sábado, 28 de abril de 2012

at dusk niley- capitulo 16


—Pero  para  ti  fue  importante.  —Nuestras  miradas  se  encontraron
apenas un instante—. También lo  fue para mí, pero no me había dado
cuenta de que... Bueno, creía que solo me había pasado a mí. 
¿Nick no se había dado cuenta de que a mí también me gustaba él?
Nunca en la vida conseguiría comprender a los hombres.
 —Pero si me acerqué a hablar contigo el primer día de clase...
—Sí, y justo antes de eso andabas paseando y charlando con Patrice 
Devereaux, que no puede ser más de aquí. Los de su clase y los de la
mía... Admitámoslo, no se mezclan. —Pareció disgustado unos segundos—.
Me dijiste que apenas hablabas con extraños, por eso pensé que debíais
de ser muy amigas.
—Es mi compañera de cuarto. Más me vale ser capaz de comunicarme
con ella si quiero ir tirando.
—Vale, me equivoqué. Lo siento.
Tuve la sensación de que no era del todo sincero conmigo, pero nick 
parecía  verdaderamente  arrepentido  de  haber  sacado  conclusiones
precipitadas  y  con  eso  me bastaba.  Mi  protector  no  había  dejado  de
preocuparse por mí, aunque yo no lo supiera, y esa certeza me hizo sentir
cálidamente reconfortada, como si  me hubieran echado un abrigo sobre
los hombros para resguardarme del frío.
El silencio se instaló entre nosotros, aunque no fue incómodo. A veces
encuentras gente con la que puedes estar callada sin tener la sensación
de que necesitas rellenar el silencio con charlas insustanciales. Solo me
había sentido así  de a gusto con un par de personas,  en mi pueblo, y
siempre había pensado que se necesitaban años para llegar a compartir
esa complicidad. Sin embargo, ya me ocurría con nick.
Recordé el  descaro de Courtney y decidí  que yo también podía ser,
como mínimo, la mitad de lanzada que ella. Aunque nunca se me había
dado bien entablar conversación, lo intenté:
—¿Te llevas bien con tu compañero de habitación?
—¿Con Vic?  —nick esbozó una ligera sonrisa—. No está mal, como 
compañero de habitación al menos. Un poco inconsciente. Un payaso. Pero
es un tío legal.
La palabra «payaso» me hizo pensar que sabía a quién se refería.
—Vic es el chico que lleva camisas hawaianas, ¿verdad?
—Ese mismo.
—No hemos hablado, pero parece simpático.
—Lo es. Igual podríamos salir un día todos juntos.
El corazón me dio un vuelco.
—No estaría  mal,  pero...  Preferiría  pasar  más  tiempo  contigo  —me 
lancé.

Nuestras miradas se encontraron y tuve la sensación de que habíamoscruzado algún tipo de línea. ¿Eso era bueno o era malo?
—Podríamos... Pero...  —¿Por qué vacilaba nick?— Miley, espero queseamos amigos. Me gustas, pero no es buena idea que pases demasiadotiempo  conmigo.  Ya  has  visto  que  no  soy  precisamente  el  chico  máspopular del campus. No estoy aquí para hacer amigos.
—¿Y estás para hacer enemigos? Por cómo os peleáis Erich y tú, a veceso parece.
—¿Preferirías que fuera amigo de Erich?
Erich era un imbécil de marca mayor y ambos lo sabíamos.
—No, claro que no. Solo es que a veces parece que, no sé, que vayas
buscando pelea. Es decir, ¿de verdad los odias tanto? No es que a mí megusten, pero es que a ti... Es como si ni siquiera pudieras soportar respirarel mismo aire.
—Confío en mi instinto.
No iba a discutírselo.
—Es mejor no tenerlos en contra si puedes evitarlo.
—miley, si tú y yo... Si nosotros...
Si  nosotros ¿qué? Imaginé miles de respuestas a esa pregunta y me
gustaron casi  todas.  Nuestras miradas se entrelazaron con tanta fuerzaque parecía imposible desprenderlas. Si la pasión de nick era arrolladoraincluso cuando no iba dirigida hacia mí, cuando yo era su objetivo —comen esos momentos, mientras estudiaba hasta el último centímetro de micara, sopesando sus palabras antes  de pronunciarlas  en voz alta— mecortaba la respiración.
—No podría soportar que te hicieran la vida imposible por mi culpa —
consiguió decir al fin nick—. Y habrían acabado haciéndolo.
¿Estaba  protegiéndome?  De  no  haber  sido  una  soberana  estupidez,habría resultado enternecedor.
—¿Sabes? No creo que tenga ninguna credibilidad social  que puedasechar por tierra.
—No estés tan segura.
—No seas tan tozudo.
Nos quedamos unos instantes en silencio.  La luz de la luna se colab
entre las  hojas  de la enredadera. Nick estaba lo  bastante  cerca parapoder reconocer su fragancia, algo que me recordó a cedro y pino, como elbosque que nos envolvía, como si de algún modo él formara parte de esoscuro lugar.
—Lo he enredado todo, ¿verdad? —nick parecía casi tan azorado comyo—. No estoy acostumbrado.
—¿A hablar con chicas? —pregunté, enarcando una ceja.

Con  el  aspecto  que  tenía  nick,  me  costaba  mucho  creerle.  Sin
embargo, no cabía duda de su sinceridad cuando asintió con la cabeza. El
brillo travieso había desaparecido de su mirada.
—He pasado muchos años yendo de aquí para allá, viajando de un lugar
a otro. Siempre que le cogía cariño a alguien, desaparecía de mi lado de
repente. Creo que he aprendido a mantener las distancias con la gente.
—Me hiciste sentir como una imbécil por haber confiado en ti.
—No te sientas así.  El problema es mío y no soportaría que también 
fuera tuyo.
Siempre había creído que el hecho de haber pasado toda mi vida en un 
pueblecito  había contribuido a no saber cómo comportarme delante de
extraños.  Sin  embargo,  después  de  oír  a  nick  comprendí  que  una
existencia  ambulante podía  tener  el  mismo efecto:  el  aislamiento  y la
introversión  que convertían  la  comunicación con los  demás  en lo  más
difícil del mundo.
Tal vez su rabia se pareciera a mi timidez. Era una señal que ambos nos
sintiéramos  tan solos,  y quizá no tuviéramos por  qué seguir  estándolo
demasiado tiempo.
—¿No estás cansado de esconderte? —pregunté, en voz baja—. Yo sí.
—Yo  no  me  escondo—repuso  nick,  pero  enseguida  se  quedó  en 
silencio, meditando—. Bueno, mierda.
—Podría equivocarme.
—No te equivocas. —nick siguió mirándome, y justo cuando empecé a 
pensar que no tendría que haber sido tan franca, añadió—: No debería
hacer esto.
—¿El qué?
Sentí que el corazón empezaba a latirme con fuerza. Nick sacudió la 
cabeza y sonrió. La mirada picara había regresado a sus ojos.
—Cuando la cosa se complique, no digas que no te avisé.
—Tal vez la complicada sea yo.
El comentario ensanchó su sonrisa.
—Ya veo que esto va a llevarnos un rato. —Me quedé atontada cuando 
me sonrió como lo hizo y deseé que el tiempo no pasara en el cenador. Sin
embargo, en ese momento nick ladeó la cabeza—. ¿Has oído eso?
—¿El qué? —Entonces lo oí: la puerta de entrada de la escuela se abría
y se cerraba repetidamente a lo lejos y hubo pasos en el camino principal
—. ¡Van a hacer una redada en la fiesta!
—No  me  gustaría  ser  Courtney  —dijo  Nick—.  Esto  nos  da  la
oportunidad de volver dentro.

Atravesamos el césped a la carrera, atentos a las voces que procedían
del lugar de la fiesta, e intercambiamos una amplia sonrisa al cruzar la
puerta principal sin que nos pillaran.
—Hasta pronto —me susurró Nick cuando me soltó el brazo y se dirigió
a su pasillo.
Esa palabra siguió resonando en mis oídos de camino a mi habitación y
a mi cama: pronto.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

ah me encanto tienes que subir mas de esta novela siguela prontoo pliss

butblop dijo...

ahh siguela ya buenisisimaa