
sobre los tablones de madera. Con las luces apagadas, la oscuridad era
prácticamente completa. Apenas conseguía distinguir la silueta de los
objetos extraños que me rodeaban. Al principio no podía creer lo que
estaba viendo: una coraza, un zorro disecado, un bate de criquet, hasta
que comprendí que la amalgama de objetos tenía una razón de ser:
formaban parte del almacén de la tienda de antigüedades, cosas que
compraba muy poca gente. Todo era un poco surrealista, como si viviera
una pesadilla estando completamente despierta.
Al principio intenté no hacer ruido, pero a medida que avanzaba
comprendí que eso podía ser peligroso. Puede que Nick estuviera
dispuesto a atacar a los demás que iban tras él, pero estaba convencida
de que a mí no me haría nada.
—¿Nick ? —Nadie contestó—. Nick , sé que estás aquí. —Silencio,
aunque sabía que alguien me observaba—. Estoy sola, pero ellos están
cerca. Si tienes algo que decirme, será mejor que me lo digas ahora.
—Miley .
Nick dijo mi nombre en un suspiro, como si estuviera demasiado
cansado para seguir reteniéndolo. Intenté escudriñar la oscuridad, pero no
lo vi. Lo único que sabía era que su voz procedía de algún lugar por
delante de mí.
—¿Es cierto lo que dicen de ti?
—Depende de lo que digan.
Oí unas pisadas que se acercaban poco a poco en mi dirección. Me
apoyé con una mano temblorosa sobre el objeto que tenía más cerca para
que me sirviera de sostén, una silla tapizada de terciopelo gastado.
—Dicen que eres miembro de una organización llamada la Cruz Negra.
Cazadores de vampiros. Que has estado mintiéndome a mí... Y a todos.
—Es cierto. —Nunca me había parecido tan cansado—. ¿De verdad estás
sola? No te culpo si me has mentido.
—Solo te he mentido una vez y no voy a empezar a hacerlo de nuevo
ahora.
—¿Una vez? Se me ocurren bastantes veces en las que se te pasó por
alto comentarme que eras un vampiro.
—¡Tú tampoco me dijiste que eras un cazador de vampiros!
Lo habría abofeteado. Mi rabia no pareció conmoverlo en lo más
mínimo.
—Supongo que tienes razón. Supongo que al fin y al cabo es lo mismo.
—¡Te conté toda la verdad en ese correo electrónico! ¡No me guardé
nada!
—Porque te pillé. Así no cuenta y lo sabes.
¿Por qué continuaba insistiendo en que habíamos hecho lo mismo?
—Yo no elegí ser lo que soy. Tú... Vosotros planeáis dar caza a mi familia,
a mis amigos...
—Yo tampoco lo elegí, Miley —dijo con voz ronca, como si se ahogara.
Mi rabia se transformó en otra emoción, en una que no podía nombrar.
Nick se acercó un poco más. Al escudriñar en la oscuridad, entrevi su
silueta a unos pasos de mí—. Ni quién soy ni lo que soy, ni siquiera el venir
a Medianoche.
—Pero elegiste estar conmigo.
Aunque él había intentado convencerme de que no me convenía, ¿no?
En ese momento comprendí por qué.
—Sí, lo hice, y sé que te he hecho daño. Lo siento. Eres la última
persona en el mundo a la que querría hacer sufrir.
Parecía completamente sincero. Deseé poder creerle como nunca antes
había deseado nada en el mundo. Sin embargo, después de todo lo que
había ocurrido esa noche, se había acabado lo de creerlo todo sin más.
—¿Puedes decirme por qué?
—Sería muy largo de explicar y no tenemos tanto tiempo.
El autobús de las 8:08 h a Boston. Consulté la hora; las manecillas
fosforescentes me indicaron que apenas nos quedaban cinco minutos.
Me acerqué a Nick con las manos extendidas, abriéndome camino a
tientas. Mis dedos acariciaron unas plumas de avestruz, polvorientas
después de tantos años, y algo suave y frío, tal vez el armazón de una
cama de latón. Nick se volvió hacia la izquierda, intentando evitarme, y
se ocultó detrás de un panel, aunque descubrí que podía ver a través de
él. Al acercarme vi que se trataba de una vidriera.
Estábamos en la pieza principal de la tienda de antigüedades, menos
abarrotada y en penumbra. Las farolas de la calle proyectaban su luz
verdusca y desvaída sobre nosotros. Nick se quedó detrás de la vidriera.
¿Me tenía miedo? ¿Le daba vergüenza mirarme a la cara? En vez de rodear
el panel, me coloqué delante de él, así nos veríamos a través de los vidrios
tintados. La cara de Nick estaba dividida en cuatro cuadrados de color, y
en sus ojos oscuros había una mirada atormentada.
Los dos permanecimos en silencio hasta que Nick sonrió con tristeza.
—Eh.
—Eh.
Yo también sonreí, y estuve a punto de echarme a llorar.
—Por favor, no llores.
—No, no lo haré. —Se me escapó un sollozo, pero tragué saliva y me
mordí la lengua. Como siempre, el sabor de la sangre me dio fuerzas—.
¿He de temer algo?
Nick sacudió la cabeza. En su rostro se reflejaba el color de las piedras
preciosas a través del cristal: topacio, zafiro y amatista.
—No de mí. De mí nunca.
—Díselo a Erich.
—Lo habéis encontrado. —Nick no parecía ni remotamente arrepentido
—. Erich estaba acosando a Raquel. ¿Recuerdas? Cuando la oí hablar de la
pulsera que había perdido, supe que se le acababa el tiempo. Robar las
posesiones de su víctima es una señal típica de que el vampiro asediador
se está preparando para atacarla. Erich quería matarla y, si hubiera
encontrado la ocasión, lo habría hecho. Creo que en el fondo tú también
los sabes.
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al anonimo que dejo el comentario, chica yo ya muchas veces explique que esta es una novela adapta no entiendo que logran con seguir reclamandome y diciendome muchas veces ya lo aclare
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