Capitulo 33
Solo él podía tener la maldita
mala suerte de que, el día en que jamás pensaste volver a ver a tu amante, ella
aparezca, y en ese mismo día, tu mujer y ella se cruzan el camino arruinando la
maldita sensación de seguridad conyugal que habías logrado después de muchas
idas y venidas con tu esposa, y mas que nada con las inmensas meteduras de
pata, o equivocaciones que habías cometido en aras de una venganza que nunca
tuvo razón de ser. Pero ahí estaba, sentado, tratando de acomodar los pensamientos
y tratando de entender que era lo absurdo que había hecho para que Miley,
rogara por el divorcio… Hacía meses que no veía a Nicole, pero hoy tenía que
aparecer la muy perra, y si bien la intención de su ex-amante era con absoluta
claridad retomar su relación, él no lo hubiera hecho nunca. Y justo en ese
preciso momento de despedida final, de alivio por la partida de Nicole… aparece
Miley y todo se confunde. ¡Dicho de un modo mas preciso, ella lo confunde todo!
Pensaba Nick. ¿Miley no podía entender que su vida era sólo para ella? ¿Que no
había ninguna amante, ni nunca la habría mientras ella estuviera a su lado?
¿Acaso no podía vislumbrar que él la amaba únicamente a ella? Según su
masculino entender, el que no se diera cuenta de eso, sería un bruto, en caso
de Miley una bruta… hermosa, pero bruta al fin. Aunque si lo pensaba mejor,
entendía que Miley estaba en su derecho de dudar de su amor… y tenía varias
razones para ello: primero, por las actitudes pasadas, violenta, la más
poderosa; segundo por la artillería verbal constante que emitía en contra de
ella; tercero y por sobre todas las razones, nunca había tenido el valor de
decirle que la amaba…
Nada lo había preparado para la
noticia que su adorada esposa le había soltado así sin más. Estaba esperando un
hijo suyo… Miró a su amigo que movía la boca y abría los ojos tratando de
hacerlo razonar, pero no escuchaba nada. Estaba como en una enorme burbuja que
le evitaba escuchar los sonidos. Trataba de hacerlo, pero no podía. Tenía en su
cabeza un extraño sonido que se repetía sin cesar, parecido a un latido, que
aumentaba el volumen a medida que se iba dando cuenta de la realidad. Su mujer,
la única mujer que realmente había amado en su vida, estaba esperando un hijo
suyo… y lo abandonaba. Lo dejaba solo y se llevaba su hijo… un hijo que él
había estado deseando desde el momento en que la vio con su ahijado en brazos…
un bebé que rogaba cada instante después del momento de amor con su mujer. Un
niño que existía, y que con solo saber de su existencia, ya amaba con locura; y
que por culpa de un estúpido malentendido lo vería de lejos… y eso sería con
suerte, si Miley lo dejaba algún día verlo y compartirlo.
Ese pensamiento y los sacudones
que su amigo y confidente, le estaba profiriendo, lo hicieron reaccionar. Bueno,
eso y la tremenda cachetada que Remus le dio en plena mejilla izquierda.
- ¿Me estás escuchando? – le
dijo Remus – ¡maldita sea Nick, si la dejas ir así, habrás cometido el peor
error de tu vida! ¡Levántate y no la dejes escapar otra vez!
- Déjame… - dijo quitándole las
manos, y sin esperar a un reproche mas, salió disparado de su asiento, saltando
por encima de su escritorio con tanta mala suerte que resbaló en la maldita
alfombra, que lo hizo trastabillar y terminar sentado en el suelo. Se levantó de
un salto y corrió hacia la puerta. Con suerte podía alcanzarla en el elevador…
si no ya tendría tiempo de hablar y convencerla en cuando estuviera en su casa.
Si no la convencía por las buenas, quizás alguna amenaza podría con el asunto,
al menos por el momento. Sonrió… esta vez no iba a dejar que su temperamental
mujercita, lo separara de lo que mas amaba.
Ya todo había terminado… si
tenía que ser honesta, y recordaba esa obra de Shakespeare, "A buen fin, no hay mal
principio", podía aplicar la formula al revés… "A mal principio, no hay
buen fin", y esa sola frase resumía con una gran desilusión, su
vida con Nick… mal comienzo y mal final. Trató de contener las lágrimas. Lo
amaba… a pesar de todo, y de todos… a pesar de las actitudes hoscas, de las
palabras, de la frialdad de las primeras épocas, a pesar de todo, lo amaba y
con ello abrigaba la esperanza de una vida colmada de felicidad. Los días de
vacaciones, habían sido una luz de esperanza, un continuo ilusionarse. Y a
pesar de que al volver, las cosas no habían sido lo mismo que en las calidas
jornadas en esas tierras caribeñas, todavía mantenía encendida una llamita
pequeña que le daba esperanza por un futuro alegre y duradero. Una esperanza
que fue borrada de un plumazo al ver a Nicole pavonearse feliz con su renovado
estatus de amante y darse cuenta al fin, que de parte de Nick nada había
cambiado y como acababa de comprobar con mucho dolor, no cambiaría jamás.
Maldijo el momento en que bajó la guardia y él logró confundirla y a
consecuencia, enamorarla. Desde el momento en que su marido le ofreciera el
trato, ella nunca tuvo intención de amarlo como lo llegó a hacerlo. Su objetivo
siempre fue soportar el año, aguantar el tornado que le deparaba la convivencia
con ese demonio, y salir son vida… quizás un poco lastimada, pero al menos
viva. Pero había cometido la torpeza de soñar, de creer, de ilusionarse… de
enamorarse. Había vivido, había creído, había amado… Y si bien sabía que ella
no había hecho fácil la convivencia, después de descubrir el amor, había
perdonado y había pedido perdón; creía haberlo dado todo… y ahora no tenía
nada. No, suspiró al llegar al pasillo, y pensar mejor las cosas. No se iba de
esa vida con las manos vacías… su hijo era el único aliciente de ese matrimonio
falaz…
Miley aporreaba las teclas del
elevador que se empeñaba en tardar más de lo usual. Demi la miraba intensamente
y Miley estuvo a punto de decirle que si soltaba alguna frase a favor de Nick,
abriría la puerta con sus uñas y la lanzaría sin contemplaciones, por el hueco
del ascensor. Las lágrimas estaban a punto de salir. Pensó en el futuro de
ahora en más. Nick a pesar de ser el tipo más insufrible y odioso de toda
Inglaterra, era el padre de su hijo, y por lo tanto tenía derechos… derechos
que a pesar de todo lo vivido con él, iba a respetar. Lo mas doloroso del
asunto, era que durante el resto de su vida, tendría que convivir con la
presencia de Nick padre, lejos de ella; y a pesar de todo, de su decisión de
separarse, la única verdad en este momento era el hijo que tendría, fruto de
ambos, y el inmenso amor que sentía por Nick mas allá del dolor. Porque si de
algo estaba segura, era que nunca iba a dejar de amarlo. Desgraciado corazón
traicionero…
- Miley… - Demi tanteó el
terreno – ¿quieres que llame a Joe ?
- No – dijo aun golpeando los
botones del ascensor – ¡maldito artefacto muggle! - chilló – cuando quieres que
venga rápido, se tarda…
- Miley – Demi le tomó el brazo
y la obligó a que la mirara – ¿estás completamente segura de lo que vas a
hacer?
- Si – volvió la mirada hacia
el elevador – y te pido que por favor no digas nada… - ahogó un sollozó, al
tiempo que golpeaba la puerta metálica que le devolvía su imagen. – ¡Maldita
sea ábrete de una vez!
- Deberías por lo menos haberlo
escuchado… - Miley la miró incrédula. Demi, se encogió de hombros – ¡al menos
para ver que te iba a decir!! – Miley iba a contestar pero su amiga la
interrumpió – Ya sé, pero le soltaste lo del bebé así sin mas…. Yo creo que aun
no cae…
- ¡Me importa una mierda, si
cae o no! – suspiró. No tenía derecho de enojarse con su amiga – Demi, me
importa muy poco Nick en este momento – apoyó su cabeza en el frío metal de la
puerta – yo…
- ¿Te sientes bien?- dijo su
amiga preocupada.
- Me duele la cabeza… y el
corazón, y… y… - las pestañas no soportaron el peso de las lágrimas y gruesas
gotas resbalaron por las mejillas – quiero salir de aquí…
- Iré a ver a Joe … -dijo ella –
y no me importa que no te guste la idea… estás tan pálida – el sonido de una
campanilla le anunció la llegada del elevador. Dando un pequeño saltito, Miley
entró y se apoyó en la pared contraria, mirando a su amiga. – mírate estas a
punto de derrumbarte, y no tengo intenciones de sostenerte sola. Estás muy
gorda… - Miley sonrió débilmente.
- No lo hagas Demi… ya se me
pasará... es normal…
- Si, pero…
- Por favor, no metas a Joe en
esto… sabes lo sobreprotector que es…
- No dirá nada, si es tu
decisión, Miley. – dijo en tono de reproche. Miley no tenía que ser adivina
para saber que Demi pensaba que Nick tenía derecho a ser escuchado. Joe pensaría exactamente lo mismo que su mujer.
- Adora a Nick, Demi… - dijo
con una mueca que intentó ser una sonrisa.
- Si, pero más te adora a ti – Demi
entró y le limpió la cara – ya deberías saberlo… y tu menos que nadie, dudarlo-
sonrió con melancolía.
- Si, lo sé… y por eso se
apartó de su gran amigo… por ese amor que tiene hacia a mi, y que por alguna
razón yo creo no merecer… - Demi la abrazó.
- De todas maneras, me gustaría
decirle...
- No Demi – levantó la mirada y
apretó el botón que la sacaría de ese lugar. Cuando las puertas comenzaron a
cerrarse, se dio la vuelta, y cerró los ojos. No quería recordar nada de ese
lugar. Pero un jadeo de su amiga, la hizo abrir los ojos y darse vuelta. Allí
parado, impidiendo que las puertas se cerraran, estaba su esposo, su mirada era
completamente diferente a todo lo que había visto. Sus ojos eran profundos
lagos oscuros, con una leve aureola verde musgo. La boca estaba recta, casi una
línea que no demostraba nada, pero el semblante en conjunto era para temer. La
miraba intensamente. Y ella al igual que un cervatillo en frente de su
depredador no podía moverse, solo mirar esos ojos, y temblar… y desear, y
maldecir, y observar… las manos de su marido apretaban las puertas con fuerza,
impidiendo así que se cerraran y con ello que ella escapara. Su camisa se
tensaba a la altura de los hombros y la respiración entrecortada, hacían a su
imagen completa demoníaca, atemorizante, y aunque no le gustara ese pensamiento
en especial, demasiado sensual. Demi la hizo regresar a la realidad. El ya no
era su asunto… o al menos eso esperaba.
- Nick… – jadeó Demi, entre
nerviosa y asustada.
- Sal Demi… – dijo, sin dejar
de mirar a su esposa. El tono de voz bajo, grave, hizo erizar los pelos de la
nuca de Miley, quien a pesar de aparentar seguridad, su cuerpo internamente
temblaba como una hoja. Nick había salido de su oficina con la idea de
arrodillarse y pedirle que no se fuera… suplicaría a todos los dioses, Miley
incluida, para que le diera otra oportunidad. Pero cuando la vio en el
elevador, tan segura de si misma, tan orgullosa, pensó mejor que esa estrategia
la dejaría como último recurso. Cuando ella se dio vuelta para enfrentarlo,
pudo realmente ver a Miley de manera completa. En la oficina, no había tomado
real dimensión de la situación. Ahora, de pie frente a ella, podía ver su pelo
más brillante, sus ojos más vivaces, aunque estuvieran llenos de lágrimas y su
vientre, con un pequeño bultito que asomaba a través de la tela del vestido.
Volvió a mirarla a los ojos. Y se juró a si mismo que solo muerto se alejaría
de ellos. Nadie iba a lograr separarlos, ni siquiera esa pequeña mujer que lo
miraba llena de rabia.
- Nick no creo… - intentó decir
su amiga, pero él la interrumpió.
- No estoy pidiendo tu opinión,
Demi… - Sacó una mano de las puertas y le abrió paso – te estoy diciendo que te
vayas… quiero hablar con mi mujer… a solas.
- ¡No tengo más nada que hablar
contigo! – chilló Miley. El no le hizo caso y miró a su amiga.
- Ahora Demi… y no me hagas
perder la paciencia. – Demi miró a su amiga, y esta asintió un tanto abatida.
Ella salió, pero se dio vuelta mirándolo con reproche.
- Llamaré al Joe … – dijo
resuelta – Nick, te juro que llamaré a Joe si…
- Puedes llamar A Scotland
Yard, si quieres – dijo sereno, y dando un paso entró al elevador. Para
desesperación de Demi y Miley las puertas comenzaron a cerrarse – eso no va a
detener mi intención de charlar con la señora… - fue lo último que Demi escuchó
cuando las puertas se cerraron completamente.
Miley estaba nerviosa, y
asustada. No sabía que iba a decirle Nick y como iba a reaccionar. Su semblante
estaba tenso, serio y no dejaba de mirarla. Acariciando a su bebé suavemente,
respiró profundamente y lo enfrentó. La mirada de Nick bajó hacia donde estaba
su mano, y su semblante se aflojó.
- ¿Es verdad?
- Que pregunta estúpida haces…
- dijo chasqueando la lengua.
- Solo quiero que me digas si
es verdad lo que gritaste en mi oficina…
- Que… - dijo haciéndose la
tonta.
- Estás – carraspeó – ¿vas a
tener un bebé?- Ella bufó mientras le señalaba su vientre.
- ¿Que crees, que esto es por
indigestión?
- Miley… - dijo él un tono
bajo. Ella tragó saliva.
- Si… - dijo y luego lo encaró
– y me imagino que no vas a dudar que sea tuyo…
- No, claro que no… no tengo…
dudas.
- Bien… pero de verdad no es
que me importe – él la miró – el que lo dudes o no… quiero decir, no necesito
que lo creas o no – Nick arqueó la ceja, sin entender – no te necesitamos para
nada. – le soltó secamente.
- Primero cuando hables de mi
hijo…
- Nuestro – lo corrigió con los
dientes apretados.
- Bien… cuando hables de nuestro hijo, no tienes derecho
a decir que él no me necesita… no se trata de que tu quieras o no soportarme,
Miley – dijo serio – aquí solo interesa el bienestar del bebé.
- Si, claro… - dijo riendo –
por eso te encuentras con tu "vieja amiguita", ¿verdad? ¡Por el
bienestar de mi hijo! – terminó chillando.
- Si me dejaras que te
explique… - ella bufó - ¡No me he juntado con nadie! – dijo él perdiendo los
nervios – y no deberías gritar, podría hacerle mal al bebé…
- ¡Vete al diablo! – volvió a
gritar. – ¿ahora te preocupas no?
- ¿Querías ese bebé, no?
- ¡Claro que si! digo fue
sorpresa… bueno no al principio porque en verdad quería, pero luego no se dio y
después si… pero… ¡Si, lo quiero! – maldecía la manera en que la miraba… solo
lograba confundirla y que de sus labios saliera cualquier incoherencia.
- ¡Igual yo! – esa declaración
descolocó a Miley. De todas las frases que esperaba, esa era la última que
podría esperar de Nick. Suspiró profundamente y acarició a su bebé, tratando de
buscar la serenidad que en ese mismo momento la presencia de su marido le
quitaba. Nick no fue ajeno a este movimiento y acercándose a ella, intentó acariciar
el vientre materno, pero Miley se apartó hacia el rincón del elevador.- ¿Te
sientes bien?
- Si…
- ¿No necesitas nada? – dijo
preocupado.
- ¿Que es lo que quieres, Nick?
– él la miró a los ojos.
- No voy a aceptar nuestro
divorcio así como así. - Aseveró- No voy a marcharme esta vez, solo porque tú
lo exiges Miley. – suspiró, ya lo había dicho. Solo debía esperar la respuesta
de Miley.
- ¿Qué?
- Ya me escuchaste… no voy a
aceptar el divorcio, mi hijo va a nacer en el seno de una familia legítima. Al
amparo de los cuidados que su padre y su madre le darán… y de su amor, claro
está.
- ¿Legitima? – rió Miley –
¡dime cuando esta farsa de matrimonio se volvió legítimo! – chilló – ¿fue
cuando me casé contigo para salvar a mis padres? ¿O quizás cuando me obligaste
a tener sexo contigo para que el tratamiento se lleve a cabo?
- Miley, no sabes…
- O quizás fue cuando por un
asunto de hombría, casi me matas...
- ¡Ya demasiado me reprocho a
mi mismo por esa estupidez y creo que en este último tiempo te he demostrado
que solo fue un error!! Lamenté día a día, el haberme atrevido a ofenderte, y
mucho mas el haberte puesto una mano encima, pero si examinas todo lo que
sucedió después, te darás cuenta que…
- ¿De qué me daré cuanta, Nick?
¿Que cambiaste?
- No puedo cambiar, y tu sabes
bien que no soy una persona violenta… dios sabe que me sacas de quicio cada dos
segundos pero aun así…
- ¡No voy a cambiar de opinión
respecto a nuestro divorcio! – el elevador llegó al lobby del edificio. Cuando
ella iba a salir, él la tomó del brazo – ¡suéltame!
- No voy a darte el divorcio… y
si te atreves a pedirlo jamás firmaré ningún papel… mi hijo será un Jonas y
tendrá a sus padres casados y dandole amor…
- Mentiroso… – dijo ella
dandole un bofetón. Nick soportó el golpe, y ella volvió a darle otro –dices
que quieres tener la imagen de familia feliz… ¿que le dirás a tu hijo cuando
vea a tus putas pidiéndote dinero por cada revolcón que le das? – Se soltó, y
salió de ese pequeño espacio que casi lograba asfixiarla.
- ¡No he terminado contigo!
- ¡Me importa un carajo lo que
tengas que decirme!! – la gente que transitaba en abarrotado lobby los miraba
atónitos… - ¡quiero salir de aquí, ahora! ¡Voy a buscar mi automóvil y no
volverás a verme nunca mas!
- No vas a hacerlo… - dijo
sereno aunque firme en su voz – porque no vas a volver a manejar. – Miley se
detuvo y tratando de serenarse, se dio vuelta para enfrentarlo.
- ¿Si, tu y cuantos mas van a
detenerme? – dijo desafiante.
- Vamos a ver… – llamó al
conserje. Un hombre bajo, con aspecto de echar a perder cada cosa que cae en
sus manos, se acercó al llamado de su jefe - Quiero… escuche bien lo que voy a
decirle, porque no quiero equivocaciones ni malentendidos. El auto de la señora
permanecerá en el estacionamiento del edificio- Miley abrió los ojos sin
poderlo creer – nadie tiene permiso a devolvérselo sin mi consentimiento… ¿está
claro, señor…? – arqueó una ceja interrogante.
- Kloves… - dijo el portero del
edificio con una voz temblorosa – Steve Kloves…
- Bien señor kloves, espero que
haga bien su trabajo y que mi orden sea transmitida a todos…
- Como usted quiera…
- Como así debe ser… - Miley no
soporto más y se deshizo de su agarre.
- ¡Suéltame de una vez! – lo
fulminó con su mirada.
- No te pongas violenta y te
enfurezcas… puede hacerle mal al bebé.
- ¿Sabes lo que le hace mal al
bebe? ¡TU!! Aléjate de mi y de mi hijo… - se dirigió hacia una sala de espera
al lado de los elevadores, donde sabía que había unas chimeneas destinadas a la
red flu, transporte mágico que utilizaban algunos magos que trabajaban en la
compañía.
- Aunque quieras, no voy a
hacerlo… y no te conviene litigar conmigo Miley – ella se dio vuelta, dispuesta
a sacarle los ojos con sus uñas.
- No me amenaces Jonas…
- No tienes manera de vivir sin
mi… - dijo sereno.
- ¿Quieres apostar? – lo
desafió.
- ¿Quieres perder? – respondió,
aceptando el desafío.
- Aléjate de mi vida…
- No lo haré… - suspiró - No
quiero pelear contigo Miley – dijo serio – sabes bien que llevarías las de
perder… mi hijo no estaría mejor mas que con nosotros… juntos…
- Ya te dije que no voy a vivir
en una maldita mentira… no voy a soportar fingir ser feliz, cuando tu estás…
¡follando con quien sabe que puta!!
- Bien, quieres el divorcio… ¿y
cómo vas a vivir?
- Trabajaré… ¡no será la
primera vez que lo haga! ¡No nací dependiendo de tu dinero!
- ¿Dónde trabajarás, si puede
saberse?
- Eh… puedo volver al
ministerio... – dijo dubitativa.
- ¡No te aceptarán! – dijo
tranquilo – tu ocupaste el lugar de tu padre, y ahora él, que ya está mejor,
volverá a trabajar… no hay lugar para ti en el ministerio… y sabes
perfectamente que una mujer separada es mal vista en el mundo mágico.
- ¡Maldito código moralista de
mierda!! – rugió – Aun así, puedo trabajar en el mundo muggle – él se acercó
amenazante.
- Nunca dejaré que trabajes…
porque no vas a trabajar para nadie, si yo no lo permito… y sin trabajo, no vas
a creer a quien pueden darle la custodia del bebé… más cuando la persona que
pide la custodia ha salvado al mundo mágico del mas grande mago tenebroso que
haya existido. Y a quien estiman tanto que le han ofrecido una plaza en el
Wizzengamot… apuesta eso Miley… ¿a quien crees que darán la razón?
- Maldito seas...
- ¿Tu quieres jugar rudo? Bien,
hazlo… pero ten en cuenta algo muy importante, preciosa… – la miró – yo también
puedo…
- Le pediré a mis hermanos que
me ayuden…
- No olvides que todos tus
hermanos, dependen de mi… - Miley lo miró y sus ojos comenzaron a aguarse de
tal manera que Nick maldijo en silencio. Pero ella tenía la culpa de que él
actuara de esa manera. Estaba convencido de que nunca sería capaz de quitarle
el bebe… pero ella lo hincaba, y Nick no iba a dejarse manejar como hace años
ella lo hizo.
- Lo sé - arrojó polvos flu, y
saltó hacia la chimenea – y estoy dispuesta a correr el riesgo… "numero 12
de Grimmauld Place"! – dijo en voz alta, tan rápidamente que, cuando Nick
trató de detenerla, una explosión y un humo verde, le tapó los pulmones y lo
dejó arañando el aire. Pero maldita sea si ella se iba a quedar con la última
palabra.
Miley llegó a duras penas a su
casa. Dobby corrió a ayudarla cuando un mareo la hizo arrodillarse y apoyarse
en el sofá. Ella le pidió que la dejara sola, mientras trataba de serenarse,
poniendo la frente en uno de los almohadones. Él no podía hacerle eso. No sería
capaz de quitarle a su hijo…. Nick solo estaba tratando de hacerla temer, y
lograr su cometido de tenerla en un puño… pero de solo pensar en esa
posibilidad, tembló desde la cabeza a los pies… no podría vivir sin su hijo.
Cuando estaba a punto de
sofocarse, unos fuertes brazos la levantaron y la hicieron sentarse. Ella abrió
los ojos, para ver esos ojos cafes , brillantes, embriagadores, que la miraban
con preocupación. Suspiró. No tendría que haber dicho en voz alta su destino.
Merlín sabía que no era muy buena en los hechizos no verbales…
- ¡Dobby trae un vaso con agua!
– gritó Nick, mientras se sentaba cerca de su mujer. Ella se alejó
instantáneamente, mientras se masajeaba las sienes. El elfo apareció con el
pedido y con una sola mirada de su amo desapareció. - Si te sientes mal,
podemos llamar a un doctor. – agregó intranquilo.
- Sanador… - dijo secamente – y
no necesito nada… Es un síntoma normal…
- Miley…
- No voy a quedarme mucho
tiempo… solo vine a recoger mis cosas.
- No voy a divorciarme Miley –
dijo el suavemente – no voy a dejar que te alejes… ni a ti, ni al bebé.
- Por favor… - dijo suplicante.
- Por favor tu… - dijo sereno,
tratándola con suavidad.
- No es justo para… - sollozó –
no puedo vivir aquí. – lo miró – ¿no entiendes? ¿Cómo puedes pedirme que
vivamos en armonía, cuando tu no eres feliz… cuando tu estás muy bien rodeado
de… de tus mujeres, que…?
- No tengo ninguna mujer… no la
he tenido desde que nos casamos… ¿por qué siempre tienes que dudar?
- ¡Porque tu me has dado
siempre motivos! – dijo aceptando el vaso de agua y bebiendo un sorbo – tus
salidas, tus llegadas tardes… ¡no solo ahora, sino al principio!
- Nunca te engañé… si me dieras
tiempo de explicarte… - Miley parecía no escuchar.
- ¡Siempre lo has hecho! – dijo
terca – tu exigiste fidelidad pero no eres capaz de ser fiel, ni a tus actos ni
a tus palabras. Ni…
- Siempre te he sido fiel… solo
déjame explicarte…
- ¿Así que siempre fiel, eh?-
susurró- ¿Y que me dices del dinero que le diste a Nicole?
- ¡Maldita sea! - dijo
levantándose y yendo a la chimenea. Apoyó la frente en la repisa y cerró los
ojos. ¿Por qué tenía que ser todo difícil? Solo tenía que decirle que la amaba,
pero ella nunca lo creería – Miley… - la miró – solo voy a decirte que nunca he
tenido nada con Nicole, desde que me exigiste no verla, ¿lo recuerdas? ni
siquiera desde antes… desde que me casé contigo no he tenido nada que ver con
ella, ni con ninguna mujer. Yo si puedo hacerlo, puedo hacerlo porque recuerdo
esa tarde en la oficina la manera en que me convenciste, y cuanto me gusto que
me convencieras – Miley sintió sus mejillas enrojecer, también recordando aquel
dulce interludio en el escritorio de su esposo.
- Y aun así… - murmuró…
- No fue nada premeditado... no
tenía una cita con ella, como supones… ella vino a verme porque necesitaba
dinero. Al parecer no le van bien las cosas… yo no iba a darle nada, pero Remus
me convenció que no debía ser tan… hijo de puta. Que por alguna razón yo la
había usado y no podía dejarla en la calle…
- ¿Y le diste dinero? –
preguntó con un hilo de voz.
- No, le presté el dinero… a
cambio de un trabajo y una vivienda, en Estados Unidos… - ella suspiró. – ella
no forma parte de mi vida Miley, hace tiempo que no la veía… no necesitaba de
ella, Miley… te tengo a ti.
- Mentira… - dijo dolida – no
soy nada para ti…
- Eres todo para mi, Miley. –
dijo dibujando una calida sonrisa. Miley lo miro un instante con la boca
abierta.
- No te creo… - croó.
- Te amo – Nick estaba más rojo
que un tomate, pero ya lo había dicho. Se había convencido que la única manera
de tenerla solo seria posible comenzando a sincerarse… si con esa declaración
ella no aceptaba quedarse, bien, aún le quedaba la extorsión. Sonrió
esperanzado. Ella sintió el estómago dar una voltereta, pero al tiempo se
serenó. Si esas palabras fueran ciertas… pero sabía que eran solo una treta
para convencerla. Sonrió internamente. Al menos ahora Nick no utilizaba el
chantaje para lograr sus propósitos. – mírame Miley – ella levantó la mirada. A
Nick le dolía el corazón de ver esos enormes ojos brillantes por las lágrimas,
le acarició la mejilla, y acomodó su cabello detrás de la oreja. – nunca… no…
- Nick, por favor, no es
necesario que mientas…
- No es una mentira Miley –
dijo sin quitarle la mirada de encima. – Te amo… te he amado quien sabe desde
cuando. – ella se removió incómoda – te he amado desde la escuela, desde que de
un día para el otro te convertiste en la chica mas hermosa de Hogwarts… - ella
lo miró sin creer – Cho tenía razón al tenerte rabia… – agregó sonriendo. Miley
tragó en seco, al verlo sonreír tan sensualmente, lo odiaba cuando le hacía
subir sus pulsaciones con un perezoso movimiento de la comisura izquierda de la
boca – no podía dejar de estar cerca de ti… y siempre la arrastraba a los
lugares que tu frecuentabas… la dejé por ti. – su sonrisa, desapareció tras una
mueca cargada de tristeza. Miley también maldijo esa expresión, era más sensual
que la anterior. - Pero cuando iba a decírtelo te vi con Hemsworth… - bajó la
mirada – ahí fue cuando me rompiste el corazón por primera vez…
- Yo no…
- Y después lo rompiste otra
vez, y otra vez, con tus rechazos, tus insultos… y la última vez, con tu
acusación… me alejaste de todo y de todos… pero de eso no tienes ninguna culpa
Miley. La culpa es toda mía. Si yo hubiera dicho alguna vez lo que sentía por
ti…
- Yo no tenía derecho a hacerte
eso… independientemente del hecho que sintieras algo por mí.
- Pero yo lo hice, y después de
unos años, te me apareces, buscando mi ayuda… y yo vi la oportunidad de
vengarme… - rió melancólico – pero me mentía a mi mismo.- le tomó las manos -
lo único que quería era tenerte para mí… y te tuve. – subió sus manos en una
caricia lenta hacia los hombros, enviándoles descargas a sus hormonas. Miley
sabía que si seguía por ese camino iba a sucumbir, muy a pesar de ella misma –…
te tengo Miley, y esta vez no voy a perderte por quedarme callado… - la abrazó
brevemente - Te amo, y quiero continuar con esto. Empezaremos de cero si tu lo
deseas… tenemos al bebe Miley, ¿Acaso nuestro hijo no merece el intento?
- No se trata de intentar Nick…
– dijo a punto de estallar en lágrimas. las palabras de Nick, la dejaban
exhausta, la hacían temblar, desear, ilusionarse, pero no debía ser verdad… ¡no
podían serlo! De seguro era un ardid, para lograr su cometido… aun así, muy
dentro de su cuerpo podía sentir, esa llamita encendida. Suspiró – Simplemente
se trata de que no existe confianza.
- ¡Yo confío en ti!
- Pero yo no – dijo – y también
se trata de amor…
- Yo te amo – dijo él, tratando
de refutar todos sus argumentos.
- Yo… - bajó la mirada. Qué
hacer, decirle sería darle las llaves de su vida – yo… no quiero seguir en un
matrimonio lleno de dudas, de discusiones…
- No discutiremos… te amo, ¿eso
no vale nada?
- Pero yo… - lo miró a los ojos
– yo no te amo… - él sintió que su corazón se detenía un instante, pero se dio
cuenta inmediatamente de que no era una gran mentirosa. El temblor de la voz y
sus ojos esquivos, le dijeron que esa declaración no era ciento por ciento
verdadera.
- Mientes – dijo sonriendo, e
inyectándose confianza.
- No, no miento…no te amo… y no
creo… – Nick la besó. Fue un tanto brusco al principio, pero luego suavizó los
labios, tratando de seducirla, de convencerla, de hacerle entender que sus
sentimientos eran puros, al igual que ese beso. Miley trató de separarse presa
de la desesperación, pues si ese beso duraba mas, ella sucumbiría; pero Nick no
la dejó, la tomó del mentón, mientras su otra mano, fue acariciando el brazo
derecho, hasta posarse suavemente en el vientre. Este suave movimiento la hizo
reaccionar y separarse – no lo hagas… - dijo sofocada y colorada. El sonrió.
- No me importa que no me ames,
Miley… por ahora… – Ella abrió los ojos – puedo ofrecer a esta familia amor por
los dos.
- ¿No te das cuenta que no te
quiero?
- Si me quieres… – argumentó en
un tono demasiado confiado – sé que me amas… nunca querrías tener un hijo mío,
si no sintieras algo por mi…
- No estés tan convencido… ¡que
sienta algo por ti, no significa que te ame!
- Está bien… no me amas – dijo
tranquilo – ¡pero acabas de decir que sientes algo por mí! – sonrió – de eso al
amor solo hay un…
- ¡Por favor, Nick! – dijo
levantándose – estoy cansada, y no quiero seguir hablando por hablar… suspiró -
Todo esto es… tan absurdo…
- No – dijo levantándose y
abrazándola angustiado - nunca digas que nuestro futuro es absurdo. Nunca he
tenido una familia real Miley… ¿no crees que vale la pena intentarlo? Yo quiero
tener una familia contigo… y también con nuestro hijo… no puedes ser tan cruel
y negarnos la posibilidad de ser felices solo porque crees no amarme.
- No te amo – dijo a punto de
perder los nervios.
- No, tu me amas, solo que no
confías en mi… y aunque me duela entiendo tu desconfianza; pero por favor,
antes de decidir cualquier cosa, piénsalo ¿Si? – le tomó las manos y las besó –
no me abandones otra vez – dijo con los ojos cafes como pozos de agua a punto
de desbordarse – no me separes de lo que mas amo otra vez… no podría
soportarlo.
- Estoy cansada – dijo con la
voz estrangulada por la tristeza – quizás lo mejor sea que me vaya a dormir…
necesito pensar bien que voy a hacer, Nick.
- Haz lo que desees… no voy a
molestarte, puedes tomarte el tiempo que quieras. – Miley se soltó de su agarre
– le diré a Dobby que te mande un chocolate caliente, ¿si? – Ella no contestó.
No podía aguantar más esa mirada dulce. A pesar de que la conmovía hasta los
huesos su declaración y su actitud, aun tenía miedo… era un miedo
injustificado, pensaba mientras subía lentamente las escaleras, con la atenta
mirada de Nick a sus espaldas. Podía sentirlo, en el escalofrío que le recorría
la columna, y que le hacía tener deseos de suplicarle que la acompañara… pero
también estaba ese latido fuerte, en el pecho que le decía que desconfiara de
sus palabras.
Llegó a su habitación y sin
muchos preámbulos se recostó en la amplia cama. Aquella que fue testigo de
tantas entregas, de tanto calor y de tantos suspiros. Ella fue la única testigo
de la primera vez, de sus sueños, de sus tristezas, de su dolor. Trató de
ahogar las lágrimas con la almohada, pero no pudo. Miró cada rincón de su
cuarto y todo de alguna manera le recordaba a él. Nick le había dicho que la
amaba y que quería un futuro, juntos. También le había dicho que Nicole era
historia… pero aun así… Se levantó lentamente y se acercó al tocador. Allí estaban
sus joyas, aquellas que le regalara su marido.
El collar de esmeraldas, le
recordaba el interludio en el automóvil… el rubí a su noche en el Caribe… el
anillo de diamante, su primera vez… y la tobillera… suspiró mientras acariciaba
la delicada pieza. Nick le había dicho que la pulsera en el tobillo significaba
la unión de dos lamas en una. Y quizás sea cierto, pensó mientras volvía a
acariciar su vientre. Ellos habían logrado el milagro de hacerse uno y con ella
dar vida a un nuevo ser… sonrió.
Se fue a acostar con una
decisión en mente… solo que esperaría hasta la mañana, para darle mayor lucidez
a su decisión.
Nick, demasiado demacrado a
causa de un mal sueño, se levantó de su cama, y caminó lentamente hacia la
ducha. Mientras el agua hacía milagros con su cansado cuerpo, pensaba en el
futuro que le deparaba. Sabía que Miley lo amaba… bien, decir amar no era ser
sincero. Sonrió. Miley había dicho que tenía sentimientos hacia él. Y si sabía
jugar sus cartas, estaba seguro que pronto formarían una familia feliz. Pensó
en su hijo. Ese pequeñito ser, que crecía cobijado en el vientre de esa mujer
tan hermosa… su mujer. Mientras se jabonaba el cabello, fantaseaba en como
sería su hijo. Cuánto de él y cuánto de Miley tendría… en realidad, no le
importaba mucho como fuera, solo quería tener la oportunidad de no perderse
cada etapa del embarazo. No quería perderse el crecimiento del vientre de su
mujer, mimarla, darle con todos sus gustos y por sobre todas las cosas amarla y
hacerla feliz. El deseo de ver nacer a su hijo lo hizo dar un suspiro que casi
lo ahoga con el agua de la regadera. Lo imaginaba con su cabello… bien, los Jonas
siempre tenían el cabello negro y desparejo. Se jabonó sus rodillas… sonrió.
¿Tendría su hijo esas rodillas nudosas? O tendría pecas como su madre… deseo
que fuera una mezcla de ambos. Pero más que nada, se dijo mientras apagaba la
ducha y se secaba vigorosamente, deseaba compartir todas y cada una de esos
pensamientos con su amante esposa… ya.
Terminó de cambiarse, y se
dirigió hacia la planta baja. Era media mañana cuando apareció en las cocinas
pidiéndole a los elfos, una bandeja para sorprender a su esposa con un
suculento desayuno en la cama. Si tenía que comenzar a conquistarla, más vale
empezar ahora, se dijo sonriente. Ya que Remus siempre decía que Tonks en su
estado se devoraba hasta las manijas de las puertas, Miley no podía ser tan
diferente. Cuando el elfo con una gran reverencia le dio la bandeja cargada de
alimentos, Nick se apresuró a subir las escaleras. La planta alta estaba
demasiado silenciosa, cosa que lo hizo temer que su plan se fuera al garete, y
que Miley estuviera durmiendo. Abrió la puerta suavemente y le sorprendió ver
la cama deshecha, pero su ocupante no estaba. Dejó la bandeja en una banqueta
y, aun sin escuchar ningún sonido, se apresuró hacia el baño preocupado. Bien
podía pasar que Miley estuviera abrazando el inodoro, con vómitos, o podía ser
que estuviera desvanecida en la ducha, ya que los síntomas del embarazo eran
fuertes en los primeros meses. Cuando abrió la puerta, la blancura de las
paredes y el silencio hizo eco en su cabeza, haciéndole saltar el corazón.
Miley no se encontraba en el baño y una sensación de angustia lo hizo respirar
con dificultad.
- No…
no Miley – dijo a punto de perder la cordura – tu no puedes hacerme esto… no
ahora… por favor, por favor… - Murmuró, desolado. Salió del baño lentamente y
sin más que hacer fue hacia el armario. – por favor… por favor, no… - abrió las
blancas puertas, y todo su mundo se volvió negro. Faltaba toda su ropa… Cerró
las puertas lentamente y se apoyó en el mueble, mirando por toda la habitación…
y faltaba ella. Luego, Nick se sentó en la banqueta de su tocador blanco y se
tomó la cara. Miley se había marchado, y eso era una clara muestra de la
decisión de su esposa. Se había llevado todo, su hijo, su felicidad y por sobre
todas las cosas, su corazón.
1 comentario:
O.o ame el cap... me como a nick es un dulce de leche lo amo!!!!
ay miley no se q decir en este momento la odio!!
jajaj
tkm agus mar
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