―Nunca
más quiero oírte decir algo como eso otra vez.
Estaba
en su naturaleza actuar indignada. Cuestionarlo. Ella no lo hizo. Esperó. Y lo
observó.
―Buena
chica. ―Con sus miradas trabadas, las manos de nick acariciaron arriba de sus
muslos. Deteniéndose en sus caderas. Trazando el contorno de su vientre.
Demorándose en el abultamiento de sus pechos, finalmente acunando su cara―.
Dame esta boca. ―Él la empujó hasta que sus labios se encontraron.
El
beso fue urgente. Su lengua bailaba contra la de ella, él le anguló la cabeza
hacia donde la quería, llevándola a un completo nuevo nivel de besos húmedos.
El pecho de él estaba firme y caliente debajo de las palmas de sus manos.
Cuando su boca se movió, ella saboreó su almizcle, un indicio de menta, y el
intoxicante sabor masculino que ella reconoció como totalmente suyo.
Cuando
ella había comenzado a relajarse dentro del beso, él se apartó y lamió un
camino hacia el valle de su hendidura.
―Ofréceme
estas grandes bellezas. Como hiciste con tu bonito coño. Sostenlas arriba para
que pueda saborearlas tanto como quiera.
Su
corazón retumbaba mientras ella ahuecaba las palmas de sus manos debajo de sus
pechos, presionándolos juntos y levantándolos para su examen.
―Mírate.
Tan obediente. ―Las manos de nick estaban firmes en la parte superior de su
espalda y él la inclinó más cerca, para poder chupar ambos pezones. Uno
inmediatamente después del otro. Un muy bajo, muy satisfecho ruido masculino
retumbó a través de su carne y ella tembló.
Cada
húmedo tirón de su boca volvía a despertar zumbones cosquilleos entre sus
muslos. miley se encontró a sí misma meciéndose sobre él, buscando cualquier
fricción de su sexo frotando contra el de ella. No es que el hombre hiciera
caso a las sugerencias. Él ignoró sus sutiles señales e hizo lo que quiso, que
si miley fuera completamente honesta, la complació que no lo considerara.
Pero
aún así, ella se estaba muriendo porque él progresara hacia la siguiente etapa
de esta seducción interminable. Ella debió haber hecho un ruido contrariado
porque él murmuró:
―¿Impaciente?
―mientras mordía la susceptible curva de su axila izquierda.
―Sí.
Por favor. Más.
―¿Quién
tiene el control, miley?
―Tú.
―Recuerda
eso. La próxima vez no voy a ser tan agradable recordándotelo.
Oh,
guau. Ella tenía el más pequeñísimo deseo de desobedecerle simplemente para ver
qué tipo de “recordatorio” emplearía él.
nick chupó sus pezones profundo y duro, usando sus dientes para sortear el borde de
dolor tan cercano al éxtasis. Se apartó y acarició con la nariz los montículos
carnosos, suavemente lamiendo los picos ruborizados, soplando un suave flujo de
aire sobre las puntas húmedas para verlas constreñirse. Luego comenzó de nuevo.
Fue
la tortura más deliciosa que ella alguna vez había experimentado.
Él
le colocó las manos sobre sus hombros y presionó su frente contra la de ella
mientras le deslizaba las caderas hacia adelante.
―Tómame
lentamente. Quiero observar mientras mi polla se hunde dentro de ti.
miley miró hacia abajo mientras nick manoteaba su erección alejándola de su vientre.
Vio la gruesa cabeza rodear su abertura, y volverse resbaladiza con su
excitación. Después de los primeros centímetros no pudo ver nada más porque
cerró los ojos y se perdió a sí misma ante la sensación de toda esa gruesa
dureza masculina llenándola.
―Sólo
un poco más. Maldición esto siente bien ―él jadeó en contra de su garganta―.
Estás tan mojada. Eso me excita jodidamente.
Este
lado verbalmente explícito del caballeroso vaquero nick Jonas la encendía a
niveles épicos.
Ella
hizo una pausa cuando él estuvo completamente asentado dentro suyo, inclinando
su pelvis para golpear en contra de la de ella. El sudor recubrió su piel. Su
pulso martillaba en su garganta, en sus pezones, entre sus piernas. Una sola
gota de sudor bajó por un lado del cuello de nick y ella descendió su cabeza
para atrapar la gotita sobre su lengua. Mmm. Salado. Lamió el rastro húmedo de
regreso hasta su oído.
―Dime
qué hacer, nick.
―Móntame,
bebé.
―Siempre
pensando como un vaquero.
―No
puede evitar lo que soy. Oh, sí. Me gusta eso.
―¿Ves?
No necesito un caballo cuando te tengo a ti para montar.
Su
risa ahogada se convirtió en un gemido cuando ella comenzó a levantarse y bajar
más rápido. La boca de nick buscó la de ella, mientras sus manos parecían
determinadas a tocar cada milímetro de su piel húmeda.
El
tiempo se detuvo mientras se movieron juntos. Dos amantes encerrados en la
pasión. Rápido. Frenético. Necesitado.
Las
caderas de nick empujaban hacia arriba cada vez que ella descendía. Su clítoris
vibraba y pulsaba en respuesta al movimiento moledor.
―Sí.
Oh sí. No te detengas. ―Ella
apenas refrenó un grito cuando el clímax la dejó anonadada.
Él
gimió en contra de su garganta.
―Estoy
justo detrás tuyo. Vamos, bebé, apriétame fuerte con los músculos de tu coño.
Eso es. Así.
Con
sus cuerpos apretados, ella se deleitó con la sensación escurridiza de su piel
más áspera raspando contra sus curvas más suaves. La urgencia del bombeo de sus
caderas.
―Joder.
―Él dejó caer
hacia atrás su cabeza contra el cojín del sofá. Su
polla palpitaba y se sacudía dentro de ella, ella juró que podía sentir su
calor a través del látex mientras él se corría. Ella desvergonzadamente observó
la mirada concentrada en su cara transformarse por la satisfacción.
Después
de su último gemido interminable, miley hundió la cara en la curva de su cuello,
dejando que sus labios viajen a lo largo de los músculos apretados, saboreando
el sudor de su piel.
―Sí.
Verás, hacer el amor en el sofá no es tan malo.
―Cierto.
―Me
está gustando esta regla del nudismo. Un montón.
―Mmm.
1 comentario:
awww me encantoo seguilaaa
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