sábado, 11 de agosto de 2012
at dusk niley- capitulo 49
e senté aturdida en el último escalón de la escalera, atenta a los
preparativos que estaban llevándose a cabo a mi alrededor.M
La expedición de la señora Bethany estaba compuesta por cinco vampiros:
mis padres, Balthazar, el profesor Iwerebon y ella. Todos llevaban
impermeables pesados y puñales sujetos a las pantorrillas y los
antebrazos.
—Deberíamos llevar pistola para enfrentarnos a este tipo de situaciones
—apuntó Balthazar.
—Solo hemos tenido que enfrentarnos a «este tipo de situaciones» en
dos ocasiones en más de doscientos años —contestó la señora Bethany,
más glacial que nunca—. Nuestras aptitudes suelen ser más que
suficientes para tratar con los humanos. ¿O acaso no cree estar preparado
para lo que se le encomienda, señor Moore?
«Nick es un cazador de vampiros. Nick vino aquí para matar gente
como mis padres. Me dijo que no me fiara de ellos. Supongo que creyó que
me habían raptado siendo un bebé. Intentó abrir una brecha entre
nosotros. Creí que solo estaba siendo grosero, pero tal vez estaba decidido
a matarlos.»
—Sé arreglármelas yo solo —dijo Balthazar—, pero es posible que Nick
también vaya armado. Es un cruz negra. Es imposible que viniera aquí a
pecho descubierto. Es muy probable que haya encontrado un escondite
para su arsenal dentro de la escuela y le aseguro que ahí estarán sus
armas.
«Subimos la escalera de la torre norte juntos y estuvo rezongando todo
el camino. Creí que era porque Nick me tenía miedo, que temía a los
vampiros, pero no se trataba de eso. Incluso una vez en el suelo, cuando
estábamos besándonos, me pidió que volviéramos a vernos a solas, pero
en otro lugar.»
—En la habitación que hay en lo alto de la torre norte —dije de repente
con una voz extraña que apenas reconocí como mía—. Está allí.
La señora Bethany se puso muy tensa.
—¿Usted lo sabía?
—No, es una corazonada.
—Comprobémoslo. —Balthazar me tendió la mano para ayudarme a
ponerme en pie—. Vamos.
Parecía que todo estaba igual que la última vez que Nick y yo
estuvimos allí arriba juntos. La señora Bethany cerró los ojos un momento,
consternada.
—La habitación de archivo. Si ha estado aquí arriba, habrá leído casi
toda nuestra historia. Los lugares donde se ocultan muchos de los
nuestros... Y ahora la Cruz Negra los conoce.
—Muchos de estos archivos llevan décadas desfasados —intentó
razonar mi padre—. Los años más recientes están en el ordenador.
—Creo que también ha tenido acceso a esos —dije, recordando el día
que había encontrado a Nick saliendo a hurtadillas del despacho que la
señora Bethany tenía en la cochera.
La señora Bethany se volvió en redondo hacia mí, a punto de perder los
estribos.
—Vio que Nick Ross incumplía las normas y jamás avisó a nadie de
dirección. Dejó que un miembro de la Cruz Negra campara a sus anchas
por Medianoche durante meses, señorita Olivier. No crea que voy a
olvidarlo.
Por lo general, yo solía encogerme cuando me hablaba de ese modo; sin
embargo, esa vez repliqué.
—¡Fue usted quien lo admitió aquí en primer lugar!
Después de eso, todo el mundo guardó silencio unos segundos. Solo lo
había dicho para defenderme, pero comprendí que la señora Bethany
había metido la pata, pero hasta el fondo, y su intento por endiñarle la
culpa a otro le había salido mal.
En vez de estrangularme, la señora Bethany me dio la espalda, muy
estirada, para inspeccionar la estancia.
—Abran las cajas, miren en los armarios y en las vigas. Quiero saber qué
guardaba aquí arriba el señor Ross.
El recuerdo de los momentos que Nick y yo habíamos pasado juntos
me abrumaba, pero intenté concentrarme en un día en concreto: el día
que subimos a esa habitación. Nick se había sentado inmediatamente
sobre el enorme arcón que había colocado contra una pared. En aquel
instante pensé que estaría cansado, pero tal vez lo había hecho por un
motivo bien distinto: para que yo no lo abriera.
Balthazar miró hacia donde apuntaban mis ojos. No dijo nada, pero
enarcó una ceja a modo inquisitivo. Asentí con la cabeza y se dirigió hacia
el arcón para abrir la tapa. No pude ver lo que había dentro, pero mi
madre dio un grito ahogado y el profesor Iwerebon maldijo entre dientes.
—¿Qué es? —pregunté.
La señora Bethany se acercó y echó un vistazo al interior del arcón.
Mantuvo una expresión de absoluta frialdad al agacharse y sacar una
calavera.
Ahogué un grito y me sentí como una estúpida.
—Eso tiene que ser muy antiguo. Vaya, mirad qué pinta tiene.
—Nuestros cuerpos se descomponen muy deprisa al morir, señorita
Olivier. —La señora Bethany no paraba de darle vueltas al cráneo, lo que
me recordó sus clases sobre Hamlet—. Para ser exactos, se deterioran
hasta alcanzar el estado de descomposición que tendrían si hubieran
muerto siendo humanos. A pesar de que los huesos están limpios,
conservan restos de piel... Lo que nos sugiere que este cráneo pertenecía
a un vampiro que murió hace décadas, tal vez incluso un siglo.
—Erich —dijo Balthazar de pronto—. Una vez comentó que había muerto
en la Primera Guerra Mundial. Nick y Erich siempre se estaban buscando.
Si Nick lo atrajo hasta aquí y Erich no tenía ni idea de que estaba
tratando con un cazador de la Cruz Negra, el resultado es fácil de
imaginar.
—Sobre todo si Nick contaba con uno de estos. —Mi padre había
abierto otra caja, de la que había sacado un cuchillo enorme; no, un
machete—. Con esto podría despachar a cualquiera de nosotros en un
abrir y cerrar de ojos.
Balthazar dejó escapar un prolongado silbido mientras examinaba la
hoja.
—Esos dos solían pelearse, pero Erich siempre pudo con Nick . O bien
Nick perdía a posta, o sabía que si demostraba lo que era capaz de hacer
lo hubiéramos descubierto.
—Creía que Erich se había escapado —protesté.
Tenía que ser así; Nick y Erich se habían peleado, pero Nick no podía
haberlo matado.
—Es lo que creímos todos, pero nos equivocamos. —La señora Bethany
devolvió el cráneo de Erich al arcón sin ceremonias—. Sigamos buscando.
Los demás obedecieron. Temblorosa, me acerqué al arcón para mirar
dentro. Había un montón de huesos, un uniforme polvoriento de
Medianoche y, en un rincón, un redondel de color marrón. Con un
sobresalto comprendí que se trataba de la pulsera de cuero que Raquel
había perdido. Era imposible que Nick se la hubiera robado. No, se la
había quitado Erich y la llevaba cuando murió.
«Cuando lo mató Nick .»
—Miley , cariño. —Mi madre se acercó. Se había puesto unos téjanos y
unas botas. Por lo general, se negaba a vestirse con lo que seguía
calificando como ropa de hombre, pero había hecho una excepción para ir
tras Nick —. Deberías ir a nuestra habitación. No es necesario que sigas
aquí.
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