Eliza
sonrió e hizo un ruido de goo.
Esta
chica era una sinvergüenza en lo que se refería a hechizar a su papá.
―¿Sabes?
pienso que está sacando los dientes, por eso ha estado tan irritable.
―Podría
ser.
―¿No
se supone que deba recibir su otra ronda de vacunas a los cuatro meses?
―Sí.
No he hecho la cita aún.
―Ah.
Bueno, no queremos que se retrasen. Va a ser mejor si se concretara la cita de
inmediato.
Miley cruzó los brazos sobre su pecho.
―¿Por
qué no te encargas tú de ello? Eliza
ve a la Dra. Monroe. En Moorcroft. Busca un momento conveniente dentro de su
horario de atención, lunes a viernes, de nueve a cinco, espera con los otros
niños enfermos durante dos horas para una cita que dura diez minutos. Esta vez tú puedes sujetarla cuando grite cuando
le claven las agujas en sus piernas, dado que sé cuánto te gustan las agujas. Y
tú puedes caminar de un lado a otro
con ella durante dos días después porque las vacunas siempre la ponen enferma y
molesta.
―Ey.
No te pongas a la defensiva. Sólo estaba diciendo…
―Sé
exactamente lo que estabas diciendo, nick. ¿Quieres estar involucrado en cada
pequeña cosa? Aquí tienes tu oportunidad. Y mientras estás en ello, por qué no
compras pañales y leche maternizada porque estamos casi sin nada. Y estamos
escasos de comida y de jabón para la ropa y de artículos de limpieza y de todo
lo demás que se requiere para llevar adelante a esta familia ―giró
sobre sus talones y se dirigió al lavadero dando pisotones.
Plaf.
Tiró las ropas empapadas en la secadora. El estúpido ciclo de centrifugado no
estaba funcionando. Bien podría escurrir las malditas ropas retorciéndolas a
mano o estaría una eternidad para que la carga se secase. No podía colgarlas
afuera porque todavía estaba lloviendo.
Para
cuando había estrujado el excedente de agua del fregadero de la lavandería,
colgado las prendas de secado rápido, iniciado otra carga y limpiado lo último
del jabón en polvo que había derramado en el piso durante su arranque de furia,
Miley se había apaciguado bastante. Y se dio cuenta de que había sido una
total idiota con nick. El hombre siempre hacía todo lo que ella le pedía,
muchas veces se ocupó de cosas antes de que ella incluso pensara en ellas. Él
no era nada más que dulce y alegre, servicial y afectuoso con ella y Eliza, y
ella le había lanzado una pulla como una esposa descontrolada.
Esposa.
Maldición,
esa no era una palabra que ella usaría para autocalificarse o para describir su
relación con nick. Ella no era la esposa de nick Jonas.
¿Y no le molesta ni un poquito? ¿No te
ha pedido que te cases con él después de hacerte el amor? No desde la noche en
que te amarró.
No.
Eso no era así. Disgustada si él se lo pedía; disgustada si no lo hacía. Ella
no era ese psicópata controladora.
¿Lo
era?
Sí,
parecía que sí.
Argh.
Miley lo reconoció y fue a disculparse con él. Encontró la sala de estar vacía. Salió
corriendo al piso de arriba. Ni nick. Ni Eliza.
Oh,
infierno, no. Él no se había enojado y se había fugado con su bebé, ¿verdad?
¿Puedes culparlo si lo hizo? ¿No has
tenido miedo todo el tiempo de que él tomara o pidiera en juicio la custodia
compartida?
Abrió
con furia la puerta principal. No quedaban dudas, su camioneta no estaba. Miley sacó el teléfono y marcó su número de celular, un número que ella había
programado, pero al que nunca había llamado.
¿No
hablaba eso acaba de que cuánto quería demostrarle que ella no lo necesitaba?
Argh.
―¿Aló?
―¿nick?
¿Dónde estás?
―En
mi camioneta.
―¿Eliza
está contigo?
―Sí,
está conmigo. ¿Por qué?
―¿Qué
estás haciendo?
―Yendo
a la tienda. ―Hizo
una pausa―.
¿No es eso lo que estabas buscando cuando tuviste ese ataque de histeria, no
hace más de media hora?
Mierda.
La vergüenza calentó sus mejillas.
―No
fue un ataque de histeria.
Él
se rió suavemente.
―Sí,
cariño, lo fue.
Ella
logró una sonrisa.
―Bien,
lo fue. Pero no esperaba que abandonaras todo y fueras ahora mismo.
―Bueno,
no estaba haciendo nada más y necesitaba hacerse, o si no tú no hubieras hecho
una cosa tan grande de eso, ¿correcto?
El
hombre era tan malditamente equilibrado. ¿Por qué no estaba ladrándole por
haber sido tan bruja con él? ¿Exigiendo una disculpa?
―¿Miley?
―Sí,
necesitaba hacerse. Lamento haberte lanzado una pulla. Gracias por encargarte
de eso.
―¿Ves?
Eso no fue tan duro. Y no hay de qué.
―Simplemente no
estoy acostumbrada a ningún tipo de ayuda, especialmente no ayuda inmediata.
―Esa
es otra cosa que va a cambiar. Mira, quiero ayudar, pero necesito orientación.
Estuve soltero durante mucho tiempo, cariño. Viviría de chile y sopa de fideos
y lavaría mi ropa sólo cuando no me quedara nada que ponerme si estuviera a
cargo.
―Buena
cosa que me tienes a mí, ¿eh?
―Muy
buena cosa, pero estás engañándote si piensas que las únicas razones por las
que estoy contigo es porque sabes cocinar y lavar la ropa.
1 comentario:
siguela prontooo porfaaaas
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