Si eso es cierto, ¿entonces por qué te
pidió que te cases con él antes de revelar ese lado de sí mismo?
Aún
así, no podía negar que Nick cariñosamente había revelado un lado suyo que ella
misma había ignorado toda la vida… su sexualidad. Y el hombre no la había
explotado, la había celebrado.
Miley estaba juzgándolo severamente en cualquier caso. ¿Por qué? ¿Para así estar
preparada para cuándo él (invariablemente) tomara lo que quería y la
abandonara?
Señor.
India tenía razón. Ella pensaba demasiado en todo.
Una
cosa que Miley no podía negar era el compromiso de nick para con Eliza. Su
comportamiento hablaba mejor que palabras. Se apoyó contra la jamba de la
puerta y los observó dormir por un largo rato antes de que ella se marchara
dando media vuelta.
Una
hora más tarde los oyó moviéndose. Calentó un biberón y le dio los últimos
toques a la cena.
Nick apareció en el rincón, descalzo, vistiendo unos andrajosos pantalones cortos de
surf, una camiseta raída, luciendo una sombra de barba incipiente y su pelo
desordenado de todas las maneras posibles. Se veía tan condenadamente lindo que
ella le sonrió.
―¿Qué?
―Nada.
¿Tienes hambre?
Eliza
lloró.
―Supongo
que eso lo responde. ―miley la levantó―.
Te tengo, bebé. Dejemos que papá coma.
Puso
el biberón en la boca de Eliza y levantó la vista para ver a Nick inclinándose
sobre ella.
―¿Qué?
―Esto.
―Él
deslizó la lengua sobre la comisura de sus labios, hasta que ella abrió la boca
para él completamente. Su beso tranquilizaba e inflamaba, tan dulce como
picante. Nick se retiró sin una palabra, lo que estaba bien para Miley, dado que
ella se había quedado muda por el asombro de cualquier manera.
La
tarde pasó tranquilamente, lo que la hizo sentirse bien. Ella nunca había soñado
que estaría tan… encantada de estar sentada en el columpio del porche,
tomándose de las manos y admirando las estrellas. Cuando Eliza cabeceó Nick la
metió en la cama.
Pero
el hombre que regresó bajando las escaleras no lucía como Nick, el dulce padre
cariñoso. Se veía como Nick, el oscuro amante exigente.
El
deseo corrió por ella como una caliente brisa de verano.
―Miley.
Ven aquí.
Ella
caminó hacia donde él estaba parado al pie de la escalera con sus piernas
separadas y los brazos detrás de su espalda.
―Escoge
una mano.
―¿Por
qué? ¿Tienes un regalo para mí?
―Una
especie de regalo. Elije.
―Ah.
Bueno. La izquierda.
La
instantánea sonrisa de nick era decididamente depredadora. Él le mostró su
brazo. Una longitud de soga colgaba de sus dedos.
―¿Para
qué es eso?
―¿Para
qué piensas que es?
―¿Una
cuerda nueva para tender la ropa?
―Error.
Haz otro intento.
―¿Vas
a amarrar algo?
―Síp.
A ti.
Su
estómago se revolvió.
―¿Por
qué?
―Porque
va a ser divertido.
―Umm.
¿Dónde va a suceder este acontecimiento de rodeo privado?
―En tu
cuarto porque es para lo que una cama de cuatro postes fue diseñada, cariño.
―Pero,
Eliza…
―Está
durmiendo en el dormitorio de huéspedes.
―Oh
―tragó
duro―.
¿Qué había en tu otra mano?
Él
sonrió otra vez y la extendió… otra longitud de soga.
―¡Ey!
Eso es hacer trampa.
―Ya
te advertí que no iba a jugar limpio. Ve arriba. La regla del nudismo está
ahora vigente.
Sus
pies descalzos avanzaron sobre la alfombra.
―¿O
prefieres que te amarre, te lance sobre mi hombro y juguemos a mi fantasía del
pirata y la muchacha?
La
mente de Miley creó la imagen de nick con una camisa blanca ondulante, sus
brillantes músculos del pecho ondeando como el mar. Botas negras lustrosas a la
altura de las rodillas dejando paso a sus ceñidos pantalones bombachos,
acentuando el tamaño de su gran… espada. Su rostro estaba tapado con un sedoso
parche negro en el ojo y una sonrisa de tiburón.
Él
dijo:
―Esa
es una buena elección, mi caliente muchacha ―y
comenzó a dirigirse en dirección a ella.
―Voy.
Pero no me importa decirte que estoy un poco nerviosa.
―Deberías
estarlo, cariño, porque soy algo a ser tenido en cuenta en lo que se refiere a
las sogas. ―Para
probarlo, él chasqueó una soga por lo bajo sobre el piso, y un crujido
reverberó a través del aire, fuerte como un disparo.
Miley levantó vuelo como una bala.
Nick esperó unos completos cinco minutos antes de seguirla, mientras dejaba que las
perspectivas se desarrollen en su cabeza.
Nada
doloroso. Nada degradante. Nada excepto ella a merced de él.
Una
oscura emoción zigzagueó a través de él, potente como whisky.
La
puerta del dormitorio estaba entreabierta. La luz de la lámpara se derramada a
través de la alfombra del corredor. Sin velas. Él había medio temido que las
velas le dieran al cuarto una sensación como de mazmorra y no quería que ella
se asustara. Nick quería que miley se excitara sin comparación.
1 comentario:
ahhh siguela siguelaaa
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