Asúmelo. Necesito el trabajo y Carolina y tú me necesitáis a mí.
Dejémoslo así.
—Mi hija te necesita, pero yo no.
—Gracias por la aclaración —dijo ella sarcástica—. Ya estaba
teniendo visiones de boda y banquetes.
A nick no le gustó el tono.
—Y mientras dibujamos las líneas de separación entre nosotros, te
diré que si hubiera querido más, después de Hong Kong, te habría buscado. Que
hayamos tenido buen sexo en una ocasión no quiere decir que yo quiera pasar la
vida contigo. ¿De acuerdo?
El asintió.
—Veo que nos entendemos.
nick apretó los labios.
«Déjalo que se ponga nervioso», pensó ella. No pensaba contarle
nada sobre sí misma o sobre su pasado y una noche con él no tenía nada que ver
con el presente. Excepto que le recordaba que, mientras la vida de él había
cambiado, la de ella no. Lo único que era diferente era el error que había
cometido al confiar en el hombre equivocado. En el instante en que se enteró de
la magnitud de la traición de su compañero, supo que no podría confiar en sus
sentimientos. Por eso no podía complicarse la vida con nick. Tenía que seguir
mintiéndole sobre su verdadera identidad. Eso los mantendría alejados a su hija
y a él de cualquier problema. Ella nunca permitiría que nada les sucediera.
Antes desaparecería. Su trabajo consistía en proteger a su país y a su gente.
—Llevaré las maletas a tu habitación —dijo nick.
—Yo me quedaré con la niña —se giró con energía y se dirigió al
interior de la casa.
—¿Adónde vas?
—Hace mucho calor y la niña no puede estar aquí sin protección
solar y sin un sombrero. Además está cansada.
nick aprobó su decisión en silencio y la siguió, sintiendo que un
muro los separaba.
En realidad no la culpaba por eso. Y así era mejor para él; pero ¿y
para la niña?
Eso era otro motivo para no confiar en ella.
Tendría que mantener un ojo abierto durante los siguientes días.
«¿Y qué haría por las noches?».
Solo pensar que aquella mujer iba a dormir tan cerca de él hacía
que su cuerpo se agitara.
—Tengo que trabajar —le dijo desde atrás—. Mi oficina está en la
biblioteca.
nick miró a su hija y se despidió de ella.
La niña botó en los brazos de miley y lo miró con una sonrisa
radiante como si le quisiera decir: «mira papá, esto es lo que se siente al
tener una mamá».
A nick se le rompió el corazón.
Y decidió que aguantaría casi cualquier cosa por ver sonreír a su
hija de aquella manera. Pero, ¿cómo iba a poder sobrevivir él con una mujer
exquisita y misteriosa justo debajo de sus narices?
Y, a pesar de lo que hubiera dicho, en lo más profundo de su ser,
no había nada que deseara más que pasar otra noche de placer en sus brazos.
Miley bañó a la niña y le aplicó crema hidratante con un suave masaje. La niña estaba casi dormida sobre el cambiador y Miley se dio prisa en ponerle un pañal y ropa limpia.
La tomó en brazos y se sentó con ella en la mecedora. Al oler el
aroma a bebé, Miley se acordó de su hermanos y los hijos de estos. Hacía años
que no los veía. Después, sus pensamientos vagaron hacia su hermana pequeña,
Cassie, que había acabado la carrera con matrícula de honor. Los echaba mucho
de menos.
Aunque, normalmente, no se permitía pensar en ellos, pensó con
tristeza. Nunca había tenido tiempo para sentarse a pensar en ellos, siempre
había estado centrada en su trabajo. Después de tantos años, se había vuelto
fría y calculadora. Sus labios se curvaron con disgusto. Aunque no tanto como
para impedir que sus sentimientos casi arruinaran su carrera.
Miró a la niña que se había dormido en sus brazos y la llevó a la
cuna. La niña abrió los ojos un instante y la miró con confianza. miley pensó
que nada de lo que hiciera en la vida, por su país o porla CÍA, nada era tan
importante como lo que estaba haciendo en aquel momento. Por aquella niña. Le
acarició la espalda y la niña volvió a cerrar los ojos.
¿Cuánta ternura se habría perdido aquella pequeña con la falta de
su madre? miley se acordó de sus propios padres. Su madre había sido su modelo
y la había hecho sentir como si compartieran un secreto que los hombres no
podían entender. También le había dado cosas bonitas y la había enseñado a
cuidarse. Su padre le había dejado jugar al fútbol con sus hermanos. En
realidad, la había animado a hacer todo lo que quisiera, diciéndole que ella
podía conseguir todo lo que se propusiera.
Cuánto los echaba de menos.
Pero ya estaban muertos. Habían muerto en un accidente aéreo y ella
no había podido asistir a su funeral porque estaba atrapada en algún lugar de
Asia, escondida en un almacén, vigilando a unos traficantes de armas.
A lo largo de los años, había perdido al resto de la familia.
Aunque a sus padres se los habían arrebatado, ella sola se había alejado de sus
hermanos. Por culpa de su trabajo. De repente, sintió vergüenza y añoranza.
El bebé sonrió mientras dormía y algo se encogió en el pecho de
Miley. No sabía por qué, pero no podía marcharse y dejarla allí, sola. Era
tan pequeña…
Por primera vez en mucho tiempo, alguien verdaderamente inocente la
necesitaba.
Nick se quedó en la puerta observando a Miley, que estaba
arropando a la niña, e intentó no pensar en lo preciosa que era. La niña
parecía muy cómoda con ella. Nunca la había visto tan a gusto con nadie, ni
siquiera con su hermana Hope, pensó nick.
Entonces se acordó de Jasmine. ¿Lo aprobaría ella?
No, si hubiera sabido que miley y él habían pasado una noche
juntos. Pero él nunca se lo había contado a nadie. Siempre lo mantuvo para él.
Si se lo hubiera contado a Jasmine le habría hecho un daño innecesario y habría
causado más problemas. Su mujer había sido muy posesiva desde el principio.
Incluso, le había pedido que dejara el Servicio Secreto por ella y el bebé.
Solo llevaban un mes casados cuando él lo hizo. Aunque se arrepintió siempre.
Además, al tener que estar siempre con ella, las cosas entre ellos empeoraron.
Pero ahora ya no echaba de menos el trabajo, no, desde que su hija
había llenado su vida, su corazón.
—Es tan bonita… —dijo miley en la oscuridad.
nick se sorprendió al darse cuenta de que ella había sabido que
él estaba allí todo el tiempo.
—Gracias —respondió él mientras ella caminaba hacia la puerta con
una mirada tierna en los ojos.
—¿Cuánto tiempo llevas cuidándola solo?
—Una semana.
—¿Cómo consigues trabajar al mismo tiempo?
—No lo consigo. Tengo una pila de trabajo atrasado.
miley se metió las manos en los bolsillos de los vaqueros porque lo
que de verdad le apetecía era tocarlo, deslizar sus manos por su pecho
musculoso.
—Bueno, ya estoy yo aquí para ayudarte.
—Parece que a Carolina le gustas.
miley lo miró y sintió la corriente que circulaba entre los dos
cuerpos.
—Es una niña fantástica.
nick sintió el mismo calor que lo arrastró hacia ella aquella
noche en Hong Kong. La tenía a escasos centímetros, en la puerta, y aunque
sabía que no debía hacerlo levantó la mano para acariciarle la cara.
Antes de que la tocara, ella dio un paso hacia atrás y la ternura que
inundaba su rostro fue remplazada por una máscara fría de indiferencia.
Él frunció el ceño.
Los ojos de ella se tornaron duros y fríos como glaciares.
Entonces,
se alejó de él. nick se quedó apoyado en el quicio de la puerta,
observándola, pensando que no importaba lo que sintieran cuando estaban cerca
el uno del otro.
2 comentarios:
tenes que seguirla prontoo plis ahhh
seguila plis esta genealisisimaaa
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