domingo, 15 de abril de 2012

Átame a ti - capitulo- 76




Tal vez desde el principio cuando él se había desmayado al ver a Eliza. O cuando había insistido en mudarse allí. O cuándo le había demostrado que su amor por su hija no tenía límites. O cuando le exigió la completa rendición sexual de miley y nunca abusó de su confianza. O cuando le demostró con acciones, no sólo con palabras que la comprendía, la aceptaba, y todavía así ella le gustaba. O porque él era un eterno optimista, seguía pidiéndole que se casara con él, aún cuando ella continuaba diciendo que no.
Maldición. Pero  nick no se lo había preguntado otra vez anoche. Después de hacer el amor con ella en la lluvia. Después de haberla iniciado no sólo en el oscuro placer del sexo anal, sino de mostrarle el lado de sí mismo que estaba más cerca de un animal que de un hombre. Revelando un lado más escabroso y más oscuro que ella sospechaba que había intentado muy duro esconderle. Aún así, lo había compartido con ella.
¿miley? Ah. ¿Un poco de ayuda aquí?
Eliza tenía dos puñados del pelo de nick, sus brazos se agitaban violentamente, sus pies al azar pateándolo en la barbilla y en el cuello. miley abrió los dedos de Eliza y la bebé hizo un chirrido de protesta.
Sé que te gusta tirarle del pelo a Papá, pero él no debería permitírtelo, porque no queremos que tengas mala reputación en la guardería, ¿verdad? Le dirigió a nick una mirada traviesa. Cuando él sonrió con aire satisfecho, ella se reenfocó en Eliza. Hablando de… ¿vamos a comenzar nuestro día, naricita? ¿Dado que tengo que estar allí temprano?
Y aquí yo esperando que pudieras arrastrarte otra vez a la cama por un ratito.
Ella levantó los ojos hacia los de él.
¿Hablas en serio?
Siempre soy serio en lo que se refiere a tenerte desnuda entre las sábanas.
De ninguna manera. Cuando él abrió su boca para instituir la regla del nudismo, miley sostuvo su mano en alto. Lo dejaré para otro día.
Ya lo hicimos bajo la lluvia una vez, pero estoy listo para otra ronda.
Esa satisfecha sonrisa masculina. Ella se la devolvió sonriéndole burlonamente.
―Sabes lo que quise decir.
¿Estás enojada esta mañana, cariño?
Un poquito. Pero valió la pena. Hombre, eso realmente valió la pena.
Sus ojos azules se convirtieron en párpados pesados con pura lujuria.
―Te diré. Una de las noches más calientes de mi vida. Aquí estaba esperando que te hicieras la rabona para poder haraganear en la cama. Todo. El. Maldito. Día.
Ella se sonrojó.
¿No vas a ir al rancho?
nick miró de reojo a la lluvia golpeando la ventana.
Le dije a Papá y a Kane que no iría si seguía lloviendo. No es que esté quejándome porque necesitamos la humedad desesperadamente. No hay ningún punto en ir allí a hacer nada cuando puedo estar aquí. ¿No quieres quedarte en casa con el tirador de pelo?
No. En realidad, hoy es mi turno en el servicio de guardería. Incluso a pesar de que estoy realmente atrasada con el trabajo de la oficina, no sería justo si no hiciera mi parte.
¿Cuántos chiquilines?
Ocho incluyendo a Eliza.
Infierno, no voy a quedarme sin hacer nada. ¿Qué tal si tomo tu turno en la guardería así tú puedes adelantar trabajo?
―Estás bromeando.
No, de verdad. Su mirada se estrechó hacia ella. ¿Por qué? ¿Crees que no lo puedo hacer?
Mierda.
Vas a volverte loco.
¿Más loco que encargarme de un par de docenas de becerros recién nacidos en la nieve y tenerlos a ellos y a sus mamás todos chillando al mismo tiempo?
No. Diferente.
No crees que pueda hacerlo, ¿verdad?
Miente, miente, miente.
Fue muy dulce de tu parte ofrecerte, nick…
Dulce, un cuerno. Él rebotó de la cama. Lo haré. Seré el mejor maldito trabajador de servicio de guardería que alguna vez hayas visto. Y voy a hacerte comer tus palabras a la hora de salida, jefa.
Bien.
¿Quieres apostar?
Ella bufó.
Esa es una apuesta idiota.
¿Entonces por qué no respaldas lo que dices? nick se inclinó hacia adelante. Si gano, tú haces algo para mí. Si tú ganas, yo hago algo para ti.
Bien. ¿Qué quieres si ganas?
Su sonrisa lobuna apareció.
Quiero que me la mames en mi camión mientras estamos conduciendo por la carretera.
miley lo miró de reojo.