Capitulo 31
- ¿No crees que pueden estar
necesitándonos en Inglaterra? – Miley formuló la pregunta por vigésimo novena
vez durante sus extendidas vacaciones. Hacía ya un mes que vagaban por los
mares caribeños, conociendo República Dominicana, Jamaica y Cuba. Pero ahora,
habían rentado un yate para cruzar el canal de Panamá. Miley se había
maravillado del complejo sistema de exclusas que el canal poseía. Al llegar a
la ciudad de Panamá, bajaron por el pacífico hacia su lugar favorito: Cartagena,
en Colombia… Claro que les quedaría más tiempo para visitar otros lugares como
Santa Marta, y Ecuador. Nick se encontraba muy entusiasmado por una publicitada
caminata por los volcanes por este último país… A Miley la idea de caminar por
los volcanes le daba un poco de miedo, y solo le interesaba porque en el
trayecto verían diferentes especies de orquídeas silvestres.
En este momento estaban
anclados a una considerable distancia de la costa colombiana, tomando un rico
aperitivo local. Nick la miró detenidamente. Miley estaba más bonita que nunca.
A pesar de que lloró unos cuantos días por lo sucedido a Demi y Joe , parecía
más animada y con ganas de distraerse; aunque Nick tenía la certeza de que ella
hacía un esfuerzo increíble de divertirse por él. Nick trataba de mostrarse
entusiasmado y cada mañana antes de que ella despertara, ideaba un cronograma
de actividades que la mantuviera entretenida. Aunque a veces, cuando estaban
tranquilos como esa tarde, ella no dejaba de hacer la misma pregunta.
- ¿Tú quieres volver? -
preguntó Nick bebiendo de su trago. Ella se acercó a la baranda, para observar
el movimiento y el ruido de las pequeñas olas al chocar con el casco del yate.
- No lo sé… - respondió
dubitativa, y luego suspiró. A pesar de sentir un poco de culpa por sus amigos,
ella no estaba segura de volver a Inglaterra. En ese momento experimentaba una
conexión muy fuerte con Nick, y deseaba que eso no terminara. Y para ser
honesta, temía que al volver a su hogar, la pequeña y frágil burbuja de
felicidad y unión marital en la que se encontraban desaparecería, y eso la
haría golpear con la cruda realidad de no tener a Nick tan dispuesto y alegre
como ahora… y todo para ella.
- Hablé con Joe anoche…- La voz
de Nick la hizo volver. Ella lo miró expectante- me dijo que Demi está bien… y
te manda muchos besos… - Los remordimientos volvieron con mas fuerza.
- Pero…
- Y... – Nick se levantó de su
reposera y la abrazó. Ella como hacía siempre que él se acercaba, apoyó su
cabeza en el hombro masculino – Demi te manda a decir que saques muchas fotos
de nuestro paseo por los volcanes en Ecuador… quiere ver todas las especies de
orquídeas...
- A ella no le gusta la
florería… - Protestó. Nick rió con ganas, y acarició sus brazos.
- Floricultura, Miley.
- Da igual… no le gustan las
flores… y mucho menos cultivarlas…
- A cualquier mujer le gustan
las flores…
- Pero a Demi…
- Es una distracción, Miley…
según Joe ella ha convertido el área norte del estanque en un bonito jardín…
- Pero si estamos en invierno
allá…
- ¿No crees que ella pueda
encontrar una nueva actividad que la haga sentir bien?
- Si, lo entiendo... pero Demi…
– trató de protestar nuevamente cuando Nick la besó en la mejilla para hacerla
callar.
- Miley, Demi ha estado
tratando de mantenerse ocupada… si no hace nada, piensa, y si piensa se
deprime… y no queremos que eso suceda… ¿Puedes entender ahora, la razón de su
nueva afición por las plantas?
- Ah, bueno – suspiró – pero
aun así… - Nick no sabía como hacía para no perder la paciencia cuando Miley se
ponía tan tozuda.
- Y ella me mandó a decirte con
tu hermano, que te extraña – Miley se aferró con fuerzas a Nick y este la
abrazó dándole un beso en el cabello - quiere que la pases bien… que estés
contenta, y que pronto estarán juntas para hablar y chismosear con Luna y Tonks
– Ella levantó la cabeza y lo miró a los ojos. A Nick le dio mucha ternura ver
sus pequeñas pecas mas evidentes en su rostro a causa del sol.
- ¿Dices en verdad que está
bien? – Nick asintió y le dio un beso en la nariz.
- A pesar de lo que le ha
ocurrido… - suspiró- Joe dice que también volvió a trabajar en el ministerio - Miley
restregaba su mejilla, como un gato, en la barbilla rasposa de su marido. A Nick
le encantaba cuando buscaba su atención de esa manera – y que también se han
puesto proyectar su nueva casa.
- Eso va a ayudarla.
- Si, eso también le dije yo.
- Y de mis padres, ¿hay alguna
novedad? – Nick se movió incómodo.
- Aun nada… - mintió.
- Crees que…
- Mira - dijo quitándole el
trago de la mano – ¿por qué no vamos a la ciudad? Cartagena se ve preciosa de
noche…
- Nick…
- Podemos caminar… o tomarnos
esos transportes tan pintorescos que vimos… - dijo entusiasta – como se
llamaban… ¡ah si, las cabras! – Miley rió, y Nick suspiró porque al fin había
logrado lo que quería que Miley se olvidara por un momento de la cuestión de
sus padres.
- ¿No hablaras de… las
"chivas"?
- Chivas, cabras… palabras mas,
palabras menos… bueno, ¿que dices? – rió – podemos ir escuchando esa música tan
bonita…
- A ti te gusta el ron que te
dan ¿no?
- ¡Exacto! – dijo riendo. Miley
aceptó.
A Nick le costaba creer que
hubiera tanto color en la ciudad, y sobre todo la alegría que los lugareños
mostraban en cada actividad que realizaban. En cada calle, en cada plaza, la
música y el baile era algo característico, hasta en las "chivas" que
eran una especie de buses típicos, con llamativos colores, con imágenes
pintadas de playas, palmeras o algún monumento histórico de la ciudad, no
desentonaban en el paisaje. Cada una de esas chivas, como le explicó un lugareño,
tienen nombre propio como "La paseadora" "La rumbera" o
cosas por estilo, siempre femeninos, tropicales y caribeños. Y para deleite de Miley,
también incluían una banda de músicos a bordo de vallenato parrandero para
hacer desorden y bar abierto de licores nacionales como aguardiente y/o ron, a
este último se había hecho adepto Nick. Pasearon durante un rato y decidieron
bajarse en el centro de la ciudad. Allí había una plaza llena de turistas, y Miley
se maravilló de la fluidez del idioma con que se comunicaba Nick. Si bien tenía
problemas con la h, lo demás estaba todo bien. Al preguntarle, Nick rió y le
confesó que en la academia de aurores, les enseñaban un hechizo traductor, por
si las misiones se realizaban en otros países. La plaza estaba atestada de personas,
tanto lugareños como extranjeros, y se detuvieron un buen rato viendo a los
diferentes grupos de danzas folklóricas que bailaban diferentes ritmos
autóctonos de la región Caribe como el mapalé y la cumbia.
- ¡Ay, Nick!- dijo Miley,
chillando de emoción, mirando hacia uno de los negocios. Nick miró hacia donde
su mujer tenía vuelta la cara y sonrió. Dejó unos billetes a los artistas y
tomándola de la cintura cruzaron la calle y se detuvieron frente a un
pintoresco escaparate. Un gran cartel que decía "Joyería Caribe"
adornaba la puerta del negocio. Entraron e inmediatamente Miley comenzó a
revolotear sobre los anaqueles y vitrinas, viendo las esmeraldas de distintos
tamaños y diferentes tonos de verde, trabajadas y en bruto. Miró a Nick y luego
saludando al vendedor señaló las piedras.
- ¿Por qué tienen distintos
tonos?
- Eh, - dijo el vendedor – de
acuerdo a la tonalidad es la importancia de la piedra. Las más oscuras son de
más valor…
- ah… - dijo asombrada. – son
muy bonitas. – Nick sonrió.
- ¿Aquí viste la esclava? – Miley
se dio la vuelta y asintió desganada.
- Pero ni te gastes… - dijo
murmurando – era la mas verde que he visto en mi vida, ¡de seguro sale un ojote
la cara y la mitad del otro! – mientras Miley recibía un tour por el taller, Nick
aprovechó el momento, acercándose al vendedor y susurrándole unas palabras. El
hombre sonrió y asintió, al tiempo que anotaba lo que Nick le iba diciendo.
Después de deambular media hora por el taller, Miley decidió que ya era tiempo
de disfrutar de la media tarde y noche de la ciudad. Saludó con ganas al
vendedor y salieron hacia la parte histórica de la ciudad. Caminaron unas
cuadras y luego se montaron a un coche tirado a caballos y guiado por un joven
que estaba vestido con una camisa blanca y un pantalón beige. Mientras recorría
el centro histórico, Miley se abrazó a Nick. Le encantaba compartir estos
pequeños momentos con su esposo a su lado. Aunque en el último mes, habían sido
pocos los momentos en que se separaran, y eso la hacía más feliz que nunca. Es
más, no recordaba, salvo algunos instantes durante su hermosa infancia al lado
de su familia, tener un instante de inmensa felicidad como los que vivía con su
esposo. Lo miró un instante, mientras Nick estaba perdido admirando la
arquitectura. Su cabello negro, bailoteaba tímidamente por su frente, dejando
ver de a ratos su famosa cicatriz. A él no le gustaba mucho broncearse, porque
era absolutamente imposible que tomara un color dorado como el de su mujer. La
exposición al sol lo dejaba con un rosado fuerte. Esos fueron los primeros días
en el resort, y como Miley se burlara de su extravagante color, él había
decidido seguir el consejo de su esposa, y había hecho uso de un extraño
potingue que le proporcionara Luna antes de salir de Inglaterra. El resultado,
hoy Nick tenía casi un tono mas suave de bronceado que Miley, pero que
resaltaba aun mas sus ojos cafes , y la cicatriz… suspiró extasiada. ¡Como
amaba a su marido! Era en esos momentos, cuando Nick se relajaba y disfrutaba
de las pequeñas cosas, donde Miley lo veía más sexy e irresistible que nunca.
Rogó con mucho fervor que la poción que tomaba desde el comienzo de sus
vacaciones diera resultado. Tener un hijo aun sabiendo que a Nick no le gustara
la idea, era lo que mas deseaba, además del amor de su esposo. Saliendo de sus
pensamientos, volvió su atención a ese rostro masculino que admiraba. Nick se
estaba divirtiendo y Miley se alegraba de ser parte de esa diversión. Su esposo
había cambiado mucho desde que estaban de vacaciones, y aunque hubo una nube
oscura que amenazó con la paz y la armonía que disfrutaban como pareja, desde
la noticia de Demi, estaba más atento y más cariñoso con ella. Se abrazó a él
con fervor, y le dio un suave y pequeño beso en el mentón, mientras pedía a
todos los magos que ella conociera, que Nick no se enojara cuando descubriera
que ella ya no tomaba la poción anticonceptiva, y que, en su lugar, todas las
noches bebía la poción que le regalara Neville. A veces temblaba de pensar que Nick
no quisiera un hijo con ella. Suspiró mientras el coche se acercaba a la gran
muralla que defendía hace siglos a la ciudad del saqueo de piratas. A esa hora
de la tarde un montón de jóvenes enamorados caminaban por la muralla tomados de
la mano. Nick miró a Miley y sin decir nada, le tomó la suya, entrelazando los
dedos. Ella lo miró y le sonrió tan sensualmente que Nick sintió que toda su
piel hervía. Era imposible dejar de amarla. Cada momento, cada mirada, cada
risa y cada expresión de sorpresa, lo ataba emocionalmente a esa mujer, que en ese
momento estaba mirando hacia el horizonte con su hermoso cabello castaño brillando
al igual que el sol al atardecer… reflejos dorados y naranjas, con predominio
del rojo encendido. Se acercó a ella suavemente y la abrazó. Miley se apoyó
sensualmente a su cuerpo.
- Te gusta mucho esta ciudad,
¿no?
- Es lo mas bonito que he visto
en mi vida… - dijo suspirando.
- Yo he estado en un lugar mas
bonito que todo esto… - le respondió Nick, susurrándole al oído. Miley sacudió
la cabeza, tratando de salir de aquel hechizo al cual Nick la sometía, cuando
le hablaba en ese tono tan áspero y bajo. Lo miró, pasando la lengua
tímidamente por sus labios resecos, maldiciendo a su esposo por hacerla ver tan
desesperada por un beso suyo.
- ¿En serio? – Carraspeó- ¿Es
un lugar, en alguna playa exótica perdida en un mar del mundo?
- No… es tu cuerpo, cuando
estoy contigo, dentro de ti… es como si viajara al Edén – la apretó a su cuerpo
y le dio un beso en el cuello. Miley cerró los ojos, agradeciendo a la brisa
del mar que la refrescaba, y rogando que Nick no se diera cuenta que si no la
sostenía entre sus brazos, ella en estos momentos prácticamente se desvanecería
en la muralla. Tragó saliva cuando los besos de Nick se multiplicaban a lo
largo de toda su garganta, subiendo hasta el mentón, llegando a posar su boca
en la comisura del labio. – Tu… eres lo mas bonito que he visto… tu cuerpo
ardiendo y sudando de pasión… mientras te hago mía… Y si te engarzo en este
paisaje, desnuda, a la luz de la luna… - suspiró tratando de tomar el control
de su cuerpo - la belleza no podría ser mejor…
-¿Estás tratando de seducirme?
– dijo ella risueña, pero en su interior vibraba de felicidad por sus palabras.
- ¿Lo estoy logrando? – dijo él
divertido.
- En serio, ¿estás tratando de
seducirme, Nick? – dijo ella tratando de esconder en ese tono agudo, la
ansiedad y el deseo de que así fuera.
- Bueno… - la abrazó – estoy
haciendo todo lo posible para que esta noche termine… como terminan todas
nuestras noches… - la giró para quedar frente a ella. El cabello de Miley
bailaba por su cara, haciéndola fruncir la nariz. Nick no podía dejar de pensar
que su mujer era la más hermosa de la tierra. Tomó un mechón rebelde y lo pasó
por detrás de la oreja – ¿Lo estoy logrando? – Ella sonrió y pasó sus brazos
alrededor del cuello.
- Bien –suspiró – con esa
camisa blanca y ese cabello revuelto por el viento, unido a ese tono de piel
tan característico de la zona... te pareces un pirata, parado en la muralla,
dispuesto a cualquier cosa, por hacer suyo el tesoro de la ciudad – Nick rió.
- ¿Te gustan los piratas?
- me encantan… - dijo casi
rozando sus labios con los de su marido.
- En ese caso – dijo Nick
apretándola mas a su cuerpo – creo que este pirata va a rechazar el apreciable
tesoro de la ciudad – la miró tan intensamente que Miley tembló – Acaba de
encontrar un tesoro mas bonito, y excelentísimo – la tomó por la cintura – y no
puedo esperar mas tiempo… Si, creo que renunciará a todos sus tesoros, con el
solo objetivo de secuestrar a una doncella, de cabellos de fuego… – la besó. Miley
gimió suavemente a medida que Nick profundizaba el beso. Unas risas a lo lejos
lograron separarlos, pero no apagar el deseo que ambos habían encendido con
caricias, palabras y besos. La mirada de Nick era oscura, y las mejillas de Miley
estaban coloreadas de la pasión. La tomó de la mano y comenzaron a caminar.
-Y bien señor pirata… ¿que va a
ser con esta pobre doncella? – dijo ella riendo y temblando de emoción. El se
dio vuelta y con brusquedad la apretó a su cuerpo.
- Ya te lo dije… - la besó con
fiereza, y luego la soltó para apresurarse hacia la zona donde se encontraban
aparcados los coches – voy a secuestrarte en mi barco… para luego llevarte a mi
camarote donde trataré de volverte loca con mis besos, mis caricias… hasta que supliques
que te haga mía… - la miró intensamente. Miley tenía la cara roja, y sus labios
tenuemente separados, como imaginando la escena, trató de decir algo, pero la
sucesión de imágenes en su mente, no lograban hacerla coordinar. Nick al ver la
cara de sorpresa y expectación de su mujer rió a carcajadas. Ella le dio un
golpe en el brazo.
- Gracioso…
- Puedo ser gracioso, con
respecto a secuestrarte – dijo al momento que subía nuevamente a un coche. La
ayudó a sentarse y le dio la orden al cochero para que continúe, se acercó a la
oreja de su mujer sujetando el lóbulo con sus dientes, y saboreándolo con su
lengua mientras le decía – pero lo de volverte loca a besos y hacerte mía, va
en serio…
***********
Miley maldecía lo rápido que se
pasaba el tiempo. Enero había deslizado como un relámpago y los días de
febrero, había sido como un suspiro. Pareciera que esos casi dos meses de
vacaciones pasaron a la velocidad de la luz, y no habían sido meses, sino
apenas días los que viviera al lado del hombre que amaba… no tenía explicación,
más que darse cuenta que la vida al lado de Nick era de plena felicidad… y
estaba cada vez mas segura que si él le solicitaba alargar el contrato que los
unía lo aceptaría sin dilaciones. Amaba la manera en que la divertía, la
entretenía y la apasionaba, sobre toda en aquellas noches en que Nick se
esmeraba en hacerla sentir la mujer mas complacida del mundo… Y para ser
honesta con ella misma, lo hacía demasiado bien. Se desperezó en la cama, y
sonrió al sol que surgía de la ventana. Había llegado el día que mas esperaba
desde que Nick hubiera hecho un cambio tan radical al llegar al Caribe… una
fecha tan especial para el romanticismo, 14 de febrero, día de San Valentín. El
yate estaba anclado cerca del parque nacional Islas del Rosario, en las costas
de Cartagena. Se habían alojado varias noches en un estupendo complejo llamado
"Cocoliso Resort." A Miley le pareció el nombre más gracioso, pero
cuando lo vieron quedaron estupefactos. Nick anotaba todas y cada uno de los
detalles, para pasarle los datos a los encargados del proyecto en el resort
muggle. Fueron cinco días donde disfrutaron de cada una de las distracciones
que el complejo les brindaba, y los que más le gusto a Miley el paseo por los
manglares, una excursión que se hace en una especie de chalupa, guiada por un
lugareño que les explicaba las diferentes aves que habitaban en la zona. Miley,
abrazada a Nick, disfrutaba en silencio del maravilloso paisaje.
Nick había desaparecido en la
mañana y parte de la tarde. Su marido había estado demasiado silencioso y
misterioso, desde que despertara. Tomó un rápido desayuno y sin decir mas, le
dio un beso en la frente y partió a Cartagena, donde adujo tener compromisos
con unos cuantos socios del resort. Miley aprovechando esa ausencia decidió
organizar una celebración especial.
A las 7 de la tarde Nick volvió
agotado de trabajo, y se encontró que el yate estaba completamente vacío.
Recorrió la cubierta, pero en la proa, un mozo algo nervioso le dijo que tenía
un mensaje de su esposa. Le dio el pequeño pergamino y se enderezó dispuesto a
aguantar la andanada de reproches, pero Nick solo sonrió y se dispuso a leer el
mensajito, tratando de imaginarse qué se le podría ahora ocurrir a su
endemoniada esposa. "Si
no te has dado cuenta, hoy es día de San Valentín… por esa razón he organizado
una pequeña celebración, y requiere vestimenta formal. Te doy veinte minutos
para que te asees y vayas a la cubierta. G." Nick suspiró y guardó el mensaje en su
bolsillo, mientras miraba al nervioso mozo.
- ¿Mi esposa? – dijo en tono
alegre.
- Está en la cubierta, señor… -
dijo en un tono agudo.
- ¿Estuvo mucho tiempo
organizando la velada?
- Casi toda la mañana y parte
de la tarde, señor…
- Y de acuerdo a este mensaje,
¿tengo que vestirme para la ocasión? – preguntó en tono burlón.
- Pues… al menos me dijo que si
Usted venía de bermudas no le permita el paso…
- Bien… - lo miró nuevamente –
tu estarás aquí mientras…
-Yo tengo que esperar a que
usted regrese y luego…
- O sea… ¿vamos a estar solos?
– trató de que su voz no se notara la ansiedad, la anticipación y por supuesto
el deseo hacia su mujer.
- ¿Usted y yo, señor? – dijo el
mozo un tanto sorprendido y nervioso por lo que la pregunta implicaba. Nick rió
a carcajadas por la ocurrencia del pobre chico.
- No, mi esposa y yo… - el mozo
suspiró aliviado.
- Eh, si señor… así parece
señor.
- Mejor me apuro, porque tengo
veinte minutos… - el mozo miró la hora.
- En realidad señor… - dijo
dubitativo – tiene diecisiete minutos exactamente, y la señora me pidió
expresamente que le dijera que si llegaba a la cita un segundo tarde, se
olvidara de…
- Ni una palabra más… - caminó
apresurado hacia la zona de camarotes. Entró al camarote principal,
estupendamente decorado con velos de colores y sábanas de seda de color dorado,
dando la apariencia de una tienda gitana, o al menos eso era lo que él tenía en
mente cuando pensaba en una de esas tiendas. Tragó saliva anticipándose a la
noche que podría vivir, se corrigió, que iba a vivir. Porque la noche de
pasión, con su mujer era un hecho. Sobre un sillón a la derecha, un traje de
color blanco lo esperaba. Miró el reloj para luego meterse con urgencia a la
ducha. Mientras se jabonaba y restregaba su cuerpo, recordaba lo cansado que
había llegado desde Cartagena. Sabía que ese día era especial, por esa razón
organizó el viaje a tierra, para encontrarse con varios socios que tenían la
intención de invertir en el resort, pero también necesitaba buscar lo que había
pedido para su esposa. La joyería esperaba tenerlo listo para esas fechas, y no
lo habían defraudado. Ahora, mientras se secaba, no paraba de sonreír. Se puso
espuma para afeitar y al mirarse al espejo se dio cuenta que su rostro estaba
diferente. Tenía el rostro de un hombre satisfecho con lo que tenía y lleno de
esperanza. Al pasar la maquinilla de afeitar, agradecía el que se le hubiera
ocurrido arrinconar a Miley con ese, ahora a la distancia, estúpido contrato.
Días después de que ella aceptara lo había visto absurdo, pero aun así, siguió
con su plan de venganza. "Venganza las pelotas," pensó al
ajustarse los gemelos, y acomodarse el cabello. Se puso un par de gotas del
perfume que usaba y que a Miley le fascinaba, y deslizando el pequeño estuche
envuelto en un papel de regalo color rojo fuego en el bolsillo interno del
saco, salió a cubierta. Al llegar, el mozo que lo detuviera minutos antes,
miraba ansioso el reloj.
- Ni un segundo tarde, señor… -
dijo sonriendo. Nick se arregló el cuello de la camisa. Había aceptado todo,
menos ponerse el moñito.
- Bien… como te llames…
- Abelardo, señor. – dijo
haciendo una reverencia.
- Bien Abelardo, si eres tan
amable… - el mozo le cedió el paso, deseándole una buena noche… Nick subió la
pequeña escalera y se dio con un escenario demasiado íntimo. Parecía que la
noche se había confabulado con su pequeña esposa, mostrando un cielo estrellado
y una luna llena imponente, flotando en una bóveda oscura. La zona donde estaba
la mesa estaba decorada con velas, protegidas por graciosos farolitos formando
un cuadrado de luz sobre la pequeña mesa, donde estaba sentada, apoyando los
codos sobre la mesa en una pose poco sensual, la mujer más espectacular de la
tierra… su mujer. Recorrió con su mirada la extensión de su cuerpo. Tenía el
cabello suelto, que se movía apenas al compás de la suave brisa de la noche; y
estaba vestida con un sugerente vestido negro, que se pegaba a su anatomía, y
cuya la tela parecía emitir destellos de color dorado. Un estupendo tajo
descubría una de sus piernas. Nick juró en silencio. Si seguía enumerando
mentalmente las diferentes intenciones que tenía para con su esposa esa noche,
no llegarían ni al primer plato. Se aclaró con fuerza la garganta para llamarle
la atención. Miley dio un respingo enderezándose en la silla, y al verlo, la
sonrisa que le brindó fue tan increíble que a Nick le hizo creer en los
ángeles… si, definitivamente ella en ese momento era un ángel… solo suyo. Ya
vería la manera durante el transcurso de la noche, en que ese inocente angelito
que le sonreía y lo miraba ansiosamente de arriba abajo, se convirtiera en el
demonio que siempre lo atacaba en las noches… si, al menos él iba a hacer todo
lo posible porque ese demonio surgiera… durante o después de cenar… Miley se
puso de pie, y Nick pudo ver la real dimensión de su vestimenta, y de su
belleza, esa noche tan especial. Sonrió satisfecho. Ella se había esmerado en
verse bonita solo para él… y lo había logrado estupendamente.
- ¡Vaya Jonas… – dijo a medida
que se acercaba, al parecer contenta por lo que veía – pensé que te habías
dormido en la ducha!
- Con la expectación que ha
logrado Abelardo en mi, no iba a perderme esta velada… - dijo acercándose, y
tomándole la mano, le dio un beso entre los nudillos, pasando la punta de la
lengua y haciéndola suspirar.
- ¿Quien es Abelardo? – dijo
ella curiosa. El la miró sonriéndole de lado.
- Ni idea… - y le dio un beso
en su muñeca mientras inhalaba el perfume que se había puesto esa noche,
"Je'adore." – estupendo perfume… - ella suspiró otra vez, al sentir
la electricidad de sus labios recorrer toda la extensión de su brazo para darle
una punzada en el pecho. Carraspeó para salir de esa sensación de atontamiento
en que Nick la dejaba, cuando tenía esos gestos.
- Que bueno que te has vestido…
- dijo graciosa.
- ¿Hubieras preferido que
viniera desnudo? – Miley estuvo a punto de decirle que si, pero solo respondió
con una risa nerviosa. El la acompañó hacia la mesa, ayudándola a sentarse, y
dándole un suave beso en el cuello, agregó – hermosa, perfumada… sensualmente
vestida… ¿que te traes entre manos?
- ¡Yo, nada! – dijo
inocentemente – solo pensaba que como era San Valentín…
- ¿Quieres tener una velada de
enamorados?
- ¡NO, como crees! – chilló –
solo es una celebración de…
- No importa – dijo algo
apagado. Miley trató de explicarse, pero Nick la interrumpió – lo tomaremos
como el perfecto final de nuestra pequeña escapada – se colocó la servilleta en
la falda.
- ¿El final de nuestra
escapada? – dijo algo apagada. Nick sonrió – ¿cuándo volveremos?
- ¿A Inglaterra? – la miró con
ternura.
- No, Al resort… – contestó ella,
mientras le servía una copa de vino.
- Parece que no tienes ganas de
que esta travesía termine…
- La verdad… - quiso decir que
no, pero decidió no contestar mientras, comía un camarón.
- ¿Decías?
- Cuando volveremos…
- Si sobrevivo a esta noche… –
dijo mirándola con picardía. Miley Se sonrojó y apuró un sorbo de vino –
mañana… o cuando vuelva la tripulación…
- Vendrán mañana, creo…
- Tú les diste…
- ¿La noche libre? si.
- ¿Qué tienes en mente para
esta noche? - Miley sonrió.
- Espera y verás… - Nick pareció
encenderse con esa contestación, y tuvo la intención de levantarla en brazos y
llevarla para hacer uso de esas sugestivas sábanas doradas… mientras se
colocaba las medias y se vestía para la velada, Nick había fantaseado con su
mujer, y su cabellera de fuego, desparramada sobre el dorado… La imaginaba como
una apetitosa fresa en una refrescante copa de champagne… apetitosa y adictiva.
Calmó un poco sus hormonas y sonrió.
La noche fue avanzando y con
ella la anticipación y el deseo de que lo que Miley tuviera en mente se
concretara… Nick estaba a punto de perder el poco control que tenía, y hacerla
suya sobre la mesa. Pero lo detenía la curiosidad de saber lo que había
maquinado la preciosa cabecita de su esposa… Sabía que Miley, cuando se trataba
de seducir, recurría a todo lo que tenía a mano… y más. Aun recordaba la
caliente escena que montó la noche de Navidad… y sabía que esta noche, ella se
superaría. La mirada de Miley lo volvió a la realidad.
- ¿Qué? – sólo atinó a
preguntar. Miley arqueó una ceja – lo siento, no te escuché...
- Te preguntaba cómo te fue en
Cartagena… - dijo fingiendo enojo. Nick la miró apenado y ella sonrió.
- ¿Tenemos que hablar de eso?
- No, claro que no, pero
estabas tan callado…
- Estaba tratando de adivinar –
dijo sonriéndole, tomándole la mano y dándole un beso- me muero de la
curiosidad por saber qué has preparado para esta noche – dijo levantando la
copa. Miley sonrió enigmática.
- Bien… - dijo riendo – Demi y
yo habíamos tomado un curso de baile del caño – Nick sorprendido, casi se ahogó
con el champagne.
- ¿Qué? – Miley rió – Baile
del…
- Tu sabes… ese baile que se
realiza en un caño… te meneas, te subes y haces piruetas sensuales… algunas se
desnudan mientras realizan las…
- Si, si, si... - dijo alterado
- ya se que es un baile del caño… solo que no me imaginaba que tu…
- Y Demi, claro…
- ¿Tú… lo harás para mí? – dijo
con una mezcla de expectativa y sorpresa.
- ¿Aquí? No – dijo riendo –
¿que te imaginas? ¡No hay un caño para hacerlo! – a estas alturas estaba
demasiado intrigado. Cada cosa que conocía acerca de Miley lo asombraba y le
agradaba a la vez. Aunque dos segundos después de imaginarse a esa pequeña
diablita parapetada en un caño y haciendo un baile demasiado sexy para… su
sonrisa en este punto del pensamiento se perdió súbitamente al comprender... Miley
seguramente había aprendido ese tipo de baile para entretener y excitar al
maldito de Liam Hemsworth. Los celos entraron en escena.
- ¿Que dijo el hijo de puta de
tu noviecito acerca de tu nueva destreza? – dijo rudamente. Miley abrió los
ojos sorprendida. – ¿le gustaba que te contonearas sensualmente para él?
- ¿Quién, Liam? – dijo ella
atragantándose. Miró a Nick. La verdad es que solo había tomado el curso porque
Demi la había obligado. Ahora se daba cuenta de que nunca pensó en utilizar lo
que Nick llamaba "nueva destreza" para seducir a su antiguo novio.
Sonrió - en realidad… no tenía intenciones de mostrarle mi habilidad a Liam… es
mas nunca lo hice… - lo miró mientras bebía de la copa de champagne que Nick le
había alcanzado – si tuviera la oportunidad, sería a ti a quien… – él se
levantó de golpe y se acercó a su mujer, la levantó suavemente y la abrazó para
besarla, al principio suavemente pero luego fue profundizándolo, hasta lograr
hacerla gemir. No había lugar a dudas, Miley era malditamente adictiva. Sus
labios tenían el sabor del postre y el champagne, demasiado para el control de Nick.
Se separó de mala gana.
- Dejaremos ese bailecito para
cuando volvamos a Inglaterra – le acarició el cabello, mientras la fulminaba
con una mirada cargada de necesidad – te juro que instalaré un maldito caño en
cada habitación, solo para que te luzcas ante mi… y me entretengas… – Miley
rió, y se separó de los brazos de su marido.
- No tan rápido, señor Jonas – Nick
bufó – te tengo otra sorpresita…
-Bien, dime qué es y yo te diré
la sorpresa que tengo para ti…
- Todo a su tiempo... – caminó
hacia la zona de camarotes – pero, si tu tienes ganas de saber cual es mi
sorpresa de San Valentín…- se dio vuelta y lo miró – te pediría que llevaras el
champagne a nuestro camarote… y que te pusieras cómodo… - lo miró de arriba
abajo y se paso provocativamente la lengua por sus labios, mientras le clavaba
la mirada en sus ojos – muy cómodo – lanzándole un beso, desapareció de la
vista de su esposo. Nick se había quedado paralizado, hasta que en un arrebato
de apetito sexual, alcanzó a manotear la botella de champagne y dos copas que
tintinearon al chocarse, y salió disparado hacia el camarote principal. Casi
rompió la puerta, cuando se golpeó el hombro en el marco, deseoso de
encontrarse con su esposa. Al entrar, lo único que había cambiado fue que las
velas habían sido encendidas, y los velos sobre las lámparas le daban un toque
exótico al ambiente.
- Maldita sea… – murmuró
mientras se sacaba con torpeza los zapatos y el saco. No sabía lo que implicaba
para su mujer ponerse muy cómodo. Peleó con la idea de quedarse completamente
desnudo, pero instantes después decidió quedarse con la camisa y el pantalón,
para que su esposa tuviera algo de trabajo. Dejó la botella sobre la mesita de
luz, dándose cuenta de que había olvidado el balde con hielo. Con un simple
hechizo convocador el balde cargado de hielo, aterrizó con suavidad sobre la
mesita. Dudó en llenar las copas, pero estando un poco ansioso resolvió
servirse una y bebérsela de un trago. Fue cuando un sonido en la puerta lo hizo
girar hacia la misma – santo cielo… – murmuró. Miley estaba con su pelo suelto,
se había quitado el poco maquillaje que usara, y cubría su cuerpo son una larga
capa negra, que hacía a Nick imaginar que su mujer no vestía absolutamente nada
debajo de la capa.
- Buenas noches señor Jonas –
dijo Miley apoyada sobre el marco. – veo que te has puesto cómodo…- caminó
hacia la cama – y también veo que ya estás celebrando sin mi – le acomodó el
cuello de la camisa – ¿me sirves una copa?
- Miley… - dijo al entregarle
la copa, y mirándola a los ojos. Ella sonrió perezosamente – vas a volverme
loco esta noche, ¿verdad? – fue mas un deseo que una pregunta. Ella negó.
- Solo quiero pasarlo bien… -
lo miró mientras chocaba la copa con la de su esposo – ¿tu no?
- ¡Claro! – dijo en un tono
demasiado agudo, demasiado exacerbado.
- ¿Entonces qué te quejas? –
dijo empujándolo a la cama, el suave smoosh que hizo el roce de su cuerpo al
contacto con las sábanas lo hicieron temblar de ansiedad. Miley bebió el
champagne y dejó la copa en una mesita cercana…
- Tengo un regalo para ti…
- Después… - dijo sonriendo y
tomando el broche de la capa – primero te entregaré el mío... – lo miró – te
agradezco todo lo que has hecho estas semanas para distraerme – sonrió – y
quiero que sepas que voy a extrañar todo lo que vivimos en este viaje.
- No tienes por qué extrañarlo
– dijo con la garganta seca, si Miley tardaba un segundo mas en sacarse la
capa, se la arrancaba él mismo - podríamos volver… cuando tu quieras…. Todo lo
que quieras, te lo daré – dijo agitado – solo tienes que pedírmelo.
- ¿Si? – dijo jugando con el
botón de plata – supongo que sería muy bueno volver...
- ¡Quítate la puñetera capa de
una maldita vez! – dijo ya exasperado. Miley rió, y sin hacer esperar a su
marido retiró la capa de sus hombros dejándola caer al suelo. Por supuesto Nick
ni siquiera presto atención a la capa. Estaba absolutamente distraído con lo
que esta escondía – Definitivamente tu vas a matarme esta noche – susurró,
mientras sus ojos la recorrían de arriba abajo. Miley tenía puesto un conjunto
de ropa interior compuesto por un sostén y un corsé a la cintura, junto a unas
bragas, de color verde oscuro, en seda, con ribetes en encaje negro. Dio una
bocanada de aire al ver el liguero de color verde y negro que sostenían unas
muy sexies medias, y zapatos de tacón del mismo color que el atuendo.
- ¿Satisfecho?
- No mucho – dijo en un jadeo –
estás demasiado vestida.
- Bueno – dijo riendo y
subiéndose a la cama, quedando de rodillas. A medida que hablaba se acercaba a
su marido y su pequeña mano inquieta jugaba con los botones de la camisa. En
cada movimiento un botón iba cediendo mostrando el suave torso masculino. – tu
sabes, soy una pobre doncella… - ahora sus dos manos recorrían el pecho y
deslizaban lentamente la camisa por los hombros, dejándola atascada en los
codos. Nick en un movimiento, mientras atrapaba los labios de Miley en un
profundo beso, se deshizo de la prenda. Miley rompió el beso empujándolo
nuevamente – eres un pirata muy perverso – comenzó a besar su cuello. Nick
suspiró nuevamente – y si estoy así vestida es porque este atuendo es como mi
coraza… - Nick levanto una ceja sin entender – una coraza para defenderme de tu
inminente ataque – El sonrió y de un movimiento la apretó bajo su cuerpo. La
besó mientras sus manos recorrían cada pierna hasta el broche del liguero.
Luego su mano ansiosa acarició la poca ropa que llevaba puesta, un brillo de
lujuria asomaba en sus ojos, e hizo a Miley jadear, cuando sus manos inquietas,
pasaron por lugares sensibles de su cuerpo, prometiendo placer.
- ¿Esta es tu coraza? – sonrió
malignamente, jugando con el fino tirante del sostén - ¿con esto piensas
defenderte de mi exhaustivo ataque, pequeña doncella? - la miró intensamente y
luego, arrancando con violencia el sostén, y logrando que su mujer chillara le
dijo - estás muy equivocada si crees que esto te va a defender de mi – Y sin
decir nada mas, atacó sus labios, besándola, mordiéndola, avasallándola con su
lengua, tratando de sofocarla, de encender la pasión que noche a noche ella le
hacía sentir. Miley luego de prender el fuego de la pasión de su esposo, solo
se dedicó recoger sus frutos y a disfrutar del derroche de lujuria que su
marido estaba demostrando. Ese era el Nick que ella amaba, el impetuoso, el
apasionado, el desbocado, que ahora acariciaba con fuerza su pecho – Diablos…
por qué me provocas esto Ginevra… no tienes idea de todo lo que siento cuando
estoy… - su boca aprisionó el pezón haciéndola gemir. – te mereces sufrir… y
esta noche voy a hacerte…
- Quítame el maldito corsé… -
jadeó. Nick dejó la tarea a la que se había avocado con placer y la miró a los
ojos.- no puedo respirar…
- Tendría que dejártelo
puesto,- dijo riendo mientras liberaba lentamente los corchetes del corsé.-
Como una especie de castigo…
- Si, claro… - dijo ella un
poco mas aliviada. Al menos la excitación no le quitaba el aire como cuando
tenía el corsé. Una vez que terminó la labor con los corchetes, el condenado
corsé fue a parar a algún lugar del camarote. Nick se incorporó, para quitarle
los zapatos y luego con la yema de los dedos, le quitó las medias, dejándola
solo con las bragas. – Nick…
- Shhh – dijo mientras la
acomodaba, y utilizaba las medias para atarla a la cabecera de bronce de la
cama – eres mi prisionera esta noche – dijo terminando la tarea. bajó
lentamente, para besarle la frente, y acariciar cada centímetro de piel que
encontraba – vas a ser mía… - la miró a los ojos – ¿quieres ser mía Miley? –
esa pregunta encerraba miles de deseos. Deseos de ser amado, deseos de
compartir la vida con esa mujer a la que amaba con todo su ser. Ella se
contoneaba bajo el cuerpo masculino deseando acción.
- Si… - jadeó – quiero ser
tuya…
- Tengo algo para ti – dijo
separándose y alejándose de la cama. Aprovechó para quitarse el resto de la
ropa. Miley lo vio tomar el saco abandonado en el sillón y sacar algo del
bolsillo. Volvió a la cama, mostrándole un pequeño estuche.
- Nick…
- Me negaba a comprarte una
esclava… - dijo mientras abría el estuche y le mostraba una delicada pulsera de
esmeraldas y diamantes.
- Es muy hermosa – dijo algo
incómoda por la posición de las manos – pero será algo difícil que la pongas en
la muñeca – dijo sonriendo – desátame... – suplicó.
- No mi pequeña ratita… - dijo
riendo – eres mi prisionera… - tomó la pulsera entre los dedos – de todas
maneras no es para la muñeca… es para el tobillo. – Miley no supo que decir –
el joyero me dijo que es una tobillera, y que la mayoría de los hombres en la
antigüedad, la obsequiaban a sus mujeres para anclar sus almas y unirlas. – Miley
jadeó – por supuesto yo no creo en eso… – mintió – pero, me gustó la idea de
anclarte a mi vida…
- Es hermosa… -solo pudo decir,
al sentir la fría joya, sobre la caliente superficie de su cuerpo. Una vez que
la abrochara al tobillo, Nick beso su pierna desde donde descansaba la pulsera,
hacia arriba y fue subiendo lentamente, provocándole pequeños espasmos.
- Simplemente hermosa… - la
miró – como tu, preciosa…
- ¿Vas a soltarme, Nick? –
este, sin decir nada, hizo un movimiento de manos y apagó las lámparas. Detuvo
un instante las caricias para contemplarla embelesado. La luz de la luna
entraba por los ventanales, bañándola en plata, y confiriéndole una imagen de
ninfa del mar. En ese momento se dio cuenta que, amándola como la amaba, no
soportaría su vida sin ella a su lado. Retiró con suavidad las bragas y
acarició el vientre plano. Deseoso de llenarlo con una nueva vida, que ambos
crearan, bajó la cabeza y acarició con sus labios y lengua su estómago. La
cubrió de cortos besos alrededor del ombligo para después bajar su boca ávida
hasta el centro de su placer. Miley gimió al sentir la lengua caliente hacerse
paso en esa parte sensible de su cuerpo. Tratando de permanecer en el mundo
real y no sucumbir a la pérdida de sus sentidos, levanto las piernas para
acariciar la espalda masculina, mientras Nick se dedicaba a satisfacer sus
deseos. El se incorporó posando su mano donde antes había estado su boca, y la
sintió tibia y húmeda… toda dispuesta para él. Acomodó su cuerpo y en un solo
movimiento, acompañado de un suave jadeo, fueron uno. Miley adoraba la manera
en que Nick se entregaba, todos sus músculos tensos, concentrados en ella.
Fantaseaba con que Nick de esa manera le demostrara cuanto la amaba. "Te amo, Nick, y te voy a amar
hasta el ultimo día de mi vida… no
me importa que tu nunca me ames… yo podría dar amor por los dos… no me dejes
nunca Nick, te amo." Los
movimientos se volvieron más frenéticos, más intensos, el cuerpo sudoroso de su
marido brillaba a la luz de la luna, dándole un tono perlado. Acarició la
frente quitándole el sudor. El la miró y ella juró ver en ellos, ternura, y…
¿amor? No, se dijo, y sus ojos se nublaron al punto de derramar lágrimas. No
debía ilusionarse con eso. Nick podía ser el marido perfecto para ella. Pero no
el marido perfecto que la amara. Nick en cambio luchaba por no perder el
control. Cada movimiento era una tortura, mirándola, acariciándola, sintiendo
como su cuerpo se contraía alrededor del suyo, conspirando contra su voluntad.
La caricia que ella le dedicó, quitándole el sudor de su frente, terminó por
romper su concentración y con tres movimientos profundos, llegó a la gloria,
justo al mismo tiempo en que Miley, se tensaba y gemía… ella había llegado a la
gloria junto a él.
- Nick… - murmuró Miley, al
tiempo en que él se separaba, y dándole un largo y profundo beso, fue
liberándola de las ataduras. Apoyó la espalda sobre el colchón, tratando de
serenar su cuerpo. Una vez nunca era suficiente, pero en ese momento era como
si hubiera estado toda la noche amándola. Miley buscó la sábana y se acomodó a
su lado, abrazándolo. El sin decir nada, la atrajo a su cuerpo.
- Duerme pequeña… - solo atinó
a decir. Y sin poder mantener los ojos abiertos, le dio un beso en la frente,
atesorándola, venerándola, y luego lo dominó el sueño.
Miley remoloneó bastante, antes
de abrir los ojos. El yate se mecía serenamente en el mar, invitándola
nuevamente a conciliar el sueño. Pero al estirar el brazo para acariciar como
cada mañana a Nick, se llevó la desilusión de que su marido no estaba a su
lado. Se levantó rápidamente y poniéndose la bata, se dirigió a la cubierta,
donde sabía que allí estaría esperándola un suculento desayuno. O eso realmente
esperaba, si el cocinero había regresado de su noche libre. Al salir del
camarote, el sol de la mañana le bañó la cara, haciéndola cerrar un instante
los ojos, hasta habituarse al brillo del día. En el comedor estaba Nick,
leyendo un diario, y tomando su habitual taza de café. Sonrió con picardía pues
al parecer Nick no se había dado cuenta de su llegada. Al acercarse, él la
miró, pero sus ojos no estaban alegres, ni anhelantes por verla. Sus ojos
estaban algo turbios, Había llegado a tal punto de conocimiento de los estados
de ánimo de su esposo, que esa mirada que él mostraba esa mañana, lo único que
podría traer, eran problemas. Miley se sentó, sin dejar de sonreír, aunque por
dentro estaba nerviosa. Esa mirada era la suma de todos sus miedos. Se daba
cuenta ahora, que su idilio con Nick podría estar a punto de terminar… y con
ello, la maravillosa idea de mantenerlo a su lado. Suspiró mientras el cocinero
le daba los buenos días y sin decir palabra alguna, se concentró en su plato.
Nick había intuído su presencia
desde el momento mismo en que ella pisara la cubierta. Había temido este
encuentro. Mas desde que el capitán del barco lo despertara de tan magnifico
sueño para darle la noticia. Se había levantado rápidamente y la había dejado
allí, y ahora, con los nervios de punta, tenía que darle la noticia. Sabía que
era el principio del fin. Sabía que cuando dijera esas palabras, ella solo
tendría que contar los días para salirse definitivamente de esa farsa que era
su matrimonio. Y esa idea lo destrozaba por dentro. No sería capaz de vivir
lejos de su castaña mucho tiempo. Y más después de todo lo que vivieran
durante esas vacaciones. La había conocido, se habían confiado sus secretos,
sus fantasías… habían compartido todo, como una pareja feliz. La miró mientras
se sentaba y le servían el desayuno. Tenía razón, no iba a ser capaz de
soportar la vida sin su adorada Ginevra. Más allá de todos los conflictos, de
todos los resquemores, de aquel contrato, fruto del último manotazo de ahogado
para tenerla con él, sentía que Miley era suya, y por nada del mundo iba a
dejarla. Ya no podía dejarla… aunque ella se muriera de rabia y odio hacia la
persona a la que en estos momentos le sonreía tímidamente, él nunca la iba
dejar alejarse de su vida. Aun si ella decidía marcharse, el siempre velaría
por ella.
- Te levantaste temprano hoy… –
El sonido tan débil de su voz, lo sacó de ese turbio futuro que se imaginaba
sin su Miley.
- Pensé que estabas cansada por
el jaleo… - trató de sonar divertido, pero le salió una voz algo ronca. Tomo
café para aclararla un poco.
- Y yo pensé que el agotado
eras tu… - Se miraron a los ojos y no pudiendo aguantar mas, sonrieron. Nick
suspiró, la sonrisa de Miley era plena, parecida a la que le brindaba todas las
mañanas. Lo único que lamentaba eran que esos gestos pronto terminarían.
- Anoche acabé algo cansado, y
no tuve tiempo de agradecerte tan dedicado regalo… - dijo mordiendo una
tostada, y guiñándole un ojo.
- ¡Gracias por el tuyo! – dijo
ella, levantando el tobillo y haciendo bailar la delicada pieza de joyería.
- No te mereces nada menos… -
ella lo miró.
- Me pareció interesante los
poderes que los lugareños le adjudican… eso de…
- Son solo pamplinas… - Miley
lo miró algo decepcionada – digo – trató de aclarar – es solo la leyenda
popular, no es que necesariamente…
- Bueno – dijo ella mirando el
mar – las leyendas se basan en algunos hechos verídicos… - lo miro – ¿no lo
crees?
- Pues…
- tu puedes dar fe de que
algunas leyendas son ciertas –la miró sin entender – hablo de las reliquias de
la muerte… - él sonrió - todo el mundo creía que era fruto del imaginario
popular, un simple cuento de niños… y ya ves… - sonrió, mientras comía una
apetitosa frutilla – tu tuviste la suerte de tenerlas en tus manos.
- Una de ellas me pertenece…
- Las tres, si mal no recuerdo…
- Dos las dejé en el olvido… me
causarían mas problemas que beneficios…
- Pero eso avala la teoría de
que las leyendas…
- Se basan en algunos hechos
verídicos – dijo cansado – quieres creer en esa historia de la tobillera…
créela si te hace mas feliz.
- No es que me haga mas feliz…
- lo miró impotente. Algunas veces tenía ganas de darle un par de coscorrones
para que se le quitara lo terco.- estoy dandole un significado a tu regalo.
- ¿Que significado quieres que
tenga? – dijo riendo – ¡es una tonta joya, que fantaseaba con que la tuvieras
puesta en tu pierna mientras te echaba un polvo! – ella le tiró una servilleta.
- ¡Siempre tan grafico!
- Es la verdad…
- ¡Okay! – chilló, mientras
tomaba el jugo de frutas tropicales. Miró a su esposo que la miraba nervioso.
Al parecer hoy se había levantado raro, como si le escondiera algo importante –
Nick – dijo bajando el vaso y mirándolo fijamente – ¿ha ocurrido algo malo?
- Ha ocurrido algo… – ella se
enderezó en la silla y lo miró expectante, esperando lo peor – Joe llamó al
barco esta mañana.
- ¿Cómo? – preguntó – ¿por
radio?
- Hay un teléfono satelital…
- ¿Por eso te levantaste
temprano? – dijo angustiada. El asintió – le sucedió algo a Demi…
- No, ya te dije que ella está
bien – se acercó y la tomó de las manos – solo quiero que sepas que, todo lo
que hice fue por tu bien.
- Me estás asustando… - dijo
apretando sus dedos en la tibia mano de su marido.- ¿qué ha sucedido?
- Tus padres… – ella se soltó y
sofocó con el puño un gemido. Recordando las palabras de Nick "Todo fue por tu bien"…
trató de pensar qué podría haber pasado que por su bien, Nick no le hubiera
dicho nada. Quizás sus padres… la sola idea del fracaso del tratamiento le
llenó los ojos de lágrimas.
- Nick… susurró- entonces el
tratamiento… - él le tomó nuevamente las manos y se las besó, tratando de
confortarla. La miró a los ojos y sonrió.
- El tratamiento ha sido todo
un éxito… - ella chilló – hace dos semanas tus padres despertaron. – ella
estaba a punto de gritar de felicidad, pero recordó las ultimas palabras de Nick…
"hace dos semanas…", y de pronto a Nick le pareció que una nube
oscura, tapaba el brillo que hace instantes mostraban sus ojos azules.
- ¿DOS SEMANAS? – dijo
soltándose de un tirón – ¿POR QUE DIABLOS NO ME LO DIJISTE? ¿HACE DOS SEMANAS
ENTONCES???
- Deja de gritar, que estás
poniendo nerviosa a la tripulación… - dijo al ver que varios grumetes se
asomaban a la cubierta, al escuchar los chillidos de Miley.
- ¿Que, deje de gritar? ¡Me
importa tres carajos como se siente la tripulación en este momento!! ¡Tu,
deliberadamente me ocultaste que mis padres están bien hace DOS SEMANAS!! – se
alejó y se fue a parar a la baranda… estaba furiosa. Pero luego analizó la
noticia. Sus padres… lo miró a los ojos cuando él se acercó sigilosamente y se
apoyó en la baranda para observarla mejor. – Mis padres…
- Despertaron, si – dijo sereno
– y si bien preguntaron por ti… – ella emitió un sollozo. El rápidamente la
atrajo a sus brazos y la consoló. Miley lloró un momento y mientras lo hacía Nick
aprovechó para darle un pormenorizado informe – ratita, entiende que ellos
querían estar bien para poder verte… Joe les contó todo lo que hiciste para
tratar de curarlos
- ¿TODO? – dijo ella
separándose y mirándolo a los ojos. Nick entendió que era lo que implicaba ese
todo. Su plan de venganza, su odio, el contrato… y todo lo demás que él quería
olvidar.
- Casi todo… obvió las partes
que no me benefician en lo absoluto – ella se apoyó en su hombro – y decidieron
someterse a la rehabilitación, antes de hacer el anuncio y por supuesto que te
encontraras con ellos.
- Pero yo quería estar cuando
ellos se desper… - lo miró, y luego entendió todo, y eso fue lo que dolió mas…
el engaño de Nick - ¿entonces… estas largas vacaciones, solo eran para quitarme
de en medio, verdad?
- Miley… - se separó de sus
brazos rápidamente. Que estúpida se sentía. Ella que había creído que ese viaje
había sido propuesto por Nick con el deseo de recomponer las cosas entre ellos.
De que hubiera algo de esperanza en su relación; y ahora caía en la cuenta de
que solamente había sido para mantenerla a distancia del tratamiento de sus
padres. Lo miró con desilusión. Todo lo hecho, las caminatas románticas bajo la
luna, los paseos en yate por el mar, las noches cargadas de pasión y
desenfreno, todo era una burda farsa con el único objetivo de que la tonta Miley
no molestara a los que realmente estaban haciendo algo… Y sintió ganas de
llorar, porque al final todo lo vivido en esa isla, y lo que Nick hiciera, eran
solo mentiras… un esfuerzo sobrehumano de parte de aquel extraño que la miraba,
para que no fastidiara en Inglaterra.
- Gracias… – dijo lo más serena
que pudo, aunque por dentro se estaba rompiendo.- me imagino que ahora que está
todo encaminado, sería conveniente regresar ¿verdad?
- Miley, espera…
- ¿Cuándo regresamos? – dijo
tratando de hacer una sonrisa – ¿volveremos al resort y de ahí a Inglaterra?
- No es necesario… – dijo
apagado, al darse cuenta que la vida que había procurado a su mujer en esos
tropicales lugares desde el comienzo de las vacaciones, mágicamente se había
esfumado, dejando a una Miley hosca, e indolente. – si tu deseas… podemos irnos
desde Cartagena – ella lo miró con rabia en los ojos.
- ¿Si yo quisiera? – dijo
mientras se alejaba hacia los camarotes – puedes estar seguro que es lo único
que deseo en este momento. – bajó la mirada, y luego agregó – estaré el resto
del día ocupándome del equipaje. Avísame cuando quieras que partamos…
- Miley…
- Ya me estaba cansando de este
clima tan alegre… va a ser bueno chocar nuevamente con la realidad. – y sin
notar la cara de decepción de Nick, bajó corriendo hacia los camarotes.
- Iremos por avión…
- Como
tu ordenes… - y agradeció desaparecer de la vista de Nick, porque un segundo
después de llegar al pasillo, las lágrimas no la obedecieron y comenzaron a
caer por su rostro. Se sintió humillada… ultrajada, traicionada en la confianza
y sobre todo, completamente desilusionada del hombre que amaba. Ella había
apostado todo para que su pareja y su matrimonio flotara, y tuviera un futuro.
Que estúpida había sido, confiar en alguien que apenas casado con ella, le
juraba condenarla al infierno. Al menos quedaban pocos meses… si todo iba bien,
se iba a preocupar por sus padres. A Nick lo vería apenas y cuando menos lo
pensara, ya se habría cumplido el contrato y acabado su infelicidad… aunque
estaba segura que su infelicidad sin Nick sería eterna…
1 comentario:
Me encantó!!! Bueno, el comienzo, imaginarme a Nick y Miley en un chiva desfrutando del vellenato me pareció muy extraño pero gracioso!!! XD
Pero el final uich!!!!! esos dos tontos!!! más vele que se arreglen en el siguiente cap! par de tontos!!!
<3 =D
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