—Cuenta con ello, cariño,
porque esta noche seré yo quien lleve la iniciativa.
Aquella noche, nick se
recostó en el sofá del apartamento de Miley, viendo cómo ella introducía un CD
en el equipo estéreo. A los pocos segundos, la suave voz de Enya llenaba el
salón y añadía un toque de magia al romántico ambiente que Miley había creado.
Fiel a su palabra, había
encontrado un conjunto que excitó a nick nada más abrir la puerta y
saludarlo. La combinación morada de seda y encaje se amoldaba a sus pechos, y los
pantalones a juego acariciaban sus caderas y muslos al moverse y caminar. Había
dicho que aquel conjunto de dos piezas era un atuendo cómodo e informal, y él
había replicado que era ilegal salir a la calle con lencería sexy.
Gracias a Dios no iban a salir
a ninguna parte aquella noche, porque no quería compartir a Miley con nadie.
Ella encendió la media docena
de velas repartidas por las mesas y estanterías y apagó las luces, salvo una
lámpara situada en un rincón. Entonces se volvió hacia él, envuelta en el
resplandor dorado que despedía su piel desnuda. Se había soltado el pelo, y los
mechones castaños caían en suaves ondulaciones hasta los hombros. Sus ojos
transmitían la seguridad de una mujer que sabía cómo acabaría la noche.
Era emocionante pensar que
aquella seguridad en sí misma era en parte el resultado del tiempo que habían
pasado juntos. nick sospechaba que Miley siempre había ocultado su
sensualidad, esperando a liberarse cuando se dieran las circunstancias
apropiadas. Esperando a estar con el hombre adecuado. Un hombre que no se
apresurara y le permitiera abrazar su lado más desinhibido y satisfacer sus
fantasías y caprichos eróticos.
Lo había elegido a él para ser
el hombre afortunado que la acompañara en aquel viaje de descubrimiento, y
aunque él aceptaba que su acuerdo no incluía ningún compromiso ni expectativas
más allá de aquel fin de semana, nunca imaginó que pudiera llegar a necesitarla
tanto. Se había convertido en un adicto a sus dulces sonrisas y su risa
contagiosa. A su olor femenino. Al modo en que lo seducía sin esfuerzo, a pesar
de su errónea impresión de que necesitaba recibir lecciones para provocar a un
hombre. Y, además de todo, a la actitud comprensiva que mostraba hacia él.
Ninguna otra mujer lo había comprendido y aceptado como ella.
Miley se sentó junto a él,
mirándolo de frente, y dobló las piernas bajo ella.
—¿Y bien? ¿Qué tenemos en la
agenda de esta noche? —le preguntó con impaciencia.
«A ti. A mí. Juntos. Por fin»,
pensó él.
—Juegos preliminares
—respondió.
Ella sonrió maliciosamente.
—A mí me parece que este fin de
semana ha tenido una larga sesión de juegos preliminares. Pero no pienses que
me estoy quejando.
—Entonces considera esta noche
como una visión en conjunto, la seducción final que culminará en el hecho
principal.
Estiró él brazo sobre el
respaldo del sofá y frotó sus cabellos entre los dedos, lo que le recordó la
tarde que habían compartido y cómo había envuelto la mano con esos mechones
sedosos mientras ella lo hacía gozar con su boca.
—Tienes toda mi atención —dijo
ella, animándolo a que continuara.
nick aspiró hondo y se
concentró en la inminente lección.
—Los juegos preliminares son la
parte más importante del acto sexual. Se trata de aprender lo que excita a tu
pareja, lo que le gusta y lo que no, lo que pone su cuerpo a punto. Son las
caricias y besos que te humedecen y te preparan para hacer el amor.
Le colocó la mano libre en su
rodilla y le pasó el pulgar por la pierna, demostrando el efecto tan excitante
que podía tener una simple caricia. Miley ahogó un gemido, el deseo oscureció
sus ojos y las puntas de sus pechos se endurecieron contra la fina seda de la
combinación morada.
Satisfecho con la reacción,
nick continuó.
—Los preliminares es lo que te
provoca ese hormigueo en el estómago cuando estás excitada, lo que endurece tus
pezones y te hace desear el calor de mi boca y el tacto de mi lengua —murmuró,
deseando hacer precisamente eso—. Es lo que a ti te pone tierna y a mí, duro.
Aquella descripción la hizo
estremecerse, pero él aún no había acabado de estimular su cuerpo y su mente.
—Los preliminares nos llevan al
límite y nos hace compartir un placer mutuo antes de llegar al orgasmo —dijo, y
fue subiendo lentamente la mano por el muslo, viendo cómo Miley entornaba los
ojos y se le aceleraba el pulso—. Y hay maneras distintas de hacerlo.
Una débil sonrisa curvó los
labios de Miley.
—Lo que me lleva a preguntar
una cosa. ¿Qué te excita a ti nick? —le preguntó descaradamente.
—Cualquier cosa que te excite a
ti —respondió él, negándose a cederle el control. Después de la generosidad que
le había brindado aquella tarde, ahora se merecía recibir toda su atención.
Decidió que era el momento de
pasar a la siguiente fase y se levantó del sofá para arrodillarse en la
alfombra, frente a ella.
—Nada me resulta más sexy que
una mujer a la que le guste el placer que su cuerpo tiene que ofrecer y que no
reprima sus deseos y necesidades.
—Lo que necesito ahora es que
me toques —susurró ella—. Por todas partes.
—Lo haré —prometió él, y le
separó las rodillas para colocarse entre sus muslos—. Pero antes quiero que
muevas el trasero hasta el borde del sofá.
Ella obedeció y, obligada por
la postura, le rodeó la cintura con las piernas hasta presionar el sexo contra
el abdomen de nick, cuyos ojos quedaron a la altura de sus apetecibles
pechos.
nick se quitó la camiseta y
la arrojó al suelo, pero se quedó con los pantalones puestos. Ella le puso las
palmas en los hombros y bajó con los dedos hasta sus pezones. nick sabía que
no podría aguantar mucho si seguía tocándolo así, de modo que le apartó
suavemente las manos y las apretó contra el sofá, a ambos lados de sus piernas.
Ella lo miró confundida.
—Deja las manos quietas por un
rato y limítate a sentir —le dijo él.
Miley hizo un gesto adorable
con el labio inferior.
—Pero quiero que tú también
disfrutes de esto.
—Créeme, disfrutaré tanto como
tú —le aseguró con una sonrisa, y se inclinó hacia delante para besarla
suavemente en la boca—. Sólo con verte y sentir cómo tu cuerpo responde ya me
excito, así que no te reprimas. Y no dudes en decirme si te gusta lo que te
hago o lo que quieres que te haga.
Llevó la boca a lo largo de su
cuello, y ella echó la cabeza hacia atrás al tiempo que con un gemido lo
animaba a seguir.
—Sí, eso es —dijo él, y le dio
un mordisco en la curva sensible del hombro, haciéndola gemir otra vez. Deslizó los dedos bajo los tirantes de
la combinación y los empujó hacia abajo por los brazos, provocando que la
prenda de seda cayera alrededor de su cintura. Deseando verla desnuda, levantó
la cabeza y se quedó fascinado por la belleza de aquellos pechos pequeños pero
firmes que lo apuntaban con sus pezones rosados, como dos frutos maduros y
jugosos.
La boca se le hizo agua, y
cuando ella hundió los dedos en sus cabellos y tiró de su cabeza hacia sus
pechos, no se molestó en reprenderla por no mantener las manos quietas. Miley rozó uno de los pezones contra sus labios abiertos y él lamió lentamente la
cresta hinchada, calentándole la piel humedecida con su aliento.
Ella se agitó con inquietud y
apretó los muslos contra sus caderas.
—Tómame… devórame —suplicó.
Él le masajeó los pechos y
cerró los labios en torno a la suculenta carne que se le ofrecía. Pero eso no
bastó para ninguno de ellos. La avidez con la que lamía, besaba y succionaba
sólo consiguió avivar aún más las llamas que los consumían a ambos.
Miley se arqueó contra él,
jadeante e impaciente, e intentó tirar de él para colocárselo encima. Pero
nick le presionó la espalda contra el sofá y bajó con la boca hasta su
estómago.
—Aún no he acabado contigo
—murmuró.
Hundió la lengua en su ombligo,
haciéndola retorcerse y gemir de agonía. Desató los lazos del pantalón,
aflojando la cintura, y tiró de los extremos hasta desnudarle las piernas. A
continuación le quitó la combinación, dejándola sólo con las bragas de encaje.
El color morado de las mismas contrastaba eróticamente con su piel pálida. Levantó la mirada y vio sus ojos
brillantes a la luz de las velas. Le observó el rostro acalorado, buscando una
pizca de modestia, de temor, pero no encontró ninguna.
—Quítamelas —dijo ella,
ofreciéndole su último consentimiento y haciéndole saber que quería llegar
hasta el final.
Un profundo alivio invadió a
nick, que enganchó los pulgares en la banda elástica de las bragas y retiró
aquel trozo de tela empapada y casi inservible. A continuación, le posó la mano
sobre el vientre y desplazó la palma muy despacio hacia abajo, hasta que el
pulgar pasó por encima del clítoris y se hundió entre sus pliegues carnosos.
Estaba caliente y mojada, increíblemente sexy, y toda para él.
Pronto…
Ella cerró los ojos, se aferró
a los cojines del sofá y movió las caderas contra su mano. Él la acarició
rítmicamente, viendo cómo se despojaba de todas sus inhibiciones e intentaba
alcanzar ese orgasmo que él mantenía deliberadamente fuera de su alcance.
—nick… por favor…
Él le introdujo un dedo y luego
otro y sintió cómo sus músculos se contraían al instante.
—Esto son los preliminares,
cariño.
Ella soltó un gemido débil y
angustioso.
—Es una tortura.
El miembro de nick le
palpitó dolorosamente contra los vaqueros, haciéndose eco de la necesidad de
Miley. Pero estaba decidido a ignorar su propio dolor hasta que le hubiera
satisfecho por completo.
—Dime lo que quieres y te lo
daré.
—Quiero llegar —respondió ella,
mordiéndose el labio—. Quiero sentir tu boca.
No podía negarle nada, y su
ruego coincidía con lo que él mismo deseaba desesperadamente. Así que retiró
los dedos e, ignorando sus gemidos de protesta, la agarró por el trasero y la
acercó al borde del sofá. Se colocó sus piernas sobre los hombros y agachó la
cabeza, rozándole la cara interna del muslo con la barba incipiente de sus
mejillas. Y entonces abrió la boca y empezó a subir con los labios y la lengua
hacia la fuente de placer.
Ella se deshizo en jadeos y
entrelazó las manos en sus cabellos, y él, aspirando el embriagador olor de su
excitación, erró la boca en torno a su sexo y empezó a sorber vorazmente el
sabor de su carne dulce y ardiente.
miley arqueó la espalda y dejó
escapar un fuerte gemido entrecortado cuando el climax estalló en su interior.
Un deseo salvaje recorrió a nick, junto a la desesperada necesidad de
poseerla del modo más físico y primario posible. El deseo era tan fuerte que lo
hacía temblar. No podía esperar más para penetrarla… tan rápida y profundamente
como ella permitiera.
miley jadeaba en busca de aire,
todavía sacudida por los temblores del orgasmo, mientras la neblina de
sensualidad que la envolvía se disipaba y todo lo que la rodeaba volvía a
cobrar forma. nick estaba arrodillado delante de ella, y observó cómo sacaba
un preservativo del bolsillo y cómo se bajaba los pantalones hasta los muslos,
liberando su erección. Rasgó el papel de aluminio y apretó los dientes mientras
desenrollaba el látex a lo largo de su sexo. Entonces levantó la vista y le
clavó la mirada de sus ojos ardientes.
miley esperaba que la poseyera
en el sofá, pero él la hizo
bajarse al suelo y le dio la vuelta de modo que estuviera encarando el sofá y
con los brazos en los cojines. Le separó las piernas y presionó la ingle contra
su trasero. Ella tragó saliva al sentir la cabeza del pene en la entrada a su
sexo, y supo que iba a penetrarla de aquella manera tan primitiva. Y era lo que
ella también deseaba… Ser poseída por nick y ser el recipiente de su pasión
salvaje. Era muy excitante pensar que lo había llevado a aquel extremo.
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wii Terminaron mis examenes al fin y pase todoooss aww bueno ahora si matraton
2 comentarios:
WTF, me encantoooooooooooooo QUE CAPITULO, TENGO MUCHO CALOR AMIX JAJA ME MATO EL DE HOY, BUENO EN REALIDAD TODA LA NOVE ME GUSTO, ESTA RE BUENA, QUIERO MAS QUIERO VER QUE PASA CON ELLOS DOS, Y QUIERO A NICK JONAS ACA EN MI SALA Y QUE ME HAGA LO MSMO QE A MILEY JAJAJA ME ENCANTOOOOOOOO, NOSE QE MAS DECIR SOLO QE ME ENCANTO Y ESPERO EL QUE SIGUE, TE QUIERO MI VIDA, BESIITOOOS! Y SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! ♥
buenisisismo el capi seguila prontooo
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