Capitulo 20
Los días para Nick se volvían
inmensamente desesperantes, porque la mayor parte del tiempo se la pasaba
pensando en todo lo que ocurría la noche anterior con su castaña. Los
negocios ya no le importaban, su intención de humillarla y dejarla en ridículo
quedaban en la nada, cada vez que llegaba a su casa, y se encontraba con esa
mirada brillante, esa mirada que le hacia pensar que ella tal vez… sacudía su
cabeza, tratando de convencerse que eso era solo una ilusión. Era casi
imposible que ella se enamorara de él. Sabia que no estaba haciendo las cosas
bien. Tenía esa necesidad de hacerle entender que la amaba, pero estaba esa
parte siniestra, dolida, que clamaba por sangre. Por otro lado, estaba aun
latente, las palabras de Remus "¿Que
pasaría cuando Liam y ella se encontraran?" Trataba en vano no pensar en eso. Si
ella se fuera con ese infeliz hurón… respiraba entrecortadamente cada vez que
esa imagen venía a su mente. Sentía que cada célula de su cuerpo, se
revolucionaba, de solo imaginar que esa piel tan suave, que olía a jazmines,
pueda ser tocada por las inmundas manos de ese mortífago. Sentía que si eso
sucedía, si ella se entregaba al sexo con Hemsworth , la perdería para siempre,
y eso terminaría por sepultarlo. No soportaría la vida pensarla y verla con su
peor enemigo. Y por esta razón, durante la jornada laboral, se convencía de que
era tiempo que el frío y maldito Nick Jonas regresara. Era su coraza, su
mecanismo de defensa. Pero cada noche, cuando pasaba por la puerta del cuarto
de su mujer, sentía que un imán, lo llevaba hacia el pomo de la puerta, y lo
obligaba a abrirla, y allí, todo pensamiento, toda intención se iba por el
caño. Sucedía siempre, cada vez que entraba a esa habitación… solo ver ese
cuerpo delgado y frágil… esa silueta casi etérea, esperándolo. Porque el estaba
seguro que ella deseaba que él entrara a su habitación e hiciera lo que tenia
que hacer. Ella no se quejaba, y él, se maldecía por ser tan vulnerable ante
esa mujer.
Miley vivía en un mundo de
absoluta confusión. Se sentía viva, cada vez que estaba entre sus brazos… pero
también se sentía como si estuviera faltándole a sus convicciones, revolcándose
con el causante de todo su dolor. Se obligaba a recordar el cuerpo sin vida de
su hermano en la cocina de su casa, y la cara de dolor de su hermano Joe , al
darle la noticia de que sus padres… y luego recordaba esos ojos cafes que la
miraban con compasión… la rabia que afloró por sus venas al verlo tan cínico,
dándole el pésame, haciéndose el dolido por la situación, cuando el era el
culpable de todo. Se maldecía a si misma, por no recordar eso cuando estaban en
una de sus apasionadas sesiones. El tenía ese poder. La hacia olvidar de todo y
de todos cuando estaban juntos. El la confundía tanto… No podía odiarlo… ya no
sentía ese sentimiento por él, solo sentía la imperiosa necesidad de
entregarse, de tenerlo así, aunque sea ese instante, solo para ella. En
ocasiones, cuando Nick llegaba demasiado tarde, la rabia la carcomía de pensar
que estaba con su amante favorita, Nicole Anderson . Rogaba a todos los magos
conocidos, que llegara temprano a casa… y cuando lo veía cerrar la puerta de
entrada, se sentía aliviada, y lo miraba fijamente, mientras en su interior
sonreía como tonta… esa noche, como todas las noches, ella sería su amante
favorita…
Una mañana semanas antes de la
Navidad, Miley despertó y como tenía el día libre en su trabajo, decidió que
esa jornada sería especial para realizar las compras de Navidad. Bajó hacia la
sala y allí se encontró con su cuñada, que con una sonrisa, la miraba de arriba
abajo, sorprendida. Llegó hasta el sofá y acomodando su bolso, la miró sin
entender por qué su amiga no le quitaba la vista de encima.
- Parece que esta mañana te
comió la lengua el gato – dijo Miley mirándola divertida.
- Es que… - Demi bufó - si no
viera el cambio que has tenido en estos meses¡no creería que fueras tu!! – Miley
sonrió
- ¿Por que lo dices?
- ¡Mira como estas vestida!! –
dijo rodeándola, y riendo – Te ves tan…
- Vamos, no es para tanto –
Tenía puesta una blusa blanca, un suéter verde y falda algo arriba de las
rodillas, con tablas, y botas largas, negras de cuero, que estilizaban mas sus
piernas. – Es la misma ropa que suelo usar siempre…
- ¡Pero estás mas – sonrió –
mujer!!
- ¡Ey! – le dio un golpe – como
si antes fuera un… ¡troll!
- Bueno, eras una chica… ¡ahora
eres una mujer!!
- Deja esa estupidez – dijo
colorada – ¿tienes que ir a trabajar?
- No… tengo el día libre.
- ¿Te gustaría que hiciéramos
las compras de Navidad?
- ¿Para qué crees que vine?
- Bien – se levantó y buscó un
largo abrigo - ¿nos vamos?
- ¿Y Nick?
- El tuvo que ir a trabajar
temprano…
- Bueno… vamos. Tienes que
regresar…
- Antes de las seis.
- ¡Bien!! Entonces tenemos todo
el día para nosotras – agregó Demi, abrazando a su amiga.
- No todo el día…. – dijo
mirándola – quiero ver a mis padres, también.
- Pero no tendremos que estar
con maridos molestos… - dijo divertida.
- ¡En eso tienes razón!! –
salieron de la casa y desaparecieron en el parque, para luego aparecerse en un
rincón del callejón Diagon. Recorrieron los doscientos metros que las separaban
del Banco de Gringots. Al entrar una ola de calor las hizo olvidar del gélido
aire otoñal. Suspiraron aliviadas y se acercaron contentas hasta el escritorio
de uno de los gnomos que estaba desocupado.
- Buenas días, mi nombre es
Ragnok¿en qué puedo ayudarlas señoritas?
- Buenos días – dijo Demi- mi
nombre es Demi Lovato y vengo a retirar dinero de mi cámara…
- ¿Tiene la llave?
- Si, aquí la tiene – dijo,
entregándole la pequeña llave dorada.
- Bien…. Enseguida uno de
nosotros la llevará a su cámara
- Gracias.
- Bueno, el mismo duende puede
llevarme hasta mi cámara, así saco el dinero que tengo allí – agregó Miley
sonriente.
- ¿Nombre?
- Ginevra Weasley… - el duende
buscó en un enorme libro el nombre y número de la cámara – tengo la llave, y el
número es…
- Déme la llave por favor –
dijo rudamente el duende, interrumpiéndola. Demi miró a Miley, no entendiendo
por que le pedían la llave… Ella solo se encogió de hombros, y sin decir nada
mas, extendió la llave y se la entregó.
- ¿Para que quiere la llave de
mi cámara?
- Porque esta cámara ya no le
pertenece…
- ¿Qué!!!? – dijo sorprendida –
¿como que no es mas mi cámara¡Esto es un atropello! – el duende la miró – Sabe
usted, señor Ragnok, que dentro de esa cámara, tengo 70 galeones, que son míos
y que tengo derecho a sacarlos… y usted no puede… - El duende, le hizo señas para
que lo acompañaran. Miley, apretó su bolso con rabia y con pasos seguros fue
detrás. Demi, miraba de reojo a su amiga. Si no le daban el dinero, se armaría
un revuelo, que aparecería en todos los periódicos. Miley iba absorta en sus
pensamientos. Bill ya le había comentado que los duendes a veces se apropiaban
de las cuentas de algunos magos. Por supuesto, estaba dispuesta a voltear el
mundo para que esas criaturas, no se quedaran con lo poco que tenía. Ragnok, se
detuvo frente a una puerta de madera, con aldabas doradas, y les pidió que
pasaran. Sin ser cortés, ni invitarlas a tomar asiento se acercó a un inmenso
escritorio, y se sentó parsimoniosamente. Miley, que estaba a punto de echar
chispas, esperó que el duende le diera una explicación. Este se tomó varios
minutos, cuando levantó la vista de unos pergaminos, la miró con aire de
superioridad.
- Lo siento señora Jonas… -
ella arqueó una ceja al escuchar que Ragnok, la llamaba por su apellido de
casada.- pero el contenido de su cámara pasó a una de las tantas cámaras que
tiene su esposo, el señor…
- Sé quien es mi esposo, - dijo
Miley, ofuscada. Demi la miró sorprendida. Era la primera vez que escuchaba que
su amiga no renegaba de su apellido. - ¡pero no por eso se tiene que quedar con
mi dinero¡Es mío!! Y es mi cámara, no puede…
- Señora… - dijo el duende casi
perdiendo la paciencia – Si ha estudiado un poco la legislación mágica, debe
saber que, cuando usted contrae matrimonio en el mundo mágico, las cuentas se
unifican… - Miley sintió sus mejillas ruborizarse, al recordar la maldita
legislación mágica, sobre los bienes mancomunados- su cámara queda anulada, y
el dinero que hubiere allí, pasa a las cámaras a nombre de su esposo…
- Pero que idiotez – soltó – ¿y
por qué no pasa su dinero a mi cámara? – Demi bufó, y el duende rodó los ojos.
- Así es la ley… no es a mi, a
quien debe quejarse, por el machismo explicito en las leyes creadas por los
magos, señora…
- Entonces, si eso sucede,
quiero sacar mis 70 galeones de la cámara de mi marido.
- ¿De cual de las veinte? –
dijo Ragnok, escribiendo en un pergamino.
- ¿Qué, no eran quince? – dijo Demi,
aturdida. Miley abrió los ojos
- ¡De cualquiera!!- chilló -
¡Solo quiero mis 70 galeones!!
- ¿Tiene la llave de alguna?
- ¡Aghhh!!! Le juro que de esto
se enterarán sus superiores…
- Es la ley. Si no tiene llave,
no puede disponer de su dinero… - Miley lo dejó con la palabra en la boca y
salió furiosa.
- Miley espera… ¿dónde vas?
- ¿Dónde crees? – dijo colorada
– jamás pensé estar en esta situación…- se frenó en seco – ¡Nick tiene hasta mi
dinero!! – dijo histérica – ¡estoy completamente en sus manos¿No te das
cuenta¡No puedo disponer de lo mío, si no pasa por su conocimiento!!
- ¡Pero, es la ley mágica!! –
trató de serenarla Demi, aunque no lo logró.
- Si, pero yo no quiero que eso
suceda… - se encaminó hacia la entrada del Caldero Chorreante – voy a aclarar
eso con mi esposo…
- ¿Vas a ver a Nick?
- Demi, a veces pienso que la
idiotez de mi hermano se te pegó de alguna manera… ¿Acaso tengo otro marido?
- Vas a enfrentarlo…
- ¡Claro!! Voy a exigirle que
me devuelva mi cámara, y mi dinero… ¡no se quedara con lo que es mío, lo que me
corresponde!! – Apenas le dio tiempo a la pared para que se abriera, y pasó
rápidamente, seguida por una sofocada Demi.
Nick, tenía una mañana
demasiada complicada. A las doce y media tenía una reunión con Sam Bradsford…
eran las ocho y treinta y aun no tenía, en sus manos el informe del presupuesto,
con el monto total de dinero que la empresa Jacobs y asociados, estipulaba
utilizar, para decorar cada una de las cabañas del Resort. Su secretaria, iba y
venía, de un lado a otro del edificio tratando de llamar al encargado de
planificación de la firma, para dar con el bendito informe. Nick estaba a punto
de perder el control cuando Kate, con la cara colorada y con sudor en la
frente, le entregaba en manos la bendita carpeta. El solo sonrió y la tomó, y
le pidió que lo dejara a solas. La secretaria salió, pero a los pocos minutos,
entró, diciéndole que alguien lo buscaba. El sin prestarle mucha atención, le
pidió que dejara pasar al visitante.
- Pero señor – dijo ella
insistente – ¿está usted seguro que… quiere dejarla pasar?
- ¿Eh?
- A la persona que lo busca…
¿la dejo entrar?
- Ah, si claro… deja pasar a…
- ¿La señorita
Nicole Anderson ?
- ¿Ella está aquí? – dijo
volviendo a la realidad. La señora Rowling asintió – entonces dile que estoy…
- Demasiado tarde cariño – dijo
Nicole entrando. Nick debía ser honesto y aceptar que esa mujer era hermosa.
Tenía un ajustado vestido de diseñador francés, color rojo, que le sentaba bien
con el cabello negro, y el tapado de piel de zorro blanco, y los tacones rojos.
Suspiró resignado – tu, puedes retirarte... – dijo autoritaria, mirando a la
secretaria. Ella miró a su jefe que asintió dejando la carpeta en el
escritorio.
- ¿Desea tomar algo?
- No Rowling – dijo Nick – ella
se marchará enseguida – la secretaria se fue, dejándolos solos – ¿a que viniste
Nicole ?
- Bueno… - dijo quitándose el
abrigo – si la montaña no va a Mahoma… – sonrió libidinosamente. Nick sonrió.
Le causaba gracia la forma en que ella se regalaba – quería saber que te tiene
tan ocupado, que no vienes a visitarme…
- Te lo dije¿no lo recuerdas? –
dijo él, sin moverse de su sillón – Ya tengo una mujer que me satisface mejor…
- Pero no creo que ninguna te
dé lo que yo puedo – dijo acercándose, como una serpiente, contoneando su
cuerpo, dejando visible cada uno de sus atributos.
- Nicole … - dijo él con un
tono pausado – No me gusta que vengas aquí…
- ¿Por que no? – dijo
acercándose y agachándose para que Nick pudiera ver, lo que el generoso escote
del vestido, no podía ocultar. El suspiró – ¿acaso tengo prohibido hacerte una
visita de cortesía?
- No quiero que vengas aquí… -
dijo serio. Ella comenzó a acariciar el cabello y a aflojarle la corbata.
- Tu quieres que este aquí…
puedo verlo, por la manera que me miras.
- No voy a negar que eres una
mujer muy hermosa... pero… - ella sin ningún pudor se sentó a horcajadas, en
las piernas de Nick. El se puso serio – quítate
- No…. – dijo y comenzó a
besarle el cuello.
- Quítate- dijo dándole un
empujón y sacándola de encima – ¿que quieres?
- Te quiero a ti - Nick lanzó
una carcajada desdeñosa.
- Nicole … ¿crees que soy
idiota? Dime a que viniste, para librarme lo más rápido de ti.
- Cariño – dijo tratando de
besarlo en los labios, Nick apartó su boca a tiempo y el beso carmín, se
estampó en la mejilla – nunca te libras rápido de mi… te encanta estar en mi
cama.
- No delires… -dijo él, pasando
su mano por la cara y limpiándose el labial – que quieres…
- Necesito dinero… - dijo
ofuscada.
- Bien… - abrió su billetera.
- No quiero monedas… quiero lo
que tenía antes… y te quiero a ti – dijo abrazándose al cuerpo del joven. Y sin
que Nick pudiera frenarla, lo besó. El trató de quitársela de encima, pero ella
era demasiado insistente… se refregaba vulgarmente a su cuerpo, pero Nick no
tenía ganas de hacerse de ese cuerpo. La noche anterior Miley se había mostrado
demasiado activa y entusiasmada, y él estaba muy agotado para aguantar los
vulgares embates de Nicole . Ella, en cambio, estaba dispuesta a todo con tal
de salirse con la suya…
- No tengo tiempo para estas
estupideces Nicole – Ella sin embargo, ponía empeño, pero Nick no podía
concentrarse en otra cosa que no sea el ruido de unas voces que discutían en la
sala de espera.
- ¡Me importa poco que él este
ocupado, quiero verlo, y voy a pasar ahora! – dijo una voz demasiada ofuscada
mientras abría la puerta y quedaba de piedra. – Vaya¡Perdón la interrupción, de
tan ardua jornada de trabajo!
- Miley – dijo Nick empujando a
Nicole , quien protestó, por el brusco movimiento.
- ¿Qué, acaso no te enseñaron a
tocar la puerta? – dijo esta acomodándose el vestido. Miley tenía un pelotón de
lágrimas a punto de asaltar su rostro, cuando miró a su esposo, tratando de
limpiarse el color rojo que esa mujer le había dejado en sus labios. Luego
lanzó una furibunda mirada a Nicole .
- ¿Y a ti no te enseñaron a ser
menos zorra? – espetó con furia. No quería volver su mirada hacia Nick.
- Miley… déjame que te
explique… - solo dijo. Ella levantó la mano, imponiendo silencio, y haciendo
que las siguientes palabras que iba a decir Nick, quedaran en un intento de
explicación. Luego lo miró, tan fríamente que Nick deseó que lo tragara la
tierra...
- ¿Qué hace esta zorra aquí? –
preguntó.
- Eh…
- Creo que si hablamos de
zorras, no deberías acusar… no sea que el calificativo te vaya a ti, mejor que
a mi – saltó la morena.
- Como te atreves… - dijo
acercándose a Nicole , dispuesta a sacarle los pelos.
- Miley... Nicole ya se va –
dijo Nick, tratando apaciguar los ánimos.
- No cariño – dijo Nicole , con
una voz melosa, que hizo a Miley dar arcadas – necesito hablar de algo contigo.
- ¿Que no escuchaste? – dijo Miley
roja de odio - parece que no entiendes… ¿o quieres que yo te haga entender de
otra manera? – Nick la miró. Y sonrió. Las pecas habían desaparecido, a causa
del color escarlata, que teñía su rostro.
- Hola Nick… - dijo una
temerosa voz desde la puerta. – ¿no interrumpimos nada, no?
- Hola Demi – se acercó hacia
su amiga y le dio un beso- Creo que debo decir, que mas oportuna no han sido. –
esta lo miró con reproche, y él le guiñó el ojo divertido.
- Será mejor que no la
contradigas en nada – dijo Demi en un susurro – hoy no es uno de sus mejores
días – Nick rió.
- Esperame afuera Demi – dijo Miley.
Demi salió presurosa, junto con la secretaria.
- Miley…
- Y bien Nick – dijo Miley
cruzando sus brazos – ¿sacarás la basura afuera?
- ¡No te permito!! - dijo
Nicole – si hablamos de basura, mírate tu… pareces andrajosa – Miley cerró los
puños y contó hasta diez, si no lo hacia le partía la cara – ¿no te casaste,
con un millonario¿Por que no te llena de oro¿O caso no lo satisfaces, como se
merece?
- ¿Quien diablos crees que eres
para decirme como soy, o como debo comportarme con mi marido¡Si de algo estoy
segura, es que no ando revolcándome con los hombres, para que me tiren una
moneda para vivir!! – Nicole se puso roja. Nick miraba la escena divertido –
Si mi marido no me da dinero, para vestirme tan elegantemente como tu, es
porque yo no tengo interés en esos trajes tan costosos… ¿de qué te sirve
vestirte con ropa de marca, si tu eres una…
- Bien... basta gatas… - dijo Nick,
tratando de que la pelea no se salga de control.
- ¡Dile a esta zorra que se
vaya ahora!! – exigió Miley – quiero hablar contigo.
- ¿Quien te crees que eres,
para decirle a mi Nick lo que tiene que hacer? – dijo Nicole . Miley sintió un
chorro de sangre caliente subir a su cerebro, y una punzada nunca antes
sentida, en su cuerpo, que le contrajo los músculos de la espalda.
- ¿Tu Nick? – dijo con la cara
roja – Y desde cuando es tu Nick…
- Siempre lo ha sido.
- ¿Acaso eres su novia, su prometida,
su mujer…?
- Yo… - titubeó Nicole , Y Miley
sonrió.
- Exacto… no puedes decir nada,
porque no tienes ningún derecho… solo tienes el derecho de amante… o sea nada –
Nick la miro. Miley estaba siendo demasiado hiriente.
- Y tu, qué derecho tienes…
- Vamos… ¿acaso Nick no te lo
dijo? – dijo caminando con una sonrisa de triunfo, luego miró al joven – ¿No se
lo has dicho?
- Nicole …
- Nick – dijo la morena –
quiero que saques a esta insulsa, tenemos que hablar
- No puedo – dijo él y se
sentó.
- Pero…
- Exacto… no puede y ¿sabes por
que? Porque YO SOY SU ESPOSA – y le mostró el enorme anillo de brillantes, casi
refregándoselo en la cara. Nicole se puso blanca enseguida y se sostuvo del
escritorio para no caer – así que haz el favor de irte, que necesito hablar con
mi marido.
- ¿Nick… es cierto?
- Si…- dijo mirándola – Miley
es mi mujer… Ahora par de gatas, no tengo tiempo para ataques de celos, así que
Nicole – dijo mirando a la muchacha, que aun no se recuperaba – será mejor que
te vayas… y tu – dijo mirando a Miley – a que debo la sorpresa de esta visita?
- ¿Acaso necesito tener una
excusa para visitarte en tu trabajo? – Nick la miró sorprendido. – Necesito
hablar algo importante contigo… - dijo aplacando su respiración. Nicole tomó
su abrigo de piel y su bolso, y pasó cerca de Miley. La miró a los ojos.
- Puedes haber ganado esta
batalla, pero no estés tan segura de ganar esta guerra.
- Querida, conmigo en la pelea,
eres historia – dijo Miley en un susurro, que nadie más que Nicole escuchó.
- Disfruta de portar su
apellido, puede que no te dure mucho… mírate… él te dejara pronto – Miley la
miró – eres tan poca cosa… muy pronto se le acabara el entusiasmo, y vendrá a
mi…- Miley miró hacia la ventana, y Nicole salió dando un portazo.
- Bien… - dijo Nick – ¿a que
viniste?
- ¿Que hacia esa zorra
aquí¿Como te atreves… acaso por esto saliste temprano de casa, para verte con
esa perra? No tienes cara!! Es que acaso no…
- ¡Calmate y cállate!! – le
dijo – ¡No estoy de humor para aguantar tus ataques de celos!!
- ¡No tengo ningún ataque de
celos!! – dijo histérica, tirando su bolso al suelo. Nick la miró asombrado –
¡es que vengo del maldito banco, porque quería sacar mi dinero y ahí me entero
que unificaron nuestras cuentas… quiero mi dinero y ahora resulta que no solo
dependen mis padres de ti, sino que yo también, porque por el solo hecho de
casarme contigo mi dinero pasa a tu cuenta… entro y te encuentro revolcándote
con esa asquerosa zorra!! Tu no tienes vergüenza!! Y encima tengo que darle
explicaciones de por que tengo mas derechos de entrar a tu oficina que ella¿Es
que acaso no pudiste decirle que estabas casado¡Claro porque tu eres igual de
cínico que esa infeliz, prostituta de alto vuelo!!
- Serénate, quieres… vas a
explotar – dijo riendo.
- ¡No me digas que me serene!!
Tengo que aguantar que esa ridícula me insulte y tu te diviertes… eres un… -
bufo - necesito que agilices la cuenta... ¡quiero mi cámara, y mi dinero,
ahora!
- ¿Para que quieres…?
- ¿Para que¡yo quiero mi
independencia económica!! – chilló- ¡No quiero tener que venirte a pedir
dinero! quiero ir a comprar los regalos de Navidad… ¡yo tenia mi cámara y mi
dinero y ahora resulta que no tengo nada!! – dijo casi sin respirar.
- No te quejes… - dijo
divertido. Le parecía gracioso verla, allí, toda desencajada, con la cara
colorada. – ¿Acaso el duende no te dijo que mi dinero también es tuyo?
- ¡Yo no quiero tu maldito
dinero¡quiero el mío!! Quiero mi cámara – dijo acercándose, enardecida.
- ¡Bien! – dijo levantando las
manos y burlándose de ella – no me mates!! – rio – ¿cuánto dinero tenías en tu
grandiosa cámara?
- Setenta galeones – Nick la
miró un segundo, y luego lanzó una carcajada.
- ¿Y haces ese escándalo por
esa estupida suma?
- ¡No te burles!! – dijo casi
al borde de las lágrimas – ¡es mi dinero, y lo quiero!! – él no paraba de
reírse – te dije que dejaras de burlarte! - gritó, y en un descuido de Nick,
levantó la mano para darle un golpe. El rápidamente le tomó la mano, y la pasó
por su espalda, dejándola atrapada entre sus fuertes brazos.
- Quieta leona.. – dijo
acercándola a su cuerpo- parece que voy a tener que tranquilizarte un poco.
Ella lo miró a los ojos. El sonrió – ¿Sabes a lo que me refiero, no?
- ¿Qué sucede… - dijo ella
furiosa – acaso tu antigua perra te dejó con las ganas? – El la miró serio.
- No… Esa nunca me deja con las
ganas… solo que te vi tan furiosa, que creo que necesitas exteriorizar la rabia
de otra manera… de la manera que a mi me gusta - Abrió el abrigo, y jadeó… -
miren como se vino vestida la señora.- Ella trato de cerrar el abrigo, pero el
no la dejó. La sentó en el escritorio, mientras le quitaba el tapado. Ella lo
miró con rabia… aunque en su interior, estaba ardiendo de ganas de estar con
él. Nick metió la mano por debajo de la falda suave, pero decidido a darle
placer, mientras sus labios buscaban el cuello. La tomó de la nuca, y la besó
con violencia. Ella enroscó sus piernas en la cintura de Nick y lo atrajo mas a
su cuerpo – ¿quieres el dinero?
- Es mi dinero – decía ella
perdida entre las caricias. Abrió su camisa, desesperada por sentir la piel
masculina. El fue desabotonando mansamente la blusa, mientras su mano le
prodigaba caricias, en la entrepierna. Con destreza le quitó las bragas, y
desesperado tiró todo lo que había en el escritorio, recostando, en la
superficie libre de objetos molestos, a su mujer. Recorrió sensualmente con la
lengua, la pierna de Miley, quien se retorcía de placer, cuando Nick comenzó su
actividad favorita, saborearla. Todo su cuerpo… su parte mas sensible, y mas húmeda.
El sabía perfectamente que eso le encantaba, la volvía loca… y no escatimó en
besos, su lengua ávida, provocaba las más indescriptibles sensaciones… Mientras
lo hacía, se desabrochaba el pantalón.
- ¿Quieres tu dinero?- susurró,
No pudiendo contener mas las ganas de sentirla. Ella asintió, entonces él la
enderezó – trabaja por él – le dijo totalmente excitado y en un movimiento
brusco la penetró. Los movimientos eran vehementes, rápidos… Miley acariciaba
la espalda de Nick por debajo de la camisa, que con el fragor del momento, no
había logrado caer al suelo. El serenaba un poco la excitación, provocando
gemidos en su mujer, cuando abandonaba la violencia, y se dedicaba a entrar y
salir de su cuerpo en suaves vaivenes, que la llevaban a la desesperación.
Aunque no la dejaba acostumbrarse a esa suave caricia, porque volvía a la
vehemencia y al descontrol. El ordenador cayó al suelo en la última sacudida…
la más violenta, la más placentera. Nick descansó apoyando su cabeza en el
hombro de Miley, que jadeando trataba de serenar la respiración. El besó su
piel, desde los hombros hasta el cuello, subiendo por el mentón, e
introduciendo la lengua en su boca. Ella se separó un segundo y lo miró.
- Nick… - dijo. El la miró. Su
respiración, jadeante y el rostro bañado en sudor. Miley se dio cuenta que su
marido era tremendamente irresistible, aun después de una agotadora sesión de
sexo… en realidad se dio cuenta que él era mas irresistible después de un
momento de pasión… – Nick… no quiero ser una de tus perras… - El la miro a los
ojos. la besó dulcemente, mientras le quitaba la blusa y la falda... y la
alzaba.
- No eres una mas de mis perras
– ella lo miró, mientras él la llevaba al sofá – eres mi perra favorita… - y la
recostó en el sofá dispuesto a seguir con lo que empezaron en el escritorio.
Media hora después, Nick
buscaba cada prenda, esparcida por su oficina, mientras su mujer se vestía,
sentada en el sofá. El la miraba de reojo. Había tenido sexo en su oficina…en
su escritorio. Ahogó una carcajada, cuando vió el ordenador hecho trizas en el
suelo… la agenda, y la hojas del informe a presentar desperdigados por la
alfombra, alrededor de su sillón. Pensó que antes de ordenar debía vestirse.
Cuando levantó la vista, ella ya se acomodaba la falda, y trataba de peinarse…
él sonrió. ¿Cuándo su relación con esa mujer se había tornado tan
incontrolable¿Cuando una mujer lo habia hecho perder la cabeza así, y en un
segundo, convertir esa oficina, para él su santuario, en un sitio para una
tremenda sesión de sexo… Ella estaba colorada. Sonrió.- solo ella podría lograr convertirme
en un animal de instintos… Pensó.
- Nick… - él terminaba de
abotonarse el pantalón y se colocaba la camisa, aunque la dejaba desprendida.-
yo, lamento este desorden…
- Descuida – dijo mirando el
desastre – ya veré como lo acomodo.
- Quiero mi dinero – dijo ella
colorada. El sonrió.
- Bueno – saco la billetera.
Ella reacciono
- ¡No quiero tu dinero, quiero
el mío!
- Que diferencia hay, en que te
dé el dinero de una cámara o de mi billetera… - bufó – Merlín! acabamos de
tener la follada del siglo y ahora te pones…
- No seas grosero… -dijo
apenada –solo quiero disponer de una cámara, con mi dinero…
- Bien… - dijo ya cansado de
discutir. Abrió un cajón del escritorio y de una pequeña caja sacó una llave –
esta es la cámara que tenía cuando estaba en la escuela… toma de allí lo tuyo,
y desde hoy será tu cámara… dispone de ella como quieras. Y de lo que haya.
- Solo quiero…
- Si ya sé – dijo – tus setenta
galeones… que pesada te pones…
- ¿En verdad, no quieres que te
ayude a ordenar? – él sonrió.
- No, descuida… - ella se
levantó y se colocó el abrigo.
- Me voy… quiero comprar los
regalos de Navidad… - Caminaba hacia a la puerta, cuando Nick pensó que no
podía perder la oportunidad de saborear esos labios otra vez. En dos trancos
llegó a la puerta y la atajó.
- No, merezco otro premio… - la
atrajo a su cuerpo y la besó. Ella pasó los brazos alrededor del cuello
intensificando el beso.
- No quiero volver a ver a esa
zorra… - le dijo seria.
- Descuida… es la última vez…
- Espero – lo besó de nuevo,
para hacerle entender lo que podía perderse, si no cumplía el trato. Fue cuando
la puerta se abrió, y Remus vio a Nick, con la camisa abierta, acariciando con
vehemencia el trasero de su mujer.
- Oh, disculpen…
- Descuida Remus, – dijo ella -
ya me iba… - y cerrando su abrigo salió.
- Que sucedió aquí… - dijo
Remus al entrar y ver el desastre…- Demi me contó que se juntaron tus dos
mujeres… ¿ellas se pelearon a tal punto?
- No… - dijo sonriente -
¿podrías arreglar este desastre?
¿Qué sucedió?
- El fragor del sexo, mi amigo…
- Con cual… - dijo exasperado
- Con la única que podría hacer
este desastre, mi mujer… - rio- vengo en media hora.
- ¿Donde vas?
- ¡A mi casa¿O crees que voy a
recibir a Bradsford todo sudado?
- Nick… - pero no pudo decir nada mas, porque había desaparecido,
dejándolo con la palabra en la boca, y completamente anonadado.
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