—¿Tienes unos minutos para hablar?
—Para ti tengo todo el tiempo del mundo —respondió él con un guiño—.
Deja que me limpie un poco y nos veremos en mi despacho.
—Gracias —dijo ella. Lo vio alejarse por el pasillo que conducía a los
aseos y ella se encaminó hacia las oficinas de Nicholas´s Auto Repair.
Saludó a Lynn, la secretaria, y continuó hasta el fondo del edificio,
donde Nick había montado un despacho pequeño pero práctico y funcional.
Aparte de la silla tras el escritorio no había donde sentarse, pero ella estaba
demasiado nerviosa para quedarse quieta, así que se puso a andar por la pequeña
alfombra gris delante de la mesa, mientras pensaba una y otra vez en lo que iba
a proponerle.
Nick entró en el despacho minutos después. Se había cambiado de
vaqueros y camiseta, y no había ni rastro de grasa en las manos y antebrazos.
Un olor familiar a naranja lo impregnaba, mucho más excitante que el disolvente
especial que usaba para limpiarse la mugre que resultaba del trabajo con
motores.
Nick le tendió una botella de agua fría, demostrando que conocía bien
sus preferencias, y para él se abrió una lata de cola.
—¿Y bien? ¿Qué te trae por aquí? —le preguntó, mirándola a los ojos—. No
es que no me alegre de verte, pero pareces… distraída. Como si algo te rondara
por la cabeza.
Siendo un viejo amigo, siempre había tenido la habilidad de percibir sus
cambios de ánimo.
—Hay algo que me preocupa —admitió. Él esperó pacientemente a que
continuara y ella hizo girar la botella entre las palmas—. La verdad es que
necesito tu ayuda. Si estás dispuesto a ayudarme, claro está.
Nick dejó la lata en la mesa y la agarró suavemente por los hombros,
prestándole toda su atención. Su tacto era firme, y la manera en que sus
pulgares le acariciaron la piel desnuda de los brazos le provocó una ola de
calor prohibido que se le concentró en el estómago.
Siempre había sabido que el tacto de nick bastaría para prender
chispas de pasión… Y esa habilidad masculina para hacerlo era un descarado
recordatorio de lo que faltaba entre ella y Brent. No podía negar el claro
contraste, que hacía aún más importante su búsqueda.
Nick frunció el entrecejo con preocupación. Por suerte, la blusa de
seda era lo suficientemente holgada para que no pudiera ver cómo se le
endurecían los pezones a través del tejido. Y si se percató de la piel de
gallina que se le había puesto en los brazos, no hizo ningún comentario al
respecto.
—Cariño, sea lo que sea, sabes que estoy aquí para ayudarte. Lo único
que tienes que hacer es decirme qué necesitas.
Mirándolo fijamente a los ojos, Miley tomó aire profundamente y,
recordando la «sexcapada» que la había puesto en acción, se arriesgó por
segunda vez en el día.
—Quiero que me enseñes lo que a un hombre lo excita y cómo hay que
satisfacerle en la cama.
Nick parpadeó un par de veces, convencido de que las palabras que
acababa de oír de aquellos labios suaves y carnosos eran producto de su
imaginación.
Miley no era lo que él consideraría una mujer fatal. No, ella era mucho más tradicional, por dentro y por fuera. La blusa de
seda color crema y la falta azul marino corroboraban la imagen que tenía de
ella, y también le confirmaban que acababa de salir de su trabajo como
secretaria para una empresa de ingeniería. Pero, por muy conservadora que fuera
vistiendo, Nick no podía negar que había pasado muchas horas imaginándosela
sin ropa y preguntándose cómo sería deslizar las manos sobre la firmeza de sus
pequeños pechos, la delicada curva de su cintura y caderas, la sedosa suavidad
de su piel desnuda…
Sacudió enérgicamente la cabeza. Su imaginación volvía a desbordarse,
porque de ningún modo la dulce, sensible y sensata Miley Cyrus le pediría que
la instruyera en el fabuloso arte de la seducción, por mucho que él hubiera
deseado una oportunidad semejante.
Cuando conoció a Miley en la escuela, ésta sólo era la hermana pequeña
de su amigo. En los años siguientes la había ido conociendo mejor y se habían
hecho muy buenos amigos. Había visto cómo se transformaba en una mujer hermosa
y deseable con una espesa y reluciente melena castaña que le llegaba por los
hombros, y una esbelta figura con las curvas adecuadas para completar su
pequeño físico. Una mujer totalmente inalcanzable para él… en deferencia a la
amistad que tenía con su hermano y por respeto también a sus padres, quienes lo
habían aceptado en sus vidas a pesar de su cuestionable pasado.
Su padre lo había abandonado cuando Nick tenía cinco años, dejándolo a cargo de una madre que pasaba más tiempo bebiendo y ligando en los bares que con su hijo. Los Cyrus lo habían alimentado cuando tenía hambre y le habían dado cobijo cuando temía pasar la noche solo en la ruinosa vivienda que su madre había alquilado. Le habían comprado ropa y zapatos nuevos cuando sus escasos vaqueros y camisas de segunda mano estuvieron demasiado deshilachados para seguir usándose, y a cambio no habían esperado nada. Y cuando Nick pasó por una fase rebelde, robando y provocando que lo detuvieran, había sido el padre de Miley quien fuera a buscarlo a la comisaría, no su propia madre. El señor Cyrus le había echado un sermón sobre la responsabilidad y lo había llevado a ver un centro penitenciario, lo que sirvió para inculcarle un miedo terrible al quebrantamiento de la ley y para devolverlo rápidamente al buen camino.
Nick siempre les estaría eternamente agradecido por su ayuda y
generosidad, así como por permitirle ser parte de la familia. Por tanto, nunca
pondría en peligro su relación con los cyrus por culpa de un escarceo amoroso
con Miley. Debido a su dramática infancia, nunca iniciaba una relación íntima
que implicara un compromiso emocional, porque no sabía cómo entregarse de esa
manera a otra persona. Pero esa certeza no le había impedido fantasear con
Miley, más allá de la amistad que compartían. Su calor y afecto incondicional
lo atraían irresistiblemente y tentaban al solitario en que se había convertido
y al soltero que había jurado ser.
Pero en aquel momento lo único que importaba era aclarar el malentendido
que estaba causando estragos en su cabeza y sus hormonas.
—¿Te importa repetirme la pregunta? —le pidió con una sonrisa de
disculpa. Le acarició los brazos hasta las muñecas y le buscó el pulso con los
pulgares, sólo para mantener la conexión entre ellos—. Tengo mil asuntos en la cabeza y creo que no te he oído bien.
—Yo creo que sí —respondió ella con una sonrisa lenta y deliberadamente
sensual, más atrevida de lo que nunca se había mostrado con él—. Quiero que me
enseñes lo que excita a un hombre y cómo hay que satisfacerle en la cama.
Oh, demonios… A Nick se le hizo un nudo en el estómago. Soltó las
manos de Miley y dio un paso atrás. El lazo que los unía ya no era el gesto de
alivio y consuelo que una vez había sido. Entre ellos prendían las chispas de
pasión sexual, la clase de atracción que él había estado reprimiendo durante
tantos años. Deseaba a Mileyi, pero había aprendido a controlar su deseo y a
enterrar su anhelo en lo más profundo de su alma, de modo que nadie lo supiera
jamás.
Y con una simple declaración Miley había barrido todas sus defensas. De
repente lo asaltaba la necesidad de enseñarle cómo se complacía a un hombre… y
de complacerla a ella a cambio.
Expulsó el aire con fuerza y buscó una explicación lógica a aquella
situación tan extraña como excitante.
—Mils… dime que esto es una broma de tu hermano para hacerme pagar lo
del último fin de semana, cuando salimos a emborracharnos.
—Te juro que no es una broma, nick —dijo ella con voz suave,
mirándolo esperanzada y decidida al mismo tiempo—. Estoy hablando completamente
en serio. Quiero que seas tú quien me hable de las fantasías masculinas y quien
me enseñe lo que os vuelve locos de deseo.
Se humedeció los labios con la lengua y cubrió la distancia que los
separaba para ponerle una mano en el pecho, justo encima de su desbocado
corazón.
—Quiero aprender la manera más eficaz de tocar y acariciar a un hombre
para excitarlo —dijo con voz ronca, mientras descendía con la palma hacia su
estómago—. Y tampoco me importaría averiguar una o dos cosas que me gusten a
mí.
Para no tener ni idea de cómo excitar a un hombre, estaba haciendo un
trabajo magistral en aquellos momentos. A nick le hervía la sangre en las
venas, los músculos del abdomen se le endurecieron y su sexo erecto pugnaba por
escapar de sus vaqueros. Le costó toda su fuerza de voluntad no agarrar la mano
de Miley y llevarla hasta su erección para mostrarle una prueba palpable de lo
excitado que estaba por su culpa.
Apoyó el trasero contra su escritorio y se cruzó de brazos, probando un
enfoque más razonable.
—¿Por qué necesitas que te enseñe esas cosas?
Ella se encogió de hombros y retiró el tapón de la botella de agua.
—Quiero comprender mejor a los hombres y su sexualidad.
Nick observó cómo echaba la cabeza hacia atrás y tomaba un trago de
agua fría.
—¿Y qué pasa contigo y tu sexualidad?
Ella se lamió una gota de agua de la comisura de los labios al tiempo
que un ligero rubor cubría sus mejillas. Pero la pregunta directa de nick no
la amedrentó en absoluto.
—Supongo que eso lo descubriré en el camino —dijo en tono malicioso.
A nick lo asaltó de repente una inquietante posibilidad.
—Santo Dios, Miley, ¿no serás…? —ni siquiera pudo pronunciar la palabra.
—¿Virgen? —concluyó ella, y soltó una ligera carcajada—. No, he estado
con otros dos hombres, pero ninguno de los cuales hizo estallar fuegos
artificiales. Eso me llevó a creer que me estoy perdiendo algo crucial en lo
referente al placer sexual y la seducción.
nick se frotó la frente.
No podía creer que estuviera manteniendo una conversación semejante con Miley. ______________________________________________________________
Feliz cumpleaños cammy, espero que te la pases muy bien en este dia linda y que lo disfrutes al maximo te deseo lo mejor este dia
2 comentarios:
esta ree buenisisima siguela prontooo
WIIIIIIIIIIII, yo tmb quiero que nick este en mi casa, quiero darle de comer :O el que, nose dice jaja, me encanto el cap, esta super emocionante, quiero el otro ya mismo, te quiero amix!
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