Los labios de ella se curvaron suavemente, pero no apartó los ojos
de la ventana.
—Gracias.
Ningún hombre le había dicho aquello en mucho tiempo. Pero que se
lo dijera él era peligroso.
Enseguida cambió de tema.
—¿Por qué dejaste el Servicio Secreto?
—Mi mujer me necesitaba aquí —respondió él.
Nunca había dicho aquellas palabras en voz alta. Siempre había
buscado otras excusas: que estaba cansado de viajar, de los riesgos… Pero la
verdad era que se había sentido responsable de la felicidad de su mujer. O tal
vez, se había sentido responsable porque sabía que ella no lo era. Él no había
podido amarla y eso había arruinado su vida. Era así de sencillo y así de
difícil de olvidar.
—No le gustaba que viajaras, ¿verdad?
—A Jas no le gustaba quedarse sola y… preferiría no hablar de ella.
«Contigo, no», pensó para sí.
miley asintió, comprendiendo los sentimientos de su difunta
esposa.
Esa era una de las razones por las que ella no se había casado y
por las que la mayoría de sus compañeros estaban solteros o divorciados: los
agentes secretos nunca estaban en casa cuando sus familias los necesitaban.
«Lo que llegamos a hacer por nuestro país», pensó ella.
—Eres muy afortunado. Este lugar es fantástico —dijo ella sin
apartar los ojos de la ventana.
Él estudió su cara. Parecía serena y feliz. Como si fuera la
primera vez en su vida que se relajaba.
—Parece que no te hace falta mucho para ser feliz.
—Me había olvidado de los placeres sencillos de la vida. Me imagino
que no he tenido mucho tiempo libre.
—Yo tampoco. ¡Ojalá pudiera pasar aquí más tiempo! Tengo un pequeño
bote desde que tenía dieciséis años —dijo él y se acercó a ella para mirar por
la ventana—. Me conozco el río de cabo a rabo.
—¿Desde cuándo no sales con él?
—Ni me acuerdo —dijo él con un suspiro.
A ella le estaba resultando difícil concentrarse en la
conversación. Sobre todo, porque él la estaba mirando fijamente.
nick tomó un tirabuzón y jugueteó con él un poco. Después lo
volvió a soltar.
—¿Estás intentando seducirme?
—¿Funcionaría?
—Claro.
Sus músculos se tensaron.
—Pero eso no es lo que quieres, ¿verdad? —dijo él con el ceño
fruncido—. ¿Cómo puedes estar tan segura?
—No lo estoy; pero tú puedes tener a la mujer que quieras. Quizá yo
esté a mano, pero no soy de las de para siempre.
—¿Quién ha dicho que yo quiera alguien para siempre?
—Ya hemos hablado de esto, ¿te acuerdas? Ayer. ¿O fue anteayer?
—¿O fue hace cinco años?
Ella apretó los labios.
—Tienes que olvidarte de eso.
Él lo sabía pero no podía evitarlo.
—No puedo dejar de imaginarte…
—No.
—De recordar las caricias…
—nick. Déjalo —dijo poniéndose de pie de un salto.
—¿Te escapas de nuevo, miley?
—Me voy a quedar aquí por Carolina. Será mejor que te mantengas
alejado de mí.
—Ya lo intento —respondió él—. Pero no puedo evitar sentir una
necesidad imperiosa de tocarte.
—Pues métetela donde puedas. No voy a dejar que me utilicen de
nuevo.
¿De qué estaba hablando aquella mujer? ¿Se refería a Hong Kong o
estaba hablando de otra persona?
—Mira, nick una noche fue todo lo que tuvimos. No te podría dar
más de eso aunque quisiera.
Él la miró fijamente.
—¿Por qué será que ahora sí te creo?
—Porque te estoy diciendo la verdad. No podemos tener nada.
Él no dijo nada más. Se puso de pie y dio un paso hacia atrás.
Pero aquel hombre tenía armas demasiado potentes. Tenía los ojos más
sexys que había visto en su vida. Y esa mirada picara que decía tanto y que la
hacía sentirse como una flor exótica cuando ella era de lo más normal.
Ahora estaba perdiendo el tiempo con ella. Ella no podía… no se
dejaría arrastrar. Aunque deseara con todo su ser aceptar la promesa de aquella
mirada aterciopelada.
—No es fácil mantener las distancias —le dijo él.
—Ya lo sé —dijo ella, riéndose con suavidad.
—Y si dejaras de mirarme así, sería más fácil.
—¿De mirarte cómo? —preguntó ella.
—Como si quisieras que te desnudara ahora mismo.
Claro que quería aquello. Lo deseaba con toda su alma.
—Estás viendo lo que quieres ver —mintió ella, pensando que tenía
que aprender a controlarse.
Él movió la cabeza.
—Si hay algo que conozco de ti, miley, es tu mirada cuando me
deseas.
¿Cómo era posible que la conociera tan bien cuando su trabajo
consistía en fingir, en esconderse?
—Será mejor que pienses en mí como en la niñera, eso te ayudará.
—De acuerdo —dijo él, poniéndole las manos sobre los hombros.
—Pero tienes que dejar de tocarme.
—Solo una vez más —susurró él acercando la boca a la de ella.
Solo con mirarlo a los ojos, miley supo que estaba perdida.
Entonces, la boca de él se posó sobre la de ella y miley sintió
que se derretía y que su voluntad caía al suelo fundida en un charco.
Esa vez la caricia fue lenta, templada. Y su beso, suave,
controlado.
Con exquisita paciencia, nick saboreó sus labios, deslizó la
lengua por la cálida apertura, haciendo que la cabeza le diera vueltas.
Lentamente, apretó su cuerpo al de ella.
No era justo, pensó miley. Aquello era diferente.
Ya no se trataba de la pasión descontrolada. Era seducción. Simple
y llanamente. Lenta y deliberada.
2 comentarios:
me encantooo siguela prontoo plissss
O.O hahhahaha.... pobre miley!! xD buenisimo!!
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